Canción escrita por las presas de la Carcel de Ventas

(Madrid, 1940)

Cárcel de Ventas.
Hotel maravilloso.
Lleno de lujo e higiene.
A todo confort.
Donde no hay.
Ni camas ni comidas.
En los infiernos.
Se está mucho mejor.
Hay cola atroz.
En los retretes.
Vivo cemento dan por pan.
Lentejas único alimento.
Un plato al día te darán.
Lujoso baldosín.
Disfrutas por el colchón.
Al levantarme, tengo deshecho.
Un riñón.
A eso de las siete.
Tocan a diana.
Nos levantamos todas en tropel.
Vienen a darnos.
Las sopas carceleras.
No hay más remedio que comer.
Lentejas por aquí.
Judías por allá.
Y luego un bombardeo.
Que es cosa fatal.
(Generalísimo) piensa.
En las presas.
Que la justicia.
No se haga esperar.
Que la sarna empiece a hacer estragos.
Y es un mal.
(General, general).
A eso de la nueve.
Nos pasmos la lendrera.
Este es un caso difícil de explicar.
Saltan los piojos tan grandes.
Como fieras.
Que hasta en la celda.
Nos hacen patinar.
Hay (fascistonas) y (pajilleras).
Cuánto nos quieren humillar.
Pero tenemos en las venas.
Sangre (rojilla) de verdad.
Tenemos que aplastar.
A Franco el vividor.
Y el pueblo madrileño.
Será (vencedor).
Bravo Negrete.
Los presos te saludan.
Yo sé que tú.
Nos traes la libertad.
Quiero volar contigo.
Para siempre y a los rojos.
Mis hermanos abrazar.
(Generalísimo).
Que tu justicia.
No se haga esperar.
Que ya estamos.
Pagando muy caro.
El delito de ser social.

Fuente: Foro por la Memoria

Fatos Kongoli: El escritor que esperó a la democracia

Contemporáneo de Ismael Kadaré, aguardó la caída de la dictadura de Albania para retratar la cotidianidad bajo el totalitarismo

GUILLAUME FOURMONT – Público – 03/03/2010

Cada año se habla al menos una vez de la literatura de Albania. El nombre de Ismael Kadaré, último Premio Príncipe de Asturias de las Letras, siempre aparece en las quinielas del Nobel de Literatura. Luego se olvida, y Albania vuelve a ser un discreto país europeo bloqueado entre Grecia, Macedonia, Kosovo y Montenegro. Pero mientras Kadaré construyó una obra basada en mitos y leyendas de su país, otro escritor con apellido con K lleva más de 25 años, desde la caída del régimen totalitario de Enver Hoxha, escribiendo sobre la vida cotidiana bajo una dictadura. Se llama Fatos Kongoli y presenta ahora en España su última novela, La vida en una caja de cerillas (Siruela).

El protagonista es Bledi Terziu, un pobre tipo, un periodista sin ambición y en paro, que se encierra en su pequeño apartamento de Tirana la capital de Albania para beber whisky y pensar en su ex mujer, mientras mantiene relaciones sexuales con la joven camarera del bar de abajo. “El régimen totalitario oprimía a los individuos. La gente como Terziu vivía en espacios pequeños, lo que les convertía en personas moralmente débiles. Durante la dictadura, la gente vivía en cajas de cerillas, Albania era una caja de cerillas herméticamente cerrada”, explica Kongoli a este periódico en una conversación telefónica desde su apartamento de Tirana.

Fatos Kongoli nació el 12 de enero de 1944, “cuando llegaron los comunistas”, según el escritor. Fue en noviembre de ese año cuando se instaló en el poder el Partido del Trabajo, nombre que dio Hoxha (1908-1985) al Partido Comunista albanés nada más tomar las riendas del país. Fiel seguidor de Stalin, Hoxha impuso una de las dictaduras más cerradas del todo el ex Bloque Soviético. “Era un régimen incluso peor que el de Nicolae Ceaucescu en Rumanía. Era como en Corea del Norte. La mayor parte de mi vida pertenece a la dictadura”, insiste Kongoli.

Escribir para no olvidar

El escritor albanés es de una generación que fue testigo del terror y que siente ahora la obligación de contar lo que ocurrió. Sus referencias son los escritos de Primo Levi sobre el Holocausto (Si esto es un hombre), de la última Premio Nobel de Literatura Herta Müller sobre la dictadura de Ceaucescu (En tierras bajas) y de Aleksandr Solzhenitsyn sobre el estalinismo (Archipiélago Gulag). “Los escritores tienen una obligación de memoria. Yo no puedo hacer otra cosa que contar lo que pasó. Hay que olvidar para seguir adelante, dicen algunos. Pero si olvidamos la historia, estamos condenados a que se repita”, afirma el escritor, antes de matizar que sus “maestros” son Albert Camus y Fiedor Dostoievski.

La principal diferencia de Kongoli es que la palabra “comunista” está casi ausente de todos sus libros. El autor no condena en primera persona el régimen que tomó como rehén la mitad de su vida. “No quiero transmitir ningún mensaje. Los lectores son listos y saben sacar conclusiones ellos mismos. Yo prefiero quedar escondido, nunca mostrarme ante los ojos del lector. No puedo tomar posiciones políticas. Quiero ser invisible”, afirma. Bledi Terziu, el protagonista de La vida en una caja de cerillas, también es un asesino que oculta el crimen de una joven gitana, pero el lector no tiene al final del libro una conclusión clara de qué es el bien y qué es el mal. Sólo se asiste a la caída de Terziu en la locura.

Narración con dos voces

Kongoli consigue esta distancia entre el protagonista y el lector gracias a una doble narración. La primera es la voz del narrador, en tercera persona, que describe el cotidiano de Terziu en 2004. La segunda es la voz del protagonista, que quiere entender cómo terminó así, en su piso de Tirana bebiendo whisky, apelando al pasado, desde los tiempos de la dictadura hasta la transición de los años noventa. Kongoli suele utilizar esa técnica; la usó en El dragón de marfil (sin traducir en castellano), novela en la que el escritor recuerda su vida en China, donde estudió Matemáticas entre 1961 y 1964. Albania había rechazado la destalinización iniciada por Nikita Krutchev y había adoptado el maoísmo.

“Mi padre era violinista, se formó en Italia, donde se hizo comunista. Luchó en los maquis durante la Segunda Guerra Mundial. Pero tras largos años en el Partido del Trabajo, lo echaron. Mi padre entendió entonces que el arte era algo maldito, algo peligroso bajo la dictadura”, recuerda Kongoli.

El escritor albanés se expresa en francés, lengua que aprendió en el instituto. Y con modestia, no cesa de disculparse por contar su vida, su historia personal, que “no es muy interesante”, según él. Soñaba con ser escritor, aunque su padre lo obligó a estudiar Matemáticas. “No quería que yo tuviera problemas, lo obedecí y hoy le estoy muy agradecido. El marxismo no puede decir nada contra las matemáticas”, añade.

Hasta la publicación en 1992 de su primera novela aplaudida por la crítica internacional, El perdido (sin traducción al castellano), Fatos Kongoli era un perfecto desconocido. Y para muchos se convirtió en el escritor del silencio, el escritor que esperó a la democracia para explotar, para narrar lo que había visto y oído durante años. Pero al autor albanés no le gusta oír eso: “Cuando salió El perdido en Francia, a una periodista de Le Monde se le ocurrió decir que era mi primera novela y que no había escrito antes. Desde entonces todo el mundo lo dice, pero no es verdad”. “Durante la dictadura, yo leía muchísimo y escribía muy poco”, matiza.

A pesar de las advertencias de su padre, Kongoli abandonó su carrera de maestro en una escuela para dedicarse al periodismo literario: “Es verdad que mi primer gran periodo de creación fue a principios de los años noventa, aunque me publicaron unos cuantos textos antes de la caída del régimen”. Sin embargo, cuando se le pregunta por qué esperó la democracia para denunciar los excesos del totalitarismo, contesta simplemente que lo que le interesa es el “dolor humano”. “La literatura trata del espíritu humano y yo escribo sobre lo cotidiano, lo que me interesa es la gente. Mis libros hablan de la vida de la gente en un contexto preciso, como la dictadura”, insiste Kongoli.

Exilio imposible

El escritor albanés confiesa que nunca pensó en el exilio. O casi. “¿¡Exiliarme!? En Albania, ni una mosca podía entrar o salir sin que nadie la viera. El exilio era imposible. Sin embargo, reconozco que lo pensé en 1989, cuando fui por primera vez a Francia. El Muro acababa de caer y me hicieron incluso propuestas para quedarme, pero no podía. Pensé en mi familia, mis hijos. Habría sido un traidor para el régimen, pero los que lo iban a pagar de verdad eran los míos. No podía ser tan cobarde”, asegura.

La impotencia y la sumisión ante la fuerza del totalitarismo son temas recurrentes en los libros de Kongoli. El perdido narra la historia de un hombre incapaz de huir a Italia y que se resigna a quedarse en la Albania de Enver Hoxha (sustituido tras su muerte en 1985 por Ramiz Alia, quien lideró la muerte del régimen seis años más tarde). En La vida en una caja de cerillas, el protagonista reza por “quedarse para siempre en las tinieblas de la nada”, aunque en este libro el autor también retrata la Albania actual. “La democracia vio nacer problemas nuevos. La corrupción del Estado se generalizó y hay ahora muchas mafias, que gestionan incluso la vida cotidiana de la gente”, afirma Kongoli.

Sobre el papel y la responsabilidad del escritor para narrar la realidad, contar la historia, Kongoli considera que la ficción también vale. “La frase de Norman Mailer quiero contar una historia parece sencilla, aunque pensé mucho en ello. Narrar la historia en una novela puede ser peligroso porque existe el riesgo de simplificar, pero la literatura siempre habla del espíritu humano. Y no podemos escribir sin una historia. La literatura empieza donde la historia termina”, afirma el escritor.

La diferencia entre Ismael Kadaré y Fatos Kongoli es que el segundo prefiere no opinar de política, incluso cuando se trata de Kosovo y de las minorías albanesas: “Claro que me informo, pero cuando escribo, me olvido de todo. Quizá sea como mis personajes, sin ideas políticas. Yo soy una persona muy indecisa”.

Un ataque neonazi llega a la Audiencia Nacional

El tribunal debe pronunciarse sobre el acoso a una mezquita

Foto: Manifestantes ultraderechistas, brazo en alto, en Madrid. – Gabriel Pecot

JORDI SIRÉ / RAMIRO VAREA – Público – 03/03/2010

La Audiencia Nacional determinará si seis presuntos neonazis detenidos en Reus (Tarragona) en octubre del 2005 cuando iban a atentar contra la mezquita de Reus pueden ser juzgados por un delito de terrorismo. Desde el pasado mes de septiembre, la Fiscalía del alto tribunal considera que los grupos neonazis pueden ser investigados y juzgados en esta sede judicial porque, aunque no tengan carácter terrorista, sus delitos se enmarcan dentro de lo establecido en el artículo 577 del Código Penal.

Dicho artículo castiga a “los que, sin pertenecer a banda armada, organización o grupo terrorista, y con la finalidad de subvertir el orden constitucional o de alterar gravemente la paz pública, o la de contribuir a estos fines atemorizando a los habitantes de una población o a los miembros de un colectivo social, político o profesional, cometen homicidios, lesiones, detenciones ilegales, amenazas o coacciones contra las personas”, o cualquier otro delito de los cometidos habitualmente por grupos terroristas.

Ahora, cinco años después, el Juzgado de Instrucción número 2 de Reus se ha inhibido del caso a favor de los juzgado centrales de Instrucción de la Audiencia Nacional. El juez entiende que el intento de ataque a la mezquita pone de manifiesto que se trata de “un movimiento de extrema derecha violenta con clara vocación de atentar contra corrientes ideológicas antagónicas”.

Cócteles molotov

En su resolución judicial, que detalla con minuciosidad el perfil de los presuntos agresores, el magistrado sostiene que, “puestos de común acuerdo con el fin de alterar la paz pública y formando parte de un grupo organizado”, los neonazis se acercaron en dos coches al polígono Dyna de Reus, donde se encuentra el centro de culto islámico. En uno de los automóviles, la policía halló una caja con nueve cócteles molotov, una porra, una cadena y documentación skin y nazi, que abandonaron al advertir la presencia de los agentes. En el segundo vehículo, la policía se incautó de una navaja y un mosquetón, entre otras armas.

Tanto los seis detenidos como otros tres menores que los acompañaban vestían ropas y camisetas de tipología nacionalsocialista, botas con puntas de hierro y pantalones con anagramas nazis. El fiscal les atribuyó un posible delito de tenencia de sustancias incendiarias y otro de asociación ilícita. En enero, el magistrado Ismael Moreno rechazó el primer intento de la Fiscalía de la Audiencia Nacional de investigar a cinco ultras detenidos en Navarra y Zaragoza.

Andalucía abre la puerta del horror

Más de 200 familias han dado ADN para identificaciones en la fosa de Málaga, la más grande abierta del franquismo, de donde han salido 2.840 cuerpos

Foto: Aspecto de la fosa en el cementerio de San Rafael en Málaga.

ANGEL MUNÁRRIZ – Público – 03/03/2010 10:59

Más de 200 familias han dado ya muestras de ADN para intentar identificar restos de familiares que creen enterrados desde la Guerra Civil en el cementerio de San Rafael, en Málaga. Así lo explica a Público Francisco Espinosa, miembro de la Asociación contra el Silencio y el Olvido y uno de los impulsores de la exhumación de esta fosa común, una de las mayores de la guerra abiertas hasta hoy y ejemplo sangrante de la crudeza de la represión franquista.

La Consejería de Justicia de Andalucía, el ayuntamiento y el Gobierno, que han colaborado durante los tres años de exhumación financiando los trabajos a través de la Asociación contra el Silencio y el Olvido, presentarán este miércoles el informe final de los trabajos en el Museo Picasso de Málaga.

“Es una de las fosas más grandes de Europa Occidental. Representa los terrores y tragedias de Andalucía”, explicó a Público el viernes Begoña Álvarez, consejera de Justicia. El informe recoge, según Álvarez, “con qué crueldad se mataba, intentando no dejar rastro, a veces trasladando los cuerpos a otros lugares”.

De la fosa han salido restos de 2.840 cuerpos, arrojados a las fosas del cementerio desde febrero de 1937. Actualmente estos restos exhumados son custodiados en cajas en el Parque Cementerio Municipal de Málaga. Desde que se abrió el plazo para dar muestras “poco antes de Navidad” -explica Espinosa-, 200 familias de Málaga y provincia han aportado ADN -saliva y sangre, fundamentalmente- al Departamento de Medicina Legal y Forense de la Universidad de Málaga, que intentará realizar las identificaciones.

Se trata sobre todo de hijos y nietos, en ocasiones más de uno por familia. Espinosa afirma que “durante los próximos tres meses” la asociación intentará contactar con familias interesadas en el resto de España. “Hemos contactado con gente en Catalunya, Galicia, Castilla León y más zonas de España. Seguro que ahora, que esto saldrá en los medios, nos llamará gente. Estamos abiertos a ayudar a todos”, explica. La perspectiva es que más de 400 familias acaben dando muestras de ADN.

La identificación será difícil por el número de cuerpos y por la acción de la cal sobre los restos. “Echaban cuerpos, luego cal, cuerpos, luego cal otra vez… Y así”, ilustra Espinosa.

Colaboración institucional

Los trabajos en Málaga han sido un ejemplo de colaboración institucional, como destacan tanto la consejera Álvarez (PSOE) como Carolina España, portavoz del Gobierno local (PP). “Esta fosa es un ejemplo de lo que nunca debe volver a ocurrir”, explica España a Público. La portavoz no entra en si hay “diferencias” entre la postura del Ayuntamiento sobre memoria histórica y la que tienen dirigentes del PP que opinan que abrir fosas es reabrir heridas.

A su juicio, la fluidez de la cooperación se debe “al trabajo de la asociación, que no ha politizado el tema y ha hecho las cosas sin que estén todo el día en los medios”, explica. “Creo que, en asuntos como éste, es más importante hacer las cosas que darles publicidad”, dice.

Un panteón para albergar los restos

Los restos que sean identificados serán entregados a las familias, que podrán darles sepultura donde lo deseen. La Asociación contra el Silencio y el Olvido pretende que un panteón albergue todos los huesos y que se construya un parque de la memoria. La idea gusta al gobierno local de Málaga, en manos del PP.

La posguerra según Emilio Aragón

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El País – 02-03-2010

El próximo 12 de marzo se estrena en España la esperada nueva película de Emilio Aragón. Protagonizada por Imanol Arias, Lluis Homar, Carmen Machi y el niño Roger Princep (‘El orfanato’), le producción cuenta la historia de un grupo de artistas de vodevil que hacen lo que pueden por sobrevivir. Una comedia dramática que a buen seguro continuará la buena racha del cine español en la taquilla.

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Podéis ver otro avance de la película aquí.

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En LaHiguera.net encontré la siguiente descripción de la película:

Acabada la guerra, una compañía de artistas de vodevil va de pueblo en pueblo con sus actuaciones, formando una extraña y singular familia. Un hecho inesperado les pondrá a prueba, obligando a algunos de nuestros protagonistas a tomar decisiones de vida o muerte.

Este grupo está encabezado por un músico y cantante, Jorge; un ventriloquista, Enrique, y Miguel, un huérfano de 10 años, acompañados por la cupletista Rocío Moliner y Merceditas, una niña y bailarina clásica.

Ellos atravesarán, en el medio de intrigas, números musicales, momentos de tensión y hambre permanente, parte de la España de la época, tratando de vivir y sobrevivir.

Descripción de los personajes

Jorge del Pino es un hombre endurecido, al que le cuesta expresar sus sentimientos, y mantiene sus emociones guardadas en un bolsillo. Pero, incapaz de ser testigo mudo ante las injusticias, su inteligencia, su carisma y su sentido de la responsabilidad, le colocarán en el lugar del padre de este grupo de cómicos que, con el tiempo, se convertirá en una gran familia, la suya.

Enrique Corgo es ventrílocuo, y conoce a Jorge desde hace mucho tiempo. El suficiente como para saber respetar el distanciamiento de Jorge, o que sus decisiones son buenas para toda la compañía. Es un amigo fiel, un apoyo, un respaldo. Un hombre soñador, lleno de humanidad, seducido por el pequeño Miguel, que desea que los tres triunfen sobre un escenario lejos de cualquier peligro.

Miguel es el pequeño artista que todos, a su edad, llevaron dentro. Es un niño listo, a veces un poco pillo, a veces tierno, y sobre todo, como cualquier niño, muy sincero. Es un superviviente que sueña con convertirse en un gran artista junto a sus nuevos compañeros, a los que se mete en seguida en el bolsillo, convirtiéndose en el hijo adoptado de toda la compañía.

Rocío es una cupletista producto de su tiempo. Una mujer buscavidas, realista, que sabe que el tiempo corre en su contra, y conoce las cartas con las que juega. Seducirá a don Ricardo, el alcalde.

El Capitán Montero les vigila en la distancia, con la ayuda de su subalterno el Teniente Quiroga, y Pastor, un joven al que han infiltrado en la compañía, y que les sirve de espía entre los cómicos. El problema es que la convivencia con ellos le abrirá los ojos, descubriendo que en la vida, ni todo es blanco, ni todo es negro.

Disidencias

ELVIRA LINDO El País – 03/03/2010

La democracia es ese raro sistema que permite a los individuos expresar opiniones en contra del sistema y a favor de otros sistemas que no les permitirían el menor asomo de disidencia. La democracia es también ese sistema en el que podemos compatibilizar la denuncia de cualquier pequeño atropello a nuestras libertades con la defensa de dictaduras liberticidas. La democracia es ese sistema que me sirve en bandeja opiniones antidemocráticas que serían tachadas de traición a la patria si no fuera porque la democracia nos permite la veleidad de no ser patriotas, de no creer en nada. Ni en la democracia. No me considero una fundamentalista democrática; digamos que considero éste el más humano de los sistemas posibles. Ya es algo.

La democracia es a veces un sistema injusto y tontorrón, que pone micrófonos delante de un actor dispuesto a ofrecer la versión oficial de una dictadura e ignora a los que la padecen.

Aun así, prefiero vivir aquí. Prefiero vivir en un sistema en el que un individuo tiene el maldito derecho a difamar a un pobre obrero que tuvo la valentía de disentir de un Estado represivo. Era un traidor, dicen, un delincuente común, quizá un terrorista. Esas palabras me duelen físicamente, pero prefiero vivir en un sistema en el que pueden decirse. Es la forma de conocer a fondo al sujeto que las pronuncia.

Tal vez las declaraciones de Guillermo Toledo hayan conseguido convertir a alguno de sus compañeros de profesión en anticastristas. Hay mucha gente de la “cultura” que se siente incómoda viéndose representada siempre por los mismos. Para combatir esa molestia silenciosa les recomiendo que expresen su desacuerdo asumiendo un principio bien básico: las personas decentes anteponen los derechos humanos a las ideologías. Y, desde luego, convendría elegir a otros representantes para liderar causas humanitarias.

El arte hurga en la memoria

El Reina Sofía y la galería Off Limits combinan vídeos de artistas y recuerdos de ciudadanos para reinterpretar la historia reciente

PABLO DE LLANO El País02/03/2010

Foto: página web de Virginia Villaplana

El verbo exhumar tiene un sentido material, desenterrar un cadáver, y otro figurado, sacar a la luz algo olvidado. Se estima que en España hay más de 100.000 cuerpos de combatientes y represaliados de la Guerra Civil bajo tierra, pero no hay medida de las experiencias que cada individuo calló durante la era franquista y que sus descendientes barrieron a una esquina de la casa. Ésta es la materia prima de un ciclo que contrasta las formas oficiales de la memoria histórica con análisis alternativos y recuerdos familiares: El instante en la memoria. Narrar la historia, dirigido por la artista Virginia Villaplana (París, 1972) en el museo Reina Sofía y la galería Off Limits.

“No es un proyecto sobre la historia, sino sobre las maneras de contar la historia”, afirma Villaplana. En el plan que la artista articula entre los dos centros, caben desde reflexiones sobre la posguerra hasta análisis del tiempo de cambio democrático, unidos por un criterio común: abrir la interpretación del pasado a juicios artísticos y subjetivos, ajenos a la oficialidad.

Una de las actividades, desarrollada del lunes al viernes de la semana pasada, consistió en dialogar sobre imágenes de álbumes familiares de los años setenta. Villaplana organizó en el Reina Sofía un taller con 16 ciudadanos nacidos en esa década, y a principios de los años ochenta, para intentar buscar el trasfondo histórico y personal de los documentos.

“Arañando en aquellas imágenes hemos comprendido la época, y, en parte, reconstruido nuestra identidad”, explicó el viernes Marta Rodríguez, nacida en Galicia en 1971. En las fotos de cuando eran niños se veían iglesias de fondo, chiquillos graves en traje de comunión, familias vestidas de domingo. “Con este ejercicio se nos cayó el mito de cambio de la Transición y entendimos que nuestra infancia también fue un tiempo de continuidad con el pasado”, explicó otro participante, Curro Corrales, madrileño de 25 años, el más joven del grupo.

El resultado del taller, un mural de la memoria que mezcla los distintos álbumes familiares, estará expuesto desde mañana en la galería Off Limits. Aquí se puede ver otra de las piezas del ciclo, El instante de la memoria (2007), una investigación de Villaplana sobre una fosa común del cementerio de Valencia en la que hay cuatro familiares suyos enterrados y que el Ayuntamiento pretendió recubrir con nuevos nichos, aunque dio marcha atrás por una denuncia de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, según relata la artista.

Villaplana exhibe en la galería las fotografías que hizo del lugar, expuestas con la misma modestia y hondura poética de su abandono, y el vídeo de una emotiva entrevista a un matrimonio de guerrilleros valencianos de la posguerra.

El tercer elemento del ciclo es la serie de vídeos documentales y conferencias de artistas que se celebra en el Reina Sofía. “La intención es cuestionar la narración clásica de la Transición, que subraya el papel que representó la clase política y obvia al otro sujeto de la historia: el movimiento obrero, las asociaciones de vecinos, las feministas, los gays, las lesbianas”, describe Villaplana.

Foto: Página web de María Ruido

El Plan Rosebud (I y II), de María Ruido (Ourense, 1967), un documental premiado el año pasado por el Festival de Cine Independiente de Nueva York, analiza las “políticas de la memoria”, como dice Ruido, profundizando en la utilización turística de la historia bélica, desde los tours por las playas del desembarco de Normandía hasta la apertura al público de San Simón, un islote de la ría de Vigo que ha sido hogar de huérfanos de marineros, casa de leprosos y cárcel de perdedores de la Guerra Civil. Y hurga en la Transición: “Nuestra generación quiere ver más allá del relato oficial del paso del franquismo a la democracia y saber que ahí no está toda la verdad, que la memoria hegemónica no es la única que existe”, razona la artista.

Ruido analiza el discurso del cambio político en documentales y películas de aquella época, como se hace en el vídeo No haber olvidado nada (1997), proyectado el sábado pasado, un “desmontaje”, en palabras de sus autores, de la serie televisiva sobre la Transición de la periodista Victoria Prego. Uno de los creadores de la pieza, Marcelo Expósito (Puertollano, 1966), detalla su objetivo: “Se trata de cuestionar la muerte de Franco como la separación absoluta de la dictadura y la democracia. Prego muestra en un capítulo la muerte de Franco y en el siguiente la coronación del Rey. Pero los hechos no fueron así: Franco murió, el Rey fue coronado por las Cortes franquistas y asistió, ya como rey, al entierro del dictador”.

Foto: de la película No haber olvidado nada

Esta colaboración del Reina Sofía con la galería Off Limits lleva al terreno artístico y de las percepciones singulares el debate sobre la memoria histórica, no tanto para negar la versión política o académica como para reivindicar la reflexión personal. “Seguimos desconociendo muchos aspectos de la historia del franquismo, y creo que hay una necesidad de pensar sobre aquello desde el presente”, sostiene Villaplana. “Ha sido demasiado tiempo de silencio”.

Los hitos

Vídeos. El Reina Sofía ofrece hasta el 20 de marzo, cada sábado, un vídeo sobre la memoria histórica, que trata asuntos como la Transición (Plan Rosebud I y II, María Ruido) o el exilio a Rusia de los niños de la zona republicana (Abanico rojo, Pedro Ortuño, y La tierra de la madre, José A. Hergueta y Marcelo Expósito).

– Exposiciones. El instante de la memoria, estudio de la artista Virginia Villaplana sobre una fosa común, con fotografías del lugar, se exhibe en la galería Off Limits. La artista hace visitas guiadas hasta el 20 de marzo. Hasta esa fecha también se expone un mural de álbumes familiares de la Transición.

Entrevista. En la galería Off Limits se puede ver el vídeo de la conversación entre Villaplana y dos ex guerrilleros, Remedios Montero (Celia) y Florián García (El Grande).

Crucifixión

MARÍA AGUSTÍN El País02/03/2010

Es desesperante ver cómo jueces ejercientes en el Tribunal Supremo (TS) tratan de inhabilitar al juez Garzón con tres querellas aceptadas, y a sabiendas de su improcedencia: se le imputa prevaricación y no dictó sentencia alguna, aunque reconoció crímenes contra la humanidad sobre los españoles, adultos y niños desaparecidos durante el franquismo. Se le imputan cobros indebidos en el caso de los cursos en Estados Unidos, cuando el propio TS lo ha desestimado dos veces. Se le imputa haber ordenado escuchas ilegales que invalidarían el caso Gürtel, cuando la propia fiscalía sostiene que esta imputación es contraria a derecho. No obstante, si Garzón renunciase a su cargo en la Audiencia, se diluirían misteriosamente todas las imputaciones y se anularía el caso Gürtel.

¿Tanto miedo tienen el PP y sus amigos del caso Gürtel? ¿Por su miedo son capaces de sojuzgar a un inocente, pagar con fondos del PP el abogado defensor de su tesorero y echar arena sobre la presunta financiación irregular de su partido? Nuestra situación económica se resolvería, en parte, si se pudiesen recuperar las decenas de millones de euros exportados ilegalmente de España y puestos de manifiesto con el caso Gürtel. ¿Asistiremos impasibles a la crucifixión del juez Garzón y a que ensucien nuestra democracia unos señores que, presuntamente, sólo defienden España para expoliarla.

Imperdonable

ROSA MONTERO El País – 02/03/2010

Hace un mes hablé en este artículo del infierno de las cárceles cubanas, del maltrato sistemático y de la aterradora indefensión de los presos de conciencia. Por entonces Orlando Zapata ya estaba en plena travesía hacia su muerte, pero yo no lo sabía. No lo sabía casi nadie. La huelga de Aminetu la conocimos desde el primer día, porque España es una democracia y las noticias circulan. Pero las dictaduras feroces, y la cubana lo es, se caracterizan por silenciar los gritos de las víctimas. Y hacen algo aún peor que silenciarlas: las difaman. En los foros de Internet leo comentarios de la gentuza castrista diciendo que Orlando era un delincuente común “de lo peor”. ¿Se puede concebir una abyección más grande? Además de torturar, denigran al torturado. Es como si alguien violara a una chica, le sacara los ojos y la decapitara, y luego nosotros dijéramos: algo habrá hecho para merecerlo, la muy puta. Con las agresiones contra las mujeres ya lo vemos claro, ¿no? Pero, asombrosamente, ese sucio prejuicio sigue funcionando con los cubanos. Hablo de la absoluta inhumanidad del pensamiento dogmático, de la pereza intelectual y moral que impide que una buena parte de la izquierda asuma su responsabilidad ante el horror del castrismo. Hablo de Zapatero no diciendo ni palabra el primer día, y luego, tarde y mal, limitándose a lamentar la muerte y no a condenarla. Hablo del PSOE insistiendo en reforzar las relaciones con Cuba, una política que ya ven adónde conduce. Gracias a la presión popular salvamos la vida de Aminetu. Pero, ¿dónde están ahora los actores, los famosos, los de Izquierda Unida, todos esos que apoyaron a la saharaui? Orlando tuvo que pagar con su vida la visibilidad mediática. Ahora hay otras seis personas en huelga de hambre en Cuba reclamando derechos básicos: hay que ayudarlas. Ya se han acabado las excusas: justificar o disculpar hoy el castrismo es como justificar o disculpar el fascismo. Una indecencia imperdonable.

El PP se abstiene de revocar honores a Franco en A Coruña

El Ayuntamiento quita distinciones a 18 miembros de la dictadura

PAOLA OBELLEIRO El País02/03/2010

El Ayuntamiento de A Coruña, con la abstención del PP, aprobó ayer la retirada de los títulos honoríficos concedidos a Francisco Franco y otros 17 miembros de la dictadura. Previamente, socialistas y nacionalistas, que conforman el gobierno municipal, unieron sus votos para desestimar los recursos presentados por los descendientes de militares del franquismo que dan nombre a calles de la ciudad, como son Millán-Astray, Juan Canalejo, Arcadio Vilela y Barreiro Tejeiro. Ahora la oposición a la retirada de la simbología franquista en A Coruña seguirá batallando en los juzgados, como ya lo hicieron los veteranos de la Legión contra la reciente retirada de la imponente estatua del fundador de este cuerpo, Millán-Astray, en una plaza que aún lleva su nombre.

La obligada aplicación de la Ley de la Memoria Histórica, que establece desde 2007 la retirada de los honores o monumentos que exalten la figura de participantes en la Guerra Civil o en la dictadura, es “justificación” suficiente para rechazar los recursos de familiares, arguyó el edil de Educación y Protocolo, Carlos González-Garcés. Las distinciones concedidas a Franco y sus colaboradores “no pueden estar por encima de la ley”, añadió. El dictador ha dejado de ser desde ayer hijo adoptivo y predilectísimo de la capital provincial, alcalde honorario y medalla de Oro. La concesión de esta última distinción ha sido revocada también para Luis Carrero Blanco, Millán-Astray, Gómez Zamalloa y Juan Canalejo, un falangista local que daba hasta hace año y medio su nombre al hospital de A Coruña.

Fraga, excluido

Del listado aprobado ayer quedó excluido Manuel Fraga. Conservará su título de hijo adoptivo de A Coruña otorgado por el pleno municipal en 1968 por su condición de entonces ministro de Información y Turismo. Sin embargo, a otros seis miembros del Gobierno franquista, la mitad en la misma época que Fraga, sí se les revocó ayer la misma distinción, como es el caso de Camilo Alonso o José Ibáñez.

“Se hace justicia con los represaliados”, se congratuló la edil nacionalista Margarida Vázquez. Y calificó de “cobarde” al PP por abstenerse en este asunto. “Deja bien clara su ideología”, reprochó. Los conservadores coruñeses se mostraron siempre en contra la aplicación de la Ley de Memoria Histórica, aunque cada vez que el pleno, como ayer, adoptó acuerdos para cumplirla y retirar simbología franquista, optaron por abstenerse. “No nos sentimos concernidos”, argumentó el edil del PP Juan de Dios Ruano, “por el modo excluyente, sectario y antirreglamentario” con el que se llevó a cabo el proceso.