Nuevos libros

La profesora Cathy Korcheck presenta en su blog (Re)generando memorias tres libros recientes sobre la presencia del pasado en España.

1. Cazorla Sánchez, Antonio: Fear and Progress. Ordinary Lives in Franco’s Spain, 1939-1975. Wiley-Blackwell, 2010 (ISBN: 978-1-4051-3316-6).

2. Everly, Kathryn: History, Violence, and the Hyperreal. Representing Culture in the Contemporary Spanish Novel. West Lafayette, Purdue UP, 2010 (ISBN: 978-1-55753-558-0).


3. Jerez-Farrán, Carlos and Amago, Samuel Amago (eds.): Unearthing Franco’s Legacy. Mass Graves and the Recovery of Historical Memory in Spain. Notre Dame, U of Notre Dame P, 2010 (ISBN 13: 978-0-268-03268-5).

He pedido el libro de Kathryn Everly para la biblioteca y el de Carlos Jerez-Farrán & Samuel amago para mi colección personal, por si queréis echarles un vistazo (tardarán unas semanas en llegar). Para más información sobre los libros, podéis ver el excelente blog de Kathy Korcheck. Allí encontraréis también muchas otras cosas interesantes.

Un infinito panteón de las letras

José Carlos Mainer coordina los nueve tomos de la monumental ‘Historia de la literatura española’, un compendio de 6.500 páginas desde la Edad Media hasta hoy

CARLES GELI El País19/03/2010

Emilia Pardo Bazán, Ortega y Gasset, Unamuno y Valle-Inclán vistos por Sciammarella.- SCIAMMARELLA

José Carlos Mainer (Zaragoza, 1944) se siente “insólitamente vacío” por vez primera en su vida. Catedrático de Historia de la Literatura en la Universidad de Zaragoza, el gran especialista en la Edad de Plata española, considerado pionero de la historia de la literatura como historia cultural, se siente así porque, lector voraz y trabajador incansable, tras casi tres años se acaba de liberar de la dirección de un monstruo de 6.500 páginas. Son las que conforman la Historia de la Literatura Española que lanza Crítica, obra que se ha estrenado con el sexto volumen, Modernidad y nacionalismo 1900-1939, 828 páginas que firma el propio Mainer.

La empresa está llamada a ser un hito en la filología española. Hace tres décadas que no se publica una obra de estas características, desde que en 1979 Ariel decidiera editar una Historia de la Literatura Española dirigida por hispanistas ingleses y cuyo volumen destinado al siglo XX revisó ya el propio Mainer. Entre otros más de por medio, el último gran intento fue en Espasa en 1998, con el hoy presidente de la RAE Víctor García de la Concha, ambiciosa obra de la que sólo aparecieron cuatro tomos.

“Que hasta ahora no haya salido otra responde sólo a un tema comercial: al calor de los cambios políticos de los se quiso orear el panorama y el mercado casi se saturó; desde entonces, una excelente producción de estudios filológicos permite una masa crítica que justifica que se revise a partir de una historia literaria”, expone Mainer como muestra, una vez más, de su capacidad de leer en clave de historia cultural.

Otro elemento diferenciador es la estructura que tendrá la Historia…, que arranca con la Edad Media y sigue con sendos volúmenes para los siglos XVI a XIX. El XX, iniciado por Mainer, lo completará uno que llegará hasta 2009, el más delicado. Así, cada tomo tendrá cuatro bloques: el primero, una especie de pensamiento literario del momento, al que seguirán aspectos de la industria cultural, el patrimonio literario (fijándose más en los textos que los autores) y un cuarto titulado Textos de apoyo. Ese y el primero, iconoclastas en una obra así.

“He pedido que cada tomo arranque con un interrogante sobre el campo literario, entendido a partir del concepto de Pierre Bordieu, mientras debían acabar no tanto con la clásica antología de textos sino con documentos de historia literaria, como opiniones de un autor o entrevistas”.

Coherente con su manera de ser que le impide moralmente tener discípulos (“porque conlleva que uno sea maestro”), Mainer ha sido generoso tanto en la elección de sus colaboradores como en el supuesto canon que acaba imponiendo toda obra de esta índole. “Entre los autores no están quizá los más previsibles pero he buscado gente que, por trayectoria académica y obra publicada, entendiera una historia de la literatura con escasísimas notas, bibliografía capital asumida y capaces de escribir un ensayo de alta divulgación; es la única manera que esta obra no se fosilice en poco tiempo”, justifica.

Sobre el canon, enumera ufano: “la literatura siempre tiene que ver con otras artes, por eso, en mi caso cito generosamente a El Greco y a Goya, o me permito resaltar la figura de María Guerrero o incorporar ausencias injustificables como el Joan Maragall articulista en castellano o el Eugeni d’Ors del Glosario, mucho más divertido que Ortega y Gasset”. Los periodistas Corpus Bargas y César González Ruano, el novelista Benjamín Jarnés, el tapado de la Generación del 27 Alonso Quesada, Gabriel Miró y hasta un engarce inédito entre el Pío Baroja y el Antonio Machado de los años veinte como “los dos grandes nihilistas de esa década” son algunas de las aportaciones de su volumen.

Si bien se citan autores catalanes, gallegos y vascos, sus literaturas no están inseridas en cada tomo.

En uno de los dos tomos transversales que tendrá la obra, dedicada a El lugar de la literatura española, estarán, según el autor, “las influencias mutuas entre la literatura española con el resto de las letras peninsulares, las relaciones con una literatura europea cuya noción ningún país ha inventado y, claro, con la literatura hispanoamericana, con una etapa de literatura colonial, un siglo XIX común y un XX con su emancipación y desde el que nos dictan las pautas”. ¿Y eso? “Hasta los años sesenta había una unidad de mercado hoy del todo inexistente, una división que oculta una retórica que se mantiene pero que aguantará lo que aguantará”.

Por algún jirón entrevisto al final del prólogo general, se intuye que esta obra puede ser un punto final en la trayectoria intelectual de Mainer. “Lo que está claro es que no escribiré ya más sobre la Edad de Plata ni una obra de tanto empeño”. Y también está convencido de que es un canto del cisne del sector editorial en papel: “Una obra de tal envergadura es muy cara y dificultosa; pero le garantizo que no hay nada para leer como el papel y el formato página”. Vendrán, pues, otras historias de quizá otras literaturas.

Números de una obra grandiosa

Tres. Los años que se han necesitado para acabar la obra desde que, en junio de 2007, la encargara Gonzalo Pontón, director de la editorial Crítica hasta el año pasado, a Mainer.

Nueve. Los volumenes de que consta la obra:

1. Edad Media, de Juan Manuel Cacho Blecua y María Jesús Lacarra (salida en mayo 2011).

2. Siglo XVI, de Bienvenido Morros (febrero 2011)

3. Siglo XVII, de Pedro Ruiz Pérez (6 de mayo 2010)

4. Siglo XVIII, de María Dolores Albiac (abril 2011)

5. Siglo XIX, de Cecilio Alonso (noviembre 2010)

6. Modernidad y nacionalismo (1900-1936), de José Carlos Mainer (ya a la venta)

7. Siglo XX (1939-2010), de Jordi Gracia y Domingo Ródenas (septiembre 2010)

8. Historia de las ideas literarias en España, de José María Pozuelo (octubre 2011)

9. El lugar de la literatura española, de Fernando Cabo Aseguinolaza (septiembre 2011)

35. Los euros que cuesta cada volumen.

6.500. El número mínimo de páginas de la obra.

El mismo recuerdo

MARÍA JOSÉ OBIOL El País – 13/03/2010

Narrativa. Lees y presencias una despedida. En la cocina desayunan un niño y sus padres. Amanece. Después se escucha un claxon. Bundó y Petroli, los amigos y compañeros del padre saludan desde la cabina del camión ¿o sólo lo hace él cuando el Pegaso se pone en marcha? Conducen un camión de mudanzas con itinerario europeo. Pienso en esa imagen que la lectura me devuelve. Una familia despidiéndose. La madre, el padre y el niño. Pero el narrador señala edades: entre los tres y los siete años. Me he equivocado. Vuelvo a leer. La madre regresa a la cama con su hijo. El padre ya ha dicho adiós. Todos tenemos el mismo recuerdo. Eso dicen los cuatro. ¿Qué cuatro? Los cuatro hermanos que veintitantos años después se conocerán y reconocerán y juntos intentarán averiguar qué ha pasado con su padre. El mismo para todos. También los mismos cuentos, la misma mirada, el mismo adiós. Los hijos: Christof (Francfort), Christopher (Londres), Christophe (París) y Cristòfol (Barcelona). El recuerdo del Pegaso con Bundó y Petroli en la cabina para los tres primeros. Gabriel Delacruz se llama el padre. Sigrun, Mireille, Sarah y Rita, las respectivas madres.

Apenas empieza esta estupenda novela de Jordi Puntí (Manlleu, Barcelona, 1967) y ya se ha instalado el deseo de despejar las brumas de una desaparición o de una huida. Confieso admiración por la recuperación de hechos nimios que nos llevan de un lugar a otro, de unos brazos a otros abrazos; también curiosidad por el hallazgo de vestigios que calladamente se van incorporando al recuerdo y por la suma de detalles que parecen insignificantes pero que refuerzan memoria. En Maletas perdidas se recompone el tejido del tiempo con escenas resplandecientes y quien lee habita la novela de manera apasionada. Hay una transparente naturalidad en ir de aquí para allá en la historia que es una y tantas. Estoy en los años cuarenta: niños en la Casa de la Caridad. Hijos de represaliados. Gabriel abandonado, el mercado del Borne. Leche que se amamanta y que huele a bacalao. Escritura en el orfanato. Imágenes. Llego a los sesenta y setenta, donde se desarrolla gran parte de la novela. El enigmático Gabriel, el bondadoso y afable Bundó (siento debilidad por Bundó), el pragmático Petroli. Viajes, pensiones, casas donde se desbaratan muebles para su traslado. Vidas nómadas, pero rutinarias y sosegadas en su ajetreo de miles de kilómetros. Mayo Francés, canciones en las casas de españoles en Alemania, barrios obreros en Londres y el hervidero de una Barcelona desatándose de ligaduras. Y la voz que narra que no es una sino cuatro, hablándole a esta lectora que sabe sin saber, desconcertada al no tener siempre la certeza de cuál de los cuatro cristóbales habla. Son hijos buscando sin melancolía, demasiado jóvenes para añorar, y aunque se trate de personajes trascendentes, póquer de ases de un avezado jugador (Gabriel Delacruz y el propio escritor), el auténtico protagonismo está en Gabriel, Petroli y Bundó. Como si fueran cómicos representando una y otra vez la misma obra, pero con esa profesionalidad del que sabe hacer de cada mudanza una función distinta. Por eso Puntí, ¡qué bien lo ha contado!, ha decidido abrir maletas y cajas de mudanzas para descubrir lo que contienen y así internarse en nuevos caminos. Porque cerrarlas, el protagonista buscado lo sabe, es sufrir aluminosis en el recuerdo y necesidad de apuntalarlo. Maletas perdidas es apasionante. No se la pierdan.

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[youtube http://www.youtube.com/watch?v=tpbswlBJJno]

Jordi Puntí: Maletas perdidas

Traducción de Rita da Costa

Salamandra. Barcelona, 2010

456 páginas. 17,50 euros

Jordi Puntí: Maletes perdudes

Empuries. Barcelona, 2010

456 páginas. 17,95 euros

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“Escribir es escoger el verbo”

La guerra de Julia Navarro

‘Babelia’ avanza la nueva novela de la periodista, ‘Dime quién soy’ (Plaza & Janés)

W. M. S. El País08/03/2010

La mirada más periodística y crítica de Julia Navarro aparece en su nueva novela Dime quien soy (Plaza & Janés). Los totalitarismos del siglo XX y la Guerra Civil española son los temas y escenarios que recorre la periodista en este libro que llegará a las librerías a partir de este viernes. Con esta obra la periodista cambia de registro al crear un retrato político, social y humano del pasado más inmediato que Babelia avanza hoy y puede leerse en la edición digital de EL PAÍS.

Con este libro, la periodista salda una deuda pendiente consigo misma: el tema de la Guerra Civil que la rondaba hacía tiempo pero que hasta ahora no sintió que hubiera madurado en su cabeza lo suficiente como para convertirla en novela. Más allá de aventuras, la autora ha dicho que es una obra para la reflexión y la más personal que haya escrito, para lo cual ha recurrido a los recuerdos y la memoria familiar. Es una novela, según Navarro, de sentimientos, de ideas y de personajes.

Dime quién soy empieza cuando un periodista recibe la propuesta de escribir la biografía de su bisabuela, Amelia Garayoa. Una mujer con muchas contradicciones que en su juventud fue una idealista del comunismo hasta que su vida en la Rusia de Stalin la enfrenta con la realidad. A partir de ahí se empieza a tejer la historia de España y de Europa que llevará a sus protagonistas por medio mundo y los hará testigos de sistemas como el nazismo.

Con sus tres anteriores novelas, Navarro se convirtió en uno de los escritores españoles más vendidos, al registrar ventas superiores a los dos millones de ejemplares con La hermandad de la Sábana Santa, La Biblia de barro y La sangre de los inocentes. Y no sólo en España, porque la mitad de sus ventas corresponden a traducciones.

Fragmento de ‘Dime quién soy’, de Julia Navarro

El lugar del exilio de 1939

JOSÉ-CARLOS MAINER – El País –  06/03/2010

Foto: Acapulco, 1965: Gabriel García Márquez (con gafas, sentado), con Luis Alcoriza y Luis Buñuel (a su derecha).-

A la intemperie, de Jordi Gracia, tiene una seguridad y un brío narrativos que cautivan. Es un libro fluyente y calculado que oímos respirar, buscar, moverse inquieto -como su autor- entre el espigueo de las citas espléndidas y la comezón de definir con brillantez

Ensayo. No andamos tan sobrados de polémicas de hondura como para desdeñar una que concierne al lugar del exilio intelectual de 1939 en la historia de la literatura española. Hace ya tiempo el inolvidable Claudio Guillén apuntó en El sol de los desterrados que los trabajos sobre su recuerdo debían pasar del “ámbito de los temas” al de los “problemas”. Y hace tres años, un libro de María Paz Balibrea, Tiempo de exilio -“un punto obcecado”, como apunta con razón Jordi Gracia-, lamentaba que el “no lugar” del destierro respondiera a que “la opinión democrática del antifranquismo se edifica sobre los cimientos inamovibles del desarrollismo franquista”. Jordi Gracia, aludido negativamente en aquellas páginas, argumenta aquí su deseo de “comprender la cultura española desde 1939 en un solo cauce”, pero también concluye que en lo que toca al exilio, “sus posibilidades de intervención se agotaron por razones políticas, pero también de pura consunción biológica y de anacronía o desfase histórico”. Y si es cierto que el exilio “concentró con potencia el valor simbólico de la derrota”, también lo es que, entre 1965 y 1980, cuando más intensamente se hablaba de una deuda colectiva, en el fondo preferíamos -además de Cortázar y García Márquez- el humor de Eduardo Mendoza que no estaba en Max Aub, aquella “precisión emotiva” de Marsé que no se hallaba en Arturo Barea o la “insolencia lírica de Umbral”, mejor que la de Rosa Chacel.

Puede que no haya incompatibilidades tajantes en elecciones que algunos nunca hicimos. Pero la ley del ensayo -y como ensayo se define este libro- es a veces la hipérbole provocativa. Y, en cambio, su mejor defensa siempre estriba en el grado de coherencia emocional que se percibe en su andadura. Y A la intemperie es un libro fluyente y calculado que oímos respirar, buscar, moverse inquieto -como su autor- entre el espigueo de las citas espléndidas y la comezón de definir con brillantez. Lo consigue. No tiene nada que ver con la pataleta de Francisco Umbral que exaltó la figura de Camilo J. Cela contra la de los desterrados, beneficiarios del “misticismo devoto del exilio” donde casi todo ha sido “ruido y Academia” (Las palabras de la tribu). Con razones verdaderas, Jordi Gracia ha hablado de una “democracia caníbal”, aunque “benigna”, y de un balance lleno de matices. Y su actitud nos señala un rumbo nuevo: asistimos al “reencuentro de los nietos”, interesado pero también justiciero, conmovido pero deseoso de lucidez, y nos hace pensar inevitablemente en las páginas y las autoficciones de Antonio Muñoz Molina, Ignacio Martínez de Pisón y Javier Cercas, sus coetáneos, que se citan oportunamente en las últimas páginas de A la intemperie.

Como ellos, el autor ha querido ver la llaga desde dentro y no es casual que la mayor parte de las citas provengan del importante caudal de epistolarios que vamos atesorando y que no falten las de testimonios clásicos como el madrugador ensayo Para quién escribimos nosotros, de Ayala; La gallina ciega, de Aub, y Drama patrio, de Gil-Albert. Desde dentro, se recuentan aquí los desgarrones que se saldaron con sufrimiento (los suicidios de Eugenio Ímaz o Ramón Iglesia Parga, o el dolor y la desorientación de Rosa Chacel), los “regresos inciertos” y tempranos (principalmente de exiliados catalanes), las acomodaciones felices y fecundas (las de Pedro Salinas, Adolfo Salazar, Josep Lluís Sert o Luis Buñuel), los intentos de diálogo con el antifranquismo del interior (visibles en las referencias del Boletín de Información de la Unión de Intelectuales Españoles, que acaba de editar Manuel Aznar Soler) y la presencia de quienes fueron, desde España, abnegados albaceas del exilio (Rafael Lapesa o José Luis Cano).

A la intemperie tiene una seguridad y un brío narrativos que cautivan. La primera obedece, sin duda, a que forma parte de una trayectoria vocacional de singular coherencia que se inició con una indagación sobre la restitución del diálogo intelectual bajo el franquismo (Estado y cultura y La resistencia silenciosa); en medio hubo una panorámica del presente, Hijos de la razón, y al final, un par de memorables volúmenes sobre Dionisio Ridruejo, que estuvo en todas partes, incluida la intemperie. Ahora llega, casi necesariamente, un importante ensayo sobre el exilio pero también, por qué no, sobre nosotros. –

Jordi Gracia: A la intemperie. Exilio y cultura en España. Barcelona, Anagrama, 2010.

“Los militares no llegaron en un platillo volador”

CAMILO SÁNCHEZ El País08/03/2010

Foto: El escritor Eduardo Sacheri.-

Eduardo Sacheri (Buenos Aires, 1967) tuvo que tomar sedantes antes de volar de Buenos Aires a Madrid. Nada en el mundo le aterroriza más que subirse a un avión. Fueron, sin embargo, 12 horas bien remuneradas para el autor de la novela El secreto de sus ojos: la versión cinematográfica, dirigida por Juan José Campanella, lograba dos Goya (mejor película latinoamericana y mejor actriz revelación). Esta madrugada, además, tenía la posibilidad de ganar un Oscar como mejor película en habla no inglesa.

Sacheri es el guionista de un thriller judicial situado en 1974. Al preguntarle qué pueden aportar hoy las historias que sobrevuelan las dictaduras latinoamericanas responde: “El tema de la antesala del horror, el antes. Los años anteriores a la dictadura. Se repasa mucho la historia de los años de la tragedia y muy poco el proceso por el que pasa una sociedad antes de llegar allí. Hay que entender que los militares de la dictadura argentina no llegaron en un platillo volador”.

Heredero de narradores como Oswaldo Soriano o Roberto Fontanarrosa, compatriotas suyos, Sacheri reconoce que el boom que la película le ha dado a la novela es “alentador”. “En el mundo editorial carecemos de toda esta vidriera estrepitosa con la que cuentan los medios audiovisuales”. Reconoce, no obstante, que pasó por un proceso de asimilación: “La disyuntiva era encerrarme en el duelo de lo que se iba a ir perdiendo en la película, o tomarlo como una oportunidad de que millones de personas llegaran a mi libro”.

Campanella supo de Sacheri porque había leído unos cuentos suyos sobre fútbol, publicados en 2005. Un año después, el director le llamó para proponerle adaptar al cine El secreto de sus ojos. La escritura del guión estuvo precedida por un sinnúmero de forcejeos, que según el escritor, enriquecieron el producto final. “Juan nunca impuso ni su prestigio ni su responsabilidad como autor último de la película”.

Licenciado en Historia, Sacheri empezó de funcionario de juzgados en Buenos Aires, al igual que Benjamín Espósito, personaje interpretado por Ricardo Darín en la película. Sacheri recuerda con “cariño” los días que pasaba entre resmas de papel, sellos de oficina y documentos judiciales. “Hay algo que intenté respetar de mi experiencia en el ámbito judicial, y es este pequeño grupo de personas honestas tratando de hacer las cosas bien en medio de un caos que los excede. Eso lo viví con un pequeño grupo de cinco personas que decíamos ‘me voy a leer este expediente hasta quemarme las pestañas, a ver si encuentro una prueba’. La tentación de toda oficina burocrática era sacrificarse lo menos posible”. Después de una pausa añade: “creo que los argentinos, ni en los años setenta durante la dictadura, ni en los ochenta, ni ahora, hemos tenido un sistema judicial demasiado fiable”. La eterna cuestión de tomarse la justicia por su mano es uno de los temas centrales de la historia. “Me inquieta mucho ese camino trágico que emprenden las personas que deciden actuar al margen de la ley. Es un camino tortuoso y doloroso que difícilmente tiene consecuencias felices”.

Sacheri ya trabaja en un nuevo proyecto con Campanella: una película de animación basada en un cuento de Roberto Fontanarrosa. La historia está inspirada en un jugador de futbolín.

Suspiros de España

Para acompañar la lectura de Soldados de Salamina, os dejo aquí “Suspiros de España” de la película Soldados de Salamina (2003) de Fernando Trueba. Si alguien quiere ver la película, la tengo en el despacho.

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Günter Grass protagoniza una de espías

Una editorial alemana publica las 700 páginas de informes, que la Stasi, la policía política de la RDA, acumuló durante 28 años de espionaje al escritor alemán

Foto: Günter Grass.

GUILLEM SANS MORA – Público – 04/03/2010 08:00

Günter Grass no tardó más de 24 horas en reaccionar a la construcción del Muro de Berlín. El 14 de agosto de 1961, sólo un día después de que obreros y soldados de la República Democrática Alemana (RDA) empezaran a separar físicamente el sector oriental de los tres occidentales, Grass escribió una airada carta de protesta a la escritora Anna Seghers, entonces presidenta de la Asociación de Escritores de la RDA. En esa carta, Grass llamaba “comandante de campo de concentración” al jefe del partido único oriental, Walter Ulbricht, quien pocas semanas antes había pronunciado la frase por la que hoy se le recuerda: “Nadie tiene intención de construir un Muro”.

Pero la indignación de Grass no se quedó ahí. Dos días después, el 16 de agosto, el escritor firmó junto a su colega Wolf-dietrich Schnurre una carta abierta a dicha asociación de autores germano-orientales que incluía pasajes como este: “Los alambres de espino, las pistolas automáticas y los tanques no son los medios adecuados para hacer soportable la situación de la RDA a los ciudadanos. Sólo un Estado que ya no está seguro de la aceptación de sus ciudadanos intenta salvarse de esta manera”.

[leer todo el artículo]

Así se escribe como Javier Cercas

El autor de ‘Soldados de Salamina’ y ‘Anatomía de un instante’ inaugura el ciclo ‘El escritor y sus fantasmas’

RICARDO GRANDE El País03/03/2010

Cuando el director David Trueba llamó a Javier Cercas para decirle que quería adaptar Soldados de Salamina, el escritor trató de disuadirle. “Pensé que no había entendido la novela. David me convenció, me dijo que todo giraba en torno a una mirada y que no hay nada más cinematográfico”. El autor (Cáceres, 1962) inauguró ayer el ciclo El escritor y sus fantasmas. Ante un público que abarrotó la sala de actos de la fundación de cultura MAPFRE, Cercas teorizó sobre la profesión que le ha valido el reconocimiento de la crítica y sobre todo de sus lectores, gracias a obras como Anatomía de un instante. Rosa Montero y Vicente Molina Foix, entre otros escritores, también participarán en estas charlas.

El escritor Javier Cercas, en octubre de 2009

Foto: El escritor Javier Cercas, en octubre de 2009- Luis Magan

El ciclo toma su nombre de un ensayo de Ernesto Sábato en el que se plantea cómo, por qué y para qué se escriben ficciones. Acompañó a Cercas el director de la institución, Pablo Jiménez Burillo, que le fue planteando cuestiones sobre su manera de entender el oficio. “Lo primero es decidir quién va a contar la historia”, reflexionó Cercas. “La gran conquista de un escritor es la tercera persona, que supone explicar un mundo que no es el tuyo. Pero mi gran descubrimiento fue el reencuentro con una primera persona que en realidad no soy yo: es una máscara que esconde, pero que también revela mucho”. Es el yo ficticio de Soldados de Salamina.

Sus novelas tratan hechos tan reales como la guerra pero el rechaza la etiqueta de novela histórica. “No creo que ningún autor se plantee, de entrada, hacer una novela que explique un hecho histórico. Partes de una imagen. Por ejemplo, a mí me obsesionó la imagen de esos tres hombres que permanecieron en su sitio cuando los militares entraron en el Congreso el 23 de febrero. Lo de Carrillo y Gutiérrez Mellado lo puedo entender pero, ¿por qué Suárez? Me gustan las preguntas sencillas, las que haría un niño. Creo que son las buenas”. El escritor busca el orden en su relato, pero el mundo funciona de forma caótica. “Es para volverse loco porque la realidad no tiene sentido: es un cuento explicado por un idiota”.

Sobre las conexiones entre la ficción y la realidad, en las que ha demostrado manejarse bien, comentó que “en el fondo, todas las novelas son autobiográficas y un autor bueno acaba reflejando el mundo en el que vive. El escritor que trabaja en País Vasco no necesita mencionar a ETA para lograr eso: si Kafka hubiera vivido allí en nuestros tiempos, tal vez sus novelas no cambiarían tanto”.

No todas las preguntas tenían fácil respuesta. “Necesitamos la ficción, está claro. Sé por qué escribo cada una de mis novelas, pero no puedo explicar por qué escribo… el día que lo descubra, tal vez deje de hacerlo”, aventuró sonriente, ante un público que disfrutó de sus bromas y su tono cercano. “Tal vez debería volver a escribir en clave de humor, como en mis primeras novelas”, se planteó en voz alta.

El ciclo termina el 25 de marzo. Los participantes serán Rosa Montero, Carmen Posadas, Lusgé Martín, Clara Sánchez, Soledad Puértolas, Vicente Molina Foix, Julio Llamazares y Luis Mateo Díez, que serán presentados por periodistas como Winston Manrique, Javier Rodríguez Marcos o Jesús Ruiz Mantilla. Todas las sesiones comenzarán a las 19.30 y tendrán entrada libre hasta completar aforo.

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Cercas: “El Rey hizo cosas en el 23-F que no debería haber hecho”

Barricada & La voz dormida

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=06OeNdIyG5M]

HASTA SIEMPRE, TENSI

La mujer que iba a morir se llamaba Hortensia,
Tenía ojos oscuros y nunca hablaba en voz alta,
Solo la risa llenaba su boca y una trenza recorría su espalda,
Embarazada de ocho meses y llevaba sus escritos en un cuaderno azul,
La juzgaran junto a doce mujeres el mismo número que aquellas menores,
Que fusilaron un cinco de agosto de mil novecientos treinta nueve,
Las trece rosas.
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio en el cerro con quien ella quiere,
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio con quien ella quiere.

La mujer que va a morir ya conoce su condena,
Y vuelve a escribir en su cuaderno azul,
El peor dolor es no poder compartir el vació de estas horas,
Volverá el silencio al patio volverán las presas a su labor,
Volverá la cruel angustia que guarda la noche escondida en la espera,
La despedida de sus compañeras.
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio en el cerro con quien ella quiere,
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio con quien ella quiere.

Adiós chiqueta, hasta siempre Tensi… adiós chiqueta, hasta siempre Tensi
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio en el cerro con quien ella quiere,
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio con quien ella quiere.

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La Guerra Civil, según Barricada

El grupo dedica un disco-libro a la contienda tras tres años de investigación

CARLOS MARCOS El País04/11/2009

Ver llorar a un tipo duro al que le cuelgan dos aros de su lóbulo derecho, que lleva en la cabeza un pañuelo de pirata del que surgen unas densas rastas, que exhibe un rostro erosionado por las cicatrices de la vida, que cumple casi 30 años como vocalista de una banda de rock y al que llaman El Drogas, resulta conmovedor. Enrique Villarreal, El Drogas, ha llorado mucho en los últimos tres años. Lágrimas derramadas por tremendos golpes emocionales, los que sufría cuando se reunía con los familiares y las víctimas del bando perdedor, el republicano, de la Guerra Civil española. Toda esa información se ha concretado en un disco de su grupo, Barricada, La tierra está sorda, 18 canciones basadas cada una de ellas en una conmovedora historia.

Lo que ha hecho este músico navarro de 50 años es atender a una obsesión. “Me di cuenta de que existe mucha ignorancia sobre la Guerra Civil. Empezando por mí. Así que comencé a informarme”. Todo arrancó cuando cayó en sus manos el libro de Dulce Chacón La voz dormida. “Me llamó la atención su emotividad y cómo crea a los personajes”. El sistema que utilizó lo denomina “desastre organizado”. Un libro le llevó a un documental, las imágenes a un superviviente de la contienda, más tarde a un intelectual… Así hasta sumar los 78 libros que ha leído y las entrevistas con más de 100 protagonistas.

El disco se publica acompañado por un libro donde contextualiza la canción, con datos históricos y la voz de los protagonistas. Como el guerrillero (miembro de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón) Manuel Montorio Gonzalvo Chaval, que relata: “La rabia de no poder coger a los guerrilleros la pagaban las familias detenidas, sometidas a torturas de todo género; patadas en las zonas genitales -a las mujeres las golpeaban en los pechos-…”. Basándose en esta narración, El Drogas escribe la canción Suela de alpargata (el calzado que utilizaban los guerrilleros, igual que los campesinos, para no dejar rastro): “Suela de alpargata que no se rendirá / ni por aguas heladas / ni por noches de cristal”. El músico recuerda: “Entré a su casa a las 12 de la mañana y estuvimos hablando hasta la medianoche. Tuvimos más conversaciones igual de largas. Cuando escribí la canción fui corriendo a mostrársela, pero llegué tarde: tenía cáncer de pulmón y había fallecido horas antes. Se nos están muriendo los supervivientes y es preciso que les escuchemos”.

El Drogas relata episodios de su viaje, como cuando ayudó a familiares de las víctimas a transportar huesos de sus seres queridos: “Llegaba a casa conmovido. Me acuerdo que mi hija, de 12 años, decía: ‘Oh, no, ya está otra vez el aita. Sin embargo, mi hijo de 22 años leyó el libro que va con el disco y tuvimos unas conversaciones muy interesantes”.

El armazón musical del álbum es guitarrero. Alfredo Priedrafita, 48 años, guitarrista de Barricada, explica: “Sabíamos que no podía ser un álbum tristón ni melancólico. El estilo es el de Barricada, rock and roll”. La idea se amplía estos días a los colegios: Barricada llega con sus guitarras a las clases de 2º de ESO para explicar esta parte de la historia e interpretar canciones. El Drogas desvela: “Y pensar que en el colegio yo era un desastre del copón. La Historia me aburría. Ahora, mira”.