Lecturas sobre Isaac Rosa y El vano ayer

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En internet hay muchas críticas sobre El vano ayer y también entrevistas a Isaac Rosa. Os dejo aquí algunos enlaces:

CRESPO, Marciano: “El franquismo torturó y ejecutó hasta el último momento” [entrevista a Isaac Rosa]. Tribuna, octubre de 2004 [http://www.fsap.ccoo.es/comunes/temp/recursos/22/29408.pdf].

ECHEVARRÍA, Ignacio: “Una novela necesaria”. El País, 12/06/2004 [http://www.elpais.com/articulo/semana/novela/necesaria/elpepuculbab/20040612elpbabese_16/Tes].

RENDUELES, César: “Isaac Rosa. La anamnesis del franquismo”. Ladinamo, 13, 2004 [http://www.ladinamo.org/ldnm/articulo.php?numero=13&id=324].

En el “I Congreso Internacional de Literatura y Cultura Españolas Contemporáneas”, celebrado en la Universidad Nacional de la Plata (Argentina) del 1 al 3 de octubre del 2008, se presentaron varias ponencias sobre El vano ayer. Tenéis acceso a ellas en la página del congreso.

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Os recomiendo también la siguiente novela de Isaac Rosa:

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y un artículo sobre ¡Otra maldita novela sobre la guerra civil!:

GOYTISOLO, Juan: “Ejercicio de valentía y lucidez”. El País, 17/03/2007 [http://www.elpais.com/articulo/narrativa/Ejercicio/valentia/lucidez/elpepuculbab/20070317elpbabnar_9/Tes].

Emilio Silva Y José Carlos Mainer

Emilio Silva y José Carlos Mainer charlarán hoy en Internet con los lectores de El País. Tenéis la oportunidad de enviarles preguntas de antemano.

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Emilio Silva, Presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica

Miércoles, 21 de Abril de 2010 de 16:30 a 17:30

El juez Baltasar Garzón se enfrenta hasta 20 años de inhabilitación por su investigación sobre los crímenes del franquismo. Con la causa paralizada en España, familiares de víctimas y organizaciones de defensa de los derechos humanos han acudido a la justicia argentina. El presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Emilio Silva, charlará con los lectores sobre las razones que han llevado al colectivo a presentar una querella por el genocidio franquista en Buenos Aires, la movilización con los artistas o la ley de memoria histórica.

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José Carlos Mainer, Autor de “Historia de la literatura española”

Miércoles, 21 de Abril de 2010 de 18:00 a 19:00

La “Historia de la literatura española” que coordina el escritor y crítico José Carlos Mainer se trata de la primera que se realiza en treinta años y tiene por objetivo poner al día los conocimientos aportados por la última generación de estudiosos desde una concepción original y sensible al nuevo público lector. Siete volúmenes que revisan la historia de nuestra literatura. José Carlos Mainer charlará con los lectores sobre esta nueva Historia de la literatura.

El regreso de un judío español que expulsó Franco

La Diputación de Cádiz le rinde a Mauricio Palomo un homenaje 66 años después de su éxodo por el Mediterráneo

Moshé Yanai, en el mismo hotel de Cádiz donde se alojó en enero de 1944. – LAURA LEÓN

ÁNGEL MUNÁRRIZ – Público – 21/04/2010 09:00

Una noche de enero de 1944, un niño barcelonés de 13 años, Mauricio Palomo, se aloja en el hotel Playa Victoria de Cádiz. Ha llegado allí enviado por el régimen franquista junto a su madre y su padre, un comerciante que acaba de cumplir tres años de cautiverio en los campos de concentración de Miranda de Ebro y Nanclares de Oca por el único delito de su fe.

Al día siguiente parten en un arriesgado éxodo por el Mediterráneo hacia Haifa, entonces integrada en el protectorado británico en Palestina, a bordo del buque portugués Nyassa. Ese niño, 66 años después, recibió a Público en el mismo hotel convertido en Moshé Yanai, un anciano de 79 años, orgulloso ciudadano israelí de fe judía.

Regresa sin rencor, emocionado por el homenaje que ayer le rindió la Diputación de Cádiz y la asociación Tarbut Sefarad. Se considera “prueba viviente” de que el franquismo sí expulsaba judíos, pero insiste en subrayar que, en medio de la brutal persecución de su pueblo en aquellos años, tuvo suerte porque el antisemitismo franquista no optó por una solución final de estilo nazi. “Es verdad que Franco me truncó la vida, claro. Pero en cierto modo también me la salvó, o más bien me la perdonó. No nos mató, no nos tocó ni a mi madre ni a mí. No fue como en Alemania”, afirma.

Sus padres eran emigrantes turcos judíos llegados a España en 1920. Moshé atribuye a la denuncia de algún comerciante envidioso que, en diciembre de 1940, dos agentes secretos tocaran la puerta de su casa y se llevaran a su padre. “No esperábamos que fueran a por mi padre, que vivía ajeno a la política, pese a que Franco declaraba que judíos, bolcheviques y masones eran enemigos”, cuenta.

España en la memoria

Poco más de tres años después, en Cádiz, la familia reunida otra vez salía hacia Haifa en un barco con más de 500 judíos, la mayoría llegados a España tras cruzar los Pirineos en huida. Hasta el año pasado Moshé no supo que su salida obedecía a una orden directa de expulsión, otra vez por el único delito de su judaísmo. Eran apátridas non gratos.

Al otro lado de la travesía, en la completa ruina, la familia encontró “sólo arena y más arena”. “¡Si aquello parecía la Barceloneta!”, bromea en su florido castellano. Moshé trabajó como empleado de banca y profesor de español antes de enrolarse, en 1948, en el Ejército de la naciente Israel, país del que habla con enorme orgullo. Y todo ello mientras su padre aún miraba de reojo a España. “Jamás la olvidó. ¡Si hablaba castellano y catalán, y allí había prosperado y formado familia!”. Supieron que nunca volverían cuando, tras la victoria aliada, vieron que el régimen ni se desmoronaba ni se abría.

Cofundador en 1963 del semanario Aurora, escrito en castellano, Moshé desarrolló una amplia y prolífica carrera periodística. Y se nota que conoce lo que se cuece en España, pese a lo cual se niega a dar opiniones sobre temas candentes. “Soy un invitado”, se excusa. Sí admite un único capricho: ver en Barcelona, ciudad que ya revisitó hace unos años, a Pilar Rahola y expresarle su “cariño” por manifestar opiniones sobre Israel que “no son las comunes en la izquierda”.

Amnistía y memoria histórica

RAMÓN JÁUREGUI El País – 21/04/2010

No hablaré de Garzón. Simplemente diré que sus excesos procesales no debieran ser considerados como prevaricación y que espero su absolución. Pero su persecución judicial por los falangistas a propósito de los desaparecidos como consecuencia de la Guerra Civil, está removiendo los delicados mimbres de nuestra Transición y, por tanto, las bases de nuestra exitosa reconciliación nacional, además de suscitar un debate jurídico sobre nuestra Ley de Amnistía, de incierto y preocupante recorrido.

Algunas precisiones sobre el tema me parecen necesarias. El deseo de construir una democracia reconciliada sobre la base del perdón de todos y a todos, implícita en la Ley de Amnistía de 1977, responde a una voluntad inequívoca y unánime del pueblo español. Pretender revisar esa decisión en base a que fue tomada bajo la presión de poderes fácticos de aquel tiempo, equivale a cuestionar y deslegitimar gravemente todas las decisiones que nuestra democracia adoptó en aquellas fechas, incluida nuestra Constitución. Compararla con leyes de punto final de las dictaduras chilena o argentina, es equiparar situaciones muy diferentes, entre otras cosas, porque hubo una guerra civil previa a la cruel represión franquista.

Admitir la investigación judicial de nuestro pasado, aunque sólo sea como indagación de la verdad, tiene consecuencias jurídicas inevitables e imprevisibles y no es posible poner una raya que limite la retroactividad de los hechos perseguibles por su carácter de delitos contra la humanidad y, por tanto, imprescriptibles. Quienes defienden la nulidad de la Ley de Amnistía o su marginación jurídica a efectos de producir una investigación judicial sobre ese pasado, tienen que saber que la persecución penal del franquismo implica una causa general contra todas las responsabilidades penales de aquellos años.

No fue esa la voluntad democrática de los españoles en la Transición. Decidimos perdonar sin olvidar, aunque fuera cierto que perdonaban más quienes más sufrieron durante 40 años la represión de los vencedores y aunque sea evidente también que olvidamos demasiado, confundiendo durante demasiado tiempo, perdón con olvido.

A esa situación precisamente hizo frente la llamada Ley de Memoria Histórica de 2007, una ley que partía del hecho de reconocer que, aunque durante años la democracia española había ido compensando a las víctimas republicanas de la guerra y de la represión posterior con diferentes indemnizaciones, era evidente también que quedaban pendientes muchas situaciones inatendidas que golpeaban nuestra memoria y nuestro sentido de la justicia con reclamaciones inaplazables: las exhumaciones de los fusilados; la supresión de signos y símbolos franquistas; la devolución del honor a los condenados en consejos de guerra; la indemnización a las víctimas del tardo-franquismo que murieron en la defensa de derechos democráticos luego reconocidos por nuestra Constitución, etcétera. A todas ellas quisimos dar respuesta con una ley a la que, desgraciadamente, no se sumó el Partido Popular, pero que bien podría inscribirse entre las disposiciones que la democracia española ha ido adoptando en el contexto de nuestra reconciliación nacional.

Algunos círculos sociales y políticos de hoy se lamentan de este espíritu con el que la democracia española ha ido abordando este delicado asunto y lo cuestionan abiertamente. No son pocos los jóvenes que nos reprochan la Transición y nos exigen mayor severidad con los responsables de aquellos trágicos hechos. La aplicación de razonamientos actuales al pasado y a contextos olvidados y desconocidos produce lamentables conclusiones. No excluyo la autocrítica, pero lamento que olvidemos que el éxito de España en estos últimos 30 años se cimentó precisamente en la construcción de un espacio de convivencia en el que cabemos todos los españoles, al margen de nuestra adscripción ideológica y de nuestra procedencia de un pasado que nos había dividido tan trágicamente. Fue el reconocimiento de la existencia del otro, con los mismos derechos que los nuestros, lo que fundó la tolerancia de la libertad que disfrutamos. Como en el verso de Machado: “El ojo que ves no es / ojo porque tú lo veas / es ojo porque te ve”. Mantener viva nuestra memoria histórica, la de cada uno y la de todos y ser consecuentes con ella, no debiera ser incompatible con los principios que hicieron posible nuestra transición a la democracia, ni con los valores constitucionales sobre los que se construyó, ni con las leyes que la hicieron posible, incluida la de Amnistía por supuesto.

Ramón Jáuregui es diputado socialista al Parlamento Europeo.

Campaña para retirar la cruz de O Castro de Vigo

Un grupo por la memoria histórica recoge firmas para que se cumpla la ley

T. CUÍÑAS / P. OBELLEIRO El País21/04/2010

La Asociación Viguesa pola Memoria do 36 lleva un mes recogiendo firmas para exigir al Ayuntamiento de Vigo la retirada de la cruz erigida durante la dictadura en la falda del monte de O Castro en honor a los caídos de la Guerra Civil. El colectivo, con algo más de un centenar de socios, ampara su petición en la Ley de Memoria Histórica que, en su artículo 15.1, establece que “las administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos y menciones conmemorativas de exaltación personal y colectiva de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura”.

“Es un monumento que debe ser retirado por su tamaño, su ubicación frente al Ayuntamiento y en un parque público, su sentido religioso en un Estado que se dice aconfesional, su impacto visual contaminante y especialmente por su significado político de exaltación del franquismo”, manifiesta la asociación en uno de los numerosos escritos dirigidos al alcalde vigués, el socialista Abel Caballero.

Al tiempo que se reavivaba la campaña y tras recibir la autorización de la Dirección Xeral de Patrimonio y el Obispado de Tui-Vigo, Caballero ha comenzado a dar cumplimiento a un acuerdo del gobierno local de abril de 2008 para la retirada de la simbología del régimen franquista en las fachadas de varias iglesias del municipio. “Con la cruz de O Castro lo tiene aún más fácil, puesto que se trata de un monumento que no está catalogado como bien artístico ni se encuentra en terreno eclesiástico; por tanto, se puede retirar sin necesidad de más permisos y en cumplimiento de una ley que faculta esa posibilidad”, aclara el presidente del colectivo, Telmo Comesaña, quien lamenta que el regidor sólo convocase una vez, en lo que lleva de mandato, el Consello Local da Memoria para tratar esta clase de asuntos.

La construcción de la cruz, de 12 metros de altura, fue un proyecto impulsado por la Jefatura Local de Falange en 1959 e inaugurado por Franco en 1961. Costó más de 900.000 pesetas en una época en la que el salario de un obrero de la factoría cercana de la panificadora no llegaba a las 800 pesetas semanales. En los años cohenta, el primer gobierno del entonces alcalde socialista, Manoel Soto, despojó al monumento de la simbología fascista y hace dos años se construyó una subestación eléctrica bajo el conjunto. “Hubiese sido el momento propicio para quitarla de ahí”, afirma el presidente de la Asociación Viguesa pola Memoria do 36.

Las adhesiones a la iniciativa se pueden formalizar a través de los miembros del colectivo, los tres sindicatos principales y la mayoría de las asociaciones de vecinos hasta el próximo 1 de mayo. La intención de los promotores, casi todos descendientes de víctimas de la represión franquista, es entregarlas en el registro municipal a finales del próximo mes. “Estamos comprobando que muchos ciudadanos acogen la propuesta con entusiasmo e interés, porque es necesaria para sacudirse la dictadura, así que esperamos que los políticos no desaprovechen este nervio”, dice Comesaña.

Al tiempo, ayer se presentó en A Coruña el recuento aún inacabado de asesinados durante la represión franquista, entre 1936 y 1977, en la capital coruñesa y nueve municipios de su entorno. El listado, elaborado por un equipo de historiadores en cumplimiento del convenio entre la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica de A Coruña y el proyecto interuniversitario Nomes e voces, alcanza los 600 nombres y excluye a los muertos partidarios de los sublevados militares. El informe, abierto para su ampliación, incluye a los ejecutados; a aquellos que fueron paseados y que, pese a su desaparición, han sido dados por muertos; e incluso a personas naturales de la comarca coruñesa que murieron lejos de sus casas, en algunos casos en campos de concentración de Francia y Alemania. También se sumaron víctimas que, siendo de fuera, murieron en esta zona.

La idea de la comisión y los historiadores es dar ahora mayor difusión a esta primera lista para completarla con la colaboración ciudadana a través de su web (www.memoriadacoruna.com) o vía telefónica (645029338). Gracias a exhaustivas pesquisas en registros civiles o de cementerios, actas de consejos de guerra y bibliografías, se logró poner nombre y apellidos a casi todas esas 600 víctimas entre las cuales sólo figuran 10 mujeres. Quedan 28 “desconocidos”.

Gelman y la “morriña futura”

El poeta argentino recoge en Santiago la distinción de Escritor Galego Universal

DIANA MANDIÁ El País21/04/2010

El poeta argentino Juan Gelman, ayer en el claustro del Pazo de Fonsexa de Santiago.- PATRICIA SANTOS

Juan Gelman, argentino, hijo de ucranios, nacido en un barrio judío de Buenos Aires, exiliado en Italia, España, Nicaragua, Francia, Estados Unidos y México, donde todavía vive, es desde ayer escritor gallego universal. “Algo que me confirma que soy argentino”, bromeó tras recibir la distinción que cada año, desde 2006, otorga la Asociación de Escritores en Lingua Galega (AELG) . Tras varios días en Galicia, en los que dictó conferencias -como la del lunes en A Coruña- y ejerció de invitado de honor de la Cea das Letras, a Juan Gelman (Buenos Aires, 1930) le tocó hablar de su concepción de la poesía y de su relación con los que buscaron en su país trabajo y libertad.

Gelman no los nombró a todos -“son tantos que llevaría demasiado tiempo”, -, pero sí tuvo un recuerdo para Seoane, Castelao o Lorenzo Varela, así como para los artesanos, obreros, campesinos e intelectuales que desde el siglo XIX fundaron centros gallegos por todo el país. “Todos ellos contribuyeron a la riqueza material y espiritual de Argentina”, aseguró, antes de echar mano de la “morriña futura” de su compatriota Roberto Arlt, que decía comprender la nostalgia del emigrante tras visitar Galicia en los años 30.

Gelman es el segundo latinoamericano distinguido con el premio de Escritor Galego Universal tras Elena Poniatowska, que lo recibió el año pasado. Como la escritora y periodista mexicana, el poeta argentino, de 79 años, sigue escribiendo y opinando sobre un mundo que no deja de preocuparle. “Vivimos una época gris, en un mundo globalizado en el que lo material se impone y el poder intenta manufacturarnos y uniformarnos”, aseguró. En ese mundo, lamenta, no hay mucho lugar para “el difícil menester de la escritura”, y menos para el verso. “La poesía es inútil porque no tiene valor de mercado. Tampoco Saturno lo tiene, pero la poesía está cargada de vida”, defendió.

Cuando en 2007 recibió el Premio Cervantes, algún periodista le hizo la pregunta de rigor Le pidió que definiera la poesía. “Un árbol sin hojas que da sombra”, declaró entonces. La misma frase elegida para titular su discurso de agradecimiento, que pronunció en el Salón Nobre del Pazo de Fonseca ante el presidente de la AELG, Cesáreo Sánchez Iglesias; el conselleiro de Cultura, Roberto Varela, y la vicerrectora de Cultura de la Universidade de Santiago, Elvira Fidalgo Francisco. Todos resaltaron la dimensión ética y estética de la obra de Gelman. “No escapó a la realidad de su tiempo, aun cuando le expropiaron su patria, sus lugares de amor y de infancia”, recordó Sánchez Iglesias.

La vida del poeta que se hizo la pregunta que respondería Mario Benedetti, otro exiliado universal –¿Y si Dios fuera una mujer? era el verso- explica también la de la Argentina de las últimas décadas. No sólo por ser el poeta vivo más conocido de su país, sino también por sufrir en carne propia las mismas tragedias que otros muchos de sus compatriotas. El exilio y la pérdida de sus hijos y de su nieta, que recuperaría muchos años después, hicieron mella en su carácter y en su obra, a medio camino entre el intimismo y el realismo crítico. Cesáreo Sánchez Iglesias citó al periodista mexicano Carlos Monsivais para explicarlo: “La existencia del horror requiere la poesía”.

En realidad Juan Gelman escribía desde mucho antes del horror, por lo menos el que le tocaría vivir en su familia. Su primera obra, Violín y otras cuestiones (1956) nació a la sombra de su militancia en el Partido Comunista y de la revista Pan duro, que no marcaba fronteras entre poesía y política. El Juan Gelman joven que todavía vivía en Buenos Aires experimentaba entonces con el lenguaje de los suburbios, el mismo de la canción popular. En 1963 vivó la luz Gotán, tango en argot lunfardo, y ya entonces llamaba a resistir (hay que aprender a resistir/ no a irse ni a quedarse/ a resistir). Gelman aprendió a hacerlo: en 1976, tras el golpe que encumbró a Videla al poder, dejó Argentina para comenzar su largo periplo como exiliado. En 1982, poco antes del fin de la dictadura, falleció su madre, y Gelman escribió para ella, entre Ginebra y París, un extenso poema de despedida. Vos / que contuviste tu muerte tanto tiempo/ ¿por qué no me esperaste un poco más?, se preguntaba el exiliado Gelman.

Argentina reconquistó la democracia, pero el poeta no regresó. En 2007 salió de la imprenta su última obra, Mundar, y a pesar de su longevidad no ha dejado de escribir. Habla de “obsesión” para explicar su apego a los versos, y confiesa que los poemas nunca se le acaban. “No hay palabras gastadas, la poesía es lo que no se puede nombrar”, aventura. Por eso los temas que aún le atormentan -la infancia, el amor, el exilio o la revolución-lo convierten, dice, no en el Dios Poeta de Huidobro, sino “en un mendigo que persigue una magia que no se le da”.

“Habrá reclamaciones internacionales contra España por la causa a Garzón”

Un ex relator de la ONU vaticina “consecuencias nefastas” para procesos de paz

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ El País21/04/2010

Leandro Despouy.-

“Estoy completamente seguro de que el eventual procesamiento del juez Garzón dará origen a reclamaciones internacionales contra España, porque es clarísimo que un juez no puede ser procesado por abrir una investigación sobre violaciones de derechos humanos, respaldada plenamente por el derecho internacional”, asegura el jurista argentino Leandro Despouy, que fue el Relator especial de Naciones Unidas sobre independencia de magistrados y abogados y que ocupa actualmente la Auditoria General de la Nación (equivalente al Tribunal de Cuentas español).

Despouy está asombrado: “No se entiende muy bien si todo esto es una propuesta para echar al juez Garzón o para hacerle Premio Nobel”, ironiza. No sonríe, sin embargo, cuando advierte que España no objetó sino que respaldó el informe aprobado por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, un documento histórico, en el que se establece el derecho inderogable de las víctimas y familiares de violaciones de derechos humanos a conocer la verdad sobre los hechos acaecidos. “Es una necesidad imperativa que dicho derecho se encuentre contemplado en el sistema jurídico de cada Estado (…) El derecho a la verdad garantiza el conocimiento de lo acaecido a través de la acción del poder judicial”, establece el documento.

El presidente de la Auditoría General expresa su profunda preocupación por la repercusión que puede tener el caso Garzón en todo el mundo. “Si yo siguiera siendo ahora mismo relator, reclamaría mucho cuidado porque los Estados tienen la obligación positiva, según el derecho internacional, de investigar las violaciones de derechos humanos y sancionar a un juez por ese motivo es inconcebible”.

Leandro Despouy lamenta que España, que ha sido origen de precedentes de gran trascendencia para el avance del derecho internacional, con sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Constitucional, de enorme importancia, se vea ahora en un camino de vuelta atrás. “Suena muy triste que todo ese prestigio atesorado pueda perderse”, vaticina. Despouy recuerda que la sentencia del Constitucional español que reconocía la competencia española para enjuiciar delitos de genocidio, tortura y terrorismo cometidos en Guatemala, ha sido y sigue siendo fundamental para la mejora institucional de ese país. “Si lo de España, a través del caso Garzón, termina mal, muchas dictaduras van a sentirse liberadas del peso jurídico y moral que ha significado la presión internacional para que se investiguen esos delitos”, explica.

Para el ex relator de Naciones Unidas la eventual suspensión de Garzón sería vista como “un frenazo terrible” en el avance del derecho internacional en su lucha contra la violación de los derechos humanos. Todo este tema va a traer consecuencias nefastas en muchos procesos de transición de dictaduras y conflictos donde la influencia de España había, hasta ahora, alentado procesos de paz fundados en la búsqueda de la verdad, se lamenta.

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Más de 1.000 personas rinden homenaje a Garzón en Barcelona

Los rectores de toda España salen en defensa de Berzosa contra Aguirre

Condenado a 25 años de prisión el último presidente de la dictadura argentina

A Reynaldo Bignone, de 82 años, se le imputa la desaparición de 30.000 personas y el robo de 500 bebés

El País21/04/2010

Reynaldo Bignone, durante el juicio- REUTERS

Un tribunal de Buenos Aires ha condenado a 25 años de prisión al dictador argentino Reynaldo Bignone, el último presidente de la dictadura militar (1976-1983), por delitos de lesa humanidad cometidos en el mayor centro clandestino de detención del régimen de facto, Campo de Mayo. Se le imputa la desaparición de más de 30.000 personas y el robo de unos 500 bebés cuyas madres fueron obligadas a dar a luz en centros de detención clandestinos.

Asimismo, el Tribunal Oral Federal 1 de la localidad de San Martín, a las afueras de la capital argentina, dictó también penas para otros seis imputados: los ex militares Santiago Omar Riveros y Fernando Verplaetsen (25 años de prisión), Carlos Tepedino (20 años) y Jorge García y Eugenio Guañabens Perelló (18 y 17 años, respectivamente), y absolvió al ex policía Germán Montenegro.

En una resolución que fue aplaudida por familiares de las víctimas de la dictadura que presenciaron la lectura del veredicto, el tribunal ordenó además que se revoque la prisión domiciliaria que hasta hoy cumplían Bignone (1982-1983), Tepedino y Guañabens Perelló, quienes ahora deberán ser conducidos a una cárcel común junto al resto de los condenados.

“Estamos felices por las condenas y la decisión de internarlos en una cárcel común, por los 30.000 desaparecidos, por las madres, las abuelas, los hijos, por el pueblo argentino”, afirmó Estela de Carlotto, de Abuelas de Plaza de Mayo. En la misma línea se pronunció el secretario de Derechos Humanos del país, Eduardo Luis Duhalde, para quien la sentencia es “justa, acorde con los hechos probados”.

Bignone, de 82 años, ha afirmado en su testimonio final ante los jueces que en Argentina se desarrolló una “guerra irregular” en la que las Fuerzas Armadas “tuvieron que intervenir para derrocar al terrorismo”. El dictador, para quien las víctimas de la represión “ni eran tan jóvenes ni tan idealistas”, recurrió a una cita del ex presidente Juan Domingo Perón para justificar la represión y cuestionó las cifras de víctimas del régimen de facto.

Frente a los 30.000 desaparecidos y 500 bebés apropiados denunciados por los organismos humanitarios, Bignone ha asegurado que “no está demostrado” que hubiera más de 8.000 desaparecidos y unos 30 niños robados durante la dictadura.

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Videla cumplirá sus condenas pendientes en Argentina

Un tribunal alemán pide la extradición del dictador Videla

El final de la impunidad en Argentina

La vía fascista del ‘Spain is different’

Peñafuerte viaja por Europa con su obra sobre la memoria

José Luis Peñafuerte, ayer, en una cafetería del centro de Madrid. – GRACIELA DEL RIO

C. P. – MADRID – Público – 20/04/2010

Bélgica 4 – España 3. No, no es el marcador de un partido de fútbol, sino el número de ciudades belgas y españolas en las que se podrá ver Los caminos de la memoria, documental de José Luis Peñafuerte (Bruselas, 1973) sobre la memoria histórica, los represaliados del franquismo y las fosas comunes que se estrena el viernes.

Para hacernos una idea de la repercusión que está teniendo la película en Bélgica, Peñafuerte, hijo de exiliados, cuenta que el pasado miércoles participó en un debate en la radio pública belga con el ex presidente del parlamento europeo José María Gil-Robles y el historiador Ángel Viñas.

“Los periodistas belgas no daban crédito a lo que decía Gil-Robles, que defendió la vigencia de la Ley de Amnistía del 77 y aseguró que los españoles no quieren reabrir las heridas del pasado. Pero en Europa conocen bien la historia del franquismo. Y las imágenes de, por ejemplo, las concentraciones en esa caricatura del mal gusto llamada Valle de los Caídos sólo pueden provocar perplejidad”.

La visión del exiliado

Estupefacción que se ha incrementado estos días tras ver cómo los grupúsculos ultraderechistas Manos Limpias y Falange Española de las Jons han conseguido llevar a Baltasar Garzón al banquillo por investigar los crímenes del franquismo. “Es como si el Partido Nacionalsocialista pidieran a los jueces alemanes que cesen inmediatamente los ataques que viene sufriendo el nazismo”, resume.

“Lo que está en juego es la jurisprudencia internacional sobre los delitos de lesa humanidad por la irresponsabilidad de un pequeño sector de jueces españoles. Si una democracia no puede juzgar los crímenes de su pasado, ¿cómo podemos exigirle luego lo mismo a una dictadura?”, se pregunta el cineasta, que cree que los exiliados pueden aportar una mirada sobre el pasado a prueba del aislamiento ideológico y la trifulca partidista que se vive en España.

Y concluye volviendo a sacar el belga (léase europeo) que lleva dentro. “Más que un proceso contra un juez estamos ante un juicio a los valores democráticos sobre los que se construyó Europa tras la Segunda Guerra Mundial”, afirma aludiendo a los Juicios de Núremberg . “Ya va siendo hora de condenar el franquismo y recordar a sus 130.000 víctimas. Se lo debemos a Europa. No se trata de reabrir heridas, sino de curarlas del todo. Haciendo justicia”, zanja.

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Trailer del documental Los caminos de la memoria:

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=iqK5iFPWdcs]