Almería autoriza la exhumación de un alcalde represaliado por la dictadura

El ex regidor de Cuevas de Almanzora yace en una fosa con otras 370 víctimas

ROSABEL RODRÍGUEZ El País20/04/2010

Martín Márquez Navarro, alcalde de Cuevas del Almanzora (Almería) durante la II República, fue ejecutado el 30 de junio de 1939. Más de 70 años después, su familia ha sido la primera en Almería en recibir la autorización para buscar sus restos en la fosa común del cementerio de la capital en la que permanece junto a otros 370 represaliados almerienses.

“Estamos muy emocionados”, dijo Manuela Márquez tras reunirse con el alcalde de Almería, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador (PP), y recibir su visto bueno para buscar y exhumar el cuerpo de su abuelo. Su búsqueda, que dura ya más de siete años, empieza a dar sus frutos, puesto que las tareas para determinar con exactitud el lugar en el que se encuentra el cuerpo se iniciarán “de inmediato”, según afirmó el comisario para la Memoria Histórica de la Junta de Andalucía, Juan Gallo, durante el acto celebrado ayer en el cementerio municipal para honrar a Márquez.

“Ha sido un camino largo, pero aquí estamos, con el permiso para poder sacarlo y darle un entierro digno, que es lo único que queremos”. Márquez, que además de ser el último alcalde republicano de Cuevas fundó la UGT de su sección, fue apresado al término de la Guerra Civil, tres meses antes de que le fusilaran frente a la tapia del cementerio de Almería. “Con 13 años, mi padre vio como se lo llevaban preso. Ahí le perdió la pista”. A sus 83 años, su hijo, Agustín Márquez, ve más cerca el momento de cumplir su deseo de que los restos de su padre reposen junto a los de su progenitora y los de un hermano que falleció a los 14 años. “Él nunca hablaba de mi abuelo. Le dolía mucho. Pero un día me senté con él, le pregunté y le aseguré que no pararía hasta encontrar a su padre”. Así arrancaba la incansable búsqueda de Manuela, quien ya en 2003 empezó a tirar del hilo en los registros de distintas ciudades, hasta dar con el paradero de su abuelo en Almería, donde éste había sido registrado con un apellido erróneo. “Estuvimos entonces en el cementerio sentados sobre unas jardineras. Años después descubrimos que allí debajo estaba la fosa de mi abuelo. Se me pusieron los pelos de punta”. Manuela llegó a trasladar su caso al Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas adscrito a la ONU.

Marcado por algunas sombras, entre ellas la instalación por el Ayuntamiento de un templete sobre la fosa en la que se sospechaba que se encontraba Márquez, el difícil proceso de búsqueda y recuperación de los restos emprendido por la familia podría acabar este mismo año, según apuntó Gallo. Márquez se convertiría así en el primer represaliado en ser exhumado en la provincia de Almería.

Cuando las injusticias no prescriben

REYES MATE El País – 20/04/2010

“La memoria abre expedientes que el derecho considera archivados”,

Walter Benjamin

El recurso a la memoria, proclamado con rabia en plena guerra mundial cuando a los vencidos no les quedaba otra arma de lucha contra la barbarie, se ha convertido en clave interpretativa de los conflictos más agudos de nuestro tiempo, incluido el que afecta al juez Garzón.

Baltasar Garzón está siendo procesado, acusado de prevaricación, por intentar dar satisfacción a las víctimas del franquismo. El juez instructor, Luciano Varela, le echa en cara desconocer principios esenciales del Estado de derecho como “la irretroactividad de la ley y de leyes como la de amnistía”. La actual querella contra el franquismo está siendo abordada desde perspectivas muy diferentes: desde la técnica jurídica y ahí el problema es cuándo una interpretación de la ley deriva en prevaricación; desde el costado político y ahí la ironía es que grupos falangistas lleven al banquillo al juez que quiso juzgar al franquismo; o también desde la cultura que somete los planteamientos del derecho a las exigencias morales de la memoria. Estaríamos entonces ante un conflicto entre la memoria y el olvido.

Si hoy la memoria resulta, aquí y fuera de aquí, tan peligrosa es porque se ha ido cargando a lo largo del siglo XX, debido a las dos guerras mundiales, de una autoridad que escapa a los controles que durante siglos habían impuesto el derecho, la política y la ética. Esa autoridad procede de unos contenidos nuevos que hoy reconocemos como propios de la memoria. En primer lugar, que no es un sentimiento sino un conocimiento. La memoria ve algo que escapa a la historia o a la ciencia. Lo que la memoria ha descubierto en los últimos años es que las víctimas del colonialismo, de la esclavitud, de la conquista o de la guerra civil son significativas, tienen significación. Claro que víctimas ha habido siempre, pero eran insignificantes o invisibles porque entendíamos que eran el precio del bienestar presente o de la transición política. Había que asumirlo como irremediable y lo que tocaba era pasar página. Eso se ha acabado. Ahora son visibles y si queremos romper una lógica política que camina sobre víctimas, hay que hacer justicia a las víctimas de la historia. No podemos plantearnos el futuro del País Vasco al margen de la memoria de las víctimas y no podemos lograr la reconciliación sin la memoria de la guerra y de la postguerra.

El segundo componente consiste precisamente en entender la memoria como justicia y al olvido como injusticia. Primo Levi cuenta que una joven le preguntó, después de oír su testimonio, qué podrían hacer ellos, los oyentes. Y Levi, que no daba una puntada sin hilo, respondió con un escueto “los jueces sois vosotros”. Extraña respuesta porque ¿qué justicia puede impartir un oyente? Eso debería ser cosa de los tribunales o de la historia. Pero Levi lo tenía muy claro. Sabía que sin memoria de la injusticia no hay justicia posible. Sin memoria la injusticia deja de ser, como si lo que en su momento fue crimen, robo o infamia, nunca hubiera tenido lugar. Nadie lo sabe mejor que el propio criminal, por eso se afana, una vez cometido el crimen, en borrar las huellas, es decir, en quitar importancia al crimen, interpretándolo como inevitable dadas las circunstancias. Los supervivientes mantenían viva esa memoria de la injusticia mientras vivían, pero, una vez idos, el testigo pasaba a las generaciones siguientes. Lo que Levi pedía a la generación de la joven es que hiciera justicia bajo esa forma modesta, pero fundamental, que es la memoria de la injusticia. La forma más perversa de olvido consiste en privar de significación y de actualidad a la injusticia pasada.

El deber de memoria alcanza al derecho en el sentido de la frase del exordio: la memoria abre expedientes criminales que las leyes de punto final o de amnistía convinieron en dar por clausurados. Algunos de esos expedientes abiertos han sido muy sonados. Recordemos el Juicio de Nüremberg. Cayó de un plumazo el sacrosanto principio, mantenido durante milenios, de que hasta los crímenes más horrorosos prescribían con el tiempo. Pues no, hay crímenes, como los del franquismo, que no prescriben aunque se invoquen dos amnistías. Pero más allá de las anécdotas, lo importante es señalar que gracias a la moderna cultura de la memoria se ha creado una cultura moral que establece una relación indisoluble entre justicia y memoria de la injusticia, de suerte que las figuras del olvido son cómplices de la injusticia. Entre las variables que un juez, también si es del Tribunal Supremo, tiene que tener en cuenta en la interpretación de la ley, la atención a las injusticias pasadas olvidadas es prioritaria porque es un deber moral. En el caso de que esa inspiración moral no haya logrado aún cambiar las leyes en ese sentido, debe condicionar la argumentación jurídica siempre en favor de dar satisfacción a las víctimas que esperan se las haga justicia. En este caso el juez Garzón está del lado de la memoria y el juez Varela, del olvido.

Reyes Mate es profesor e investigador del CSIC, autor de La herencia del olvido, premio Nacional de Ensayo.

Apoyo a Garzón en Latinoamérica

HERNÁN VELA SUBIELA / CARMEN TAGÜEÑA PARGA (Presidenta del Ateneo Español de México) – Buenos Aires, Argentina / México – El País20/04/2010

Soy argentino, vivo en Buenos Aires, soy nieto de españoles, como tantos otros por aquí. En la década de los noventa una fundación pluripartidaria de la que formo parte, organizó un seminario sobre herramientas de lucha contra la corrupción, mal endémico en esta parte del mundo: allí lo conocí, a Baltasar Garzón y su mujer Pilar; pasé tiempo con ellos, tanto en Buenos Aires como en Mar del Plata, junto a mi mujer. Creo, como muchos por aquí, que es un hombre honesto, severo y con agallas. No concuerdo con él en algunos de sus juicios y opiniones, pero eso no me impide respetarlo.

A los españoles, vuestra historia y vuestro presente. Pero si la Falange avanza, el fascismo avanza, y ya deja de ser un tema sólo español. Como escribiera Hemingway: “¿Por quién doblan las campanas? Doblan por ti”.

El Ateneo Español de México, fundado en 1949 por exiliados españoles e intelectuales mexicanos, asiste con estupor a los ataques contra el juez Baltasar Garzón por grupos residuales de la dictadura, apoyados por una derecha anacrónica y antidemocrática y se solidariza con el dolor y la indignación de las familias de las víctimas.

El Ateneo ha sido una tribuna libre y abierta, no sólo a los exiliados españoles, sino a todos aquellos que en México, país de asilo, encontraron refugio contra la persecución y la violación de los derechos humanos.

El juez Garzón pretendía llevar ante la ley a quienes se creían impunes; es incomprensible que ahora él sea enjuiciado por aplicar principios de justicia universal que son avalados por todos los países democráticos, y están en consonancia con los tratados y convenios internacionales sobre la no prescripción de los crímenes contra la humanidad, suscritos por la propia España. El Ateneo Español de México exhorta a quienes tienen en sus manos este caso a que reflexionen sobre las consecuencias de imponer una justicia a todas luces injusta y recapaciten sobre el abismo ético entre aferrase a un pasado innoble o labrar un futuro de dignidad.

Batasuna, Falange Española, los puños y las pistolas

Félix Población – Público (blog Voz de memoria) – 19 Abr 2010

Hasta hace bien poco se mantenía en la fachada del Teatro de La Comedia de Madrid una lápida conmemorativa del discurso que pronunció allí, el 29 de octubre de 1933, José Antonio Primo de Rivera. Tal arenga constituye la base ideológica fundacional de Falange Española, el partido que ha logrado sentar al juez Baltasar Garzón en el banquillo, acusado de prevaricación por pretender investigar los crímenes del franquismo.

Fue Garzón quien en agosto de 2002 suspendió las actividades de Batasuna en el marco de un proceso penal por asociación ilícita con fines terroristas. La competente actividad desarrollada por el juez, tanto contra los comandos y la dirección de ETA como contra su entorno social, ha sido decisiva para que la banda armada haya llegado a la situación de manifiesto declive en la que hoy se encuentra. Si ETA mata menos es en parte gracias a Garzón.

Se ha repetido hasta la saciedad que Batasuna sólo podrá ser legal cuando condene la violencia etarra o haga posible que la organización terrorista abandone definitivamente la lucha armada. Sin embargo, es legal Falange Española, cuyo fundador apeló a la violencia en el aludido discurso. Esto dijo José Antonio:

Queremos que España recobre resueltamente el sentido universal de su cultura y de su Historia. Y queremos, por último, que si esto ha de lograrse en algún caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia. Porque, ¿quién ha dicho al hablar de “todo menos la violencia” que la suprema jerarquía de los valores morales reside en la amabilidad? ¿Quién ha dicho que cuando insultan nuestros sentimientos, antes que reaccionar como hombres, estamos obligados a ser amables? Bien está, sí, la dialéctica como primer instrumento de comunicación. Pero no hay más dialéctica admisible que la dialéctica de los puños y de las pistolas cuando se ofende a la justicia o a la Patria. Esto es lo que pensamos nosotros del Estado futuro que hemos de afanarnos en edificar.

Ese Estado fue edificado y basó su origen y apuntalamiento en la violencia, durante y después de la Guerra Civil. Transcurridos treinta y cinco años desde la muerte de su artífice, ¿cómo es posible que Falange Española haya logrado que el Tribunal Supremo siente en el banquillo a quien, además de perseguir con éxito la violencia etarra, ha pretendido investigar también la franquista, justificada en el mensaje fundacional del citado partido, cuya legalidad ningún tribunal ha cuestionado?

Miguel Hernández: Poeta antes que soldado

Homenaje. El compromiso poético e íntimo del alicantino es reivindicado por los autores actuales frente a su imagen de militante

Miguel Hernández. – PAULA CORROTO

PAULA CORROTO – Público – 16/04/2010 08:30

En varias cárceles españolas volverán a escucharse hoy los versos de Miguel Hernández. Penales como el de Herrera de la Mancha (Ciudad Real) y Córdoba han organizado sendos actos para rendir homenaje al poeta que pasó por varias prisiones por su defensa de la República y su militancia comunista, y que finalmente murió en una de ellas, en la de Alicante, en el año 1942. Será la ocasión también para volver a oír una lírica y una poesía en la que mostró “su humanidad y su ternura, y una gran musicalidad poética”, como recuerda el poeta colombiano William Ospina.

Sin obviar, por supuesto, Las nanas de la cebolla, que el poeta escribió en la prisión madrileña de Torrijos (en la actual calle Conde de Peñalver) y de El rayo que no cesa y Viento del pueblo, los dos poemarios en los que fajó su compromiso con la causa republicana.

Estos homenajes no serán como el que se celebró en 1960 en la cárcel de Burgos. Allí se encontraba preso el también poeta y militante comunista Marcos Ana (Salamanca, 1920), que participará hoy en el tributo en Córdoba. Aquellos eran otros tiempos. Plena dictadura franquista. Ana lo rememora hoy para Público como un acto de “alto riesgo”. “Se celebraba el 50 aniversario de su nacimiento e hicimos un recital llamado Sino sangriento. Los presos estábamos sentados y había guardias por todas partes”, comenta, mientras muestra una de las hojas llenas de poemas escritos para la ocasión.

Es un papel minúsculo en el que apenas se distinguen las palabras. “Lo saqué de la cárcel metido en un tubo de pasta de dientes”, dice con orgullo, con una sonrisa.

Miguel Hernández había sido sepultado por el régimen. Versos como “Tristes armas si no son las palabras, tristes, tristes” no gustaban a los nuevos jerifaltes. Preferían quedarse con su poesía primera. Poemas como la Elegía a Ramón Sijé, un amigo, pero también notable falangista de su pueblo Orihuela. O con sus versos eclesiásticos, aquellos que escribió cuando era un joven que tenía que peregrinar a la Iglesia si quería que sus poemas fueran publicados.

La visión ética de la poesía

La dictadura no admitió la evolución que hizo aquel chico que, de pastorear con las cabras y esconderse entre sotanas pasó a convertirse en uno de los símbolos republicanos. Una evolución que también dio su poesía pocos años antes del estallido de la Guerra Civil. Una transición, realizada entre 1933 y 1936, que estos días se recuerda en la Universidad de Córdoba dentro del seminario Miguel Hernández. Cien años después. El hombre, el escritor, el mito y que dirige el escritor Agustín Sánchez Vidal.

En esa época, el poeta pasa de los corsés formales de las estrofas neogongorinas y el áurea del catolicismo a una poesía más intimista, en la que tiene como punta de lanza al ser humano.

Agustín Sánchez Vidal cree en este sentido que hoy no urge tanto reivindicar su faceta de activista político y se puede reclamar su importancia poética “de una manera más sosegada”, que permita “recorrer todos los poetas” que se encerraron en la persona de Miguel Hernández.

Su voz comprometida iba además más allá de la propaganda. “Miguel Hernández habla mucho de la mujer, del hijo”, señala Marcos Ana, quien reconoce en este sentido la influencia que tuvieron en el alicantino los poetas de la generación del 27, especialmente Vicente Aleixandre y Pablo Neruda. “Aleixandre fue quien más le abrió las puertas cuando llegó a Madrid para intentar hacerse un sitio en la poesía”, reconoce.

Precisamente, en los balcones de las calles cordobesas, se pueden leer ejemplos de esta poesía humanista en versos como “apagado va el hombre sin luz de mujer” o “Sonreidme que voy a donde estáis vosotros”.

“Él cambió la poesía propagandística. En él hay un proyecto ético. Y él fue sin duda el que otros poetas como Gabriel Celaya escribieran aquello de que la poesía es un arma cargada de futuro”, reconoce la escritora Marta Sanz.

Este compromiso ético, más allá del político y labrado en los años que precedieron a la Guerra Civil, está calando también en la nueva generación de poetas jóvenes. Como mantiene Sanz, “en los últimos años, es cierto, que el compromiso ha estado más en el lenguaje que en la realidad, pero eso es algo que ya está cambiando. Ya no hay tanta endoliteratura, ni tanto mirarse el ombligo”.

Un poeta estético

Los poetas emergentes lo reconocen. Hay cierto rechazo hacia la simplista imagen mítica del poeta con el fusil. José Luis Rey (Córdoba, 1973), ganador del premio Loewe de poesía en 2009 con Barroco, ve en Miguel Hernández “un valor ético y estético. En mi adolescencia fueron muy importantes los recursos retóricos que utiliza. Creo que es muy interesante su esteticismo, más allá del símbolo que tenemos hoy del poeta militante”

Marcos Cantelli (Asturias, 1974), autor de poemarios como Su sombrío (DVD Ediciones, 2005), se queda con la música del poeta. Es lo primero que le llamó la atención cuando comenzó a leerlo, también en la adolescencia. “Me gusta mucho la ternura que traslada al lenguaje, y la humanidad, que está muy presente”.

En el homenaje que se le rendirá hoy en la prisión de Córdoba, aparte de los versos más conocidos de su lucha en el frente, se leerán poemas de Cancionero y romancero de ausencias, que es quizá su producción más intimista. En este acto también participará William Ospina, quien insiste en la idea de superar la imagen del poeta: “Es cierto que hay una entonación militante y que Miguel Hernández defendió con su poesía un sistema, pero no podemos olvidar que fue más un combatiente de la humanidad que de una causa política”.

Curiosamente, el Cancionero fue también su último poemario, con el que culmina su transición desde la poesía neogongorina. Precisamente para Agustín Sánchez Vidal, este hecho supone una paradoja, ya que el alicantino se quedó tras su muerte con la imagen del mito que tuvo el oficio de poeta. “Por eso vamos a volver a recitar sus versos, para que se recuerde su genio poético y que no vuelva a estar sepultado”, cierra Marcos Ana.

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“Su genio fue no convertir la poesía en un panfleto”

Los primeros poetas de la Democracia

Nacidos en los ochenta, reivindican unos versos de fusión íntima que huyan de la militancia

Erika Martínez, Pablo López, Laura Rosal, Alba González, Cristian Alcáraz. – J. GÓMEZ

PAULA CORROTO – Público – 19/04/2010 01:00

Pertenecen a la generación que creció con la serie de dibujos animados Bola de dragón, pero en sus poemas no hay ni Gokus ni Krilines. Tampoco Oliver ni Benjies.

Pablo López, Erika Martínez, Alba González, Cristian Alcaraz y Laura Rosal, nacidos entre 1979 y 1990, y con su primer poemario recién salido de la imprenta, están bastante alejados de las referencias nostálgicas con las que quiere enganchar la publicidad. También del debate entre poesía de la experiencia o individualista. Compromiso político o interés por los aspectos formales y por la literatura. Tradición o modernidad. Verso libre o corsé estrófico. “Nosotros hacemos fusión. Somos una generación que ha perdido el miedo a hacer lo que le gusta”, resume Erika Martínez.

Esta semana han participado en los talleres del festival Cosmopoética de Córdoba. Son los poetas emergentes. Escriben porque leen, para pensar, porque es más fácil que no hacerlo, para relacionarse consigo mismos. Son frescos, críticos, pero sin romper con las generaciones más inmediatas. Al contrario, se consideran deudores de los poetas nacidos en la década de los setenta (Carlos Pardo, Mercedes Cebrián, Abraham Gragera, Agustín Fernández Mallo, entre ellos), los primeros que llevaron a su poesía los fenómenos de la globalización, las nuevas tecnologías y una nueva reflexión sobre la definición del ciudadano en torno al consumo, según teoriza Martín Rodríguez-Gaona en Mejorando lo presente. Poesía española última (Caballo de Troya). “Nosotros nos estamos aprovechando de sus hallazgos”, señala Pablo, que también ve como una influencia a poetas norteamericanos como John Ashbery.

Sin embargo, tampoco sienten temor a mirar hacia más atrás para reinterpretar a grupos poéticos como el del 27. “La Guerra Civil supuso un corte sobre la percepción de aquella época. Creo que tenemos cosas que descubrir, sobre todo de la obra que hicieron las mujeres aquellos años. Y a nivel poético hay tradiciones que recuperar”, señala Alba, que trabaja en una tesis sobre las mujeres ensayistas del XIX. No son rupturistas absolutos.

Los nacidos en los ochenta quieren saber cuál es nuestra historia, de dónde venimos. Se preocupan por los problemas sociales violencia de género, pero no desde una militancia poética. “Nosotros trabajamos más la Historia de forma simbólica. No hay un discurso explícito”, apostilla Erika. “Son problemas que nos interesan, pero desde el individuo”, afirma Pablo. Lo suyo es una poesía más íntima. En algunos casos como el de Cristian Alcaraz (Málaga, 1990), personalísima. Su poemario Turismo de interior trasluce una fresca iniciación en el sexo homosexual. “Creo que he sido muy sincero. Posiblemente mis próximos poemas no me muestren tanto a mí”, aclara.

Cinismo y pesimismo

El topicazo de ser la primera generación nacida en democracia les ha acompañado siempre. Sin embargo, no creen que las cosas vayan a mejor. Eso sí, sus acciones basculan entre el cinismo, el pesimismo y la necesidad de no callarse. “Creo que no va a haber grandes transformaciones. Y no creo para nada en el progreso”, dice Erika. “Ya, pero el pesimismo no nos hace avanzar”, contrarresta Alba. “Lo que sí que ha desaparecido es el concepto de revolución”, cuestiona Pablo en un pequeño rifirrafe durante la conversación.

¿Y qué opinan de los soportes electrónicos? Ellos fueron los primeros en crecer con un ordenador (a pesar de no existir Internet ni los móviles), pero aún recuerdan los trabajos escritos a mano y alguno, como Alba, prefiere el bolígrafo a la tecla. También se muestran asombrados ante los análisis sobre las redes sociales o Google. “Como estamos en Face-book ya se dice que cambia el contenido de los poemas. Yo creo que no tanto. Eso sí, a mi, Googlebooks me salvó la vida en la tesis”, reconoce Erika.

Ahora esperan que llegue el e-book, aunque sin prisas. Son de una generación que todavía creció con el papel. Son un grupo mixto. Los primeros poetas nacidos en democracia. Quizá todavía en transición.

La ONU amonestó tres veces a España por la Ley de Amnistía

Reprobó al Gobierno el año pasado por mantener la norma de 1977, no investigar el franquismo y descuidar a las víctimas

Rita Barberá prohíbe el himno de Riego en un homenaje a las víctimas de Franco porque “turba” a la gente.

PERE RUSIÑOL – Público – 19/04/2010 06:00

La Ley de Amnistía de 1977 se ha convertido en un quebradero de cabeza para la diplomacia española. Tres informes de la Organización de Naciones Unidas (ONU) amonestaron a España en 2009 por escudarse en esta ley para evitar investigar a fondo los crímenes del franquismo y no atender el ruego de las víctimas.

Durante 30 años, la Transición sólo había dado motivos de satisfacción a la diplomacia española ante la cascada de elogios que cosechaba. Pero la imposibilidad del juez Baltasar Garzón de seguir adelante con su causa para investigar los crímenes del franquismo se le negó la competencia a finales de 2008 y el Tribunal Supremo quiere juzgarlo ahora por supuesta prevaricación ha puesto por vez primera la Ley de Amnistía en el punto de mira de la ONU y de las organizaciones de derechos humanos más prestigiosas, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, ante la interpretación que se está haciendo de la

El Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que vela por el cumplimiento del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, fue el primero en amonestar a España y lo hizo en términos muy duros. Su documento, publicado el 5 de enero de 2009, muestra “preocupación” por “el mantenimiento en vigor de la Ley de Amnistía” de 1977 y recuerda que “los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles” y que las amnistías “relativas a las violaciones graves de los derechos humanos son incompatibles con el pacto”.

Comisión de expertos

El comité sugirió “la derogación de la Ley de Amnistía”. Y también “tomar las medidas legislativas necesarias para garantizar el reconocimiento de la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad por los tribunales nacionales”, crear una comisión de expertos independientes “encargada de restablecer la verdad histórica sobre las violaciones de los derechos humanos cometidas durante la Guerra Civil y la dictadura” y “permitir que las familias identifiquen y exhumen los cuerpos de las víctimas y, en su caso, indemnizarlas”.

La diplomacia española contestó indignada el 8 de enero, tan sólo tres días después: lamentó la alusión y la atribuyó al “desconocimiento del origen y significación social de la Ley de Amnistía”: “[El comité] está descalificando una decisión respaldada por toda la sociedad española y que contribuyó a la transición a la democracia a España. La citada ley fue una demanda de toda la oposición democrática y fue una de las primeras leyes aprobadas por consenso por las mismas Cortes que aprobaron la Constitución de 1978”, sostiene el documento remitido por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

La réplica no tuvo efecto. El 19 de noviembre, el Comité contra la Tortura de la ONU volvió a señalar explícitamente la norma porque “el enjuiciamiento de actos de tortura no se debe limitar por el principio de legalidad, ni por el efecto de prescripción”.

A continuación, la exigencia: “El Estado debería asegurar que los actos de tortura, que también incluyen las desapariciones forzadas, no sean crímenes sujetos a amnistía”.

La última tarjeta amarilla llegó el 21 de diciembre, sólo 44 días antes del auto por el que el magistrado del Tribunal Supremo Luciano Varela seguía adelante con la querella contra Garzón acusándolo de prevaricar por su interpretación de la Ley de Amnistía.

“No es una ley de punto final”

En sus conclusiones sobre España, el Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzosas de la ONU cita expresamente de nuevo la Ley de Amnistía y concluye con dos exigencias al Gobierno socialista: “Que todo acto de desaparición forzada será considerado, de conformidad con el derecho penal, delito posible de penas apropiadas que tengan en cuenta su extrema gravedad”. Y que se realizarán “investigaciones exhaustivas e imparciales mientras no se haya aclarado la suerte de la víctima de una desaparición forzada”.

Ni el Comité de Derechos Humanos ni los grupos de trabajo de la ONU tienen valor vinculante, pero sus resoluciones tienen una gran importancia moral y los estados no escatiman esfuerzos diplomáticos para salir bien parados.

España presentó una larga lista de alegaciones, en las que pedía que no se confundiera “la Ley de Amnistía con las denominadas leyes de punto final”, como las de Argentina y Chile, que impidieron iniciar procesos judiciales contra los regímenes dictatoriales anteriores. Es decir, el Ejecutivo precisó que la ley de 1977 no es una ley de impunidad.

Pese a que el 60% de los juzgados que recibieron partes de la causa de Garzón han archivado el caso sin investigar ni citar a las víctimas y el resto está en stand by, el Gobierno replica así a la ONU: “La investigación de las desapariciones forzadas se ha realizado siempre que haya sido instada por los interesados, y no se haya dictado ninguna resolución fundada en la Ley de Amnistía”.

Un frente cada vez más amplio

La comprensión hacia la Ley de Amnistía ha cambiado tanto a nivel internacional que ya forma parte de la agenda de las grandes organizaciones de derechos humanos, como Amnistía Internacional, que lleva años exigiendo que se aborde el asunto, y Human Rights Watch. La causa contra Garzón ha actuado como acelerador. El mes pasado, esta última organización, con sede central en EEUU, inició así su comunicado: “Las autoridades españolas deberían cumplir la recomendación de la ONU de poner fin a la Ley de Amnistía de 1977, en lugar de investigar a un magistrado que busca la rendición de cuentas por los abusos del pasado”.

El frente internacional de acoso a la Ley de Amnistía se amplió también a finales de 2009 con una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. No hace referencia a España, sino a Turquía, pero las argumentaciones son tan rotundas que han alimentado las esperanzas de los abogados de derechos humanos en relación con España y han sido incorporadas a la querella presentada en Buenos Aires.

“Aunque el transcurso de más de 34 años sin noticias de las personas desaparecidas puede constituir un fuerte elemento de prueba circunstancial de que estas han muerto durante este lapso, ello no suprime la obligación procesal de investigar”, sostiene el Tribunal de Estrasburgo. Y tras recordar que los delitos de lesa humanidad no prescriben, concluye que “ha habido una violación continua del artículo 2 [del Estatuto de Roma] por el hecho de que el Estado demandado no procedió a realizar una investigación efectiva destinada a aclarar el destino de los nueve hombres que desaparecieron en 1974”.

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Los compromisos de España que obligan a investigar

Las querellas se apoyan en la jurisprudencia internacional
Las querellas presentadas por asociaciones de víctimas contra Luciano Varela -en el Tribunal Supremo- y contra los crímenes de lesa humanidad del franquismo -en Buenos Aires- coinciden en subrayar que España ignora varios convenios que ha firmado y que le obligan a investigar, pese a la Ley de Amnistía de 1977. El magistrado Baltasar Garzón incluyó en su auto el balance provisional de víctimas de la dictadura que hicieron los peritos designados para la causa: entre 136.062 y 152.237 muertos.

Los principios del Convenio Europeo de derechos humanos
En 1950, en Roma, el Consejo de Europa aprobó el Convenio Europeo para la Protección de Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, que España firmó el 4 de octubre de 1979. En su artículo 7. 2, se explicita que “no se impedirá el juicio o la condena de una persona culpable de una acción o de una omisión que, en el momento de su comisión, constituía delito según los principios generales del derecho reconocidos por las naciones civilizadas”.

Castigo para los responsables de los crímenes
El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, firmado en 1998 (y que España ratificó ese año), establece ya en su preámbulo que los delitos de lesa humanidad no pueden quedar impunes. Se afirma que “los crímenes más graves de trascendencia para la comunidad internacional (…) no deben quedar sin castigo (…). Y se recuerda “que es deber de todo Estado ejercer su jurisdicción penal contra los responsables de crímenes internacionales”.

El Estado debe proteger a las víctimas
La Asamblea General del 16 de diciembre de 2005 de la ONU aprobó los llamados ‘Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos’. El texto reconoce a las víctimas el derecho al “acceso igual y efectivo a la Justicia, reparación adecuada, efectiva y rápida del daño sufrido” y a la información “sobre las violaciones y los mecanismos de reparación”. Tales obligaciones “deberán reflejarse” en el derecho de cada país. La resolución obliga a los estados a “establecer procedimientos para que grupos de víctimas puedan presentar demandas de reparación y obtener reparación”.

No cabe anmistía para una desaparición
La Convención Internacional para la Protección contra las Desapariciones Forzadas, suscrita por España, estipula que “el delito de desaparición forzada no será considerado delito político, delito conexo a un delito político ni delito inspirado en motivos políticos”.

Personalidades francesas muestran su apoyo al juez Garzón

Profesores universitarios, periodistas, escritores, sindicalistas e intelectuales firman un manifiesto de apoyo al juez español que harán llegar a la embajada de España en París

El magistrado de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón. EFE/Archivo

Público – 19/04/2010 15:00

Desde hace días cuando se habla de España en el extranjero es para hacerlo del caso Garzón. Varios cientos de profesores universitarios y personalidades de la sociedad francesa muestran su apoyo al juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, procesado por investigar los crímenes de la dictadura franquista en España (1939-1975), en una declaración que ya ha sido firmada por más de 700 personas.

El promotor de esta recolecta de firmas, el profesor de la Universidad de Pau (al sur de Francia) Jean Ortiz, dijo este lunes que este miércoles llevará las signaturas en apoyo a Garzón a la Universidad Complutense de Madrid y las trasladará al colectivo universitario y al movimiento sindical que respaldan al magistrado.

“Es un grupo con gente muy prestigiosa y de un espectro muy amplio”, afirmó Ortiz sobre los firmantes, entre los que se encuentran, por un lado, más de 400 profesores universitarios, y por el otro, personalidades de la cultura y de las artes francesas, así como ciudadanos de a pie.

Entre ellos, Lise London, antigua voluntaria en las brigadas internacionales, oficial de la Legión de Honor y medalla de la Resistencia.

Asimismo, catedráticos universitarios, músicos como Bernard Lubat, escritores como Ramón Chao, o periodistas como Patrick Appel-Muller, director del diario L’Humanité.

En la declaración se reclama que la justicia española abandone esta “persecución infundada” contra Garzón y se alerta de que, si se destituye al juez de sus funciones, la democracia española y su sistema judicial quedarían “gravemente hipotecados”.

Aberración política

El Sindicato Nacional de la Enseñanza Superior (SNESUP), el mayoritario en Francia, mostró en un comunicado su apoyo a esta iniciativa y animó a recolectar más firmas.

El SNESUP protesta “con indignación” contra esta “aberración política e histórica”, resalta el comunicado.

Señala además que comparte las motivaciones de la llamada a la movilización de los sindicatos españoles Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CCOO) “contra la persecución de la cual es víctima el juez” Garzón.

El proceso de recogida de firmas sigue abierto y se espera superar las 800 durante el día de hoy.

Un grupo de hispanistas franceses ya se manifestaron el pasado 13 de abril ante la Embajada española en París para mostrar su apoyo a Baltasar Garzón.

Ortiz anunció su colaboración y cooperación con este grupo —tienen previsto realizar una declaración conjunta— y su intención de entregar las firmas a la Embajada de España en París y al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Mary Poppins

ALMUDENA GRANDES – El País –  19/04/2010

El juez Varela se asustó -¿en qué país vive el juez Varela?- y convocó a los corresponsales extranjeros para explicarles lo que ni ellos ni nosotros alcanzamos a entender. Luego, rectificó. Quizás, alguien le recordó a tiempo que eso mismo hizo el Gobierno de Aznar después del 11-M, para desautorizar a la sociedad civil. Por eso, quiero enunciar aquí mi propia explicación. Es muy sencilla, sobre todo para quienes hayan visto Mary Poppins.

Mary sale de paseo con los niños bajo un cielo acorazado de nubes negras y encuentra a su amigo Bart, pintando paisajes sobre las baldosas de la acera. Cuando empieza a tronar, los cuatro se cogen de las manos, cierran los ojos, saltan sobre el más bonito y… ¡Oh! Ahora están en un mundo de dibujos animados a todo color, donde los caballos vuelan y los peces bailan un fox-trot. ¿No es maravilloso?

Ese proceso, cerrar los ojos, cogernos de las manos y saltar sobre un paisaje de irreal felicidad, fue el precio del indiscutible éxito institucional de la Transición española. Es cierto que nos estaban apuntando desde las azoteas, pero lo que vale en una película, no funciona en la realidad. Renunciar a nuestra tradición democrática, omitir una ruptura oficial, expresa y contundente, con el golpe de Estado que causó la Guerra Civil, fingir que toda la sangre derramada durante 40 años no hizo mella en nuestras conciencias, produjo una democracia de colores, vistosa, fotogénica, pero congénitamente débil. Esa fragilidad de Estado sin memoria, sin raíces, edificado en el aire de su propia soberbia, se manifiesta en las grietas, las inconcebibles fisuras que consienten que un partido fascista, y orgulloso de serlo, siente en un banquillo al único juez que ha investigado los crímenes del franquismo. Basta ya. Porque Mary Poppins no era española. Y nunca es tarde para hacer las cosas bien.