El PP defiende en Les Corts su manual para inmigrantes

El texto, que evita definir el franquismo como dictadura, será revisado en el futuro

Foto: Francisco Camps, en Les Corts Valencianes. – juan navarro

SERGI TARÍN – Público – 04/03/2010 00:30

Los inmigrantes que deseen conocer la historia del pueblo valenciano a través de la Conselleria de Inmigración aprenderán que la II República fue un lustro caracterizado por la “quema de edificios religiosos y asesinatos”, al que siguió “un periodo conocido como franquismo, que pasó por diversas etapas, una larga de hambre conocida como postguerra, otra de apertura internacional, la más importante de desarrollo económico”.

Esta es una de las explicaciones que reúne el manual Escuelas de Acogida, destinado a la integración de inmigrantes, que ha generado una fuerte polémica en la Comunidad Valenciana, tal y como adelantó Público el pasado mes de febrero. Ayer, la portavoz adjunta de Compromís, Mónica Oltra, preguntó en Les Corts al conseller de Inmigración y portavoz del PP en el Parlamento regional, Rafael Blasco, sobre los criterios historiográficos utilizados en la redacción del texto. Oltra denunció que el manual no desaprueba el franquismo y comparó este hecho con “la gravedad que supondría que en Alemania no condenaran el nazismo”.

Oltra argumentó sus críticas con valoraciones de distintos historiadores. Entre ellos, Pedro Ruiz, ex rector de la Universidad de Valencia y contrario a discursos revisionistas y neoconservadores, “algunos procedentes en su origen de la extrema izquierda”, puntualizó Oltra en alusión al conseller de Inmigración, Rafael Blasco, que militó en el FRAP (grupo armado antifranquista) durante la transición.

Blasco calificó las críticas de Oltra de “interpretaciones tendenciosas”. Según el dirigente del PP, el manual fue elaborado “por las universidades valencianas y 27 asociaciones, y fue cofinanciado y supervisado por el Ministerio de Trabajo e Inmigración”. Pese a ello, Blasco anunció que su departamento prepara una segunda edición, corregida y aumentada, “en la que, si ha existido algún error, se subsanará”, aunque no precisó si los cambios afectarán a la parte de Historia o a las 30 faltas ortográficas que presentaba un vocabulario en valenciano.

El franquismo enterró a 349 niños en la fosa de Málaga

Se trata de la mayor tumba de la Guerra Civil exhumada hasta hoy

Foto: Uno de los cadáveres exhumados del cementerio de San Rafael, en Málaga. – LAURA LEÓN

M.FERNÁNDEZ / A. MUNÁRRIZ – Público – 04/03/2010 11:16

La fosa común de Málaga, de la que han sido exhumados restos de 2.840 personas, acogió los cuerpos de 349 niños muertos de hambre, enfermedades o heridas. Así lo recoge el informe de la excavación de las ocho fosas y el patio civil del cementerio de San Rafael, el mayor enterramiento de la Guerra Civil y la represión abierto hasta hoy.

La cifra de 349 niños se refiere a críos menores de diez años, según la Consejería de Justicia. Murieron la mayoría en 1937 y en años inmediatamente posteriores.

No siempre eran descendientes de enterrados allí. Bastaba con que fueran hijos de quienes eran rojos a ojos de los rebeldes, que los inhumaban en la fosa sin apenas control. “Un niño que iba a la cárcel con su madre, si moría de hambre o tifus, iba allí. Uno muerto en un bombardeo, también”, explica una fuente de la investigación. Más de un tercio de estas víctimas infantiles (132) estaban en el sector 8, donde abundan las inhumaciones en féretro de cuerpos llegados desde la prisión provincial.

Aparte de los 349 niños, se han exhumado cadáveres de 1.138 hombres y 89 mujeres. Del resto de cuerpos (1.262 más), no se determinó el sexo. Hasta el momento, sólo se ha identificado a una persona. Ahora está abierto el plazo para que las familias que creen tener familiares allí den ADN a la Universidad de Málaga. Más de 200 ya lo han hecho. Se prevé que se sumen otros dos centenares más. La cal viva dificultará las identificaciones.

Dos décadas de exterminio

En el cementerio, hay registrados 4.471 entierros en la fosa común. Es decir, faltan 1.631 cadáveres por exhumar. Existen hipótesis, no certificadas, que sugieren que hubo traslados a otros lugares, como el Valle de los Caídos. La Asociación contra la Memoria y el Olvido -promotora de la exhumación en la que ha participado la Junta, el Gobierno y el Ayuntamiento- pretende que se construya un panteón con todos los huesos y una placa con los 4.471 nombres

Según el informe, los cuerpos fueron enterrados entre febrero de 1937 y mayo de 1957. Se trató de un “exterminio seleccionado durante dos décadas”. La mayoría fueron disparos en el pecho. Abundan los tiros de gracia con arma corta. Hay individuos golpeados con objetos contundentes. Muchos eran arrojados de tal forma que quedaban “en posiciones extremas”. La mayoría tenía “entre 20 y 40 años”.

Los enterrados en las seis primeras fosas fueron fusilados en la primera mitad de 1937. Los del sector 7, a partir de entonces. En el Patio Civil, eran sepultados los no creyentes y los suicidas. “Solían estar maniatados con alambres”, explica el director de los trabajos, Sebastián Fernández.

Cuba no es una democracia

FRANCÍ XAVIER MUÑOZ SÁNCHEZ El País04/03/2010

El actor Willy Toledo se ha descolgado con unas declaraciones desafortunadas que, además de sorprender, han defraudado a más de uno que observaba su compromiso político con agrado. No se puede afirmar a estas alturas, como ha hecho él, que los presos políticos cubanos son terroristas. Ni se puede equiparar la disidencia política con la delincuencia.

De hecho, constatar la existencia de presos que no son delincuentes o terroristas ya nos dice a qué tipo de Estado nos referimos, uno en el que la democracia brilla por su ausencia. Y ni el más firme compromiso con la izquierda puede justificar hoy en día la complacencia con regímenes donde al pueblo no se le da la voluntad ni la palabra, por modélico que sea el país en muchos aspectos, como afirmó Willy Toledo. Quizá sin quererlo, el actor cayó en un maniqueísmo propio de otros tiempos y le pudo el verbo más que la razón, sobre todo al utilizar el mismo argumento que las dictaduras, por él seguramente denostadas, utilizan contra sus presos políticos o disidentes.

¿Qué diría Willy Toledo del progreso económico que Pinochet dejó en Chile o de la paz social que consiguió Franco en España? ¿Justificaban la ausencia de libertad? Pues lo que no vale para ellos no vale tampoco para los hermanos Castro.

¡Vive!

MARUJA TORRES El País – 04/03/2010

“Saltaron pulverizadas las cuentas de un collar de azabache que me había regalado mi madre”. Más que las imágenes de la televisión y las crónicas, impacta esta frase del e-mail que recibí, por fin, después de una semana de intentos y de devoluciones, de mi amiga chilena Marcia Scantlebury. Se encontraba en Viña del Mar, con parte de su familia, en el viejo hotel San Martín, me cuenta. “Caía todo sobre nosotros, y yo me levantaba y el terremoto, que fue eterno, me volvía a botar al suelo”.

El resto fue la pesadilla que podemos suponer, la búsqueda de los hijos, de los nietos, por los caminos de la destrucción.

Traigo aquí a Marcia porque para mí representa lo mejor de Chile: el coraje y la resistencia. Tras el golpe de Estado de Pinochet, en el 73, esta mujer pasó meses en los centros de tortura del régimen. La hirieron, no la quebraron. Reconstruyó su vida, después, sin renunciar al pasado. Declaró ante Garzón en el proceso contra el dictador.

En la actualidad dirige la Televisión Nacional de Chile. Por eso se hallaba en Viña del Mar, por el festival de la canción que no llegó a celebrarse. Es una buena periodista, Marcia. De ahí ese trallazo de los azabaches pulverizados, que con tanta elegancia habla de pérdidas irreparables. Los azabaches, como los abrazos maternos: anteriores al tiempo del secuestro de la democracia. Dice: “La tragedia y el dolor de este país no tienen nombre”. Añade que el final, para ellos, fue semifeliz, “porque todos estamos bien”, pero que el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos que recientemente inauguraron sufrió fuertes daños y que “este país, otra vez, está de rodillas”.

Arrodillado, no. Arrodillado no lo estuvo nunca. Siempre alguien se alzó para resistir. Alguien pasó la antorcha.

Chile: ¡Vive!

Barricada & La voz dormida

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=06OeNdIyG5M]

HASTA SIEMPRE, TENSI

La mujer que iba a morir se llamaba Hortensia,
Tenía ojos oscuros y nunca hablaba en voz alta,
Solo la risa llenaba su boca y una trenza recorría su espalda,
Embarazada de ocho meses y llevaba sus escritos en un cuaderno azul,
La juzgaran junto a doce mujeres el mismo número que aquellas menores,
Que fusilaron un cinco de agosto de mil novecientos treinta nueve,
Las trece rosas.
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio en el cerro con quien ella quiere,
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio con quien ella quiere.

La mujer que va a morir ya conoce su condena,
Y vuelve a escribir en su cuaderno azul,
El peor dolor es no poder compartir el vació de estas horas,
Volverá el silencio al patio volverán las presas a su labor,
Volverá la cruel angustia que guarda la noche escondida en la espera,
La despedida de sus compañeras.
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio en el cerro con quien ella quiere,
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio con quien ella quiere.

Adiós chiqueta, hasta siempre Tensi… adiós chiqueta, hasta siempre Tensi
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio en el cerro con quien ella quiere,
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio con quien ella quiere.

* * * * * * * *

La Guerra Civil, según Barricada

El grupo dedica un disco-libro a la contienda tras tres años de investigación

CARLOS MARCOS El País04/11/2009

Ver llorar a un tipo duro al que le cuelgan dos aros de su lóbulo derecho, que lleva en la cabeza un pañuelo de pirata del que surgen unas densas rastas, que exhibe un rostro erosionado por las cicatrices de la vida, que cumple casi 30 años como vocalista de una banda de rock y al que llaman El Drogas, resulta conmovedor. Enrique Villarreal, El Drogas, ha llorado mucho en los últimos tres años. Lágrimas derramadas por tremendos golpes emocionales, los que sufría cuando se reunía con los familiares y las víctimas del bando perdedor, el republicano, de la Guerra Civil española. Toda esa información se ha concretado en un disco de su grupo, Barricada, La tierra está sorda, 18 canciones basadas cada una de ellas en una conmovedora historia.

Lo que ha hecho este músico navarro de 50 años es atender a una obsesión. “Me di cuenta de que existe mucha ignorancia sobre la Guerra Civil. Empezando por mí. Así que comencé a informarme”. Todo arrancó cuando cayó en sus manos el libro de Dulce Chacón La voz dormida. “Me llamó la atención su emotividad y cómo crea a los personajes”. El sistema que utilizó lo denomina “desastre organizado”. Un libro le llevó a un documental, las imágenes a un superviviente de la contienda, más tarde a un intelectual… Así hasta sumar los 78 libros que ha leído y las entrevistas con más de 100 protagonistas.

El disco se publica acompañado por un libro donde contextualiza la canción, con datos históricos y la voz de los protagonistas. Como el guerrillero (miembro de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón) Manuel Montorio Gonzalvo Chaval, que relata: “La rabia de no poder coger a los guerrilleros la pagaban las familias detenidas, sometidas a torturas de todo género; patadas en las zonas genitales -a las mujeres las golpeaban en los pechos-…”. Basándose en esta narración, El Drogas escribe la canción Suela de alpargata (el calzado que utilizaban los guerrilleros, igual que los campesinos, para no dejar rastro): “Suela de alpargata que no se rendirá / ni por aguas heladas / ni por noches de cristal”. El músico recuerda: “Entré a su casa a las 12 de la mañana y estuvimos hablando hasta la medianoche. Tuvimos más conversaciones igual de largas. Cuando escribí la canción fui corriendo a mostrársela, pero llegué tarde: tenía cáncer de pulmón y había fallecido horas antes. Se nos están muriendo los supervivientes y es preciso que les escuchemos”.

El Drogas relata episodios de su viaje, como cuando ayudó a familiares de las víctimas a transportar huesos de sus seres queridos: “Llegaba a casa conmovido. Me acuerdo que mi hija, de 12 años, decía: ‘Oh, no, ya está otra vez el aita. Sin embargo, mi hijo de 22 años leyó el libro que va con el disco y tuvimos unas conversaciones muy interesantes”.

El armazón musical del álbum es guitarrero. Alfredo Priedrafita, 48 años, guitarrista de Barricada, explica: “Sabíamos que no podía ser un álbum tristón ni melancólico. El estilo es el de Barricada, rock and roll”. La idea se amplía estos días a los colegios: Barricada llega con sus guitarras a las clases de 2º de ESO para explicar esta parte de la historia e interpretar canciones. El Drogas desvela: “Y pensar que en el colegio yo era un desastre del copón. La Historia me aburría. Ahora, mira”.

Canción escrita por las presas de la Carcel de Ventas

(Madrid, 1940)

Cárcel de Ventas.
Hotel maravilloso.
Lleno de lujo e higiene.
A todo confort.
Donde no hay.
Ni camas ni comidas.
En los infiernos.
Se está mucho mejor.
Hay cola atroz.
En los retretes.
Vivo cemento dan por pan.
Lentejas único alimento.
Un plato al día te darán.
Lujoso baldosín.
Disfrutas por el colchón.
Al levantarme, tengo deshecho.
Un riñón.
A eso de las siete.
Tocan a diana.
Nos levantamos todas en tropel.
Vienen a darnos.
Las sopas carceleras.
No hay más remedio que comer.
Lentejas por aquí.
Judías por allá.
Y luego un bombardeo.
Que es cosa fatal.
(Generalísimo) piensa.
En las presas.
Que la justicia.
No se haga esperar.
Que la sarna empiece a hacer estragos.
Y es un mal.
(General, general).
A eso de la nueve.
Nos pasmos la lendrera.
Este es un caso difícil de explicar.
Saltan los piojos tan grandes.
Como fieras.
Que hasta en la celda.
Nos hacen patinar.
Hay (fascistonas) y (pajilleras).
Cuánto nos quieren humillar.
Pero tenemos en las venas.
Sangre (rojilla) de verdad.
Tenemos que aplastar.
A Franco el vividor.
Y el pueblo madrileño.
Será (vencedor).
Bravo Negrete.
Los presos te saludan.
Yo sé que tú.
Nos traes la libertad.
Quiero volar contigo.
Para siempre y a los rojos.
Mis hermanos abrazar.
(Generalísimo).
Que tu justicia.
No se haga esperar.
Que ya estamos.
Pagando muy caro.
El delito de ser social.

Fuente: Foro por la Memoria

Fatos Kongoli: El escritor que esperó a la democracia

Contemporáneo de Ismael Kadaré, aguardó la caída de la dictadura de Albania para retratar la cotidianidad bajo el totalitarismo

GUILLAUME FOURMONT – Público – 03/03/2010

Cada año se habla al menos una vez de la literatura de Albania. El nombre de Ismael Kadaré, último Premio Príncipe de Asturias de las Letras, siempre aparece en las quinielas del Nobel de Literatura. Luego se olvida, y Albania vuelve a ser un discreto país europeo bloqueado entre Grecia, Macedonia, Kosovo y Montenegro. Pero mientras Kadaré construyó una obra basada en mitos y leyendas de su país, otro escritor con apellido con K lleva más de 25 años, desde la caída del régimen totalitario de Enver Hoxha, escribiendo sobre la vida cotidiana bajo una dictadura. Se llama Fatos Kongoli y presenta ahora en España su última novela, La vida en una caja de cerillas (Siruela).

El protagonista es Bledi Terziu, un pobre tipo, un periodista sin ambición y en paro, que se encierra en su pequeño apartamento de Tirana la capital de Albania para beber whisky y pensar en su ex mujer, mientras mantiene relaciones sexuales con la joven camarera del bar de abajo. “El régimen totalitario oprimía a los individuos. La gente como Terziu vivía en espacios pequeños, lo que les convertía en personas moralmente débiles. Durante la dictadura, la gente vivía en cajas de cerillas, Albania era una caja de cerillas herméticamente cerrada”, explica Kongoli a este periódico en una conversación telefónica desde su apartamento de Tirana.

Fatos Kongoli nació el 12 de enero de 1944, “cuando llegaron los comunistas”, según el escritor. Fue en noviembre de ese año cuando se instaló en el poder el Partido del Trabajo, nombre que dio Hoxha (1908-1985) al Partido Comunista albanés nada más tomar las riendas del país. Fiel seguidor de Stalin, Hoxha impuso una de las dictaduras más cerradas del todo el ex Bloque Soviético. “Era un régimen incluso peor que el de Nicolae Ceaucescu en Rumanía. Era como en Corea del Norte. La mayor parte de mi vida pertenece a la dictadura”, insiste Kongoli.

Escribir para no olvidar

El escritor albanés es de una generación que fue testigo del terror y que siente ahora la obligación de contar lo que ocurrió. Sus referencias son los escritos de Primo Levi sobre el Holocausto (Si esto es un hombre), de la última Premio Nobel de Literatura Herta Müller sobre la dictadura de Ceaucescu (En tierras bajas) y de Aleksandr Solzhenitsyn sobre el estalinismo (Archipiélago Gulag). “Los escritores tienen una obligación de memoria. Yo no puedo hacer otra cosa que contar lo que pasó. Hay que olvidar para seguir adelante, dicen algunos. Pero si olvidamos la historia, estamos condenados a que se repita”, afirma el escritor, antes de matizar que sus “maestros” son Albert Camus y Fiedor Dostoievski.

La principal diferencia de Kongoli es que la palabra “comunista” está casi ausente de todos sus libros. El autor no condena en primera persona el régimen que tomó como rehén la mitad de su vida. “No quiero transmitir ningún mensaje. Los lectores son listos y saben sacar conclusiones ellos mismos. Yo prefiero quedar escondido, nunca mostrarme ante los ojos del lector. No puedo tomar posiciones políticas. Quiero ser invisible”, afirma. Bledi Terziu, el protagonista de La vida en una caja de cerillas, también es un asesino que oculta el crimen de una joven gitana, pero el lector no tiene al final del libro una conclusión clara de qué es el bien y qué es el mal. Sólo se asiste a la caída de Terziu en la locura.

Narración con dos voces

Kongoli consigue esta distancia entre el protagonista y el lector gracias a una doble narración. La primera es la voz del narrador, en tercera persona, que describe el cotidiano de Terziu en 2004. La segunda es la voz del protagonista, que quiere entender cómo terminó así, en su piso de Tirana bebiendo whisky, apelando al pasado, desde los tiempos de la dictadura hasta la transición de los años noventa. Kongoli suele utilizar esa técnica; la usó en El dragón de marfil (sin traducir en castellano), novela en la que el escritor recuerda su vida en China, donde estudió Matemáticas entre 1961 y 1964. Albania había rechazado la destalinización iniciada por Nikita Krutchev y había adoptado el maoísmo.

“Mi padre era violinista, se formó en Italia, donde se hizo comunista. Luchó en los maquis durante la Segunda Guerra Mundial. Pero tras largos años en el Partido del Trabajo, lo echaron. Mi padre entendió entonces que el arte era algo maldito, algo peligroso bajo la dictadura”, recuerda Kongoli.

El escritor albanés se expresa en francés, lengua que aprendió en el instituto. Y con modestia, no cesa de disculparse por contar su vida, su historia personal, que “no es muy interesante”, según él. Soñaba con ser escritor, aunque su padre lo obligó a estudiar Matemáticas. “No quería que yo tuviera problemas, lo obedecí y hoy le estoy muy agradecido. El marxismo no puede decir nada contra las matemáticas”, añade.

Hasta la publicación en 1992 de su primera novela aplaudida por la crítica internacional, El perdido (sin traducción al castellano), Fatos Kongoli era un perfecto desconocido. Y para muchos se convirtió en el escritor del silencio, el escritor que esperó a la democracia para explotar, para narrar lo que había visto y oído durante años. Pero al autor albanés no le gusta oír eso: “Cuando salió El perdido en Francia, a una periodista de Le Monde se le ocurrió decir que era mi primera novela y que no había escrito antes. Desde entonces todo el mundo lo dice, pero no es verdad”. “Durante la dictadura, yo leía muchísimo y escribía muy poco”, matiza.

A pesar de las advertencias de su padre, Kongoli abandonó su carrera de maestro en una escuela para dedicarse al periodismo literario: “Es verdad que mi primer gran periodo de creación fue a principios de los años noventa, aunque me publicaron unos cuantos textos antes de la caída del régimen”. Sin embargo, cuando se le pregunta por qué esperó la democracia para denunciar los excesos del totalitarismo, contesta simplemente que lo que le interesa es el “dolor humano”. “La literatura trata del espíritu humano y yo escribo sobre lo cotidiano, lo que me interesa es la gente. Mis libros hablan de la vida de la gente en un contexto preciso, como la dictadura”, insiste Kongoli.

Exilio imposible

El escritor albanés confiesa que nunca pensó en el exilio. O casi. “¿¡Exiliarme!? En Albania, ni una mosca podía entrar o salir sin que nadie la viera. El exilio era imposible. Sin embargo, reconozco que lo pensé en 1989, cuando fui por primera vez a Francia. El Muro acababa de caer y me hicieron incluso propuestas para quedarme, pero no podía. Pensé en mi familia, mis hijos. Habría sido un traidor para el régimen, pero los que lo iban a pagar de verdad eran los míos. No podía ser tan cobarde”, asegura.

La impotencia y la sumisión ante la fuerza del totalitarismo son temas recurrentes en los libros de Kongoli. El perdido narra la historia de un hombre incapaz de huir a Italia y que se resigna a quedarse en la Albania de Enver Hoxha (sustituido tras su muerte en 1985 por Ramiz Alia, quien lideró la muerte del régimen seis años más tarde). En La vida en una caja de cerillas, el protagonista reza por “quedarse para siempre en las tinieblas de la nada”, aunque en este libro el autor también retrata la Albania actual. “La democracia vio nacer problemas nuevos. La corrupción del Estado se generalizó y hay ahora muchas mafias, que gestionan incluso la vida cotidiana de la gente”, afirma Kongoli.

Sobre el papel y la responsabilidad del escritor para narrar la realidad, contar la historia, Kongoli considera que la ficción también vale. “La frase de Norman Mailer quiero contar una historia parece sencilla, aunque pensé mucho en ello. Narrar la historia en una novela puede ser peligroso porque existe el riesgo de simplificar, pero la literatura siempre habla del espíritu humano. Y no podemos escribir sin una historia. La literatura empieza donde la historia termina”, afirma el escritor.

La diferencia entre Ismael Kadaré y Fatos Kongoli es que el segundo prefiere no opinar de política, incluso cuando se trata de Kosovo y de las minorías albanesas: “Claro que me informo, pero cuando escribo, me olvido de todo. Quizá sea como mis personajes, sin ideas políticas. Yo soy una persona muy indecisa”.

Un ataque neonazi llega a la Audiencia Nacional

El tribunal debe pronunciarse sobre el acoso a una mezquita

Foto: Manifestantes ultraderechistas, brazo en alto, en Madrid. – Gabriel Pecot

JORDI SIRÉ / RAMIRO VAREA – Público – 03/03/2010

La Audiencia Nacional determinará si seis presuntos neonazis detenidos en Reus (Tarragona) en octubre del 2005 cuando iban a atentar contra la mezquita de Reus pueden ser juzgados por un delito de terrorismo. Desde el pasado mes de septiembre, la Fiscalía del alto tribunal considera que los grupos neonazis pueden ser investigados y juzgados en esta sede judicial porque, aunque no tengan carácter terrorista, sus delitos se enmarcan dentro de lo establecido en el artículo 577 del Código Penal.

Dicho artículo castiga a “los que, sin pertenecer a banda armada, organización o grupo terrorista, y con la finalidad de subvertir el orden constitucional o de alterar gravemente la paz pública, o la de contribuir a estos fines atemorizando a los habitantes de una población o a los miembros de un colectivo social, político o profesional, cometen homicidios, lesiones, detenciones ilegales, amenazas o coacciones contra las personas”, o cualquier otro delito de los cometidos habitualmente por grupos terroristas.

Ahora, cinco años después, el Juzgado de Instrucción número 2 de Reus se ha inhibido del caso a favor de los juzgado centrales de Instrucción de la Audiencia Nacional. El juez entiende que el intento de ataque a la mezquita pone de manifiesto que se trata de “un movimiento de extrema derecha violenta con clara vocación de atentar contra corrientes ideológicas antagónicas”.

Cócteles molotov

En su resolución judicial, que detalla con minuciosidad el perfil de los presuntos agresores, el magistrado sostiene que, “puestos de común acuerdo con el fin de alterar la paz pública y formando parte de un grupo organizado”, los neonazis se acercaron en dos coches al polígono Dyna de Reus, donde se encuentra el centro de culto islámico. En uno de los automóviles, la policía halló una caja con nueve cócteles molotov, una porra, una cadena y documentación skin y nazi, que abandonaron al advertir la presencia de los agentes. En el segundo vehículo, la policía se incautó de una navaja y un mosquetón, entre otras armas.

Tanto los seis detenidos como otros tres menores que los acompañaban vestían ropas y camisetas de tipología nacionalsocialista, botas con puntas de hierro y pantalones con anagramas nazis. El fiscal les atribuyó un posible delito de tenencia de sustancias incendiarias y otro de asociación ilícita. En enero, el magistrado Ismael Moreno rechazó el primer intento de la Fiscalía de la Audiencia Nacional de investigar a cinco ultras detenidos en Navarra y Zaragoza.

El arte hurga en la memoria

El Reina Sofía y la galería Off Limits combinan vídeos de artistas y recuerdos de ciudadanos para reinterpretar la historia reciente

PABLO DE LLANO El País02/03/2010

Foto: página web de Virginia Villaplana

El verbo exhumar tiene un sentido material, desenterrar un cadáver, y otro figurado, sacar a la luz algo olvidado. Se estima que en España hay más de 100.000 cuerpos de combatientes y represaliados de la Guerra Civil bajo tierra, pero no hay medida de las experiencias que cada individuo calló durante la era franquista y que sus descendientes barrieron a una esquina de la casa. Ésta es la materia prima de un ciclo que contrasta las formas oficiales de la memoria histórica con análisis alternativos y recuerdos familiares: El instante en la memoria. Narrar la historia, dirigido por la artista Virginia Villaplana (París, 1972) en el museo Reina Sofía y la galería Off Limits.

“No es un proyecto sobre la historia, sino sobre las maneras de contar la historia”, afirma Villaplana. En el plan que la artista articula entre los dos centros, caben desde reflexiones sobre la posguerra hasta análisis del tiempo de cambio democrático, unidos por un criterio común: abrir la interpretación del pasado a juicios artísticos y subjetivos, ajenos a la oficialidad.

Una de las actividades, desarrollada del lunes al viernes de la semana pasada, consistió en dialogar sobre imágenes de álbumes familiares de los años setenta. Villaplana organizó en el Reina Sofía un taller con 16 ciudadanos nacidos en esa década, y a principios de los años ochenta, para intentar buscar el trasfondo histórico y personal de los documentos.

“Arañando en aquellas imágenes hemos comprendido la época, y, en parte, reconstruido nuestra identidad”, explicó el viernes Marta Rodríguez, nacida en Galicia en 1971. En las fotos de cuando eran niños se veían iglesias de fondo, chiquillos graves en traje de comunión, familias vestidas de domingo. “Con este ejercicio se nos cayó el mito de cambio de la Transición y entendimos que nuestra infancia también fue un tiempo de continuidad con el pasado”, explicó otro participante, Curro Corrales, madrileño de 25 años, el más joven del grupo.

El resultado del taller, un mural de la memoria que mezcla los distintos álbumes familiares, estará expuesto desde mañana en la galería Off Limits. Aquí se puede ver otra de las piezas del ciclo, El instante de la memoria (2007), una investigación de Villaplana sobre una fosa común del cementerio de Valencia en la que hay cuatro familiares suyos enterrados y que el Ayuntamiento pretendió recubrir con nuevos nichos, aunque dio marcha atrás por una denuncia de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, según relata la artista.

Villaplana exhibe en la galería las fotografías que hizo del lugar, expuestas con la misma modestia y hondura poética de su abandono, y el vídeo de una emotiva entrevista a un matrimonio de guerrilleros valencianos de la posguerra.

El tercer elemento del ciclo es la serie de vídeos documentales y conferencias de artistas que se celebra en el Reina Sofía. “La intención es cuestionar la narración clásica de la Transición, que subraya el papel que representó la clase política y obvia al otro sujeto de la historia: el movimiento obrero, las asociaciones de vecinos, las feministas, los gays, las lesbianas”, describe Villaplana.

Foto: Página web de María Ruido

El Plan Rosebud (I y II), de María Ruido (Ourense, 1967), un documental premiado el año pasado por el Festival de Cine Independiente de Nueva York, analiza las “políticas de la memoria”, como dice Ruido, profundizando en la utilización turística de la historia bélica, desde los tours por las playas del desembarco de Normandía hasta la apertura al público de San Simón, un islote de la ría de Vigo que ha sido hogar de huérfanos de marineros, casa de leprosos y cárcel de perdedores de la Guerra Civil. Y hurga en la Transición: “Nuestra generación quiere ver más allá del relato oficial del paso del franquismo a la democracia y saber que ahí no está toda la verdad, que la memoria hegemónica no es la única que existe”, razona la artista.

Ruido analiza el discurso del cambio político en documentales y películas de aquella época, como se hace en el vídeo No haber olvidado nada (1997), proyectado el sábado pasado, un “desmontaje”, en palabras de sus autores, de la serie televisiva sobre la Transición de la periodista Victoria Prego. Uno de los creadores de la pieza, Marcelo Expósito (Puertollano, 1966), detalla su objetivo: “Se trata de cuestionar la muerte de Franco como la separación absoluta de la dictadura y la democracia. Prego muestra en un capítulo la muerte de Franco y en el siguiente la coronación del Rey. Pero los hechos no fueron así: Franco murió, el Rey fue coronado por las Cortes franquistas y asistió, ya como rey, al entierro del dictador”.

Foto: de la película No haber olvidado nada

Esta colaboración del Reina Sofía con la galería Off Limits lleva al terreno artístico y de las percepciones singulares el debate sobre la memoria histórica, no tanto para negar la versión política o académica como para reivindicar la reflexión personal. “Seguimos desconociendo muchos aspectos de la historia del franquismo, y creo que hay una necesidad de pensar sobre aquello desde el presente”, sostiene Villaplana. “Ha sido demasiado tiempo de silencio”.

Los hitos

Vídeos. El Reina Sofía ofrece hasta el 20 de marzo, cada sábado, un vídeo sobre la memoria histórica, que trata asuntos como la Transición (Plan Rosebud I y II, María Ruido) o el exilio a Rusia de los niños de la zona republicana (Abanico rojo, Pedro Ortuño, y La tierra de la madre, José A. Hergueta y Marcelo Expósito).

– Exposiciones. El instante de la memoria, estudio de la artista Virginia Villaplana sobre una fosa común, con fotografías del lugar, se exhibe en la galería Off Limits. La artista hace visitas guiadas hasta el 20 de marzo. Hasta esa fecha también se expone un mural de álbumes familiares de la Transición.

Entrevista. En la galería Off Limits se puede ver el vídeo de la conversación entre Villaplana y dos ex guerrilleros, Remedios Montero (Celia) y Florián García (El Grande).