Almodóvar: “Me provoca una desasosegante desconfianza en el sistema judicial”

El mundo de la cultura reacciona ante la suspensión de Garzón y habla en apoyo al juez

El País14/05/2010

El mundo de la cultura lleva en alerta varias semanas. De hecho, a este sector profesional se debe en parte la organización de las manifestaciones del pasado día 24 de abril en numerosas ciudades de España y el extranjero. Las reacciones de actores, cineastas, escritores e historiadores no se han hecho esperar.

Pedro Almodóvar, cineasta: “Como ciudadano lego en procedimientos que rigen la justicia en España, el hecho de que aparten del ejercicio de su profesión al juez Garzón, o cualquier otro juez, por pretender enjuiciar los crímenes de la dictadura franquista, me provoca una desasosegante desconfianza en nuestro sistema judicial”.

José Saramago, escritor y Premino Nobel de Literatura: “Las lágrimas del Juez Garzón hoy son mis lagrimas. Hace años, un medio día, conocí una noticia que fue una de las mayores alegría de mi vida: el procesamiento de Pinochet. Este medio día he recibido otra noticia, ésta de las más tristes y desesperanzadas: que quien se atrevió con los dictadores ha sido apartado de la magistratura por sus pares. O mejor dicho, por jueces que nunca procesaron a Pinochet ni oyeron a las víctimas del franquismo. Garzón es el ejemplo de que el campesino de Florencia no tenía razón cuando, en plena Edad Media, hizo sonar las campanas a difunto porque, decía, la justicia había muerto. Con Garzon sabíamos que las leyes y su espíritu estaban vivos porque le veíamos actuar. Con el apartamiento de Garzón las campanas, después del repique a gloria que harán los falangistas, los implicados en el caso Gürtell, los narcotraficantes, los terroristas y los nostálgicos de las dictaduras, volverán a sonar a muerto, porque la justicia y el estado de derecho no han avanzado, no han ganado en claridad y quien no avanza, retrocede. Tocarán a muerto, sí, pero millones de personas saben señalar el cadáver, que no es el de Garzón, esclarecido, respetado y querido en todo el mundo, sino de quienes, con todo tipo de argucias, no quieren una sociedad con memoria, sana, libre y valiente”.

Juan Diego Boto, actor y director: “Tratando de abofetear a Garzón se está abofeteando a las familiares de 113.000 desaparecidos, no sólo en la guerra, sino muchos de ellos en la posguerra”.

Ismael Serrano, cantante: “Me parece lamentable que a la primera persona que se va a juzgar por los crímenes del fraquismo sea el juez que se atrevió a abrir una investigación. Cbae recordar que lo que mueve tanto a Garzón como a las víctimas no es el revanchismo, sino la justicia universal. Esta decisión además distancia al poder judicial de la gente, porque se mueve por lo que parece rencillas internas”.

Andrés Trapiello, escritor: “Hace 10 años media España con la inmensa mayoría del Partido Popular a la cabeza era contraria a las exhumaciones de las víctimas de la represión franquista. Lo hizo patente con toda clase de argumentos, incluidos el escarnio, el cinismo y las bromas de mal gusto. Hoy, de grado o por interés político, ya casi nadie se manifiesta abiertamente contrario a ellas. El Estado debería haberse puesto al frente de esa política de una manera decidida, como prometió el gobierno socialista, y no lo ha hecho. El juez Garzón, según he leído, se arrogó prerrogativas jurídicas que no eran de su competencia. Quizá. Pero gracias a él y a otros como él las víctimas van dejando las cunetas y las fosas comunes. Lo de hoy es, una vez más, un nuevo golpe a las víctimas y se lo han propinado en la carrera de un juez. Recuerda este a otro proceso escandaloso en que se acusó a unos médicos de Leganés de prácticas ilegales. El tiempo les ha dado la razón y el tiempo dará toda la razón a las víctimas que sólo perseguían esa poca justicia que acabarán teniendo de pleno derecho, tarde o temprano, porque la sociedad en su mayor parte ya se la ha dado”.

Alberto San Juan, actor y dramaturgo: “Me parece que esto no es un golpe sólo para Garzón, sino para la recuperación de la memoria histórica que es, esencialmente, un camino de paz. Es muy grave este asunto ante el que los ciudadanos no nos podemos quedar callados”.

Carmen Machi, actriz: “Es una de las cosas más impactantes que he vivido en mi vida, y me deja sin palabras y con una desconfianza terrible en muchas cosas, no me lo explico, no termino de comprenderlo”.

Ignacio Martínez de Pisón, escritor: “Es una caza al juez. Hay una persecución en toda regla. Yo no creo en conspiraciones pero de repente se han dado las circunstancias para que se orienten hacia un fin común, que es acabar con una figura incómoda. Si el mismo rigor que se le aplica a él se aplicase a otros jueces, a lo mejor nos quedaríamos sin magistratura. Imagínate el juez que instruyó el caso Egunkaria”.

Jaume Sisa, cantante: “Parece una cacería de la extrema derecha para tapar el caso Gurtel, toda una operación concertada, va a ser un escándalo internacional. Aquí no se va a entender y fuera mucho menos, es una torpeza de la derecha y les va a salir el tiro por la culata”.

Aitana Sánchez- Gijón, actriz: “Es lo más grave que ha pasado en la democracia desde el intento del golpe de estado del 23-F, con la diferencia de que esto sí ha prosperado”.

Juan Eduardo Zúñiga, escritor: “Recordando a Bertolt Bretch: hoy es el juez Garzón, pero mañana puede ser cualquier ciudadano. Suspender de sus funciones a un juez con la trayectoria democrática de Garzón, hace que veamos con gran inquietud la independencia del poder judicial”

Almudena Grandes, escritora: “Una decisión como esta que desampara implacablemente a las víctimas del franquismo y produce un sentimiento de indefensión en toda la ciudadanía. Por un lado es un escándalo de dimensiones internacionales y por otro lado, un serio obstáculo para que los ciudadanos confíen en las instituciones democráticas de nuestro país”.

Paca Gabaldón, actriz: “Habría que abrir una investigación a los jueces, empezando por Varela, que han sido responsables de este acosos y derribo escandaloso contra el juez Garzón”.

Luis Pastor, cantante: “La justicia ha vuelto a enterrar a los miles y miles de ciudadanos asesinados por el fascismo y el franquismo en nuestra larga historia; sentimos que se abre un limbo sin fecha de caducidad para las víctimas que están enterradas en paradero desconocido, ya que ningún juez se atreverá a investigar después de ser suspendido el único que lo hecho”.

Luis Manuel Ruiz, escritor: “Algo bastante lamentable que se veía venir. Confío en que sea una anomalía que se corregirá con el tiempo”.

Ángel Viñas, historiador: “No conozco los tecnicismos, pero el proceso es una barbaridad dicho con todo el respeto que me merece el Tribunal Supremo, que se lo tiene que ganar y que así no se lo gana. La justicia española ha dado un ejemplo deplorable y así aparecerá mañana en toda la prensa internacional”.

Azucena Rodríguez, cineasta: “¿Quién investiga ahora los crímenes del franquismo?”.

Julián Casanova, historiador: “Se podrían haber ahorrado el proceso. Han cogido el franquismo, la investigación del franquismo y las querellas ultraderechistas y han aprovechado para meter en cascada todas las demás querellas. Creo que la única salida va a ser la presión internacional, que irá en aumento a partir de ahora. La dimensión internacional y social se la ha dado este hombre. Hay un montón de juristas que no soportarán esto. En España ha tenido como consecuencia una división y mucha bronca. Esto acabará siendo un objeto para la historiografía”.

Nieve de Medina, actriz: “La España de ayer es la de hoy y estamos en un bucle que no avanza”.

Francisco Espinosa, historiador: “Lo esperaba desde que empezaron. Se vio que era algo personal. Dilucidar si influye más su investigación de la trama Gürtel o el franquismo es complicado. La derecha concibió la investigación por el franquismo como un atentado contra sus esencias históricas. La única esperanza que tengo es que se vuelva como un bumerán contra ellos. Pienso que tanto la respuesta internacional como la de aquí, donde todos los movimientos de apoyo fueron sin control político, les sorprendió. Aunque los historiadores predecimos el pasado y no el futuro, creo que lo que están haciendo con Garzón creará un movimiento que no existía”.

Con información de Rosana Torres, Tereixa Constenla y Manme Guerra.

Zaffaroni: “Es la dictadura de los colegiados”

El juez que abolió las leyes de amnistía en Argentina critica la suspensión de Garzón.- Juristas, víctimas y defensores de los derechos humanos la califican de ataque a la democracia.- Villarejo: “Es un golpe similar al 23-F”

NATALIA JUNQUERA El País14/05/2010

Muy tristes, rabiosos, indignados. La suspensión del juez Baltasar Garzón ha causado estupor, pero no sorpresa entre juristas, familiares de víctimas del franquismo y defensores de los derechos humanos. Estas son algunas de las reacciones a lo que consideran un golpe a la democracia:

Raúl Zaffaroni, juez argentino que participó en la abolición de las leyes de Obediencia civil y Punto Final: “Si me hubiera pasado a mí, los criminales argentinos hubiesen quedado impunes”. “La suspensión introduce una enorme inseguridad para todos los jueces, al tiempo que se corporativiza el poder judicial, o sea, se establece la dictadura de los colegiados. Si todo esto le pasa a Garzón, que tiene resonancia mundial, ¿qué puede esperar el pobre juez de provincia que no coincide con la interpretación de los tribunales de alzada y a quien sólo conocen sus vecinos?”. “Si esto me hubiera pasado a mí, nada se hubiese investigado en Argentina y los criminales se hubiesen quedado impunes. No obstante esto resulta aún más extraño en España, porque allí no creo que se pueda penar a nadie, o sea, que los crímenes del franquismo sólo pueden investigarse en función del derecho a la verdad que le asiste a los deudos. La conflictividad es mucho menos que cuando los criminales están vivos y en el territorio. Ni siquiera se trata del caso de Turquía porque si bien allí también los genocidos están todos muertos, se genera un problema histórico, pues algunos de ellos son tenidos por héroes nacionales indiscutidos en el imaginario público. Realmente, no entiendo muy bien las motivaciones que llevan a España a empañar su proceso democrático”.

José Antonio Martín Pallín, juez del Tribunal Supremo: “Un espectáculo internacional bochornoso”. “Estoy muy triste y muy preocupado por el crédito democrático de España en el mundo. La suspensión de Garzón es la crónica de una ignominia anunciada. El juicio oral a Garzón va a ser un espectáculo internacional bochornoso. Lo más clamoroso de este proceso ha sido el absoluto desprecio a los dictámenes del Ministerio Fiscal y el cerrarse de una forma tan irracional al derecho internacional que rige en España”.

Carlos Jiménez Villarejo, ex fiscal Anticorrupción: “Un golpe similar al 23-F”. “Es un día de amargura. Hoy estoy muy triste por Baltasar y por nuestra democracia, que está sufriendo los mayores golpes desde que se instauró. Este es un golpe similar al del 23-F. 35 años después de la muerte del dictador, la extrema derecha ha conquistado una victoria que ha sido posible por un Tribunal Supremo sensible a esa persecución y un Consejo General del Poder Judicial cómplice”.

Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica: “Ha vuelto la inquisición”. “No doy crédito al cinismo del Consejo General del Poder Judicial y de Carlos Dívar que por la mañana dijo que no quería tomar la decisión injusta que luego se tomó. No me lo creo todavía. La inquisición ha vuelto y estamos rabiosos, indignados. Que se mueran los verdugos con privilegios y las víctimas abandonadas es algo aberrante”.

Reed Brody, consejero Jurídico de Human Rights Watch: “La justicia se ha convertido en la víctima de España”. “La suspensión del juez Garzón será lamentada por activistas de derechos humanos en todo el mundo. El juez Garzón ha luchado por hacer justicia para las víctimas de graves atrocidades cometidas en el extranjero y ahora está siendo castigado por intentar hacer lo mismo en su propio país. Gracias a Garzón, España se convirtió en un símbolo de justicia para las víctimas de todo el mundo. Ahora la justicia misma se ha convertido en la víctima en España. Los verdaderos crímenes aquí son las desapariciones forzadas y los asesinatos, no el intento del Juez Garzón de investigarlos”.

Un juez ante la historia

JOSÉ ANTONIO MARTÍN PALLÍN El País – 14/05/2010

Algunas veces, la Historia entra en los Tribunales. Los crímenes del nazismo y del fascismo se sentaron en el banquillo de los acusados. La Asamblea General de Naciones Unidas, el Consejo de Europa y el Parlamento Europeo han condenado el golpe militar que dio lugar a la guerra civil española y la instauración duradera de un régimen que, según declaran, tuvo el apoyo de la Alemania nazi y la Italia fascista.

La victoria de los rebeldes dio paso a doscientos mil Consejos de Guerra sumarísimos, con más de cien mil sentencias de muerte. Los vencedores exterminaron extrajudicialmente a gran número de vencidos. Algunos consiguieron encontrar asilo y muchos otros vivieron un exilio interior, despojados de sus bienes y expulsados de sus cargos. Nunca pudieron reclamar sus derechos ante los tribunales.

Muerto el Dictador, una Ley de Amnistía (1977) ponía fin a la responsabilidad de los vencedores por hechos que toda la comunidad jurídica internacional calificaba como crímenes contra la humanidad. Los que pretendieron la revisión y anulación de los consejos de guerra fracasaron porque, como dijo la Sala Militar del Tribunal Supremo, se ajustaban al “ordenamiento legal vigente en aquella época”.

La Ley de Amnistía (1977) y la llamada Ley de la Memoria Histórica (2007), verdadera Ley de Punto Final se esgrime como barrera infranqueable para restaurar los principios de justicia y reparación que propugna el propio legislador.

Los legisladores de la Ley de la Memoria Histórica abandonan la idea de la nulidad de los juicios franquistas, si bien conceden que sus tribunales eran ilegítimos, contrarios a derecho y vulneraban las más elementales exigencias del derecho a un juicio justo. El Comité de Derechos Humanos de Ginebra encargado de velar porque España cumpla el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos nos recuerda la obligación de derogar la Ley de Amnistía y declarar la imprescriptibilidad de los crímenes contra la humanidad.

Con estos precedentes, un juez español, Baltasar Garzón, universalmente conocido por el caso Pinochet, estima que existe una base jurídica para realizar la revisión jurídica de una historia criminal. Abre una causa en la que incluye ejecuciones extrajudiciales y desaparición forzada como crímenes contra la humanidad y el secuestro y entrega a los vencedores de treinta mil niños arrebatados a sus madres y familias. A la vista de la reacción del Tribunal Supremo, el Juez Baltasar Garzón podría clamar como el príncipe Segismundo: ¿Qué delito cometí contra vosotros juzgando?

José Antonio Martín Pallín es magistrado emérito Tribunal Supremo. Comisionado de la Comisión Internacional de Juristas.

Reconciliación

CARLOS GARCÍA-ALIX El País14/05/2010

Recientemente, en un viaje a Berlín me detuve ante las puertas del Reichstag y contemplé la estela que recuerda los nombres de los diputados de este Parlamento asesinados por el nazismo. Pensé en España, en nuestro Parlamento, en la inexistencia de algo similar y tan de justicia.

A mi vuelta decidí hacerme con la lista completa de nuestros parlamentarios asesinados en la Guerra Civil en todo el territorio español. Son, si la memoria no me falla, 44 y los hay de todos los partidos, a izquierda y derecha: PSOE, CEDA, IR (Izquierda Republicana), UR (Unión Republicana), PCE, ERC (Esquerra Republicana de Cataluña), PNE (Partido Nacionalista Español) y Partido Radical. La lista tiene el triste honor de ser inaugurada por José Calvo Sotelo.

Que a día de hoy nuestros parlamentarios, al menos yo no he tenido noticia, no hayan grabado estos nombres a las puertas del Congreso de los Diputados en una estela que les recuerde da qué pensar sobre nuestra voluntad de reconciliación. Además, creo que sus nombres deberían ser leídos y honrados por el pleno de la Cámara.

En la Guerra Civil de Cartier-Bresson

Un investigador español halla en Nueva York la película que el fotógrafo filmó sobre la Brigada Lincoln en Quinto de Ebro – El material se creía perdido desde 1938

JESÚS RUIZ MANTILLA El País14/05/2010

Cartier-Bresson, con los brigadistas

Cartier-Bresson, con los brigadistas-

Los héroes de la Brigada Lincoln no llevaban uniforme. Tampoco iban rapados al cero y muchos, en vez de casco, usaban gorros de lana para rascarse el frío a la orilla del Ebro. Los voluntarios de la Brigada Lincoln eran idealistas y parranderos. Fumaban, reían, cantaban y para ellos carecía de importancia el miedo. Peor era dejar pasar a los fascistas.

Venían de Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña. Muchos fueron parte importante de los 2.800 americanos de las Brigadas Internacionales y participaban en varios batallones. Los que caían en el frente eran sustituidos en la formación por españoles del ejército republicano. Su contribución a la guerra, entre 1937 y 1938, fue filmada por el fotógrafo Henri Cartier-Bresson en un documental que se daba por perdido. Juan Salas, investigador de la Universidad de Nueva York, lo ha encontrado tras una búsqueda de años. Se titula Con la Brigada Lincoln en España y el 27 de mayo verá la luz en la Filmoteca Española.

No fue el único trabajo que Cartier-Bresson hizo sobre la Guerra Civil. En total, filmó tres documentales: Victoria de la vida y España vivirá son los otros dos. Se proyectarán también en la Filmoteca. El cine fue un amante esquivo para aquel rey de la fotografía que fundó, tras la Segunda Guerra Mundial, la agencia Magnum. “Al principio le fascinaba, pero después se decepcionó por la lentitud del proceso”, comenta Salas.

Del poder inmediato de una foto a la labor de meses requerida por un documental podía mediar un tiempo precioso para remover conciencias. Cartier-Bresson quiso aprender cine fascinado por Buñuel. “Incluso intentó ser ayudante de dirección suyo”. Pero don Luis le rechazó. Algo que no hizo después Jean Renoir, para quien trabajó de asistente en Una salida al campo y La vie est a nous. Aun así, en sus documentales españoles se aprecia la huella de Las Hurdes, por ejemplo. “Buñuel fue una influencia evidente. Ésa y la de otros artistas de la revista Documents o directamente del cine soviético”.

Motivado con esa nueva arma de la comunicación, Cartier-Bresson quiso arrimar el hombro. Estudiaba cine documental en Nueva York con Paul Strand, uno de los artistas de izquierdas más activos en al apoyo a la República Española en la ciudad. “Rápidamente le dijo que contactara con Herbert Kline en París y que escribieran un guión”.

Lo hicieron juntos y se presentaron al lado de Jacques Lemare en el frente del Ebro. Con sus cámaras Eyemo (70 A) de 35 milímetros. “La idea era filmar el día a día de los voluntarios, mostrar la diversidad de procedencias, los atuendos. Como una fuerte motivación política podía suplir la disciplina de un ejército regular y ser efectivos”. La película muestra cómo vivían, qué comían, cómo se bañaban y la distinta suerte que corrían en el frente.

Todo eso y más en 18 minutos. Pero también incluye imágenes de ciudadanos leyendo en la calle. “Ensalzaban los logros de la política educativa de la República”. Aunque el grueso se centra en el día normal de un batallón. Con sus glorias y sus miserias. Su indestructible mentalidad y su incierta suerte. Hay escenas de camaradería y sacrificio. Imágenes que captan el jolgorio, el frío pelón, la sopa aguada, el pan gomoso y un aire anárquico en la organización y las arengas con que trataba de insuflar ánimos Robert Merriman, profesor de Económicas de la Universidad de California, que fue comandante de la Lincoln. También hay sangre. La lucha, las bombas y los hospitales de Villa Paz, en Saelices, y Benicàssim. “Se filmó para recaudar fondos que ayudaran a repatriar los heridos a EE UU”.

Llegaron tarde, pero se estrenó. “Fue el 21 de mayo de 1938 en el cine Cameo de la calle 42”. Después, la película desapareció. Hasta Pierre Assouline, biógrafo de Cartier-Bresson, la dio por destruida en el libro que le dedica a la vida del fotógrafo. Eso no evitó que a Juan Salas le picara la curiosidad.

Descubrió el material en las oficinas que todavía tiene la Brigada en Nueva York. Cotejó con unas fotos que Harry Randall, sargento del batallón, había hecho el día que los tres documentalistas llegaron a Quinto de Ebro y resolvió el enigma. “Las fotos de los cineastas cámara en mano hechas por los voluntarios muestran a estos filmando escenas que aparecen en el documental. Fue lo que me permitió probar que es la película de Cartier-Bresson”.

Entre los fotogramas de Con la Brigada Lincoln en España hay otra curiosidad: planos de Robert Capa que Juan Salas ha descubierto por otra parte. La culpa es de un campesino y su horca de madera. Habían encargado a este profesor madrileño de la NYU un artículo sobre algún aspecto de la famosa maleta del fotógrafo. “El campesino de una de las imágenes aparecía en la película”. Con el mismo gesto, la misma herramienta, el mismo traje. Las fotos de ese día y las imágenes son las mismas. Como era amigo de Cartier-Bresson le debió ceder su material para la película”.

Fue un trabajo de concienciación, de lucha, de compromiso. No se preocupaban de la autoría. Todo valía. “Aunque sí hay una voluntad de estilo, también una narrativa coherente y una estructura clara. Era un arma política”. Hay travellings inversos y curiosos primeros planos. Más tratándose de un fotógrafo que resaltaba las tomas medias. En ellas se aprecia vida, sonrisas y barbas cerradas. También muerte y heridas. Luces y sombras de una memoria que no se debe extinguir.

Desalojados del CGPJ varios defensores de la Memoria Histórica

Se habían concentrado en apoyo al juez Baltasar Garzón

Público – 14/05/2010

Agentes de la Policía Nacional desalojan a varios familiares de  víctimas del franquismo.

Agentes de la Policía Nacional desalojan a varios familiares de víctimas del franquismo.EFE

Una decena de miembros de asociaciones en favor de la Recuperación de la Memoria Histórica fueron desalojados esta mañana de las escaleras del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) donde se habían concentrado en apoyo al juez Baltasar Garzón, coincidiendo con el Pleno extraordinario que estudia si procede su suspensión por investigar las desapariciones del franquismo.

Ante el órgano de gobierno de los jueces, los manifestantes lucían caretas con el rostro de Garzón mientras portaban pancartas en las que podía leerse ‘Tapan el Gürtel, echando a Garzón’, ‘Varela, avergüénzate’, y ‘España al revés: corruptos y fascistas hacen juzgar al juez’.

Pasadas las 11.30 horas, los simpatizantes comenzaron a corear consignas como ‘Que se juzguen los crímenes franquistas’ o ‘Vosotros franquistas, sois los terroristas’. En ese momento, los policías que cumplen las funciones de seguridad en el CGPJ desalojaron a la decena de personas congregadas ante las escaleras del organismo.

A esa hora, el Consejo comenzaba a debatir si procede o no suspender al juez de la Audiencia Nacional tras haberse abierto juicio oral contra él en el Tribunal Supremo por una presunta prevaricación que podría haber cometido al investigar las desaparicones del franquismo.

“El arte es el contrapeso de la barbarie”

Diálogo con la colombiana ganadora del Premio Velázquez de las Artes

8 Mayo 2010 – ElEspectador.com – Nelson Fredy Padilla

Doris salcedo y su equipo de trabajo

Doris Salcedo  y expertos del equipo con el que trabaja en una instalación sobre desaparición forzada. Foto: David Campuzano

[…] ¿Qué significa el Premio Velázquez para su obra?

Es una obra que ha estado basada absolutamente en el mismo tema: la experiencia de las víctimas de la violencia, invisibles, sin nombres, desaparecidas. Una obra hecha con materiales muy humildes. Es muy gratificante que sea reconocida.

El jurado resalta ese compromiso social. ¿Por qué tanta fuerza política en su arte?

A mí sí me interesa lo político. Yo soy un ser político. Las víctimas con las que trabajo son de violencia política. Soy colombiana, trabajo para abrir espacios para el pensamiento y para lo poético desde acá, que se supone es el lugar propio de la barbarie.

¿Poética de la barbarie?

Quiere decir que estamos contando la historia de los vencidos. La historia siempre la cuentan los triunfadores y aquí tenemos una perspectiva invertida: no tenemos ni arcos del triunfo, ni columnas de Nelson, ni obeliscos, tenemos ruinas de la guerra y de nuestra historia. Eso nos lleva a trabajar una obra que articule la historia de los derrotados, porque también somos capaces de pensar y de narrar nuestra historia.

Se cree que usted vive más afuera que aquí. ¿Podría trabajar desde otro país?

No. Toda mi obra de los últimos 25 años la he hecho aquí en Colombia. Necesito narrar desde aquí, no es igual desde cualquier parte, esta es la perspectiva que me interesa.

¿Cómo dirige la mirada a través de las fracturas sociales?

Es imposible señalar todos los eventos violentos que ocurren en Colombia. La mirada es selectiva. Trato de tomar ciertos elementos que creo son los que tienen la capacidad de narrar lo que nos está ocurriendo. No sólo en blanco y negro, porque esta no es sólo la sociedad del horror, hay otras cosas, movimientos muy saludables, mucha gente trabajando y pensando. En nuestro caso, el horror en la obra muestra la capacidad de pensamiento que tenemos. El arte le hace contrapeso a la barbarie y a una realidad muy compleja.

Pero, esa selectividad genera polémica, otra razón por la que le otorgaron el premio.

Me parece el piropazo. Es horrible el autoritarismo y el unanimismo, la homogeneidad me parece espantosa. Yo no necesito 80 por ciento de popularidad durante ocho años, eso me aterra, es malsano, enfermizo, es fanatismo. En cambio es maravilloso cuando las cosas se discuten. Hay gente se relaciona con mi obra y otra no. Hay un espacio de libertad. En el arte no necesitamos imponer nada. Debemos generar espacios donde la gente pueda dudar, pueda pensar, pueda estar en desacuerdo. La obra insinúa. Cuando eso no esté creo que será hora de retirarme.

Por ejemplo, la grieta  en la Tate Modern de Londres fue un mensaje muy fuerte sobre el tercer y el primer mundo.

En un centro de arte muy importante de Europa hay una grieta que cuenta nuestra historia y el espacio que ocupamos dentro de lo que ellos consideran lo más refinado en cultura y lo que yo considero nuestra condición como seres humanos.

¿Y la cicatriz quedó allí?

Sí porque somos eso, somos la cicatriz, ese dolor. Representamos muchas cosas, esa modernidad que ellos construyen sobre muchas vidas y sobre el saqueo. Somos parte integral de la modernidad pero la parte negativa, no reconocida. La cicatriz siempre estuvo pero yo la evidencio y es imborrable.

¿Físicamente sigue en el piso?

Sí. Construimos el espacio negativo que ocupamos los seres del tercer mundo, logramos además que la cicatriz de esa grieta permanezca en ese espacio y ellos lo sabían y lo aceptaron.

¿Qué sensación le causa que con el premio la pongan al lado de grandes del arte contemporáneo como Gaya, Tápies, Soriano, Meireles, Muntadas?

Es maravilloso. Por la obra de Muntadas, de Cildo Meireles, siento un enorme respeto. Es importante que haya artistas latinoamericanos abriendo esos espacios en condiciones de igualdad. Hemos sido educados bajo el canon de occidente y sin embargo no somos reconocidos como parte de él sino como el apéndice no deseado.

¿Quiere cerrar ese abismo que representó en Shiboleth?

Eso no se va a cerrar (ríe). Más que cerrar el abismo es estar en el mismo lugar.

¿Cómo subvertir formalismos sin caer en intelectualismos?

Ummmm. Yo no sé. Creo que cuando hay una combinación: primero, partir de una experiencia vital que sea válida para todos, para el primer mundo como para nosotros; segundo, articular el pensamiento de muchos filósofos, poetas y escritores; tercero, construir una imagen capaz de concretar los dos primeros aspectos. Mi obra es una colaboración, un terreno en el cual está la experiencia de la víctima, el pensamiento, la ayuda de mi equipo y mis ideas.

¿Cuáles son sus puntos de referencia en filosofía y poesía?

Tengo una influencia muy fuerte de pensadores judíos, Walter Benjamín, Emmanuel Lévinas, son faros que guían mi trabajo. En este momento estudio muchísimo a Jacques Ranciére. En poesía a Paul Celan  con  fervor.

¿Y Duchamp, el ready-made?

En cuanto a lo objetual sí viene esa línea, más que como referencia como punto de partida elegido. Pero hay otras influencias como Goya, Cezane, igualmente importantes.

Y ahora Velázquez y su luz.

(Ríe a carcajadas) Sí, aunque en la escultura la luz tiene otro régimen. Sigo más la obsesión y el rigor de Cezane, que lo forma a uno muchísimo o la mirada política de Goya, que es esencial. La arquitectura contemporánea es un campo abierto que se nutre de todo: cine, teatro, culturas antiguas, ingeniería.

Sus obras son de gran dimensión, viajan en avión y barco. Esto parece una industria. ¿Quiénes integran su equipo?

Hay un equipo básico de siete personas que jamás varía, arquitectos y técnicos. Se amplía de acuerdo a cada proyecto. En este momento somos 35, todos colombianos con experiencia en obras artísticas. Afuera tengo un asesor cubano. Aquí me ayudan con todo lo que es estructural y desarrollo de ciertas técnicas, porque yo tengo unas ideas que son un flash, pero eso tiene que materializarse y durar.

Son capaces de intervenir la estructura de un edificio como el de la Tate Modern.

Sí, fue complejo y son increíblemente creativos. Los arquitectos llegaron a una síntesis maravillosa donde la grieta  era el refuerzo estructural que se le hizo al edificio lo que implicó año y medio de trabajo en Colombia y dos meses instalando en Londres con 50 personas.

Por eso también ya la incluyen en el grupo de “las grandes damas del arte”  como Mona Hatoum y Marina Abramovic.

Con Mona somos amigas del alma desde hace mucho tiempo, es una artista a la que admiro mucho, pero lo importante no es lo que la gente diga afuera sino mantenerse fiel aquí a la experiencia de las víctimas. Mantener ese sentido de responsabilidad social.

¿Por qué los candidatos presidenciales no hablan de la memoria colectiva?

Para eso está el arte. Ahora la memoria es sumamente incómoda, por eso se hace lo que sea para aniquilar al juez Garzón, para mantenerla reprimida, que esas fosas comunes de Valencia no digan nada, no cuenten la historia de las víctimas. Entonces el Holocausto va a ser negado, los serbios hicieron un esfuerzo enorme por evitar la reconstrucción de los cuerpos de la masacre de Srebrenica. En Colombia es muy difícil encontrar una fosa, están los hornos crematorios de Mancuso, los cuerpos mutilados en los ríos, los falsos positivos. Es casi imposible rehacer esa memoria y a los artistas nos corresponde hacer. Desafortunadamente no existe la palabra en español que lo resume en inglés que es memorial. Mi función es esa, construir esos memorials. Aquí no estamos cantando a héroes, a triunfos, todo lo contario, simplemente estamos recordando a nuestros muertos.

¿Cuál fue el momento de su vida en que supo que la violencia debía estar ligada a su obra?

No hubo un momento, estuvo siempre ahí. Desde que empecé a dibujar dibujaba eso.

¿El arte influencia la política?

La teoría de filósofos como Ranciére es que sí, pero a través de siglos. Creo que el arte es capaz de señalarle a la sociedad caminos hacia dónde mirar, no imponerlos sino mostrar opciones. Es un trabajo de generaciones, eso no ocurre en una vida

¿Su metodología de acercamiento a esos fenómenos sociales es directa?

Cuando se puede sí. Hablando con las personas, visitándolas, conociendo sus espacios y todo lo que pueda de esas vidas. Siempre hay un trabajo de investigación muy serio, de detective.

¿Lo que ve y piensa primero toma forma escrita?

Sí, escribo y leo mucho antes de llegar a construir la imagen como tal. Trato de ser fiel a esos testimonios. Si yo veo algo en términos materiales, eso pasará a la obra tal cual. Si me han dicho ciertas palabras, esas palabras definirán la forma de la obra.

¿Esa poética podría transformarla en literatura?

No. Es muy pobre. El lenguaje mío es la escultura. Además, yo soy como hecha en verso (ríe). La poesía me conecta con las imágenes y la materialidad, tiene una cierta concreción muy importante para mí.

¿Una meta por cumplir?

En un país donde hay tantas víctimas hay una cantidad de eventos a los que no he logrado dirigirme y eso es muy triste. Tengo mucho que hacer. Estoy yendo por ahí pero no he llegado.

¿Por qué es tan importante para usted eludir la fama y los cocteles?

El artista debe criticar una sociedad y para ser capaz de hacerlo es esencial la distancia, no estar en todos los cocteles. Además, el arte es solitario, requiere reflexión, silencio. Todo lo que distraiga no debe estar en la vida del artista y así lo vivo yo.

[…] ¿En que proyectos trabaja?

Estoy en uno que toma como punto de partida la desaparición forzada, pero que se desarrolla hasta llegar a marcar la fosa común como el objeto que tiene la capacidad para contar la historia de Colombia de los últimos 30 años.

¿Dónde lo expondrá?

Empieza en 2011 en Medellín en el Museo de Arte Moderno y luego va a México, Suecia, Lisboa, Londres y cierra en 2013 en la pinacoteca de São Paulo.

¿Pondrá a pensar a la gente sobre este país de entierros y exhumaciones?

Es peor, si ya tuviéramos el entierro estaríamos muy bien. Es el país de la muerte no enterrada, de la tumba no marcada, si ya hubiéramos llegado al ritual funerario sería un avance.

¿Cómo capta esa realidad, la procesa y la transforma en obra de arte?

No soy capaz de describirlo, ocurre a unos niveles que no son necesariamente racionales. Recojo todo tipo de información y eso pasa a través de mí.

A eso le suma disciplina.

Estoy aquí todos los días.

¿Cómo contagia al equipo con la misma obsesión?

Ellos tienen su propia inquietud política. Participan en los proyectos como si fueran propios, lo cual no tengo manera de agradecerlo.

Contra la desmemoria, repensemos los relatos audiovisuales sobre la historia reciente de España

En el ciclo Narrar la historia se descubre la presencia de una serie de propuestas y de creadores que, al margen de la tendencia general a obviar el pasado durante la década de los noventa, se preocuparon por canalizar un sentimiento que se encontraba abandonado pero muy presente en un sector de la sociedad española.

Uno de los peligros a los que se enfrenta cualquier acercamiento al pasado histórico es la tendencia a perpetuar aquellas perspectivas, juicios e imaginarios que han constituido el centro del discurso mayoritario en torno a determinada época o acontecimiento y a eludir aquellas otras que, por diversos motivos, han permanecido al margen desde sus inicios. Siendo conscientes de este riesgo, determinadas iniciativas provenientes del ámbito cultural y académico se han acercado a algunos momentos de la historia intentando dejar de lado las desatenciones y los maniqueísmos que han regido los discursos predominantes sobre sucesos concretos. Así ocurrió, por ejemplo, con la revisión llevada a cabo el pasado 2008 de las revueltas de mayo del 68 con motivo de su 50 aniversario: frente a ese “escenario generalmente reducido a los iconos de las barricadas, pintadas y manifestaciones estudiantiles”(1) que pobló la mayor parte de los discursos conmemorativos del mayo del 68 francés, los comisarios de una muestra organizada en el Instituto Francés de Barcelona que se podía disfrutar durante el mes de mayo apostaron por el cine declaradamente militante y realizado in situ para aportar una mirada más directa y rigurosa a dicho acontecimiento histórico.

Una motivación similar se aprecia en el ciclo de vídeo y conferencias que la artista Virginia Villaplana programó para el MNCARS (2), que tuvo lugar entre el 22 de febrero y el 26 de marzo, y que podemos interpretar como una respuesta tardía pero, desde luego, muy útil aún al tono exultante de las distintas efemérides celebradas en los últimos cinco años para conmemorar la consecución de la democracia en España. Dicho ciclo, que formaba parte de un proyecto más amplio (en el que se incluía una instalación en la galería Off Limits, un taller, la presentación de una novela y hasta una visita guiada a las fosas de la ciudad de Valencia), se planteó como un espacio de reflexión en torno a uno de los periodos de la historia de España que más relatos míticos ha provocado hasta el momento: la Transición democrática. Su intención fue “centrar la atención sobre las formas de olvido, trauma y narración tomando como caso de estudio la memoria familiar, las formas de resistencia en el relato oral y el documentalismo como práctica artística” (3).

Reproduciendo en parte ese impulso que durante los años setenta llevó a determinados realizadores a ofrecer una visión distinta y, en ocasiones, contrapuesta a la oficial, algunos creadores se han lanzado en los últimos quince años a concebir una serie de relatos audiovisuales que hacen hincapié en las ambigüedades de una memoria que, desde mediados de los años ochenta, se ha visto claramente infravalorada o simplificada. Dichos relatos (algunos de los cuales fueron incluidos en la muestra) se sitúan en las antípodas del modelo que, representado por la serie televisiva La Transición, dirigida por Victoria Prego en 1995, se ha impuesto como predominante en los medios. Si en dicha serie el éxito de la democratización de España se explicaba desde los cambios impulsados por la clase política del momento, en aquéllos se valora como indispensable la disposición renovadora y hasta radical del ciudadano de a pie; si en el primero se optaba por una locución explicativa que aportaba todas las claves necesarias para conocer, de una manera clara y precisa, quiénes fueron los impulsores de ese cambio político y cómo se llevó a cabo, en estas nuevas aportaciones se buscan aquellas zonas de sombra e ideas que contradicen la existencia de una única mirada sobre el hecho histórico, recurriendo principalmente, tal y como deducimos del ciclo que nos ocupa, a la entrevista y a la evocación poética.

Piezas como Abanico Rojo (Pedro Ortuño, 1997) y La tierra de la madre (José Antonio Hergueta y Marcelo Expósito, 1993-94), donde la entrevista es un dispositivo imprescindible, se plantean desplazar los relatos absolutos y cerrados con la inclusión de testimonios diversos -y a veces contrapuestos entre sí- de los “niños de la guerra”; así como con la apertura de varios puntos de fuga que, si bien inciden negativamente en la línea discursiva (en ocasiones da la sensación de que estamos visionando varias películas en una), logran trasladar al espectador la sensación de complejidad que les falta a otros discursos audiovisuales más definidos y acabados. Por su parte, No haber olvidado nada (Marcelo Expósito, Arturo Fito Rodríguez y Gabriel Villota, 1996-97) y Plan Rosebud 1 (La escena del crimen)  y 2 (Convocando a los fantasmas), de María Ruido (2008), denuncian la desmemoria que ha estado presente en los medios de comunicación desde los años posteriores a la Transición y que ha acompañado a los discursos institucionales hasta ahora. Cercanos a una de las tendencias más consolidadas del documental (la que mezcla entrevista con el uso de imágenes de archivo), todos estos trabajos reivindican la importancia del relato particular frente al relato impersonal que suelen presentar los medios para componer un fresco irregular en su forma pero rico en su contenido.

Explotando el poder evocador de las imágenes y de la voz, propuestas como Mortaja (Antonio Perumanes, 1995), Contando con los dedos de una mano (Josu Rekalde, 1996) y Más Muertas Vivas que Nunca (Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto, 2002) realizan operaciones más sutiles que entrañan una reflexión sobre el tiempo histórico y el tipo de acceso que se tiene a él. Mortaja se interna en la memoria fragmentaria y plena de detalles de una mujer perteneciente a la generación que vivió la posguerra y que, desde la muerte, lanza sus recuerdos al silencio de un presente desconectado del pasado. Contando con los dedos de una mano hace reflexivo el hecho de narrar una historia mediante el recurso de reducir la puesta en escena a la mínima expresión: los diez dedos de sus manos le sirven al autor para ilustrar de manera metafórica lo que su voz va contando, una historia en la que se remite al pasado reciente (la dictadura y la democracia) y que denuncia la “tiranía de la imagen (y) de las palabras” a la hora de construir relatos sobre el tiempo. Por último, Más Muertas Vivas que Nunca emplea una puesta en escena donde se reproduce a modo de tableau vivant el cuadro La coiffure (El peinado) de 1896 de Degas, acompañada de una lectura en tono subjetivo que remite de manera poética a la experiencia de las mujeres víctimas de la matanza en la Plaza de Toros de Badajoz en agosto de 1936; el film cuestiona los imaginarios femeninos a la vez que fomenta una reflexión sobre los relatos traumáticos, que suelen acabar convirtiéndose en monumentos, esos lugares donde, según explican los autores, “las víctimas nunca tienen la palabra” (4) . Las tres piezas renuncian a utilizar las formas habituales de representación audiovisual para proponer otro tipo de relación con el pasado; una relación que parte de la conciencia de la dificultad que ésta entraña y que ve en diversas estrategias de extrañamiento la manera de plantear un ejercicio de reflexión en torno a las formas de narrar los hechos del pasado.

En este recorrido se descubre la presencia de una serie de propuestas y de creadores que, al margen de la tendencia general a obviar el pasado durante la década de los noventa, se preocuparon por canalizar un sentimiento que se encontraba abandonado pero muy presente en un sector de la sociedad española. Un sentimiento que, como evidencian esas otras piezas incluidas en el ciclo y de factura más reciente, ha permanecido y quizá hasta cobrado fuerza durante los últimos diez años, cuando éste ha adquirido una visibilidad inusitada en forma, por ejemplo, de relatos audiovisuales que, de manera más o menos interesante, han abordado la memoria y la historia reciente del país (5).

Narrar la historia es una muestra pertinente en cuanto que plantea la necesidad de compilar y mostrar aquellos trabajos que, en parte por su marginalidad, en parte por su novedad, son capaces de cuestionar y hasta enmendar algunas de las fallas en las que han podido incurrir los relatos en torno a la historia reciente de España que han abundado en los medios hasta la actualidad. Un planteamiento que resulta relevante por lo que conlleva de reflexión sobre “la función política de las imágenes, su relación con la historia, y la producción de desmemoria histórica como proceso social y contemporáneo” (6). Cuestiones todas ellas que se han revelado como imprescindibles a la hora de entender la realidad política, social y cultural de nuestro país durante las últimas décadas.

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(1)“Presentación”, David Cortés y Amador Fernández-Savater (eds.), Con y contra el cine. En torno a Mayo del 68, Sevilla / Madrid / Barcelona, Unia Arte y Pensamiento / Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales / Fundació Antoni Tàpies, 2008, pág. 11.

(2) Motivación que parece justificar la presencia de la única propuesta incluida en el ciclo que no corresponde a las dos últimas décadas: Ocaña. Exposición en la galería Mec-Mec (Video-NOU, 1977), un documento que “muestra un fragmento de la vida contracultural de la Barcelona de la transición democrática” y que aporta la memoria personal del transgresor artista. Ésta puede ser interpretada como el lugar desde el que desea partir el ciclo: el de aquellos relatos situados en los márgenes del discurso histórico que surgieron directamente del encuentro con “la calle” durante los años setenta y principios de los ochenta.

(3) Cuadernillo que complementa el proyecto, MNCARS, 2010.

(4) Ver nota anterior.

(5) Podemos mencionar, entre otros, Los niños de Rusia (Jaime Camino, 2001), La guerrilla de la memoria (Javier Corcuera, 2002), Así en la tierra como en el cielo (Isadora Guardia, cortometraje, 2002), Entre el dictador y yo (VV. AA., 2005), El tren de la memoria (Marta Arribas y Ana García, 2005), Bucarest, la memoria perdida (Albert Solé, 2008) y Nadar (Carla Subirana, 2008). Una aproximación a las estrategias de rememoración empleadas en estos trabajos podrá encontrarse en el texto “Hacer visible el trauma: la invocación de la memoria en la producción documental desde los años setenta en España”, que aparecerá publicado próximamente en el n.º 31 de Secuencias. Revista de Historia del cine, monográfico dedicado a las relaciones entre el cine y la memoria (traumática).
(6) Ver nota 3.

Lo urgente

ELVIRA LINDO El País – 12/05/2010

Son cosas tan repetidas… Si el PCE empezó a usar la expresión “reconciliación nacional” en 1956, si en nuestro primer Parlamento democrático individuos de los dos bandos fueron capaces de sentarse codo con codo, ¿a qué viene ahora esta ira delegada? La historia está para estudiarla, reflexionar sobre ella; la Ley de la Memoria Histórica se basa en la reparación moral de las víctimas, pero todo eso nada tiene que ver con este baile de artículos en los que, como si se escribiera desde la trinchera, columnistas airados se tiran los muertos a la cabeza. El resultado es una falta de respeto hacia esas víctimas que intentan honrar y hacia los vivos también, por ejemplo, hacia esos más de cuatro millones de parados que claman por una solución a su desamparo.

Hay muchos asuntos en España sobre los que es urgente un consenso: la educación, la aplicación de la Ley de Dependencia, el recorte de gasto público, el cambio de nuestro sistema productivo. Son necesarias tanta energía e inteligencia como las que hicieron falta en la Transición. Ensuciar el ambiente reavivando la agresividad que escupía la prensa en los meses previos a la guerra es no tener cabeza. Si alguien ha de perder la calma, dejemos que sean los desesperados.

Recordar no es utilizar la historia como un arma para hacer política. España ya no es aquella que fue. Somos nosotros, en gran medida, esta clase privilegiada que la glosamos en tertulias o columnas, los que pareciera que queremos verla perpetuada en su pasado miserable. A diario se sacan a pasear los célebres versos de Gil de Biedma, “De todas las historias de la Historia, sin duda la más triste es la de España, / porque termina mal”. La belleza y la fuerza poéticas no tienen por qué ser fieles a la verdad. Y la verdad es que la Historia no se acaba. La estamos escribiendo ahora, con nuestra templanza o nuestra irresponsabilidad.

El Senado libra al Gobierno de asumir las exhumaciones

La Cámara alta tumba una propuesta para modificar la Ley de Memoria

NATALIA JUNQUERA El País12/03/2009

“El tiempo apremia. Cada día que pasa desaparece un descendiente de alguna víctima de la Guerra Civil. A los que siguen con vida debemos devolverles los restos de sus seres queridos para que puedan morir en paz”. El senador Pere Sampol (Bloc per Mallorca) arrancó su presentación de una propuesta de reforma de la Ley de Memoria para que el Estado asuma la exhumación de fosas franquistas, apelando a “la humanidad y la compasión” de sus colegas. Pretendía cambiar la ley, de diciembre de 2007, para que el Gobierno no se limite a “colaborar” con los familiares, sino a atender directamente sus demandas. El Senado tumbó ayer su proposición con 233 votos en contra, 11 a favor y 10 abstenciones.

“¿Qué grado de crueldad hay que tener para negar a los familiares de gente inocente recuperar sus cuerpos?”, insistió Sampol, poco antes de bajar de la tribuna. Cuando parecía que nadie iba a subir a exponer un voto en contra, como es habitual, Sampol subió de nuevo para dirigirse sólo al PSOE: “No pueden dejar este trabajo a medias”. Sería como haber “hurgado en las heridas, hacerlas más profundas”, en lugar de cerrarlas.

“No debe manosearse”

“Las leyes necesitan tiempo”, contestó Isidre Molas, presidente del PSC. “Es muy pronto”. Y añadió: “Hay temas que no están hechos para ser reabiertos a cada momento. No deben manosearse”. La senadora Susana Sumelzo (PSOE) aseguró que la ley estaba “alcanzando sus objetivos” y citó como ejemplo los 9,9 millones que el Ministerio de la Presidencia había concedido en subvenciones a tareas relacionadas con la recuperación de la memoria. Sumelzo llegó a acusar a Sampol de “falta de sensibilidad” con las asociaciones y la labor que llevan a cabo.

Sin embargo, el presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Emilio Silva, afirmó que apenas un 10% de esas subvenciones se han destinado a “recuperar cuerpos de las cunetas” y que, además, este año se han reducido (60.000 euros). “Es responsabilidad del Estado, me entristece la falta de sensibilidad de esas 233 personas”. Las asociaciones han recuperado más de 4.000 cuerpos desde 2000 gracias a arqueólogos, forenses, historiadores y psicólogos que han trabajado gratis.

El PP calificó la propuesta de “irrelevante e innecesaria, al igual que la ley”. Sólo el senador del PNV Joseba Zubia la apoyó con un “sí con mayúsculas” por considerar que la ley es “insuficiente” para lograr los objetivos que dice perseguir.