Franco deja de ser un secreto

35 años después de la muerte del dictador, las copias de sus documentos son de acceso libre en el Centro de la Memoria Histórica de Salamanca

TEREIXA CONSTENLA El País09/05/2010

Los papeles de Franco ya están en un archivo público. Cualquiera puede consultarlos en el Centro Documental de la Memoria Histórica, en Salamanca, que recibió en octubre los rollos de microfilme que habían permanecido guardados seis años en la caja de seguridad del Ministerio de Cultura. Ocultos, como si quemasen. Son copias de 27.490 documentos (más de 100.000 páginas) pertenecientes a la Fundación Francisco Franco, que ha custodiado los originales con hermetismo y sin las garantías de acceso de un archivo público. Desde la muerte del dictador, los papeles permanecieron hasta los años ochenta en casa de su viuda, Carmen Polo. Fue ella quien invitó al historiador medievalista Luis Suárez Fernández a examinarlos. “Descubrí una documentación desordenada y valiosa, que me costó cinco años ordenar, pero no tuve ningún monopolio. Procuré ayudar a muchas personas”, explicó a este diario. Suárez, que exigió trabajar con fotocopias “para evitar problemas”, publicó el resultado de su investigación en Franco y su tiempo, revisado y corregido en Franco. Crónica de un tiempo. Además, supervisó la publicación de seis volúmenes con documentos hasta 1942. “Luego el proyecto se paró por falta de dinero”, indicó. Lo cierto es que historiadores como Paul Preston, autor de una celebrada biografía sobre Franco, no tuvieron acceso al material de la fundación, que abarca desde 1938 a 1976. Incluso Javier Tusell recurrió a Luis Suárez para acceder a papeles sobre el atentado de Carrero Blanco. Tras la ayuda de 150.841,22 euros concedida por el Ministerio de Cultura entre 2000 y 2003 para digitalizar los papeles, la Fundación Francisco Franco entregó a cambio una copia a la Administración que, paradójicamente, permaneció guardada en la caja de seguridad ministerial. EL PAÍS ha seleccionado algunos documentos interesantes que ya son accesibles en Salamanca.

Guerra Civil Casado se confiesa

Se conservan las conclusiones escritas el 17 de noviembre de 1936 por José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange, al tribunal popular que lo condenó a muerte en Alicante, en las que se declara ajeno a la organización del golpe militar de julio y defiende la inocencia de su hermano Miguel y su cuñada Margarita Larios, juzgados en el mismo proceso. Franco también conservó la carta que le envió el coronel Segismundo Casado en la que justifica su golpe contra el Gobierno de Juan Negrín, partidario de resistir el empuje de los sublevados, en 1939: “La necesidad urgente de asfixiar un golpe comunista, que de haber triunfado hubiera desplegado un régimen de terror sin precedentes y de otro lado el deseo de satisfacer los anhelos pacifistas del pueblo me impulsaron a derribar a un gobierno abigarrado con todos los vicios políticos imaginables”. Casado expresa su temor por la deriva: “Me preocupa la reacción que pueda experimentarse y la posibilidad de que desahuciado el Consejo de Defensa se creara un estado caótico, que retrasaría extraordinariamente la obra de reconstrucción de España”.

Entre los documentos se incluyen algunos militares como los planos de la sección de información del ejército sublevado, que identifica los objetivos (depósitos de material, fábricas, cuarteles o sedes políticas) para bombardear en ciudades catalanas.

II Guerra Mundial

“Liquidación de judíos”

“Continúa la liquidación en masa de judíos, no sólo los que aún vivían de los tres millones y medio que residían en Polonia, sino los traídos de Austria, Checoslovaquia, Bélgica, Holanda, Noruega, Francia y Yugoslavia; un lugar hasta ahora ignorado llamado Tremblinka [sic], ha adquirido la lúgubre reputación de ser el elegido para estas matanzas terribles”, escribe el embajador Ginés Vidal en un escrito reservado dirigido al ministro de Asuntos Exteriores sin fechar. En la carta informa de la resistencia polaca contra los ocupantes nazis y de su efecto en la Gestapo: “Antes, cuando caía asesinado de vez en cuando algún alemán, se adoptaba en el acto la providencia de ahorcar o fusilar a 40 o 50 polacos; hoy, después de la sangrienta y encarnizada réplica de las repetidas organizaciones y de la hasta ahora infructuosa acción intentada contra ellas, la Gestapo se limita a efectuar detenciones en cierto número, entre el cual suelen figurar no pocos inocentes”. De la conocida entrevista entre Hitler y Franco en Hendaya hay información sobre la trastienda: el colosal enfado del embajador, excluido de este encuentro y de otros mantenidos entre el ministro Serrano Suñer y el Führer. El diplomático, indignado, escribe él mismo a máquina un “capítulo de quejas” sobre Serrano Suñer para ser entregado en exclusiva a Franco. “Al ir a entrar en el despacho [de Hitler] detrás del ministro, no le fue permitido hacerlo manifestándosele que se había acordado un cambio en el protocolo (…) El embajador ignora lo que se trató en la entrevista”. Curiosa resulta la nota de diciembre de 1940, donde se detalla la visita de una comisión alemana al Campo de Gibraltar para estudiar un “ataque al Peñón por el frente de Levante, utilizando para ello fuerzas alpinas”.

Monarquía Los espías de don Juan

La desconfianza enturbió siempre las relaciones entre Franco y don Juan, cuyas idas y venidas eran escrutadas por el entorno del régimen. Así ocurre con la comida que organiza en mayo de 1958 el Instituto Español en Nueva York en honor del conde de Barcelona y el Príncipe. En un mensaje “estrictamente confidencial”, el embajador ante la ONU José Félix de Lequerica cuenta el ambiente y las conversaciones. “La única falla en relación con la visita del conde de Barcelona y Don Juan Carlos ha sido su negativa -la del Príncipe, mejor dicho- a visitar las Naciones Unidas, a donde yo le había invitado (…) En rigor podía no ir él, como no ha ido a otros sitios. Pero ¿qué inconveniente había para una visita turística del Príncipe, joven estudiante, deseoso de conocer la exterioridad de una institución establecida en Nueva York?”.

Otro embajador de hiperactiva pluma era el de Lisboa, dada la cercanía a la residencia de don Juan. El 4 de julio de 1958 escribe a Franco a propósito del entorno monárquico: “Como todos ellos son extremistas y desean el camino de la violencia para derrocar al régimen, naturalmente, mi persona les produce una irritación verdaderamente extraordinaria”. También la Falange era toda oídos: lo cosechado se plasmaba en un Boletín de actividades monárquicas.

Estados Unidos Kennedy, benévolo

Siempre vitales, las relaciones con Estados Unidos se pueden rastrear en numerosos documentos. Hay telegramas y cartas de 1952 del embajador Lequerica informando sobre personas y obstáculos que torpedean el acuerdo entre ambos países (bases a cambio de ayuda económica) como el respeto a la libertad religiosa (exigencia protestante) y la antipatía del presidente Truman hacia la dictadura franquista. Nada que ver con la actitud que muestra el presidente Eisenhower en marzo de 1960, tras su visita a España. Su común frente anticomunista pesa más que la falta de libertades española. “Comparto su opinión de que la ofensiva comunista no es hoy exclusivamente militar, sino principalmente política y económica (…) Tenemos que continuar en nuestra política de seguridad colectiva y medidas con ella relacionadas para contener la expansión comunista”, le escribe a Franco.

Tres años después, con Kennedy en la Casa Blanca, las relaciones no se enturbian. El embajador de entonces, Antonio Garrigues, relata así una cena “informal e íntima” con el clan: “El presidente se dirigió a mí y me dijo: ‘Bueno, ahora España es un país rico, creo que están ustedes ya en los 1.300 millones de reservas; son mucho más ricos que nosotros. Yo creo que no van a tener más remedio que hacernos un Plan Marshall para los Estados Unidos’. Todos nos echamos a reír y naturalmente expliqué en ese mismo tono ligero lo pobres que éramos”. Ya sin guiños jocosos, Kennedy se mostró “muy complacido” por la mejoría económica española, pero preocupado por “el problema de la sucesión tanto en España como en Portugal” y por el futuro de América Latina. El embajador invita a visitar España a Robert Kennedy, mano derecha de su hermano. Con Nixon, se estrechan más las relaciones. El 17 de agosto de 1971, envía un mensaje personal a Franco para anticiparle las fulminantes medidas anticrisis que anunciará horas después y que impactarán sobre España. Congelación de salarios y precios, bajada de impuestos, suspensión de la convertibilidad del dólar en oro y sobrecarga temporal sobre las importaciones. “Reconozco que estas medidas afectarán a España a la vez que son vitales para nosotros”, escribe.

América Latina Chapuza contra Castro

Con el sello de reservado se pueden leer las cartas enviadas por personal diplomático desde La Habana informando sobre la conspiración descubierta en marzo de 1966 para asesinar a Fidel Castro. “Los detalles rocambolescos de la trama hacen ver que es una obra puramente amateur. Esto parece indicar que la CIA (aunque la CIA tampoco es quizás una organización que trabaja a la perfección) no ha participado directamente en este complot, lo cual no excluye que haya utilizado y pagado los servicios de las personas complicadas”, relata el encargado de negocios en una carta dirigida al ministro de Asuntos Exteriores, Fernando María Castiella.

Rendido admirador de Franco se confiesa Juan Domingo Perón en una carta fechada en Buenos Aires el 5 de noviembre de 1947, tras su visita a España: “Cierto, ciertísimo es, mi querido general, que la Argentina ha sabido comprender la epopeya de España en el punto y hora que vos supiste devolverle la grandeza a que secularmente estaba acostumbrada. Cierto que, a pesar de la nefasta propaganda dirigida por los enemigos de todo lo que es común y amado por nuestros pueblos, la verdad de España triunfa por la razón que iluminó el brillo de vuestra espada”. “¡Pido a Dios que nuestras patrias no salgan jamás de los derroteros de su común destino!”, rogaba Perón.

Oposición interna La policía no es tonta

A Enrique Tierno Galván no le quitaban ojo. Un informe del 2 de agosto de 1961 detalla sus reuniones con otros opositores antes de partir para una estancia de ocho meses en Estados Unidos durante la que espera entrevistarse con el presidente Kennedy para insistirle que España sufre “una dictadura militar que suprime toda libertad”. “A todas las reuniones llevaban a algunas de las esposas de los invitados para impedir que la policía les detuviera bajo pretexto de acto político clandestino”. En otro informe de la Dirección General de Seguridad de 1965 se detalla la asamblea en la que participan el periodista Emilio Romero, entonces director de Pueblo, y el sindicalista Marcelino Camacho con trabajadores metalúrgicos. Romero, para evitar problemas, se presentó voluntariamente ante la policía para dar su versión de la reunión y aclarar que “su actividad se desarrolla dentro del régimen”.

Cada rincón, vigilado. Cada protesta, reprimida. Incluso las no estrictamente políticas como el boicot celebrado en Algeciras en 1961 por el abusivo precio de los cines de verano y la mala calidad de los filmes, que desembocó en enfrentamientos violentos entre el público y la policía. Y también eso, según los ojos del régimen, acababa al servicio de los otros: “La situación ha sido aprovechada posteriormente por elementos hostiles”.

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Epitafios, escopetas y enchufados

Mauthausen, el “campo de los españoles”

Francia concede 27.500 euros a los hijos de republicanos entregados a Hitler

N. J. El País08/05/2010

Se llama igual que su padre, aunque nunca lo vio. Andrés González Torre, de 71 años, tenía dos años cuando Andrés González Márquez murió en el campo de concentración de Gusen, un apéndice del de Mathausen, en el que fallecieron realizando trabajos forzados unos 2.000 republicanos. “Mi padre era guardia republicano. Si se hubiera quedado en España, le habrían hecho preso, por eso huyó con mi madre a Francia, aunque luego les separaron. A raíz de todo eso, mi madre se trastornó e ingresó en un psiquiátrico. Me escribía cartas, pero yo me crié con mi abuela materna hasta los 18 años”, relata.

El pasado 29 de marzo recibió una cariñosa carta con el sello del primer ministro francés. Le informaba de la concesión de una indemnización de 27.440,82 euros por la muerte de su padre, que tras haber perdido la Guerra Civil se había unido a la Resistencia francesa contra los nazis hasta caer prisionero en 1940 sin haber visto nacer a su hijo.

“Fue una sorpresa enorme. Le estoy agradecidísimo a Pilar”. Se refiere a Pilar Pardo, una investigadora que desde 2005 busca a los hijos de españoles fallecidos en campos nazis, la mayoría muy mayores, para informarles de la posibilidad de solicitar esa indemnización. “He encontrado a cerca de un centenar, y en algunos casos, por desgracia, el beneficiario se había muerto hacía una semana sin saber que podría recibir este dinero”. Hoy los familiares pueden buscar el censo de deportados a campos nazis en la web del Ministerio de Cultura.

Andrés González nació en un refugio en Francia. Cuenta que no tuvo un documento que dijera el lugar y la fecha hasta que cumplió los 18, y que para obtenerlo tuvo que contratar los servicios de una agencia de detectives.

Más de 9.000 españoles fueron víctimas del exterminio nazi. El campo de Mauthausen llegó a conocerse como “el campo de los españoles” por el gran número de republicanos que acabaron en él. La vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, viaja mañana allí para homenajear a las víctimas españolas.

Diez países honran a los republicanos que lucharon contra los nazis

Los embajadores celebran el 65º aniversario del final de la II Guerra Mundial

NATALIA JUNQUERA El País08/05/2010

Un militar ruso deposita un ramo de flores al pie del monumento a los españoles que lucharon contra los nazis.- ÁLVARO GARCÍA

Hoy hace 65 años del final de la II Guerra Mundial y la liberación de Europa del yugo nazi. Y ayer, en el cementerio de Fuencarral (Madrid), entre el monumento a los republicanos españoles que lucharon contra los nazis y el dedicado a los voluntarios llegados años antes a España para luchar contra el franquismo, representantes del Gobierno y embajadores de una decena de países se reunieron para rendirles homenaje.

Al acto asistió José Antonio Alonso, un asturiano de 91 años que después de perder la primera batalla europea contra el fascismo, se entregó sin dudarlo a la segunda. Esta vez logró contribuir al “aniquilamiento de esa bestia feroz” como jefe de la tercera brigada de la Agrupación de Guerrilleros Españoles en Francia. Ayer echaba de menos a sus compañeros. “Soy ya de los rarísimos supervivientes”.

Ludivina García Arias, presidenta de la Asociación de Descendientes del Exilio Español llamó la atención sobre el hecho de que hubiera tenido que ser su asociación la que convocara el acto mientras en el resto de Europa se están celebrando homenajes oficiales. “El Estado debería recoger esta antorcha”, dijo.

La subsecretaria del Ministerio de Justicia, Purificación Morandeira, declaró después: “El Gobierno tiene claro que no hay que olvidar (…) La ley de memoria histórica, un pequeño paso que sin duda no está a la altura de lo entregado por las víctimas”.

El presidente del Senado, Javier Rojo, aseguró que, para él, no se trataba de “un acto protocolario” y que estaba allí “por convicción”. “Recordemos para no cometer los mismos errores y horrores”, añadió.

El ex ministro de Defensa Julián García Vargas, que promovió el monumento a los guerrilleros españoles, recordó: “Liberaron París, lucharon en Alemania y acabaron en campos como Mauthausen…”. Después de guardar un minuto de silencio por las víctimas, representantes de las embajadas de Francia, Rusia, Israel y Ucrania, entre otras, depositaron flores ante los monumentos.

Alonso, que aseguró que en sus batallas jamás tuvo miedo -“eso venía después”- confesaba ya terminado el acto: “Hoy no sé si lo volvería a hacer. Me cuesta entender que esta democracia permita actuar a Falange y que haya demócratas que ven bien que se pague 136.000 euros para exhumaciones de la División Azul y critiquen la apertura de fosas que desean tantas familias”.

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Mauthausen, el “campo de los españoles”

Romper los marcos mentales

JOSEP RAMONEDA El País – 08/05/2010

En la guerra, ¿qué pasa con el derecho a la vida? La filósofa estadounidense Judith Butler, con destacados estudios sobre las políticas de género, continúa su investigación sobre la precariedad de la existencia con un nuevo libro que sitúa ese problema en los escenarios bélicos. En él explica cómo los Estados justifican la violencia mediatizando la información.

Meursault, el protagonista de El extranjero de Albert Camus, fue condenado por no haber sido capaz de llorar en el entierro de su madre. Judith Butler, con su concepto de vidas precarias, indaga en aquellas vidas invisibles, “que no son susceptibles de ser lloradas”. Nos movemos en unos marcos mentales que determinan nuestra relación con la vida de los demás y que limitan las posibilidades de reconocimiento. Romper estos marcos significa repensar la precariedad, la vulnerabilidad, la dañabilidad, la interdependencia. El problema no es meramente “cómo incluir más personas dentro de las normas ya existentes, sino considerar cómo las normas ya existentes asignan reconocimiento de modo diferencial”. En este análisis descubriremos cómo las distintas formas de expresión cultural que emanan del poder refuerzan los marcos referenciales, apuntalan los mecanismos de exclusión. Incluso a menudo se acude al discurso de los derechos humanos, a las cuestiones de género y a otros elementos del discurso emancipador para legitimar la negación del reconocimiento a otros. Judith Butler analiza estos mecanismos tomando como ejemplo la tortura y la fotografía. Y plantea la urgencia de reflexionar y cambiar la perspectiva sobre tres cuestiones centrales: el concepto de vida, la violencia de Estado y el discurso del miedo. Al tiempo que defiende como actitud moral, si se me permite la expresión, la conciencia de vulnerabilidad, la capacidad de compartir precariedad, la asunción de que cualquier forma de supervivencia pasa por el grupo, por la relación con los demás. “Lo que limita quién soy es el límite del cuerpo, pero el límite del cuerpo nunca me pertenece plenamente”.

El concepto de vida. Judith Butler parte de dos postulados: existe un vasto ámbito de vida no sujeto a la regulación y a la decisión humanas; dentro del vasto ámbito de la vida orgánica, la degeneración y la destrucción forman parte del proceso mismo de la vida. “Excluir la muerte a favor de la vida constituye la muerte de la vida”. De modo que no se puede afirmar por adelantado un derecho a la vida. Y la cuestión no es si determinado ser es vivo o no, ni si tiene o no estatus de persona, “sino si las condiciones sociales, su persistencia y prosperidad son o no posibles”. ¿En qué condiciones la vida precaria tiene derecho a la protección? El derecho a la vida implica “la obligación positiva de suministrar unos apoyos básicos que intenten minimizar la precariedad de manera igualitaria”: la comida, el trabajo, la atención sanitaria, la educación, el derecho a la movilidad y a la expresión, la protección contra los daños y contra la opresión. De modo que nuestras obligaciones, lo que está de nuestra mano, son las condiciones que hacen posible la vida, no la vida en sí.

Judith Butler distingue entre precariedad y precaridad. Las vidas son por definición precarias, la precaridad “designa esa condición políticamente inducida en la que ciertas poblaciones adolecen de falta de redes de apoyo sociales y económicas y están diferencialmente más expuestas a los daños, la violencia y la muerte”. Centrar de nuevo la política contemporánea en los efectos ilegítimos y arbitrarios de la violencia estatal, incluidos los medios coercitivos para aplicar y desafiar la legalidad, podría reorientar perfectamente a la izquierda más allá de las antinomias liberales en las que naufraga actualmente. Nos ayudaría a comprender ¿por qué podemos sentir horror frente a ciertas pérdidas e indiferencia, o incluso superioridad moral, frente a otras? Algunos humanos dan por supuesta su humanidad, mientras que otros luchan por acceder a ella.

El miedo se da por añadidura: es el resultado de esta política de precarización del otro. La representación de la tortura, la fotografía, es ambivalente: es una forma de poner en evidencia los excesos de la violencia de Estado, pero al mismo tiempo es una manera de legitimarse que tiene el propio torturador y es una forma de sembrar el miedo y las dudas: ¿de qué manera las normas que rigen qué vidas son consideradas humanas entran en los marcos mediante los cuales se desarrolla el discurso y la representación visual, y cómo estas delimitan u orquestan a su vez nuestra capacidad de respuesta ética al sufrimiento?

Pero el núcleo del programa teórico de Judith Butler está en esta idea: “Juzgamos un mundo que nos negamos a conocer, y nuestro juicio se convierte en un medio para negarnos a conocer este mundo”. Este nodo sólo puede romperse por la curiosidad y por el conocimiento, pero esto significa descomponer los marcos que nos atrapan. Y para ello el individuo necesita nuevos espacios de ubicación. “Toda forma de individualidad es una determinación social”. Nuestro primer interés por el otro es porque es condición de nuestra supervivencia. “La singularización constituye un rasgo esencial de la socialidad”. Y es necesario asumir el carácter vulnerable de nuestras vidas como vía para la empatía hacia las vidas precarias. Todos estamos en la precariedad. –

Marcos de guerras. Las vidas lloradas

Judith Butler

Traducción de Bernardo Moreno

Paidós. Barcelona, 2010

200 páginas. 19 Euros

El franquismo al desnudo

FRANCESC VILANOVA El País – 08/05/2010

Historia. Borja de Riquer i Permanyer (catedrático de Historia Contemporánea en la Universitat Autònoma de Barcelona) está reconocido como uno de los mayores especialistas de los siglos XIX y XX español y catalán. Con numerosas, e importantísimas, investigaciones y publicaciones a sus espaldas, nos ofrece, ahora, una visión de síntesis penetrante, detallada, inmisericorde, de lo que fue la dictadura del general Franco para el conjunto del país. “Lo que fue” y el lector atento e interesado podría añadir “lo que queda”, el rastro indeleble de cuarenta años de régimen despótico, fascista o fascistizante (interesantísimas las páginas que el profesor Riquer dedica a la cuestión de la naturaleza política e ideológica del régimen), miserable -en términos morales, culturales, políticos, etcétera-, anacrónico, nacionalista radical y católicamente integrista. El lector se enfrentará a una monumental obra de síntesis, bien escrita, que le pondrá al día, en un ejercicio de lectura exhaustiva de las investigaciones más o menos recientes sobre el franquismo que honra al autor, acerca de la dictadura franquista en todas sus dimensiones. No me refiero solamente a, por ejemplo, el balance cuantitativo y cualitativo que el profesor Riquer ofrece acerca de la represión en toda su complejidad (el aparato jurídico, la represión política, social, cultural, económica, etcétera). Vale, y mucho, la pena detenerse en los capítulos sobre la terrible realidad económica y social de la posguerra. O son altamente recomendables las páginas dedicadas a la cuestión, siempre compleja, del consenso alrededor de la dictadura, la aceptación del régimen por parte de las burguesías españolas y las clases medias. Por otra parte, el autor ha hecho un notable esfuerzo para integrar en un único texto de síntesis todos los aspectos trascendentes que configuraron la dictadura. Con ello quiero señalar que, a diferencia de otras obras, el lector puede leer las páginas dedicadas a la evolución económica y enlazar con las dedicadas a las dinámicas políticas, sin tener la sensación de estar leyendo obras independientes. Todo el libro está unido por un hilo invisible, una narración coherente, que combina sabiamente todos los elementos relevantes de la realidad histórica del franquismo. Hay otro elemento muy destacable en esta obra: ha sido pensada y escrita desde la periferia. El franquismo no se reduce a lo que ocurría en Madrid y en las altas esferas del poder ferozmente centralista y nacionalista. Al contrario, el lector podrá ilustrarse con ejemplos, episodios, informaciones, etcétera, altamente relevantes, provenientes de todo el territorio español: de Bilbao a Sevilla, de Extremadura a Cataluña. Parece una obviedad, pero todavía hoy parece insólito este tipo de visión historiográfica descentralizada (y no solamente descentralizada en términos geográficos). Y no se pierda, el lector, los apéndices documentales. Aparte de la cronología y la bibliografía escogida, Borja de Riquer ofrece datos tan útiles como el listado completo de los gobiernos de Franco, el convenio defensivo entre España y Estados Unidos (1953) y algunos documentos de gobernadores civiles o la Jefatura Superior de Policía, que hablan por sí solos. Y si quieren valorar la miseria cultural e intelectual de la dictadura, quédense con la ‘Relación de libros secuestrados y prohibidos durante la Ley de Prensa e Imprenta (selección)’ (páginas 894-899). Entre otros, se desaconsejaba la publicación de Celibato de los sacerdotes como libre opción (S. Fiori) y el Tratado sobre la tolerancia, de Voltaire. Ni 1789 ni el Concilio Vaticano II habían existido para el franquismo.

Historia de España. La dictadura de Franco. Volumen 9

Borja de Riquer

Josep Fontana y Ramón Villares, directores

Crítica-Marcial Pons. Barcelona-Madrid, 2010

946 páginas. 33 euros

La juez argentina rechaza la querella contra el franquismo

S. GALLEGO-DÍAZ El País08/05/2010

Los abogados que presentaron ante los tribunales argentinos la primera querella contra crímenes del franquismo anunciaron ayer que recurrirán la decisión de la juez de primera instancia que ordenó archivar la causa. “La próxima semana acudiremos a la Cámara Federal de lo Criminal para solicitar que se revoque esa decisión, se acepte la demanda y se dé luz verde a los procedimientos”, informó a EL PAÍS el letrado Beinusz Smukler.

Según Smukler, no se conocen todavía los argumentos y fundamentos de derecho a los que alude la juez en su fallo para desestimar la demanda. “Suponemos que serán los mismos que alegó el fiscal, partidario también de rechazar la querella. Según el escrito del fiscal, se trataba de aplicar el principio de subsidiaridad, es decir, de no investigar en Argentina algo que ya está sometido a investigación en los tribunales de otro país”, explicó el abogado de Darío Rivas, el español, hijo de un alcalde gallego asesinado por falangistas durante la Guerra Civil. “Si fuera así, nosotros solicitaremos que el fiscal acredite esas investigaciones judiciales supuestamente abiertas en España, porque no tenemos constancia de ninguna”, aseguró.

Ninguna relación

El abogado, muy conocido por su vinculación a casos de desaparecidos y asesinados durante la dictadura militar argentina, mantiene que las investigaciones para la apertura de fosas comunes, iniciadas en algunos lugares de España y que menciona el fiscal argentino, no tienen nada que ver con el objetivo de averiguar qué pasó con el paradero de 113.000 españoles que fueron asesinados durante o al término de la Guerra Civil, según diferentes investigaciones académicas. “Sobre eso es sobre lo que quiso investigar el juez Baltasar Garzón, con el resultado conocido”.

Desde que Garzón repartió la causa en los juzgados territoriales prácticamente ninguno ha investigado u ordenado la apertura de fosas. Y la titular del juzgado de Granada que recibió la parte referida a la fosa de Federico García Lorca y el juzgado de El Escorial, en Madrid, el del Valle de los Caídos, devolvieron la causa a la Audiencia Nacional por entender que se trataba de crímenes contra la humanidad.

Vía libre y rápida

J. Y. El País08/05/2010

El juez Luciano Varela tiene ya el camino despejado para abrir el juicio oral del caso Garzón por los crímenes del franquismo, lo que deparará la previsible e inevitable suspensión cautelar del magistrado de la Audiencia Nacional en sus funciones de juez.

Fuentes del Supremo consideran que el proceso avanzará ahora rápido. Presumiblemente, la Sala Segunda rechazará el recurso por el que Garzón planteó una nulidad de actuaciones por considerar que Varela había asesorado a Falange y Manos Limpias en la confección del escrito de acusación, y acto seguido dictará el auto de apertura de juicio oral.

Esta última resolución, contra la que no cabe recurso, es imprescindible para que el Consejo del Poder Judicial pueda convocar un pleno extraordinario -que podría celebrarse el 13 de mayo- para acordar su suspensión cautelar en sus funciones. Si no les diera tiempo, lo más seguro es que se esperase al pleno ordinario del consejo, previsto para el miércoles 19 de mayo.

El Supremo rechaza la recusación de Varela planteada por Garzón

El instructor del incidente coincide con el juez en que este quería ayudar a Garzón al asesorar a Manos Limpias y Falange

JULIO M. LÁZARO El País07/05/2010

El magistrado del Tribunal Supremo Andrés Martínez Arrieta ha rechazado la recusación instada por el juez Baltasar Garzón contra el instructor Luciano Varela por haber asesorado a Manos Limpias y Falange Española de las JONS en sus escritos de acusación contra Garzón por investigar los crímenes del franquismo. Al rechazarse la recusación, la causa volverá a Varela, que puede dictar el auto de apertura del juicio oral que determinará la suspensión de funciones del magistrado de la Audiencia Nacional.

Martínez Arrieta, que ha resuelto el incidente de recusación en un tiempo récord, considera que las resoluciones dictadas por Varela “son adecuadas” a lo establecido en la ley procesal penal, por lo que “no pueden objetivizar la pérdida de imparcialidad que se denuncia”. Arrieta coincide con Varela en que al señalar a Falange y a Manos Limpias cómo debían presentar sus escritos, lo que Varela buscaba era “reforzar y actuar las garantías derivadas del principio acusatorio que ampara al imputado en el procedimiento penal”, es decir, ayudar a Garzón. Por tanto, no cabe “hablar de parcialidad del instructor”.

El instructor de la recusación se suma así al argumento del “reforzamiento de las garantías” de un imputado mediante la “subsanación” de sendos escritos de acusación en los que se pide para Garzón la pena máxima de 20 años de inhabilitación como juez. Ese mismo argumento fue el que centró los respectivos informes tanto del recusado Luciano Varela como el de Falange Española de las JONS, que pese a haber sido expulsada del procedimiento sigue interviniendo en el mismo.

Según Martínez Arrieta, las dos resoluciones dictadas por Varela, rectificando los errores de Falange y Manos Limpias, fueron “adecuadas” a lo establecido en la ley procesal penal, por lo que “no pueden objetivizar la pérdida de imparcialidad que se denuncia”. Por tanto, no cabe “hablar de parcialidad del instructor” Luciano Varela.

En su auto de inadmisión, Martínez Arrieta sigue el informe realizado por el propio Varela y señala que la “subsanación, y por lo tanto la concesión de un plazo, es una consecuencia de una interpretación constitucional del proceso penal”.

Dicha interpretación, que se hizo en un proceso laboral en el que un juez dio un plazo a las partes para subsanar los defectos de una demanda laboral, es aplicada por Martínez Arrieta al proceso penal como “una auténtica obligación del órgano judicial”, de modo que “el juzgador debe advertir a la parte actora la existencia de defectos en la demanda y concederle un plazo de subsanación”.

En definitiva, para el instructor de la recusación, las rectificaciones de Varela a los escritos de Falange y Manos Limpias “no son más que la manifestación del deber que la ley procesal impone al juez de instrucción”, y que sea realizado por el instructor o por la parte “no objetiviza la pérdida de imparcialidad que se denuncia”.

Al tratarse de una inadmisión a trámite de la recusación, Martínez Arrieta ha decidido hacer una excepción y no imponer las costas del incidente a Garzón. La causa ha sido devuelta ya a Varela, cuyo sustituto, Julián Sánchez Melgar, ha estado un solo día al frente de la instrucción.

Aunque la Sala de lo Penal del Supremo tiene aún que pronunciarse sobre la nulidad de actuaciones instada por el defensor de Garzón, Gonzalo Martínez-Fresneda, dicho pronunciamiento no suspende la causa principal, por lo que Varela ya tiene las manos libres para sentar a Garzón en el banquillo. Además, el tenor de la resolución de Martínez Arrieta, dejando a salvo la “imparcialidad” de Varela y la adecuación de sus resoluciones a la legalidad, marca el camino a la Sala sobre la nulidad de actuaciones.

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Consulta íntegro el auto que rechaza la recusación de Varela

“Toda guerra es una puta guerra”

BORJA HERMOSO El País07/05/2010

Dos viñetas del cómic La guerra de las trincheras (1914-1918), de Jacques Tardi.-

Bajo las nubes de gas tóxico, sobre el barro que ahoga las trincheras y entre las ratas gigantescas que imitan a los soldados huyendo del caos, surge un hombrecillo de barba canosa, aspecto entrañable, verbo incendiario y mucha mala leche. Atiende al nombre de Jacques Tardi, tiene 64 años y lleva 40 plasmando en dibujos y textos algo tan odioso y tan banal como el horror de la guerra, “de las putas guerras, porque toda guerra es una puta guerra”, se apresura a remachar, cabreado como una mona.

Hace mucho que Tardi es una de las estrellas indiscutibles del cómic europeo. Y desde ayer, el invitado de honor del 28º Salón del Cómic de Barcelona, donde presenta su última obra, titulada, sí, lo han adivinado, ¡Puta guerra! (Norma), secuela, prolongación o consecuencia lógica, llámesele como se prefiera, de su espeluznante clásico La guerra de las trincheras, publicado en 1993.

La I Guerra Mundial, objeto de ambos volúmenes, es una obsesión para este autor empeñado en desmentir las voces de los prejuiciosos que insisten en ningunear al cómic en tanto que lenguaje narrativo. Esas voces tan solemnes a las que les parece fatal que el “arte secuencial” descrito por Will Eisner en 1985 y cuyos orígenes se remontan a las tiras cómicas de la prensa popular estadounidense de los primeros años del siglo XX encuentre su lugar bajo el sol en librerías (fenómeno creciente) y en medios de masas.

A lo que vamos: Jacques Tardi encuentra su medio camino entre las prescindibles solemnidades de uno y otro bando en esto de los tebeos, y explica: “Ya es tarde para despreciar al cómic como género, está ahí desde hace tiempo y es indiscutible su potencia y eficacia narrativa; si el cómic es un arte o no, si es arte menor o mayor, o si se llama tebeo, cómic o novela gráfica, me da exactamente igual, no me interesa nada el debate, sólo el placer que experimento ejerciendo el oficio”.

¿Y cómo ejerce ese oficio en un país como el suyo, Francia, donde los grandes autores llegan a convertirse en auténticas estrellas en vez de tener que emigrar o dedicarse a la publicidad o al ostracismo, como ocurre en España?: “Por la mañana me levanto, me siento en la mesa de dibujo, veo lo que hice la noche anterior, me rasco la cabeza, pienso si está bien o si hay que repetirlo o retocarlo, y así paso mis días… sin que nadie me toque las narices”.

Él supo lo que quería ser -pensador y dibujante de tebeos- muy de pequeñito, quizá porque enseguida le vio a la cosa un aire de contracorriente: “Durante mucho tiempo también hubo en Francia ese desprecio al medio; cuando yo iba al cole tenía un profesor que se divertía destrozando en el estrado delante de toda la clase los tebeos que encontraba en mi carpeta… y un buen día me dije: ‘Coño, a lo mejor es que los tebeos son algo subersivo’, y me dije también: ‘Coño, esto puede ser una profesión”.

Las aventuras extraordinarias de Adèle Blanc-Sec es la otra cara de Jacques Tardi y, para muchos de sus seguidores, la preferida: un homenaje a la literatura popular y a las viejas novelas por entregas. “Es mi vuelta a la infancia, un psicólogo diría que es como una regresión. Yo soy el único guionista y me tomo una libertad total, no es como con las historias de la guerra, en las que procuro ser fiel a la realidad histórica”.

Pero son las historias sobre la I Guerra Mundial -nacidas de la experiencia personal de su abuelo en las trincheras del norte de Francia- las que le catapultaron hace tiempo al Olimpo de la historieta europea, en una veta de fondo y forma situada más o menos en las Antípodas del mundo de los superhéroes a la salsa Marvel y del manga nipón. Pero a este señor de vocación libertaria los problemas le llovieron pronto: “El primer guión que le propuse a René Goscinny para la revista Pilote, año 72, creo recordar, era una historia de seis o siete páginas sobre la I Guerra Mundial… ¡No entendió nada! Lo rechazó porque pensó que me quería reír de los soldados muertos”.

El cine de Abel Gance, Chaplin o Kubrick (Senderos de gloria se cita como influencia básica en La guerra de las trincheras) y la literatura de Hemingway, Dalton Trumbo o Louis-Ferdinand Céline (de quien ilustró para Gallimard El viaje al final de la noche, de la que le acaban de proponer hacer una versión en dibujos animados) sobrevuelan las historias de Tardi sobre “la puta guerra”.

Esa guerra que él sitúa como principio y fin de casi todo lo que es el género humano: “Es lo que define el mundo en el que hoy vivimos, sin ella no se entiende nada de la II Guerra Mundial ni de lo que vino después… es el fomento del odio al otro, es comprobar que si a alguien le das un uniforme lo conviertes en asesino en potencia”. Tardi, un señor armado hasta los dientes con lápiz y papel. Un tipo al que le gusta repetir: “Quiero a los pobres hombres, odio a los generales”.