Campaña para retirar la cruz de O Castro de Vigo

Un grupo por la memoria histórica recoge firmas para que se cumpla la ley

T. CUÍÑAS / P. OBELLEIRO El País21/04/2010

La Asociación Viguesa pola Memoria do 36 lleva un mes recogiendo firmas para exigir al Ayuntamiento de Vigo la retirada de la cruz erigida durante la dictadura en la falda del monte de O Castro en honor a los caídos de la Guerra Civil. El colectivo, con algo más de un centenar de socios, ampara su petición en la Ley de Memoria Histórica que, en su artículo 15.1, establece que “las administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos y menciones conmemorativas de exaltación personal y colectiva de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura”.

“Es un monumento que debe ser retirado por su tamaño, su ubicación frente al Ayuntamiento y en un parque público, su sentido religioso en un Estado que se dice aconfesional, su impacto visual contaminante y especialmente por su significado político de exaltación del franquismo”, manifiesta la asociación en uno de los numerosos escritos dirigidos al alcalde vigués, el socialista Abel Caballero.

Al tiempo que se reavivaba la campaña y tras recibir la autorización de la Dirección Xeral de Patrimonio y el Obispado de Tui-Vigo, Caballero ha comenzado a dar cumplimiento a un acuerdo del gobierno local de abril de 2008 para la retirada de la simbología del régimen franquista en las fachadas de varias iglesias del municipio. “Con la cruz de O Castro lo tiene aún más fácil, puesto que se trata de un monumento que no está catalogado como bien artístico ni se encuentra en terreno eclesiástico; por tanto, se puede retirar sin necesidad de más permisos y en cumplimiento de una ley que faculta esa posibilidad”, aclara el presidente del colectivo, Telmo Comesaña, quien lamenta que el regidor sólo convocase una vez, en lo que lleva de mandato, el Consello Local da Memoria para tratar esta clase de asuntos.

La construcción de la cruz, de 12 metros de altura, fue un proyecto impulsado por la Jefatura Local de Falange en 1959 e inaugurado por Franco en 1961. Costó más de 900.000 pesetas en una época en la que el salario de un obrero de la factoría cercana de la panificadora no llegaba a las 800 pesetas semanales. En los años cohenta, el primer gobierno del entonces alcalde socialista, Manoel Soto, despojó al monumento de la simbología fascista y hace dos años se construyó una subestación eléctrica bajo el conjunto. “Hubiese sido el momento propicio para quitarla de ahí”, afirma el presidente de la Asociación Viguesa pola Memoria do 36.

Las adhesiones a la iniciativa se pueden formalizar a través de los miembros del colectivo, los tres sindicatos principales y la mayoría de las asociaciones de vecinos hasta el próximo 1 de mayo. La intención de los promotores, casi todos descendientes de víctimas de la represión franquista, es entregarlas en el registro municipal a finales del próximo mes. “Estamos comprobando que muchos ciudadanos acogen la propuesta con entusiasmo e interés, porque es necesaria para sacudirse la dictadura, así que esperamos que los políticos no desaprovechen este nervio”, dice Comesaña.

Al tiempo, ayer se presentó en A Coruña el recuento aún inacabado de asesinados durante la represión franquista, entre 1936 y 1977, en la capital coruñesa y nueve municipios de su entorno. El listado, elaborado por un equipo de historiadores en cumplimiento del convenio entre la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica de A Coruña y el proyecto interuniversitario Nomes e voces, alcanza los 600 nombres y excluye a los muertos partidarios de los sublevados militares. El informe, abierto para su ampliación, incluye a los ejecutados; a aquellos que fueron paseados y que, pese a su desaparición, han sido dados por muertos; e incluso a personas naturales de la comarca coruñesa que murieron lejos de sus casas, en algunos casos en campos de concentración de Francia y Alemania. También se sumaron víctimas que, siendo de fuera, murieron en esta zona.

La idea de la comisión y los historiadores es dar ahora mayor difusión a esta primera lista para completarla con la colaboración ciudadana a través de su web (www.memoriadacoruna.com) o vía telefónica (645029338). Gracias a exhaustivas pesquisas en registros civiles o de cementerios, actas de consejos de guerra y bibliografías, se logró poner nombre y apellidos a casi todas esas 600 víctimas entre las cuales sólo figuran 10 mujeres. Quedan 28 “desconocidos”.

Gelman y la “morriña futura”

El poeta argentino recoge en Santiago la distinción de Escritor Galego Universal

DIANA MANDIÁ El País21/04/2010

El poeta argentino Juan Gelman, ayer en el claustro del Pazo de Fonsexa de Santiago.- PATRICIA SANTOS

Juan Gelman, argentino, hijo de ucranios, nacido en un barrio judío de Buenos Aires, exiliado en Italia, España, Nicaragua, Francia, Estados Unidos y México, donde todavía vive, es desde ayer escritor gallego universal. “Algo que me confirma que soy argentino”, bromeó tras recibir la distinción que cada año, desde 2006, otorga la Asociación de Escritores en Lingua Galega (AELG) . Tras varios días en Galicia, en los que dictó conferencias -como la del lunes en A Coruña- y ejerció de invitado de honor de la Cea das Letras, a Juan Gelman (Buenos Aires, 1930) le tocó hablar de su concepción de la poesía y de su relación con los que buscaron en su país trabajo y libertad.

Gelman no los nombró a todos -“son tantos que llevaría demasiado tiempo”, -, pero sí tuvo un recuerdo para Seoane, Castelao o Lorenzo Varela, así como para los artesanos, obreros, campesinos e intelectuales que desde el siglo XIX fundaron centros gallegos por todo el país. “Todos ellos contribuyeron a la riqueza material y espiritual de Argentina”, aseguró, antes de echar mano de la “morriña futura” de su compatriota Roberto Arlt, que decía comprender la nostalgia del emigrante tras visitar Galicia en los años 30.

Gelman es el segundo latinoamericano distinguido con el premio de Escritor Galego Universal tras Elena Poniatowska, que lo recibió el año pasado. Como la escritora y periodista mexicana, el poeta argentino, de 79 años, sigue escribiendo y opinando sobre un mundo que no deja de preocuparle. “Vivimos una época gris, en un mundo globalizado en el que lo material se impone y el poder intenta manufacturarnos y uniformarnos”, aseguró. En ese mundo, lamenta, no hay mucho lugar para “el difícil menester de la escritura”, y menos para el verso. “La poesía es inútil porque no tiene valor de mercado. Tampoco Saturno lo tiene, pero la poesía está cargada de vida”, defendió.

Cuando en 2007 recibió el Premio Cervantes, algún periodista le hizo la pregunta de rigor Le pidió que definiera la poesía. “Un árbol sin hojas que da sombra”, declaró entonces. La misma frase elegida para titular su discurso de agradecimiento, que pronunció en el Salón Nobre del Pazo de Fonseca ante el presidente de la AELG, Cesáreo Sánchez Iglesias; el conselleiro de Cultura, Roberto Varela, y la vicerrectora de Cultura de la Universidade de Santiago, Elvira Fidalgo Francisco. Todos resaltaron la dimensión ética y estética de la obra de Gelman. “No escapó a la realidad de su tiempo, aun cuando le expropiaron su patria, sus lugares de amor y de infancia”, recordó Sánchez Iglesias.

La vida del poeta que se hizo la pregunta que respondería Mario Benedetti, otro exiliado universal –¿Y si Dios fuera una mujer? era el verso- explica también la de la Argentina de las últimas décadas. No sólo por ser el poeta vivo más conocido de su país, sino también por sufrir en carne propia las mismas tragedias que otros muchos de sus compatriotas. El exilio y la pérdida de sus hijos y de su nieta, que recuperaría muchos años después, hicieron mella en su carácter y en su obra, a medio camino entre el intimismo y el realismo crítico. Cesáreo Sánchez Iglesias citó al periodista mexicano Carlos Monsivais para explicarlo: “La existencia del horror requiere la poesía”.

En realidad Juan Gelman escribía desde mucho antes del horror, por lo menos el que le tocaría vivir en su familia. Su primera obra, Violín y otras cuestiones (1956) nació a la sombra de su militancia en el Partido Comunista y de la revista Pan duro, que no marcaba fronteras entre poesía y política. El Juan Gelman joven que todavía vivía en Buenos Aires experimentaba entonces con el lenguaje de los suburbios, el mismo de la canción popular. En 1963 vivó la luz Gotán, tango en argot lunfardo, y ya entonces llamaba a resistir (hay que aprender a resistir/ no a irse ni a quedarse/ a resistir). Gelman aprendió a hacerlo: en 1976, tras el golpe que encumbró a Videla al poder, dejó Argentina para comenzar su largo periplo como exiliado. En 1982, poco antes del fin de la dictadura, falleció su madre, y Gelman escribió para ella, entre Ginebra y París, un extenso poema de despedida. Vos / que contuviste tu muerte tanto tiempo/ ¿por qué no me esperaste un poco más?, se preguntaba el exiliado Gelman.

Argentina reconquistó la democracia, pero el poeta no regresó. En 2007 salió de la imprenta su última obra, Mundar, y a pesar de su longevidad no ha dejado de escribir. Habla de “obsesión” para explicar su apego a los versos, y confiesa que los poemas nunca se le acaban. “No hay palabras gastadas, la poesía es lo que no se puede nombrar”, aventura. Por eso los temas que aún le atormentan -la infancia, el amor, el exilio o la revolución-lo convierten, dice, no en el Dios Poeta de Huidobro, sino “en un mendigo que persigue una magia que no se le da”.

IU-ICV fuerza el debate de la Ley de Amnistía en el Congre

F. G. El País21/04/2010

El Congreso tendrá que debatir sobre la reforma de la Ley de Amnistía de 1977. Los diputados de IU-ICV, Gaspar Llamazares y Joan Herrera, presentaron ayer una proposición de ley para reformar esta norma y evitar que se convierta en una ley de punto final del franquismo.

La iniciativa tiene por objeto dejar clara la primacía de los tratados internacionales que consideran que los delitos de genocidio o contra los derechos humanos no prescriben nunca. Es decir, dar base legal a investigaciones como la que intentó el juez Baltasar Garzón sobre los crímenes del franquismo. Según los dos diputados, se trata de que no se amnistíe a quienes cometieron crímenes en el franquismo y sí a los que lucharon contra la dictadura. No se debatirá hasta después del verano en el pleno.

Por otra parte, el pleno del Congreso aprobó ayer, finalmente, una iniciativa de ERC para dar mayor transparencia a la financiación de los partidos, controlando las fundaciones ligadas a ellas. Joan Ridao (ERC) logró en el último momento el voto de PSOE y PP para que se tramite la iniciativa.

“Habrá reclamaciones internacionales contra España por la causa a Garzón”

Un ex relator de la ONU vaticina “consecuencias nefastas” para procesos de paz

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ El País21/04/2010

Leandro Despouy.-

“Estoy completamente seguro de que el eventual procesamiento del juez Garzón dará origen a reclamaciones internacionales contra España, porque es clarísimo que un juez no puede ser procesado por abrir una investigación sobre violaciones de derechos humanos, respaldada plenamente por el derecho internacional”, asegura el jurista argentino Leandro Despouy, que fue el Relator especial de Naciones Unidas sobre independencia de magistrados y abogados y que ocupa actualmente la Auditoria General de la Nación (equivalente al Tribunal de Cuentas español).

Despouy está asombrado: “No se entiende muy bien si todo esto es una propuesta para echar al juez Garzón o para hacerle Premio Nobel”, ironiza. No sonríe, sin embargo, cuando advierte que España no objetó sino que respaldó el informe aprobado por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, un documento histórico, en el que se establece el derecho inderogable de las víctimas y familiares de violaciones de derechos humanos a conocer la verdad sobre los hechos acaecidos. “Es una necesidad imperativa que dicho derecho se encuentre contemplado en el sistema jurídico de cada Estado (…) El derecho a la verdad garantiza el conocimiento de lo acaecido a través de la acción del poder judicial”, establece el documento.

El presidente de la Auditoría General expresa su profunda preocupación por la repercusión que puede tener el caso Garzón en todo el mundo. “Si yo siguiera siendo ahora mismo relator, reclamaría mucho cuidado porque los Estados tienen la obligación positiva, según el derecho internacional, de investigar las violaciones de derechos humanos y sancionar a un juez por ese motivo es inconcebible”.

Leandro Despouy lamenta que España, que ha sido origen de precedentes de gran trascendencia para el avance del derecho internacional, con sentencias de la Audiencia Nacional y del Tribunal Constitucional, de enorme importancia, se vea ahora en un camino de vuelta atrás. “Suena muy triste que todo ese prestigio atesorado pueda perderse”, vaticina. Despouy recuerda que la sentencia del Constitucional español que reconocía la competencia española para enjuiciar delitos de genocidio, tortura y terrorismo cometidos en Guatemala, ha sido y sigue siendo fundamental para la mejora institucional de ese país. “Si lo de España, a través del caso Garzón, termina mal, muchas dictaduras van a sentirse liberadas del peso jurídico y moral que ha significado la presión internacional para que se investiguen esos delitos”, explica.

Para el ex relator de Naciones Unidas la eventual suspensión de Garzón sería vista como “un frenazo terrible” en el avance del derecho internacional en su lucha contra la violación de los derechos humanos. Todo este tema va a traer consecuencias nefastas en muchos procesos de transición de dictaduras y conflictos donde la influencia de España había, hasta ahora, alentado procesos de paz fundados en la búsqueda de la verdad, se lamenta.

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Más de 1.000 personas rinden homenaje a Garzón en Barcelona

Los rectores de toda España salen en defensa de Berzosa contra Aguirre

Condenado a 25 años de prisión el último presidente de la dictadura argentina

A Reynaldo Bignone, de 82 años, se le imputa la desaparición de 30.000 personas y el robo de 500 bebés

El País21/04/2010

Reynaldo Bignone, durante el juicio- REUTERS

Un tribunal de Buenos Aires ha condenado a 25 años de prisión al dictador argentino Reynaldo Bignone, el último presidente de la dictadura militar (1976-1983), por delitos de lesa humanidad cometidos en el mayor centro clandestino de detención del régimen de facto, Campo de Mayo. Se le imputa la desaparición de más de 30.000 personas y el robo de unos 500 bebés cuyas madres fueron obligadas a dar a luz en centros de detención clandestinos.

Asimismo, el Tribunal Oral Federal 1 de la localidad de San Martín, a las afueras de la capital argentina, dictó también penas para otros seis imputados: los ex militares Santiago Omar Riveros y Fernando Verplaetsen (25 años de prisión), Carlos Tepedino (20 años) y Jorge García y Eugenio Guañabens Perelló (18 y 17 años, respectivamente), y absolvió al ex policía Germán Montenegro.

En una resolución que fue aplaudida por familiares de las víctimas de la dictadura que presenciaron la lectura del veredicto, el tribunal ordenó además que se revoque la prisión domiciliaria que hasta hoy cumplían Bignone (1982-1983), Tepedino y Guañabens Perelló, quienes ahora deberán ser conducidos a una cárcel común junto al resto de los condenados.

“Estamos felices por las condenas y la decisión de internarlos en una cárcel común, por los 30.000 desaparecidos, por las madres, las abuelas, los hijos, por el pueblo argentino”, afirmó Estela de Carlotto, de Abuelas de Plaza de Mayo. En la misma línea se pronunció el secretario de Derechos Humanos del país, Eduardo Luis Duhalde, para quien la sentencia es “justa, acorde con los hechos probados”.

Bignone, de 82 años, ha afirmado en su testimonio final ante los jueces que en Argentina se desarrolló una “guerra irregular” en la que las Fuerzas Armadas “tuvieron que intervenir para derrocar al terrorismo”. El dictador, para quien las víctimas de la represión “ni eran tan jóvenes ni tan idealistas”, recurrió a una cita del ex presidente Juan Domingo Perón para justificar la represión y cuestionó las cifras de víctimas del régimen de facto.

Frente a los 30.000 desaparecidos y 500 bebés apropiados denunciados por los organismos humanitarios, Bignone ha asegurado que “no está demostrado” que hubiera más de 8.000 desaparecidos y unos 30 niños robados durante la dictadura.

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Videla cumplirá sus condenas pendientes en Argentina

Un tribunal alemán pide la extradición del dictador Videla

El final de la impunidad en Argentina

La imagen de Franco y la crítica social en Llegada para mí la hora del olvido y en ¡Buen viaje, Excelencia!

En las últimas semanas hemos tradado dos representaciones de Franco muy originales: la novela Llegada para mí la hora del olvido por Tomás Val y la película ¡Buen viaje, excelencia! por Albert Boadella. En este diario voy a comentar ambas obras, concentrándome en la imagen que dan sobre el dictador y en la crítica social que contienen.

La perspectiva de la novela de Val es, en mi opinión, sorprendente en su originalidad y extrañez, pues nos ofrece las memorias de Franco utilizando la palabra del propio dictador. La extrañez viene del hecho de que en la novela tengamos un Franco viejo y enfermo que escribe sus memorias en las que retrata una larga etapa histórica de España. Debido a su enfermedad y alta edad, lo que escribe parece más a delirios surrealistas que a recuerdos agudos de los tiempos de su régimen. Éstos últimos también están presentes pero no forman el núcleo u idea principal de la novela. Creo que justamente por esta postura la novela es distinta y deliciosa. Val ni siquiera intenta capturar el pasado basado en hechos reales sino que deja que domine el surrealismo y el mundo interior del viejo Franco. Todo esto tiene una consecuencia extraordinaria: es el propio dictador que nos ofrece motivos para criticar su régimen. Linage Conde hace una interesante observación: a pesar del surrealismo y las mínimas referencias históricas la novela “da una visión más exacta de ese pasado que bastantes obras de apariencia historiográfica (…) (1).

¿Cómo es el Franco de la novela? Creo que para contestar esta pregunta hay que considerarla desde dos puntos de vista distintas. En el primer lugar, podemos observar lo que dice Franco de sí mismo. Por ejemplo, destacan los numerosos nombres con que se llama a sí mismo. Entre estos tenemos Dios. Efectivamente, como afirma Liikanen, Franco parece poseer características sobrenaturales, entre ellas la capacidad de resucitar a muertos o conocer el futuro (694). El tiene asumido el rol como el Caudillo, la cabeza superior de España y siente desprecio hacía su pueblo. Aunque se considera Dios, le da la responsabilidad al pueblo por todo lo sucedido: Ellos lo quisieron así, yo sólo me dediqué a soñar, ellos me pusieron en la mano el látigo y ellos se arrodillaron para que les golpeara la espalda.” (148). No hay señales de afecto o amor; le gustaría incluso matar a su esposa, Carmen Polo. El momento en que pude ver a un Franco con sentimientos fue la muerte de su hijo. La lamentaba y el lector casi puede empezar a sentir empatía hasta que Franco tiró el cuerpecito de su hijo para que se lo comiesen los animales. Este es un ejemplo que me hace opinar que Liikanen acierta cuando dice “(…) resulta evidente que el propósito del novelista es desvirtuar en seguida cualquier irrupción de simpatía o posible conmiseración con el tirano” (696). En mi opinión este es un recurso estilístico que hace que la novela sea original y escrita de una forma inteligente: no conforme con expresar la crueldad del tirano sin más, porque eso convertiría la novela en una crítica directa y sosa. De alguna forma, le deja la oportunidad a Franco de ser bueno y humano pero él la rechaza una vez tras otra.

Se podría pensar que las características divinas y la consciencia de la superioridad convertirían la novela en una aburrida alabanza del dictador hacía sí mismo. No obstante, hay momentos cuando Franco se siente frustrado y capturado por su posición y a consecuencia intenta incluso huir de su rol. También se puede decir que existe un tipo de autocrítica por la parte de Franco, pero esto tiene que ver con su profundo desprecio hacía su pueblo: “Sentí desprecio por esta España miserable que había conquistado. Desprecié también mi yo anterior, mi etapa de Dios, por haberme ocupado y preocupado de estos seres anodinos, de estas personas insignificantes que se llaman españoles. […] ¿Qué caudillo era yo que tenía semejantes siervos? ¿Qué gobernante de mierda que tenía bajo su mando tan miserable país? ¿Qué Dios que se conformaba con tan lamentables adoradores?” (178)

Para formar una imagen de Franco tenemos que considerar también como los demás le ven en la novela. Evidentemente, la gente en su alrededor le trata de Excelencia y cumple cada petición suya. Sin embargo, los diálogos con su esposa nos abren una ventana a su ámbito familiar en que Franco aparece como un viejo y, a veces, ridículo. Carmen Polo le llama cariñosamente Paco y en la relación entre ellos se puede ver bien la similitud de la novela con la película. Carmen se preocupa por él y sentencia claramente que le “falla el riego”. En la novela distingo  dos fases que alternan: por una parte los delirios y memorias de Franco y por la otra las interrupciones como los diálogos con Carmen que “despiertan” al lector y le devuelven a la realidad.

Cuando digo que hay que considerar la imagen de Franco desde dos puntos de vista, me refiero  al punto de vista formada por todas estas cosas ya mencionadas y al punto de vista que podemos formar desde entre las líneas. No destacan solamente las cosas que Franco hace o las cosas que se dicen de él, sino la tendencia general del texto por el surrealismo, por desplazamientos, por delirios. La novela es rara y así provoca en mí una imagen de locura y de enfermedad mental.

Sin duda la representación de Franco en la novela es extraordinaria pero hemos tenido la oportunidad de ver otra obra original, la película ¡Buen viaje, Excelencia! ¿Cómo es el Franco de la película? En él se pueden observar claramente las consecuencias de la enfermedad de Parkinson. La película cuenta los dos últimos años de su vida, cuando ya estaba debilitado tanto mental como físicamente. Está dependiente de los cuidados de los demás, especialmente de la mujer alemana que se convierte en su mano derecha.

La película ridiculiza a Franco de una forma muy directa, mientras que la ridiculización en la novela se halla dentro de las líneas. En la película Franco aún sigue siendo Excelencia y tiene el poder de la palabra: todos le sirven y hasta la orquesta tiene que tocar cuando va a comer. El contraste entre toda la lujuria y el dictador enfermo y débil es tan grande que crea algunas escenas absurdas y entretenientes.

Hay semejanza evidente entre los Francos de las dos obras en el sentido de que el dictador se pierde en sus recuerdos: en la película vemos por ejemplo una escena donde Franco pasea en las ruinas de un pueblo e imagina la muchedumbre saludándole y exaltándole. Sin embargo, también hay diferencias entre las representaciones del dictador. Éstas se deben, en gran parte, por las diferencias integrales entre las dos obras: en el libro escuchamos la voz de Franco, mientras que en la película le observamos desde fuera. El Franco de la película provoca, por lo menos en mí, más empatía. Está ya muy mal de salud y también podemos ver las dificultades que tiene para moverse. Hay que recordar que las memorias están escritas durante los cinco últimos años de su vida y la película nos muestra los dos últimos años de ahí que su salud ya se haya deteriorado más. Ya no hay rastro de “Dios” o Caudillo todopoderoso y cruel sino aquí tenemos un anciano cualquiera.

Evidentemente las dos obras son críticas, pero no solamente hacía Franco. La película, en mi opinión, nos muestra lo pasajero que es el poder y como al final de la vida no nos llevamos nada con nosotros. También las ruinas del pueblo nos recuerdan de la crueldad de la guerra y la represión: Franco veía, o imaginaba, a un hombre atado que estaba siendo torturado. Ahora sólo quedan las ruinas y el silencio. El libro, por otro lado, como dice Liikanen, es una crítica amplia contra la sociedad entera que permitió en su pasividad y colaboración que Franco gobernase tantos años. Efectivamente, me he preguntado muchas veces cómo actuaba el pueblo español ante la represión y qué habría pasado si hubiese reaccionado de otra forma. Entiendo que el miedo de una nueva guerra silenció la mayoría de la rebelión al principio del régimen pero siendo una persona que siempre ha vivido en una democracia me cuesta entender el relativo silencio hasta el final de la vida de Franco. Si yo fuera española y especialmente más mayor, creo que la novela tendría incluso una voz acusadora. Creo que Val demuestra inteligencia y perspectiva con el planteamiento de la crítica.

En fin, ambas obras nos muestran un lado de Franco muchas veces ocultado o ignorado de una forma sarcástica y aguda. Son ejemplos de las obras de nuestra época que permite una crítica colorada con humor. Lo revolucionario es que ahora hay obras de franquismo y de los horrores del régimen que me hacen reír y por eso me alegro de haberme familiarizado con estas dos obras en particular.

Bibliografía:

Val, T. (1997) Llegada para mí la hora del olvido. Madrid: Alfaguara.

Linage Conde, A. “Paleopatología e historia”. http://www.ucm.es/info/aep/boletin/actas/31.pdf

Liikanen, E. Dictador en el espejo: Llegada para mí la hora del olvido de Tomás Val como retrato de Franco y su régimen. http://www.letras.ufmg.br/espanhol/Anais/anais_paginas_%20503-1004/Dictador%20en%20el%20espejo.pdf

La vía fascista del ‘Spain is different’

Peñafuerte viaja por Europa con su obra sobre la memoria

José Luis Peñafuerte, ayer, en una cafetería del centro de Madrid. – GRACIELA DEL RIO

C. P. – MADRID – Público – 20/04/2010

Bélgica 4 – España 3. No, no es el marcador de un partido de fútbol, sino el número de ciudades belgas y españolas en las que se podrá ver Los caminos de la memoria, documental de José Luis Peñafuerte (Bruselas, 1973) sobre la memoria histórica, los represaliados del franquismo y las fosas comunes que se estrena el viernes.

Para hacernos una idea de la repercusión que está teniendo la película en Bélgica, Peñafuerte, hijo de exiliados, cuenta que el pasado miércoles participó en un debate en la radio pública belga con el ex presidente del parlamento europeo José María Gil-Robles y el historiador Ángel Viñas.

“Los periodistas belgas no daban crédito a lo que decía Gil-Robles, que defendió la vigencia de la Ley de Amnistía del 77 y aseguró que los españoles no quieren reabrir las heridas del pasado. Pero en Europa conocen bien la historia del franquismo. Y las imágenes de, por ejemplo, las concentraciones en esa caricatura del mal gusto llamada Valle de los Caídos sólo pueden provocar perplejidad”.

La visión del exiliado

Estupefacción que se ha incrementado estos días tras ver cómo los grupúsculos ultraderechistas Manos Limpias y Falange Española de las Jons han conseguido llevar a Baltasar Garzón al banquillo por investigar los crímenes del franquismo. “Es como si el Partido Nacionalsocialista pidieran a los jueces alemanes que cesen inmediatamente los ataques que viene sufriendo el nazismo”, resume.

“Lo que está en juego es la jurisprudencia internacional sobre los delitos de lesa humanidad por la irresponsabilidad de un pequeño sector de jueces españoles. Si una democracia no puede juzgar los crímenes de su pasado, ¿cómo podemos exigirle luego lo mismo a una dictadura?”, se pregunta el cineasta, que cree que los exiliados pueden aportar una mirada sobre el pasado a prueba del aislamiento ideológico y la trifulca partidista que se vive en España.

Y concluye volviendo a sacar el belga (léase europeo) que lleva dentro. “Más que un proceso contra un juez estamos ante un juicio a los valores democráticos sobre los que se construyó Europa tras la Segunda Guerra Mundial”, afirma aludiendo a los Juicios de Núremberg . “Ya va siendo hora de condenar el franquismo y recordar a sus 130.000 víctimas. Se lo debemos a Europa. No se trata de reabrir heridas, sino de curarlas del todo. Haciendo justicia”, zanja.

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Trailer del documental Los caminos de la memoria:

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=iqK5iFPWdcs]

Almería autoriza la exhumación de un alcalde represaliado por la dictadura

El ex regidor de Cuevas de Almanzora yace en una fosa con otras 370 víctimas

ROSABEL RODRÍGUEZ El País20/04/2010

Martín Márquez Navarro, alcalde de Cuevas del Almanzora (Almería) durante la II República, fue ejecutado el 30 de junio de 1939. Más de 70 años después, su familia ha sido la primera en Almería en recibir la autorización para buscar sus restos en la fosa común del cementerio de la capital en la que permanece junto a otros 370 represaliados almerienses.

“Estamos muy emocionados”, dijo Manuela Márquez tras reunirse con el alcalde de Almería, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador (PP), y recibir su visto bueno para buscar y exhumar el cuerpo de su abuelo. Su búsqueda, que dura ya más de siete años, empieza a dar sus frutos, puesto que las tareas para determinar con exactitud el lugar en el que se encuentra el cuerpo se iniciarán “de inmediato”, según afirmó el comisario para la Memoria Histórica de la Junta de Andalucía, Juan Gallo, durante el acto celebrado ayer en el cementerio municipal para honrar a Márquez.

“Ha sido un camino largo, pero aquí estamos, con el permiso para poder sacarlo y darle un entierro digno, que es lo único que queremos”. Márquez, que además de ser el último alcalde republicano de Cuevas fundó la UGT de su sección, fue apresado al término de la Guerra Civil, tres meses antes de que le fusilaran frente a la tapia del cementerio de Almería. “Con 13 años, mi padre vio como se lo llevaban preso. Ahí le perdió la pista”. A sus 83 años, su hijo, Agustín Márquez, ve más cerca el momento de cumplir su deseo de que los restos de su padre reposen junto a los de su progenitora y los de un hermano que falleció a los 14 años. “Él nunca hablaba de mi abuelo. Le dolía mucho. Pero un día me senté con él, le pregunté y le aseguré que no pararía hasta encontrar a su padre”. Así arrancaba la incansable búsqueda de Manuela, quien ya en 2003 empezó a tirar del hilo en los registros de distintas ciudades, hasta dar con el paradero de su abuelo en Almería, donde éste había sido registrado con un apellido erróneo. “Estuvimos entonces en el cementerio sentados sobre unas jardineras. Años después descubrimos que allí debajo estaba la fosa de mi abuelo. Se me pusieron los pelos de punta”. Manuela llegó a trasladar su caso al Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas adscrito a la ONU.

Marcado por algunas sombras, entre ellas la instalación por el Ayuntamiento de un templete sobre la fosa en la que se sospechaba que se encontraba Márquez, el difícil proceso de búsqueda y recuperación de los restos emprendido por la familia podría acabar este mismo año, según apuntó Gallo. Márquez se convertiría así en el primer represaliado en ser exhumado en la provincia de Almería.