El derecho a ser llorados

JOSEP RAMONEDA – El País –  18/04/2010

Convertir a los verdugos en víctimas nunca puede ser un acto de justicia. Por esto resulta irritante el procesamiento de Garzón por su intento de reconocer y dar reparación a las víctimas del franquismo. Están convirtiendo el pacto de amnistía en un principio de ocultación del pasado, de negación del reconocimiento a las víctimas y de blanqueo del franquismo. El espíritu de la transición era avanzar hacia adelante desde la exigencia moral de no volver nunca a un enfrentamiento como la Guerra Civil. Para ello, se pactó una amnistía que protegiera a todos los potenciales protagonistas del cambio, los que venían del franquismo y los que venían de la resistencia. Pero esta amnistía no significaba una absolución del pasado. Era, simplemente, aplazar el duelo para realizarlo cuando la democracia hubiese alcanzado ya su madurez y su equilibrio. Con paciencia, se dejaron pasar los años, pero el tiempo de silencio no podía ser indefinido. Algo falla en la democracia española si, a estas alturas, todavía los verdugos pasan por delante de las víctimas.

Resulta difícil de entender la extraña alianza que se ha trenzado entre la ultraderecha, la derecha y un núcleo muy concreto de la izquierda judicial. Y es inquietante el papel de un Gobierno (con algún portador del virus antiGarzón incrustado) que, amparándose en la no intromisión entre poderes, deja hacer, olvidando que no estamos ante un problema judicial sino político y que será el Gobierno el que tendrá que lidiar con las consecuencias internas y con el descrédito internacional que provocaría una sentencia condenatoria. La prensa extranjera no puede entender que España sea incapaz de encarar la revisión de la dictadura que han hecho ya otros países, como Chile y Argentina. Lo decía The New York Times: “España necesita una explicación honesta de su pasado, no perseguir a aquellos que tienen el valor de exigirla”.

El Consejo General del Poder Judicial -a petición de parte: el juez empeñado en cargarse a Garzón- descalifica las críticas. El Poder Judicial es tan susceptible de ser criticado como cualquier otro. En democracia nadie, ni siquiera los jueces, está por encima de la libertad de expresión. Y es especialmente grave que el Poder Judicial pretenda limitar algunas expresiones, porque es el único poder del Estado que no tiene otro control que el de la opinión pública. Al Poder Ejecutivo lo controla el Legislativo, al Legislativo lo controla el ciudadano, que tiene la capacidad de cambiar las mayorías con su voto, a ambos los controla el Poder Judicial y, desde lejos, la opinión pública. El Poder Judicial se controla a sí mismo. Por lo menos, que aguanten los envites que puedan venir de la opinión pública.

La derecha, que desde el caso Gürtel va a por todas contra Garzón, habla de las críticas a los jueces que le han de juzgar como un atentado a la democracia. La libertad de expresión nunca atenta contra la democracia. Lo que sí atenta contra la democracia es el querer escapar a ella. A la derecha el cuerpo le pide pelea contra Garzón, pero puede salir trasquilada: conseguirá movilizar a una izquierda que estaba muy desactivada.

Si el primer principio de la Justicia, como dice Amartya Sen, es actuar contra la injusticia flagrante, en este caso hay una clara inversión de los valores: una presunta injusticia -querer enjuiciar a los verdugos con una interpretación de la ley que algunos jueces consideran inapropiada- se utiliza para tapar una flagrante injusticia -la negación del reconocimiento a las víctimas del franquismo-.

La justicia tiene un marco y un contexto. Se ejerce en una comunidad con unos valores determinados y con un trayecto histórico. La norma legal no tiene la asepsia de un teorema. El que la interpreta debe saber encontrar el equilibrio entre el texto y el contexto para actuar con equidad. Y la equidad dice que la injusticia flagrante no se está cometiendo con los verdugos -que salieron de rositas de esta historia- sino con las víctimas. La justicia no puede decidir que hay víctimas que no tienen derecho a ser lloradas, para decirlo con la expresión de Judit Butler.

La imagen liberal de España va a retroceder varios escalones en el mundo, porque es difícil entender que a estas alturas el franquismo aún tenga protección y los que lo denuncian aún tengan que pagar por ello. Creo que la prensa internacional lleva razón: la democracia española sigue cojeando porque una parte de este país todavía no puede admitir la realidad del franquismo.

La tumba

MANUEL VICENT El País – 18/04/2010

La izquierda política considera un escándalo que Falange Española, salida, de repente, del baúl de la historia, tenga fuerza suficiente todavía para sentar al juez Garzón en el banquillo. No es tan raro. El cadáver de José Antonio, fundador de ese movimiento fascista, está enterrado con todo honor al pie del altar mayor de la basílica del Valle de los Caídos, y durante 30 años de democracia nadie ha osado tocarlo. Al iniciar su instrucción sobre los crímenes del franquismo el juez Garzón pidió el certificado de defunción de Francisco Franco y esta diligencia, que sólo era un requisito formal, causó asombro en la mayoría de españoles. Los más ingenuos pensaron que ese papel era innecesario porque se sabe a ciencia cierta que los huesos del dictador permanecen bajo una losa de mil kilos en la basílica del Valle de los Caídos construido por presos políticos, y en la vertical de sus despojos se levanta una poderosa cruz de granito. En cambio, otros más suspicaces dudan que Franco haya muerto, porque precisamente esa enorme cruz proyecta todavía desde las breñas de Cuelgamuros la sombra del dictador sobre todas las instituciones de la democracia. A estas alturas lo realmente escandaloso debería ser el miedo reverencial que sienten los demócratas españoles hacia ese panteón faraónico, como si esa olla de hormigón guardara una barra de uranio que puede liberar una incontrolada carga radioactiva muy peligrosa. De ese miedo nacen todas las ruedas de molino con las que hay que comulgar. Es evidente que la actitud de este juez ha liberado unas fuerzas reaccionarias muy oscuras que nuestra democracia creía cegadas para siempre. Metidos en estos enredos jurídicos de rábulas se puede discutir si el juez Garzón ha prevaricado a la hora de tocar esa barra de uranio radioactivo. Juristas insignes lo niegan. El acto con que un juez inicia unas diligencias de investigación no puede ser nunca constitutivo de prevaricación porque en ese momento no se actúa aun contra nadie en concreto, en consecuencia no hay resolución injusta, puesto que no hay perjudicados todavía. Pero en el fondo, con este pleito político solo se trata de saber si Franco realmente ha muerto, por eso hizo muy bien el juez Garzón en pedir antes que nada su certificado de defunción.

El Poder Judicial duda si el auto de Varela implica apartar a Garzón

Los vocales progresistas dan tres nombres para la Sala Tercera del Supremo

JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ El País16/04/2010

Las aguas judiciales siguen convulsas. Con el telón de fondo de las críticas y manifestaciones ante las querellas que tramita el Tribunal Supremo contra el juez Baltasar juez Garzón, los vocales del sector progresista del Consejo del Poder Judicial, con tres ausencias, se reunieron ayer para perfilar su estrategia con vistas a su sesión plenaria del próximo día 22. Apenas se habló de Garzón. Pero porque no hay certidumbre de que en el pleno de ese día el Consejo debata si suspende o no al magistrado a la vista del auto del juez del Supremo Luciano Varela en el que dictamina que “ha lugar a proceder” contra el magistrado por su actuación en las diligencias contra las víctimas del franquismo.

La duda entre algunos vocales progresistas es de interpretación: es decir, si la indicación de Varela de “ha lugar a proceder” es suficiente o hay que esperar a que la resolución, recurrida por el magistrado ante la Sala de lo Penal, sea firme. De todas formas, no está claro que el Consejo aborde este asunto el día 22, ya que el Supremo aún no le ha remitido oficialmente el auto de Varela.

La remisión del auto es una facultad del presidente de la Sala de lo Penal, Juan Saavedra, y éste no ha remitido nada aún, según fuentes del Consejo. Quizás, interpretan estos medios, porque entiende que hay que esperar a que haya un auto firme de apertura del juicio oral. Por tanto, y salvo que el auto llegase hoy, o el lunes, el asunto Garzón no llegaría al pleno del día 22. Y es que, legalmente, el orden del día debe estar configurado con 72 horas de antelación y sólo una decisión unánime de todos los vocales a favor de incorporarlo sobre la marcha salvaría este obstáculo.

Pero no es fácil hallar unanimidades en este Consejo, y menos en un asunto tan espinoso. Así, la eventual suspensión del magistrado tendría que esperar al siguiente pleno, a finales de mayo.

El fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, también salió ayer en defensa de los jueces del Supremo frente a las “intolerables” críticas que está recibiendo este alto tribunal por el asunto del juez Baltasar Garzón. Sin mencionarlo, era una clara alusión al acto celebrado esta semana en la Universidad Complutense de Madrid.

Conde-Pumpido defendió la “amplia libertad de expresión” que existe en España pero señaló que las críticas que se están excediendo de lo razonable. A renglón seguido volvió a insistir en que, a su juicio, Garzón no prevaricó en su actuación indagatoria sobre los crímenes del franquismo y que su departamento mantendrá que no debe sentarse en el banquillo.

También terció en la polémica Gregorio Peces-Barba, que fue presidente de las Cortes y que anoche participó en un acto en la Residencia de Estudiantes. Peces-Barba, que considera que Garzón “no es un prevaricador”, demandó a los jueces “respeto por la ciudadanía y por lo que supone la memoria histórica”.

La portavoz del Consejo del Poder Judicial, Gabriela Bravo, también criticó las presiones al Tribunal Supremo. “Los ciudadanos de un país democrático tienen derecho a manifestarse y además a ejercer su libertad de opinión, pero lo que no podemos tolerar”, explicó, “son los ataques sistemáticos a las Instituciones, y en este caso al máximo órgano del poder judicial, como es el Tribunal Supremo”.

Lo que sí hizo ayer el grupo progresista del Consejo fue hablar de la vacante en la presidencia de la Sala Tercera del Supremo. Vocales consultados coinciden en que los siete jueces aspirantes son “muy buenos”. Y avanzaron que es probable que en el pleno del día 22 haya un acuerdo entre progresistas y conservadores sobre el sustituto de Ramón Trillo al frente de esta Sala, que es la que lleva los pleitos entre los ciudadanos y la Administración. E incluso los recursos contra las propias decisiones del Consejo.

Pero los recelos en el sector progresista siguen a flor de piel. Un hecho ha enrarecido el ambiente. Hace cuatro días, la Comisión de Calificación del Consejo decidió, por tres votos a favor y dos votos particulares en contra (los del progresista José Manuel Gómez Benítez y el conservador Claro José Fernández) elevar al pleno, sin extraer ninguna terna, a los siete jueces que se postulan para el cargo. Dado que uno de los que apoyaron esta propuesta fue el progresista Félix Azón, delfín de Margarita Robles, se pensó que podía tratarse de una jugada más de Robles para colocar a uno de sus amigos, en concreto a José Manuel Bandrés, en la presidencia de la Sala Tercera, en la que estará Robles cuando expire su mandato en el Consejo. Pero no. El grupo progresista descartó ayer a Bandrés por su “juventud” y se decantó porque el nuevo presidente sea alguno de los siguientes jueces: José Manuel Sieira o Fernando Montalvo, ambos progresistas. La opción de los conservadores es Ricardo Enríquez. A los progresistas, sólo como última opción, no les parecería mal Enríquez.

Semprún y las fosas de Katyn (y Garzón)

PATXO UNZUETA El País – 15/04/2010

Jorge Semprún nació en Madrid en 1923, se exilió en Francia en 1939, formó parte de la Resistencia, estuvo preso en un campo de concentración nazi, luchó contra Franco en la clandestinidad, fue disidente antiestalinista y ministro de un Gobierno socialista en España. Además, Semprún es un gran escritor. En pocas personas la vida y ese oficio avanzan tan unidos: es a la vez autor y protagonista de gran parte de su obra. No es casual que así sea, pues su biografía es en sí misma novelesca.

Pero hay algo en esa biografía que no resulta exactamente novelesco, aunque sí admirable: Semprún ha estado en cada momento en el lugar en el que había que estar. No es difícil hallar personajes que, al contrario, se caracterizan por llegar siempre tarde, cuando el peligro ha pasado; personas que se sintieron sinceramente antifranquistas, pero sólo después de la muerte de Franco, o cinco minutos antes; combatientes de la Resistencia cuando la División Leclerc desfilaba ya por los Campos Elíseos; críticos con las dictaduras del Este europeo después de la caída del Muro.

No es necesario recordar que Semprún no aguardó a que la historia decidiera de qué lado estaba la razón, o al menos las mejores razones, para comprometerse con una causa que resultó la más humana, o la menos inhumana, de cada momento.

El lunes pasado estuvo en Buchenwald, el campo nazi en el que fue recluido a sus 19 años. En su discurso, cuyo contenido había adelantado en EL PAÍS una semana antes, consideró que Buchenwald es un lugar idóneo para hablar de Europa (de la tragedia de la Europa del siglo XX), pues tan sólo tres meses después de ser liberado por los aliados fue reabierto por los soviéticos que ocupaban esa zona de Alemania. Y añadió, teniendo a la vista la chimenea del crematorio nazi y el bosque plantado por las autoridades de la RDA para ocultar las fosas comunes en las que enterraron a miles de presos del campo, que sólo tras la caída del Muro pudo Buchenwald “asumir sus dos memorias, su doble pasado” nazi y estalinista.

Cuando escribió el artículo ignoraba que dos días antes de leerlo en Buchenwald se produciría el accidente aéreo en el que perecieron el presidente y gran parte de la cúpula del Estado polaco, que se dirigían precisamente a rendir homenaje a las víctimas de la matanza de Katyn, un bosque próximo a la ciudad rusa de Smolensk en el que fueron asesinados en 1940 por los soviéticos miles de soldados y gran parte de la élite dirigente polaca. Ese nombre ha quedado unido para siempre a la infamia, además, porque durante decenios los soviéticos aseguraron que la matanza la habían perpetrado los nazis.

Las dos memorias. El mismo día en que Semprún leía su discurso en Buchenwald, se publicaba en La Vanguardia un memorable artículo en el que Antoni Puigvert reseñaba un libro de Miquel Mir y Mariano Santamaría sobre la violencia anticlerical en la Cataluña republicana de 1936, cuyas atrocidades no difieren mucho, dice Puigvert, de las que sufrieron los republicanos asesinados con extrema impiedad por patrullas falangistas en la zona ocupada por Franco. El argumento de que no es comparable una violencia con la otra, aduciendo que la de los franquistas fue sistemática mientras la otra era obra de incontrolados y fruto de la justa ira popular, o porque no es equiparable el número de víctimas de un lado y otro, pesa poco para cada memoria humana particular, a la que la estadística difícilmente aporta consuelo.

Las víctimas del lado franquista ya tuvieron su reconocimiento en los 40 años posteriores, se alega también. Pero de lo que se trata es de la asunción de las dos memorias; el reconocimiento por la España democrática de todas las víctimas injustamente asesinadas en ambos bandos es condición para fundar una memoria compartida. Pareció así establecido hasta hace poco, pero la herida ha vuelto a sangrar y el tema está ahora más candente que nunca por el inminente juicio al juez Garzón.

Paul Watzlawik teorizó hace años sobre lo que llamó ultrasoluciones: la fórmula infalible para convertir un problema en irresoluble es buscarle una solución tan extrema que provoque el caos. Garzón buscó una solución exagerada para atender al amparo solicitado por familiares de víctimas del franquismo que querían inhumar a sus deudos, y, queriendo justificar su competencia como juez penal en el caso, tomó iniciativas cada vez más radicales, incluyendo una reinterpretación de la Ley de Amnistía de 1977 como equivalente a las de punto final del Cono Sur. Con efectos fuera del marco judicial, tan delirantes como el surgimiento de voces que reclaman la derogación de la Amnistía de 1977 con el argumento de que fue un autoindulto franquista. O el deslizamiento desde la deslegitimación de la Transición, por haber permitido gobernar a los herederos del franquismo, a la del Estado democrático.

Al aceptar a trámite las querellas por prevaricación, el magistrado Varela también optó por la vía de la ultrasolución. La prevaricación no sólo es un delito gravísimo; también lo son, al margen de cuál sea la sentencia, las consecuencias del enjuiciamiento mismo, que implica la suspensión cautelar del magistrado (y el cuestionamiento de su autoridad moral). Los argumentos para dar vía libre al procedimiento contra Garzón (lo afirmado en la querella “no es algo que pueda considerarse ab inicio ajeno al tipo penal de la prevaricación, al menos como hipótesis”, etc.) podrían ser empleados por querellantes audaces contra Varela, como ya han anunciado dos asociaciones de memoria. Seguramente hay muchas personas contrarias a las iniciativas de Garzón, pero más contrarias a que por ellas se le inhabilite. Lo cual tal vez explique en parte esta ola aparentemente imparable que nos anega.

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El Katyn de todos” ¿Podrían compararse las fosas que investiga Garzón con las de la matanza estalinista?

Una bandera republicana en el Arco de la Victoria

Medio centenar de personas se han concentrado en el monumento para pedir la retirada de símbolos franquistas.- El encierro simbólico por Garzón acoge una terapia de grupo para víctimas

NATALIA JUNQUERA – El País – 15/04/2010

Medio centenar de personas se concentran bajo el Arco de la Victoria para pedir la retirada de los símbolos franquistas.- CRISTÓBAL MANUEL

Medio centenar de personas se ha concentrado esta tarde frente al Arco de la Victoria de Moncloa, en Madrid, para pedir la retirada de símbolos franquistas. Entre restos de un botellón y en presencia de la policía han colocado una bandera republicana de unos cinco metros de largo en el monumento que inmortaliza la victoria del bando franquista de la Guerra Civil.

El arco, de 40 metros de altura, se diseñó nada más terminar el conflicto, pero no se terminó hasta 1956. Lleva una placa en la que se lee en latín: “A las armas aquí vencedoras, la mente que vencerá siempre le dedica este monumento”, y en principio formaba parte de un complejo conmemorativo más amplio, con un monumento a José Antonio Primo de Rivera, que continúa detrás del arco, y una estatua ecuestre de Franco que finalmente decidió trasladarse al espacio que ocupó hasta hace cinco años en Nuevos Ministerios. “Cuando se terminó de construir el arco, los tiempos habían cambiado. Los aliados de Franco habían perdido la Segunda Guerra Mundial y el régimen, que entonces quería acercarse a EE UU prefirió ser más discreto. Por eso al terminarse, no se inauguró el arco y la estatua se llevó a otro lugar”, explica Jesús de Andrés, profesor de ciencias políticas en la UNED experto en símbolos del franquismo.

Terapia de grupo

Mientras, el aula de la facultad de Relaciones Laborales de la Complutense donde tiene lugar el encierro voluntario en apoyo del juez Garzón ha acogido hoy una sesión de terapia de grupo. Familiares de víctimas del franquismo, como Carmen Páez, que busca a su abuelo, un guardia de asalto que dejó cinco hijos, o Fausto Canales, que lucha para rescatar los restos de su padre del Valle de los Caídos, adonde fueron llevados sin su consentimiento, compartieron sus historias.

Todos elevaron la voz, de indignación, al recordar el final de su proceso, la paralización de la investigación que le reclamaron al juez Garzón. “Me daba confianza, me sentía arropada por él. ¿Ahora quién nos va ayudar a dignificar el nombre de mi abuelo y el de todos los que lucharon por España? Todavía somos malos y rojos? ¿Todavía tenemos que tener miedo?”, se preguntaba Carmen Páez.

Después, un hombre que no dice su nombre toma la palabra: “A mi hermano lo condenaron a muerte, al final se salvó. Yo soy un niño del auxilio social. Con diez años, he hecho trabajos forzados. Quería dar las gracias al juez Garzón porque nos ha dado un motivo para unirnos y recordar las tropelías y penalidades que pasamos. No podemos olvidar víctimas”.

Sin recursos suficientes

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) atiende a los familiares de las víctimas del franquismo en una oficina en la calle Francisco Madariaga, 30, en Madrid todos los miércoles. El local se lo ha cedido Psicólogos sin Fronteras. Están desbordados y denuncian que la oficina de atención a las víctimas del franquismo del Ministerio de Justicia ha llegado a remitirles cinco casos.

“La oficina estatal es una ventanilla. Allí no les escuchan, ni les dan ayuda psicológica. Nos remiten casos, cuando nosotros no tenemos ni para pagar Internet”, ha declarado Carlos Agüero, coordinador del centro de atención a las víctimas de la ARMH, que graba en vídeo a los familiares. “Sin sus testimonios será imposible exhumar de dentro de diez años, o que los hijos de los nietos sepan qué pasó. Hay pasajes de la historia más negra de este país que sólo están en la memoria de las víctimas. Llevamos diez años diciendo que esto es urgentísimo pero nadie nos hace caso”, ha añadido.

En esta oficina, donde han atendido a 103 personas, también ofrecen ayuda jurídica sobre las indemnizaciones que pueden solicitar “porque los octogenarios no entienden el lenguaje del BOE”, explica Agüero. El desamparo en el que se encuentran los familiares ha propiciado la aparición de empresas que piden dinero a las familias para hacer exhumaciones.

Caso por caso, casa a casa, los voluntarios de la oficina se han entrevistado con familiares de víctimas, “algunas en situaciones insalubres” y han tropezado con muchos obstáculos en los archivos que guardan las pistas sobre el paradero de los desaparecidos. “El 99% de las parroquias nos han puesto problemas”, ha denunciado Agüero.

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Peces-Barba: “Garzón no es un prevaricador”

“En España hubo un genocidio”

Carlos Slepoy. Abogado de las víctimas. El letrado justifica la querella en el principio de justicia universal acuñado por Garzón

Carlos Slepoy, el pasado martes, en Buenos Aires ojeando la querella. – A. D.

A. D. – BUENOS AIRES – 15/04/2010 00:30

Carlos Slepoy es el abogado que, en nombre de las víctimas, interpuso ayer una querella en los juzgados de Buenos Aires, junto con diversas organizaciones de derechos humanos, para que se lleve adelante en Argentina la investigación que a Baltasar Garzón le fue impedido realizar en España.

¿En qué se basa?

En la aplicación del principio de jurisdicción universal, que es el mismo principio conforme al cual el juez Garzón instruyó las diligencias en relación a los crímenes cometidos durante la dictadura en Chile.

¿Por qué ahora?

Tiene un sentido de devolución al inmenso favor que hizo la Justicia española para que se terminara con la impunidad en Argentina.

¿Qué van a exigir?

Esta es una prueba para el Gobierno español, que deberá informar sobre los ministros, todavía vivos, que participaron en los gobiernos del franquismo. También pediremos una relación de los mandos de las Fuerzas Armadas, de la Guardia Civil, de la Policía y de los dirigentes de la Falange.

¿Pedirán otras pruebas?

La certificación del número de desaparecidos de los que hay constancia, de las fosas comunes que se han encontrado, de los cuerpos que fueron recuperados, de los niños secuestrados, etcétera.

¿Tienen cifras?

Están en los autos de Garzón. El juez español habla de unos 113.000 desaparecidos y de 30.000 niños apropiados.

¿Qué se va a juzgar?

La acusación principal es el delito de genocidio, pero no excluye el delito de lesa humanidad.

¿Cuál es la diferencia?

En el genocidio, el propósito del represor es excluir a los distintos grupos que componen la sociedad con el objetivo de remodelarla y, por tanto, busca la eliminación de todos los grupos que se oponen a ese propósito. Exterminan a los individuos con el afán de destruir los grupos de los que ellos forman parte. Los crímenes de lesa humanidad, en cambio, implican un ataque indiscriminado a la población civil.

¿Puede citar un ejemplo?

Las bombas de Hiroshima y Nagasaki fueron crímenes contra la humanidad, pero no pretendían reorganizar esa sociedad ni eliminar a determinados grupos, cosa que sí hicieron el franquismo o la dictadura argentina. Es muy importante esta diferenciación porque echa luz acerca de las causas, los beneficiarios y sus responsabilidades.

¿Quiénes son los querellantes?

Darío Rivas, cuyo padre, Severino Rivas, fue fusilado, e Inés García Holgado, que tiene tres familiares asesinados, un tío y dos tíos abuelos: el primero desaparecido y los otros dos fusilados.

¿Habrá más en el futuro?

Sí, es innumerable la cantidad de personas que quieren presentar sus denuncias tanto en Argentina como en España. Pero a este llamado ya se han unido organizaciones sociales de derechos humanos que se presentan en este procedimiento, incluidas algunas de España, como la Federación de Sociedades Gallegas y la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica de España.

¿La Justicia argentina podrá aplicar el principio de jurisdicción universal?

Sería la primera vez, pero está obligada a hacerlo porque lo ordena la Constitución argentina, que establece la figura de la jurisdicción universal. También hay leyes internas que otorgan a los tribunales federales la competencia para investigar los crímenes de genocidios, los delitos de lesa humanidad o los crímenes de guerra. La aplicación de la jurisdicción universal es además recomendada en múltiples instituciones como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos o el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

¿Por qué la Justicia española no quiere investigar?

Lo que pasa en España sucede en todos los países en donde se cometen crímenes masivos de esta naturaleza. Al crimen le sucede la impunidad, pactada incluso con quienes fueron víctimas. En España, se firmó la Ley de Amnistía, que fue apoyada por distintos partidos políticos, incluso por aquellos que son herederos de los que fueron víctimas en Argentina. Así ha sucedido en países como Argentina y Chile. No es esto de exclusividad española.

¿Qué se pretende en España con la posible inhabilitación del juez Garzón?

Quienes cometieron estos crímenes en España, que tienen el control de sus sociedades precisamente porque lo lograron a través de sus procesos genocidas, intentan que no se investiguen estos hechos. Echar silencio, olvido e impunidad sobre ellos. En consecuencia, lo que sucede con Garzón es eso. Tuvo la osadía de cumplir con lo que la ley interna española e internacional demandan, que es investigar estos crímenes. Inmediatamente todas las fuerzas de la vieja España se volvieron contra él, llegando no sólo a paralizar el procedimiento, sino además a abrir un inaudito proceso para inhabilitarlo, lo que desacredita la Justicia española internacionalmente de un modo increíble.

¿Qué esperan al respecto?

Esperamos que se revierta este proceso y que lleguen a ser juzgados los jueces que están tratando de inhabilitarlo. Ellos son los verdaderos prevaricadores, dado que están dictando a sabiendas una resolución contraria al derecho.

Sois ridículos

MARUJA TORRES El País – 15/04/2010

No contentos con hacer el ridículo enjuiciando a Garzón, los llamados jueces del Tribunal Supremo se disponen a meter la gamba contándoles a los corresponsales extranjeros por qué lo hacen, y seguramente cómo es él, y en qué lugar se desenamoraron del juez. Me pregunto si estos tiesos y secos franquistas se han reblandecido con los años. Quizá es que la democracia que practican -entendida a la manera de Cospedal, es decir, la salvaguardia de sus intereses- les ha convencido de que el mundo les comprenderá en cuanto se expliquen e inviten a los corresponsales a una paella y una corrida de toros. Chicos, chicos, recordad el regio ejemplo que antaño os dio vuestro defendido, Francisco Franco. “Somos el asombro de Europa”, proclamaba cada dos por tres. Y seguía poniéndose a Europa, al mundo, por montera. Aquel sí que era un fascista berroqueño. A vosotros se os ven las grietas. No porque seáis mejores, sino porque estáis en terreno resbaladizo: terreno democrático. Mas no de Cospedal ni de Rajoy ni de Rita la Barbacoa. Democracia sin adjetivos y, sobre todo, sin zorrillas (en el sentido bíblico: que se cargan la vid) que usan su nombre en vano. Quizá la cercanía de una socialistísima como Margarita Robles os ha debilitado y necesitáis, además de hundir a Garzón, al Estado de derecho y a esta ciudadanía, además de dar la espalda de nuevo a las víctimas del franquismo y echar una manita a los gürteles, necesitáis, decía, de un poquitín de cariño por parte del extranjero.

Un consejo: tened cuidado que esta clase de gentuza, periodistas de democracias consolidadas, están acostumbrados a preguntar y repreguntar en las ruedas de prensa. Porque será una rueda de prensa, supongo. ¿O pensáis saliros con un comunicado y un vino español? Ayyyyy, ayyyyy, en qué pedazo de jardín os habéis metido. Perdón por el tuteo. Lo hallaréis irrespetuoso. Pero es que no os respeto en absoluto.

“Me siento culpable de lo que le pasa a Garzón”

Hilda Farfante, hija de fusilados, resume el sentir de muchos familiares de asesinados por el franquismo

NATALIA JUNQUERA El País15/04/2010

Hilda Farfante, ayer, en el encierro en apoyo a Garzón.- LUIS SEVILLANO

Sentada en una bancada de pupitres de un aula de la Facultad de Relaciones Laborales de la Universidad Complutense, Hilda Farfante Cayo, de 79 años, confesó ayer, entre lágrimas, que había sido el sentimiento de culpa el que la había llevado hasta allí, a participar en el encierro simbólico de apoyo al juez Baltasar Garzón. “Me siento culpable de lo que le pasa. Porque yo le veía que iba a por Pinochet y luego a por los argentinos y siempre decía: ¿Y lo de mis padres? ¿Y la represión franquista? Cuando dijo que se iba a ocupar de esto, me llevé la alegría de mi vida. Ahora, con todo lo que le está pasando, tengo ganas de pedirle perdón. Mi abuela siempre decía: ‘a los falangistas decidles siempre a todo que sí. No les llevéis nunca la contraria’. Y a lo mejor tenía razón”.

Hilda tenía cinco años cuando perdió a sus padres, ambos maestros, como ella. “Se conocían desde pequeños, iban siempre juntos. Nunca se habían separado. A mi madre fueron a buscarla cuando iba a abrir el colegio. Ocho años después, en su acta de defunción, escribieron como causa de la muerte: ‘Hecho de guerra’. Abrir el colegio de un pueblo era un hecho de guerra. Mi padre fue a buscarla al día siguiente y lo mataron también. Ella está enterrada en una cuneta. A él lo tiraron por un barranco. Son desaparecidos. A las tres hermanas nos separaron, cada una con un familiar. Ya nunca volvimos a estar juntos”, cuenta, emocionada.

“Yo siempre pensé que si esto lo cogía Garzón, se solucionaría todo, pero se ha metido en una trampa. El franquismo sigue gobernándolo todo”, concluye.

En la Oficina de Atención a las Víctimas de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica han escuchado muchos testimonios parecidos a éste, de familiares que se sienten culpables por el proceso contra Garzón. “Se sienten víctimas y culpables. La frustración es enorme”, explica Guillermo Fouce, de Psicólogos sin Fronteras y coordinador de la oficina, que hoy cumple un año en funcionamiento.

Un equipo de 20 personas (psicólogos, historiadores, arqueólogos y sociólogos) ha atendido a un centenar de familiares desde entonces. “Vienen muchos abuelos animados por sus nietos y gente muy mayor, buscando su última oportunidad de cumplir con las deudas del pasado”, cuenta. “Muchos piden imposibles, pero a todos los atendemos. La oficina estatal de atención a las víctimas del franquismo incluso nos ha derivado casos”, explica. “Organizamos charlas de grupo para que cada uno cuente su caso. Esto lo hemos copiado de Chile y Argentina, por ejemplo con las Abuelas de Plaza de Mayo. Así se dan apoyo mutuo”, cuenta Fouce.

Los testimonios de esas personas son grabados para el Programa de Donantes de Memoria, que pronto se podrá consultar en Internet. “Me han impresionado algunos testimonios sobre niños robados y el hallazgo de fosas en Madrid. Hasta ahora se pensaba que no había, pero hemos encontrado indicios en Torrejón de Ardoz, Alcalá de Henares, Navalcarnero, Getafe…”.

Fouce lleva mucho tiempo atendiendo a familiares, pero aún le sorprenden. “Todavía me pone los pelos de punta ver cómo bajan la voz para contar su historia. Y su capacidad de resistencia. Las víctimas que no son reconocidas acaban pasando por un proceso que en psicología se llama victimización secundaria y complica mucho la curación. En estos casos, todos son doblemente víctimas, porque no han sido escuchadas y ahora, además, tienen otra vez la sensación de que quieren callarlas”.

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Actos de apoyo al juez

Los familiares de víctimas del franquismo han acordado concentrarse cada día, a las ocho de la tarde, frente a la Audiencia Nacional, en apoyo de Garzón. Ayer lo hicieron unas 100 personas. La actriz Pilar Bardem, el actor Juan Diego Botto y la escritora Rosa Regás acudieron al encierro simbólico organizado en la Facultad de Relaciones Laborales de la Universidad Complutense en defensa del juez. Hoy se presentará el balance de la oficina de atención a las víctimas de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y habrá un concierto y recital de poemas con Luis García Montero y Luis Pastor. El viernes está convocada una concentración frente al llamado Arco del Triunfo, en Moncloa, (Madrid) para exigir la retirada de símbolos franquistas.

La querella en Argentina por crímenes franquistas avala a Garzón

El Nobel de la Paz Pérez Esquivel alerta de la persecución al juez español

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ – Buenos Aires – 15/04/2010

El acto de presentación de la anunciada querella por crímenes franquistas que tuvo lugar ayer por la mañana ante la Cámara Federal de Buenos Aires se convirtió en una muestra de apoyo y solidaridad con el juez Baltasar Garzón, inculpado en España por un delito de prevaricación . La querella ha sido presentada por los familiares de dos víctimas del franquismo, un alcalde asesinado en 1937 y un desaparecido, presuntamente enterrado en una fosa común, y está respaldada por 10 organizaciones de defensa de los derechos humanos y de recuperación de la memoria, autorizadas por la Constitución argentina a presentarse como parte implicada en cualquier demanda por violación de derechos básicos.

El caso ha caído en el Juzgado número 1 de la Cámara Federal, cuya titular es la magistrada Rolmilda Servini de Cubria, lo que no fue recibido con demasiado entusiasmo por los querellantes. La juez Servini es muy conocida en los ambientes jurídicos y políticos argentinos, y ha tenido que hacer frente en su ya larga carrera a varias demandas contra algunas de sus actuaciones profesionales. Tuvo a su cargo la causa denominada Yomogate, donde se acusaba a la cuñada del presidente Menem de lavar dinero proveniente del narcotráfico, y alcanzó popularidad a principios de los noventa al intentar censurar la sátira de un conocido cómico argentino.

Será ella quien decida si acepta la querella presentada ayer, que parte de los dos hechos relatados pero que implica el reconocimiento de la jurisdicción internacional por parte de la justicia argentina. Los querellantes solicitan que se recaben en España los nombres y domicilios de los miembros de los Gobiernos existentes entre el 17 de julio de 1936 y el 15 de junio de 1977, fecha de las primeras elecciones democráticas. La misma solicitud se formula respecto a “mandos de las Fuerzas Armadas, Guardia Civil, Policía Armada, directores generales de Seguridad y dirigentes del partido Falange Española” en ese mismo periodo. Según los abogados que han preparado la demanda, Beinusz Smukler y Ricardo Huñis, la Ley de Amnistía no puede aplicarse a crímenes que pueden ser asimilados a delitos de genocidio o lesa humanidad, como son, en su opinión, los de la dictadura franquista.

En la conferencia de prensa celebrada a última hora de la mañana de ayer (18.00 hora peninsular española), se hizo hincapié en el respeto profesional que provoca en América Latina el juez Baltasar Garzón. “Alguna vez se ha dicho que las acciones del juez Garzón dañaban la imagen de España en América Latina, pero es precisamente lo contrario. Nunca tuvo España mejor imagen en nuestros países que cuando Garzón abrió sus procedimientos contra los dictadores y torturadores de Chile y Argentina. Es ahora cuando esa imagen favorable está sufriendo, cuando se intenta procesar a Garzón por aplicar tratados internacionales que España suscribe”, explicó el periodista Horacio Verbitsky, presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales.

El premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, presente en el acto, apoyó al juez Garzón y exigió que se continúe la investigación sobre los crímenes cometidos en el franquismo. “No importa que los responsables estén muertos. Lo que importa es la verdad”, aseguró a EL PAÍS. “Toda esta movilización pretende llamar la atención sobre la persecución que está sufriendo el juez”, añadió en medio de los aplausos de los asistentes. Uno de los abogados firmantes de la querella, Ricardo Huñis, aseguró que ya está recibiendo muchas llamadas no sólo de Argentina sino de otros lugares del mundo, en las que descendientes de españoles asesinados durante la Guerra Civil y la inmediata posguerra preguntan qué pueden hacer para sumarse a esta iniciativa.

El vicepresidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Santiago Macías, expresó su emoción y recordó que el acto coincidía con la fecha de proclamación de la II República. Agradeció a las asociaciones argentinas su defensa del juez Garzón y su voluntad de llevar adelante acciones judiciales contra los crímenes franquistas y solicitó apoyo para lograr que España derogue la Ley de Amnistía. La presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, insistió en la importancia del paso que acaba de darse y recordó la gran acogida que tuvo siempre en España su demanda de justicia para los desaparecidos argentinos.

La nota más emocionante la proporcionó Darío Rivas, de 90 años, hijo del alcalde de Castro de Rei (Lugo) asesinado en 1937, que logró recuperar sus restos en 2005 y que continúa exigiendo justicia. Darío estuvo en el acto, pero fue su sobrina quien leyó un texto en el que se acusa a España de seguir viviendo como en la época de la dictadura y de haber aceptado un pacto de silencio, indigno.

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Texto de la querella presentada en Buenos Aires por genocidio y crímenes de lesa humanidad cometidos por la dictadura franquista

Los que piden justicia