Podemos y debemos

BENJAMÍN FORCANO – El País – 01/05/2010

Estamos en democracia. Y, en consecuencia, debemos admitir como ciertos los siguientes hechos: 1. Las Cortes Españolas aprobaron una ley de amnistía para: “Todos los actos de intencionalidad política, cualquiera que fuere su resultado, tipificados como delitos y faltas realizados con anterioridad al 15 de diciembre de 1976”. 2. Tal amnistía fue expresión de todos los españoles, quienes, a través de sus representantes, la sellaron como ley. 3. No es seguro que dicha ley quede anulada por otras leyes internacionales superiores. 4. El juez Garzón intenta hacer justicia a las víctimas vencidas de la guerra sin ir contra esa ley, en el sentido de no reclamar procesos ni juicios contra nadie, sino simplemente conseguir que la sociedad española haga con todos lo que hizo con una sola parte: reconocer a las víctimas y darles honrada y familiar sepultura. 5. El tribunal Supremo tiene competencia para intervenir con toda legitimidad y valorar si dicho juez traspasó los límites de su poder y puede decidir, aun equivocándose, pero cumple correctamente con su función. 6. Los ciudadanos pueden con argumentos y razones discrepar de dicha decisión pero no por ello pueden dejar de acatarla.

Dado como supuesto este cuadro legal democrático, pienso que unos y otros, en este momento, debemos reconocer un hecho de capital importancia: lo pasado está bien hecho y acaso pudo darse por cerrado ese ciclo histórico, sin abrir el debate de la memoria histórica, que acabó en ley. Hubiera sido una opción. Pero -y esto es lo nuevo- las leyes no son absolutas ni nos atan y pueden interpelar a la sociedad por nuevas circunstancias. El hecho mayor es que estamos ahora en disposición de afrontar juntos, mirando al futuro, sin odios inútiles, esa locura colectiva, con víctimas vencedoras y víctimas vencidas, y entender que todas las víctimas tienen el derecho en familiares y amigos, y en la misma sociedad a ser reconocidas y tratadas en digna sepultura.

Este debiera ser el sentir de un gran gesto colectivo, magnánimo, impregnado de pesar mutuo y de compromiso por no reincidir en las causas que nos llevaron a tan desgraciado enfrentamiento. La sanación de nuestras heridas y afianzamiento de nuestra democracia debiera cogernos a todos con la mirada, corazón y manos abiertas, para sentirnos reconocidos, perdonados, integrados y nunca más excluidos. Esto puede que vaya más allá de la legalidad establecida, pero hay que acogerlo como imperativo moral que surge del corazón y contribuye a fortificar el futuro de nuestra democracia. ¡Podemos y debemos.

La resistencia a conocer el pasado

VICENÇ NAVARRO – blog Dominio Público – 29 Abr 2010

04-29.jpgLa movilización de amplios sectores progresistas en contra del enjuiciamiento de Baltasar Garzón por parte del Tribunal Supremo, como consecuencia de su investigación de los crímenes del fascismo, ha dado lugar a una respuesta de condena por parte de la derecha española acompañada de los “compañeros de viaje” que han hecho de su anti izquierdismo la marca de su labor periodística.
Un argumento utilizado por el PP –que evidencia una carencia de sensibilidad democrática– es el de acusar a tales manifestaciones de ser “antidemocráticas”, pues presentan las críticas y presiones al Tribunal Supremo como comportamientos que no respetan las reglas democráticas. Tal argumento desconoce que el poder de cualquier parte del Estado deriva de la soberanía popular y, como tal, puede ser sujeto de crítica y presión por parte de la ciudadanía. Tal acusación de antidemocrática tiene también un componente elevado de incoherencia, pues la dirección de aquel partido nunca ha criticado a la Iglesia católica por amenazar con la excomunión a los jueces que aplicasen la Ley del Aborto, amenaza que representa el máximo grado de presión e interferencia en una judicatura en la que la mayoría de sus miembros son católicos.
Otro argumento planteado no sólo por las derechas sino también, entre otros, por Joaquín Leguina, Fernando Savater y Santos Julià, en sendos artículos publicados este mes en El País , es que tales movilizaciones están rompiendo la reconciliación nacional, que asumen estuvo plasmada en la Ley de Amnistía, ignorando que tal norma fue resultado de la movilización popular liderada por las izquierdas y cuyo objetivo primordial (en el momento de su aprobación, en el periodo preconstitucional) era sacar de las cárceles a los que lucharon en contra de la dictadura. En realidad, las derechas (Alianza Popular) no la apoyaron. De reconciliación tuvo poca. Y esta todavía no ha llegado, como bien lo muestra el hecho de que casi 150.000 personas asesinadas del bando republicano continúan desaparecidas como consecuencia de la oposición de las derechas a que sea el Estado el responsable de encontrar a tales desaparecidos, tal como instruyen las leyes internacionales, por mucho que Joaquín Leguina lo niegue en su artículo (ver los escritos del magistrado José Mª Mena sobre este tema).
Tal oposición imposibilita la reconciliación, como también la dificulta la oposición al reconocimiento de aquellos que perdieron la vida como consecuencia de su lealtad a la República. El juez Adolfo Prego, miembro del Tribunal Supremo, que está a favor de la penalización del juez Garzón por la ayuda que este intentó proveer a los familiares de los desaparecidos para encontrar a sus seres queridos, se opuso con gran contundencia al reconocimiento de los jueces republicanos asesinados o desterrados por la dictadura. Como escribió The Guardian (20-04-10),  “a las izquierdas ni siquiera les dejaron encontrar y enterrar a sus muertos”. Tal nivel de crueldad (y no hay otra manera de definirlo) no tiene equivalente en la Unión Europea. La gran mayoría de los medios de información de la derecha europea han condenado que se haya llevado a los tribunales al único juez que ha querido analizar la represión fascista. No así las derechas españolas, cuyos homólogos en Europa son la ultraderecha.
Pero el argumento que se da con mayor intensidad en la denuncia de las manifestaciones es el mismo que se ha dado durante el periodo democrático para justificar el olvido y la injusticia que ello conlleva. Es el argumento de la equidistancia, indicando que ambos bandos del conflicto civil hicieron las mismas salvajadas (lo cual ha permitido afirmar a Arturo Pérez-Reverte que “todos [vencedores y vencidos] hemos sido igual de hijos de puta” (El Mundo, 26-02-10). De tal equidistancia se concluye que es mejor no reavivar la memoria, pues abriría las heridas, asumiendo erróneamente que estaban cerradas. No por casualidad, la mayoría de los que sostienen tales posturas son hijos de vencedores, independientemente de que hayan pasado el sarampión de haber sido de izquierdas en su juventud. Es frecuente que para lavar tal pasado acentúen ahora sus sarcasmos e insultos a las izquierdas.
El hecho de que hubiera casos de asesinatos políticos en el Estado republicano (muchos menos que los cometidos por el Estado fascista), no niega, sin embargo, la justicia de la causa de la República, de la misma manera que el injusto bombardeo de la ciudad de Dresde (Alemania) por parte de las fuerzas aliadas en su lucha contra el nazismo y el fascismo no niega, tampoco, la bondad de su causa. Tampoco el hecho de que existieran personas no democráticas entre los asesinados republicanos significa que la mayoría de asesinados no hubieran luchado o se hubieran identificado con un gobierno democráticamente elegido. De ahí que tal equidistancia no sea tanto una explicación, sino una justificación para sostener aquella profunda injusticia. El definir como “hijos de puta”, como hace Pérez-Reverte, a los que lucharon defendiendo la República, la mayoría de los cuales no cometieron “salvajadas”, es un insulto injusto e inmerecido, excepto en su propio caso, pues no es de bien nacido ofender a los que sufrieron enormemente por una causa noble, de la cual el que insulta se ha beneficiado ampliamente.
Lo que está ocurriendo en España no es “inexplicable”, como se ha escrito. Es muy explicable, pues es consecuencia del enorme dominio de las derechas en el proceso de la Transición inmodélica que determinó una democracia muy incompleta y un bienestar muy insuficiente. Su oposición a conocer el pasado se explica porque el que controla la visión del pasado controla la hegemonía intelectual del presente. Y esto es lo que ocurre en nuestro país.

Vicenç Navarro es catedrático de Ciencias Políticas y Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra

Ilustración de Mikel Jaso

España tendrá que explicar en la ONU el acoso a Garzón

El Consejo de Derechos Humanos examina el miércoles al Gobierno de Zapatero

PERE RUSIÑOL – Público – 29/04/2010 06:00

El Gobierno español deberá dar explicaciones la semana que viene en Naciones Unidas por el acoso al juez Baltasar Garzón y por las dificultades de investigar los crímenes del franquismo. El organismo internacional ha puesto el foco en España y los expedientes sobre la causa del franquismo se acumulan: ya hay seis entes de la ONU donde se debate la situación originada por el acoso al juez.

España se somete el miércoles de la semana que viene por vez primera al examen sobre derechos humanos que realiza en Ginebra Naciones Unidas a todos sus miembros. El ejercicio se instauró en abril de 2008 y consiste en una evaluación detallada de la situación de los derechos humanos en cada país por lo menos una vez cada cuatro años.

El proceso toma como punto de partida un documento elaborado por el propio país, al que se suman luego las aportaciones de los distintos organismos de Naciones Unidas y de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), que remiten a Ginebra sus análisis, aunque luego no tienen derecho a intervenir el día del examen.

La delegación española estará encabezada por la Secretaría de Estado de Asuntos Constitucionales y Parlamentarios, adscrita a Presidencia, y contará con técnicos de varios ministerios, que deberán someterse a las preguntas del Consejo de Derechos Humanos.

Estupor internacional

La primera comparecencia española, el próximo miércoles, coincidirá con el estupor internacional provocado por la instrucción del Supremo contra Garzón por supuesta prevaricación en la causa de los crímenes franquistas. Y aunque el material -tanto el del Gobierno español como el de las ONG- se envió hace meses, todas las partes dan por seguro que España tendrá que dar explicaciones por el acoso a Garzón y quizá también por la Ley de Amnistía de 1977 y la dificultad de investigar en los tribunales españoles los crímenes del franquismo.

“Sabemos que el asunto muy probablemente saldrá y estamos preparando las repuestas con la tranquilidad que da el saber que no se está cometiendo ninguna violación de los derechos humanos. Al contrario, la situación de España es muy positiva”, explica uno de los diplomáticos que está preparando la comparecencia de España.

El documento que remitió a Ginebra Amnistía Internacional ya incorporaba las dificultades para llevar a cabo las exhumaciones tras ser apartado Garzón de la causa. Pero la instrucción del Supremo en su contra ha movilizado a la ONG de derechos humanos, que ha intensificado su labor de lobby para asegurar que España deberá responder a estas cuestiones incómodas ante el Consejo de Derechos Humanos.

En las últimas semanas, la ONG se ha entrevistado con diplomáticos de Bélgica, Reino Unido, Holanda, India, Chile y Suráfrica, entre otros, para subrayar la gravedad de lo que está sucediendo en España.

Contratiempo inesperado

Para la diplomacia española, el caso Garzón y el súbito interés por la Ley de Amnistía y los crímenes del franquismo supone un contratiempo inesperado. España esperaba capitalizar los avances en derechos humanos desde la Ley de Igualdad hasta el matrimonio homosexual, entre muchos otros puntos para ganar un puesto en el Consejo de Derechos Humanos, que se renueva el 13 de mayo.

En cambio, ahora se encontrará probablemente a la defensiva, tratando de demostrar que respeta derechos humanos elementales como el de las víctimas a conocer la verdad o el de los jueces a investigar en lugar de poder lucirse exhibiendo los nuevos derechos que ha impulsado.

El frente internacional no se acaba en el Consejo de Derechos Humanos. Otras organizaciones de gran renombre internacional, como Human Rights Watch (HRW), han acudido también a la ONU para que interceda por Garzón y en favor de los derechos de las víctimas de la represión franquista.

El portavoz de HRW, Reed Brody, se ha dirigido al Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos pidiéndole que interceda en España en favor de Garzón. La organización también ha escrito al Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas o Involuntarias instándolo a examinar si España cumple con los compromisos que firmó.

‘Caso Garzón’: las críticas no son excesivas

JOSÉ JIMÉNEZ VILLAREJO El País – 29/04/2010

El acoso judicial a Baltasar Garzón -creo sinceramente que así puede ser definido lo que está sucediendo a este magistrado- ha suscitado, dentro y fuera de nuestra sociedad, perplejidad primero e indignación después. Uno y otro sentimiento se han manifestado en diversos ámbitos y su expresión alcanzó quizá singular resonancia en el acto celebrado el pasado día 13 en la Universidad Complutense. Lo que allí se dijo -y lo que no se dijo pero ha sido imaginado por algunos- ha provocado una avalancha de reacciones contrarias. Algunas de ellas se han situado en el campo del insulto soez o de la amenaza apenas velada, pues se ha llegado a insinuar que los nuevos cachorros del franquismo pueden volver a las andadas de sus mayores. Otras han optado por la descalificación política del acto considerándolo antidemocrático y constitutivo de un ataque a la independencia judicial y a la Constitución, y otras, confundiéndose a veces con las anteriores, han insistido sobre todo en lo que estiman un exceso intolerable en el ejercicio de la libertad de expresión.

Sólo quiero comentar en este momento la tercera de las citadas reacciones. Prescindo de la primera por obvias y elementales razones de buen gusto y de la segunda porque estoy seguro de que una somera reflexión sobre la democracia y una relectura de la Constitución bastarán para que quienes han reaccionado de este modo caigan en la cuenta de su error. Sí me parece necesario, en cambio, prestar atención a la afirmación de que las críticas a la actuación de la Sala Segunda del Tribunal Supremo en el caso Garzón, vertidas en el acto mencionado, excedieron los límites que a la libertad de expresión impone el respeto debido a la Sala.

Para responder adecuadamente a tal afirmación se debe partir de estas consideraciones básicas:

1. Todos los órganos del poder judicial, como los de los otros poderes del Estado, están sometidos a la crítica de la opinión pública, que puede proyectarse tanto sobre el contenido de las resoluciones judiciales como sobre las repercusiones sociales que de ellas puedan derivarse.

2. El ejercicio de dicha crítica, que sólo supone un control difuso, no atenta en una sociedad democrática contra la independencia judicial, que únicamente pueda verse eventualmente amenazada por los otros poderes, por el órgano de gobierno del propio poder judicial y por los juzgados y tribunales superiores en el orden jerárquico judicial.

3. Las críticas no tienen forzosamente que retroceder ante el uso de expresiones que puedan resultar molestas e incluso hirientes para los jueces criticados, siempre que no tengan un significado objetivamente calumnioso o injurioso.

4. No hay razón alguna para exigir que el ejercicio del derecho de crítica se demore hasta que el proceso alcance una determinada altura, como parece insinuarse cuando se repite el tópico de que “hay que dejar trabajar a lo jueces”. En el curso del proceso pueden recaer resoluciones trascendentes, que afecten gravemente los derechos de las personas y que sean cuestionables, como ocurre, por ejemplo, con el auto por el quese admite una querella o en que se imputa formalmente a un querellado.

En relación con esta última consideración, debe recordarse que los jueces y tribunales, antes de admitir una querella y, con mayor razón, antes de imputar a una persona el delito del que se le acusa, tienen que realizar un provisional pero riguroso juicio de tipicidad, es decir, de incardinación del hecho objeto de acusación en un tipo de la ley penal.

El rigor de este juicio -que no se refleja en frases como “no es descartable” o “no es absurda la hipótesis”- es especialmente exigible cuando quien postula la acusación no es el Ministerio Fiscal, que “tiene por misión promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la ley -artículo 124.1 CE-, sino ciudadanos o personas jurídicas de las que cabe sospechar fundadamente que no persiguen la satisfacción del interés público tutelado por la ley, sino intereses privados que nada tienen que ver con aquél.

Hay serios motivos para pensar que ese juicio de tipicidad ha estado ausente en las resoluciones que viene dictando la Sala Segunda del Tribunal Supremo en la causa seguida a Baltasar Garzón, por haber iniciado actuaciones para la investigación de los crímenes del franquismo -prescindo momentáneamente de las otras dos causas que se instruyen al mismo magistrado- a instancia de asociaciones tan suspectas de intereses espurios como Manos Limpias, Libertad e Identidad y Falange Española de las JONS. Y en contra, por cierto, del imparcial criterio del Ministerio Fiscal.

De no ser por dicha ausencia, es muy difícil explicarse que se esté imputando a Baltasar Garzón un delito de prevaricación cuyo tipo consiste -artículo 446 CP- en dictar a sabiendas una resolución injusta, esto es, una resolución ajena a toda opción jurídicamente defendible, a toda interpretación razonable de la norma o normas que se aplican, según enseña una constante doctrina jurisprudencial.

Es indudablemente legítimo que la Sala Segunda del Tribunal Supremo no esté de acuerdo con los argumentos en que fundó su decisión Baltasar Garzón.

Tampoco lo estuvo la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional cuando la revocó, aunque con el voto discrepante de tres de sus magistrados, al estimar el recurso interpuesto por el Ministerio Fiscal contra el último auto del juez. La Sala puede estimar, por ejemplo, que un juez de la Audiencia Nacional carece de competencia para investigar los crímenes del franquismo, que los mismos han prescrito, que la Ley de Amnistía 46/1977 es un obstáculo insalvable para su persecución o que la Ley 52/2007 llamada de la Memoria Histórica impide a la autoridad judicial investigar hechos que han sido situados en el ámbito administrativo.

Pero esta diferencia de criterios, que bastaría ciertamente para privar de validez jurídica a la resolución del juez si estuviese sometida al control del tribunal en el contexto de un recurso, no es suficiente para tacharla de injusta y prevaricadora.

Porque los razonamientos de Baltasar Garzón no son en absoluto irracionales y las conclusiones que de ellos extrae no son en modo alguno arbitrarias.

A lo que es preciso añadir que la posibilidad de que la interpretación de las normas realizada por un tribunal superior convierta en delictiva la contraria del inferior constituye -esto sí- un gravísimo riesgo para la independencia judicial.

Siendo así, a nadie debe extrañar que la discutible actuación de la Sala Segunda haya suscitado tantas críticas y que algunas hayan alcanzado una considerable dureza aunque ello no implica un exceso reprochable ni, como se ha dicho, intolerable.

No cabe olvidar el abono que suministran a la crítica previsibles y lacerantes consecuencias de aquella actuación, como la frustración de las asociaciones de la Memoria Histórica, el apartamiento de sus funciones de Baltasar Garzón y el increíble espectáculo de un juicio oral en que un partido político, heredero directo del que proporcionó su ideario fascista a la dictadura, acuse, como prevaricador, al juez que pretendió precisamente investigar sus crímenes.

José Jiménez Villarejo es ex presidente de las Salas Segunda y Quinta del Tribunal Supremo.

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Vergara – Público – 27/04/2010

Varela obliga al Supremo a decidir si puede seguir la causa contra Garzón

El magistrado se aparta del caso mientras se resuelve la recusación contra él

JULIO M. LÁZARO El País29/04/2010

El juez del Tribunal Supremo Luciano Varela decidió ayer tramitar la recusación instada contra él por el juez Baltasar Garzón por “tener interés directo” en la causa que sigue el Tribunal Supremo contra el juez de la Audiencia Nacional por su investigación del franquismo. La decisión supone que Varela no acepta la recusación y ha puesto en marcha el mecanismo para que sea el Pleno de la Sala Penal la que decida si debe apartarse o no del conocimiento de la causa. La situación implica que de momento se retrasa el auto de apertura de juicio oral y la consiguiente suspensión de funciones de Garzón.

Varela ordenó a la Secretaría de Causas Especiales del Supremo que no entregase la providencia de admisión a la prensa, y tampoco dio traslado de su resolución a la defensa de Garzón. A media tarde de ayer, el abogado de Garzón, Gonzalo Martínez-Fresneda, se quejó de no haber recibido “ninguna notificación de ninguna resolución supuestamente recaída sobre dicha recusación”. En cambio, el Supremo sí dio traslado de la providencia del juez Varela a Manos Limpias y Libertad e Identidad. No es la primera vez que la defensa de Garzón se queja de no tener acceso a las resoluciones dictadas por el instructor.

El pasado sábado, Garzón recusó a Varela a través de su abogado, Gonzalo Martínez-Fresneda. El defensor del juez mostró su satisfacción por la expulsión de Falange del procedimiento, pero aseguró que la aceptación de un segundo escrito de acusación de Manos Limpias, siguiendo las directrices de Varela, vulneraba el derecho de defensa del juez imputado.

Según el escrito de recusación, Varela “mostró su interés en que las partes acusadoras mejoraran su escrito de acusación”. Con esa decisión, el instructor del Tribunal Supremo “ha tomado partido a favor de uno de los contendientes en el pleito, por lo que ha de ser recusado”.

Fuentes del Supremo dijeron ayer no recordar que haya prosperado nunca la recusación de un magistrado de la Sala Penal. La decisión sobre si Varela debe ser apartado de la instrucción corresponde al Pleno de la Sala Penal, excluidos los magistrados que formaron la Sala de admisión de la querella contra Garzón.

Paralelamente a la recusación de Varela, la Sala Penal, integrada por el presidente y los cuatro magistrados que admitieron a trámite la querella de Manos Limpias, tendrá que decidir sobre la nulidad de actuaciones planteada por Garzón por el asesoramiento de Varela a Manos Limpias y Falange sobre cómo presentar sus escritos de acusación. Aunque la recusación es previsible que no prospere, si el Supremo aprecia la nulidad en el escrito de Manos Limpias por defectos formales la acusación tendría que ser archivada y Garzón se libraría del banquillo.

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Vergara Público – 29/04/2010

Vergara Público – 24/04/2010

Varela admite a trámite la recusación presentada por Garzón y se aparta del caso

El Supremo designará un magistrado para proseguir la causa y otro para estudiar las alegaciones del juez.- Garzón pide ahora que se expulse del proceso a Manos Limpias, lo que acabaría con la causa

El País28/04/2010

Luciano Varela, el juez del Tribunal Supremo que instruye la causa contra el magistrado de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón por investigar los crímenes del franquismo, ha admitido a trámite la recusación que el magistrado presentó contra él por lo que, de momento, deberá inhibirse del caso.

Además, Garzón ha pedido que se expulse del proceso a Manos Limpias por haber presentado dos escritos de acusación corregidos y con defectos de forma. Si la defensa del juez de la Audiencia Nacional logra este último objetivo, la causa se quedará sin acusación y, por tanto, el proceso por haber investigado los crímenes del franquismo será directamente archivada.

En el caso de la recusación, la Sala de lo Penal del alto tribunal designará ahora un magistrado para continuar con la instrucción de la causa contra Garzón y otro para que estudie la recusación en sí. La base de esta, presentada el día 24, es el hecho de que Varela orientase a las dos acusaciones populares, Falange Española de las Jons y el pseudosindicato ultraderechista Manos Limpias, sobre la forma de presentar sus escritos de acusación contra el magistrado.

Los escritos, según el propio instructor, no se ceñían a los hechos e incurrían en valoraciones sobre circunstancias ajenas al proceso, por lo que les daba indicaciones y un plazo para acomodarlas a la legalidad.

Si el magistrado del Supremo no hubiera orientado a Manos Limpias y Falange, Garzón habría tenido la ventaja de afrontar dos escritos de acusación defectuosos, según el recurso. “Hasta tal punto son tenidos por inválidos que ambas acusaciones han sido requeridas, para salvar el trámite, a presentarlos de nuevo”, lo que cambia el escenario en perjuicio de Garzón “de forma grave e injustificada”.

Falange, finalmente, fue expulsada de la causa por errores de forma, decisión que ya ha sido recurrida.

En ocasiones anteriores, escritos con defectos similares originaron la expulsión irrevocable del procedimiento, como ocurrió con el PP en el caso Filesa.

Una vez formulada la recusación, se da traslado a las partes (en este caso, Manos Limpias) para que “en el plazo común de tres días” manifiesten si se adhieren o se oponen. En el siguiente día hábil, se debe pronunciar el juez recusado.

Una vez concluye ese primer plazo de tres días, se traslada inmediatamente (en la misma jornada o la siguiente hábil) al juez sustituto, que será designado entre los de la misma Sala según un turno establecido en función de la antigüedad. Si el magistrado designado tramita la recusación, el caso se trasladará a la Sala y se abrirá un plazo de diez días para practicar las pruebas pertinentes.

Luego, se trasladarán las actuaciones al Ministerio Fiscal, que tendrá tres días para emitir su resolución. Tanto si lo hace como si no, el incidente lo resolverá en los cinco días siguientes la Sala, sin que quepa recurso.

Freno a la suspensión del juez

La decisión de Varela deja en suspenso la suspensión de funciones a la que se enfrentaba Garzón en caso de que finalmente se le abriera juicio oral.

El presidente del Poder Judicial, Carlos Dívar, retrasó la semana pasada un viaje a Montevídeo para poder estar presente en caso de convocar dicho pleno extraordinario, y asegurar así el quorum necesario. Deben estar presentes al menos 14 de los 21 vocales; al viaje a Montevídeo tenían previsto acudir también el vicepresidente, Fernando de Rosa (que se ha apartado voluntariamente del asunto) y los vocales Antonio Dorado y Miguel Carmona.

Además, Margarita Robles también se ha apartado voluntariamente, y José Manuel Benitez lo hará previsiblemente. Queda por discutir la recusación planteada por Garzón contra Gemma Gallego por “enemistad manifiesta”.

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“No entiendo el castigo a Garzón por rastrear la memoria”

JUAN CRUZ El País – 28/04/2010

Gelman vive comprometido con la búsqueda de desaparecidos.- G. LEJARCEGI

Juan Gelman, el poeta argentino, cumple 80 años el 3 de mayo. Parece que tiene 32 menos.

Hay algo de radiante en él, y en su esposa, Mara La Madrid, psicoanalista, o, como ella dice, “speakanalista”.

Ambos celebran, con una alegría muy privada, algo que ocurrió en 2000 y cambió sus vidas. Luego él ganó el Cervantes, publicó más libros, pero como aquello no hubo nada, ni habrá nada.

Él lo relata ahora, en este desayuno frugal, como si lo estuviera diciendo por vez primera. Mara le aporta algún dato, y explica: “Para él es tan emocionante; cualquier palabra se le quiebra mientras lo dice”.

Fue el año 2000, cuando los esfuerzos, sobre todo de Mara, dieron el fruto de encontrar a la nieta de Juan, que nació del matrimonio de su hijo y de María Claudia García Iruretagoyena, secuestrados y asesinados por los militares argentinos en 1976. María Claudia estaba embarazada. Se supo que de ese embarazo nació “un baby”, hasta ahí llegaron las noticias. Juan desgrana el proceso de la búsqueda, que duró tres años. Con los primeros indicios, Mara y él vinieron a ver al juez Garzón; tocaron en el Vaticano, en el Gobierno uruguayo, pero en todas partes sólo había hilillos y desesperanzas.

Hasta que en el año 2000 las evidencias les llevaron a Uruguay. Una gran campaña, organizada a partir de la generosidad de sus amigos José Saramago y Eduardo Galeano, alertó como una campana universal, y llegó a los oídos de alguien que había oído…, y así sucesivamente.

El encuentro con la nieta (primero en la residencia del obispo de San José, Uruguay, que ayudó, y después, casi clandestinamente, en la casa de Galeano) fue a tientas, casi, porque había que establecer todos los elementos analíticos que añadieran ciencia al convencimiento. Antes de ese encuentro, Gelman relataba esa búsqueda como si los ojos se le fueran a salir, con las lágrimas, de las órbitas. Su camisa blanca, las flores amarillas de la mesa, la sonrisa de Mara pespunteando las erratas del relato…, todo conspira para que en esa mirada haya ahora una sonrisa que todavía abraza el momento del reencuentro definitivo con quien para él (y para muchos) fue símbolo de la supervivencia frente a la barbarie. Macarena Gelman, la nieta, que ahora tiene 32 años.

Detrás de esa búsqueda han nacido muchos símbolos y su decidida defensa, también, de los que buscan en otros lugares a sus desaparecidos. Esa actitud fue la que le llevó a escribir en este periódico, el 12 de febrero, un artículo breve sobre lo que sucede con el juez Garzón. Gelman tituló: No se entiende nada. Ayer le preguntamos, cuando ya ha consumido su sexto cigarrillo, si ahora entiende. Y dijo: “Sigo sin entender nada. No se entiende que se pretenda castigar a un juez que está buscando la memoria de una nación, necesaria para la construcción de una ciudadanía de memoria sana, capaz de construir hacia adelante, a partir de la conciencia de lo ocurrido”.

Ha consumido su zumo, sus frutas, y nosotros le hemos mirado hablar. No hemos dicho nada de la comida, Juan, le decimos. “Di que desayuno así, casi nada. Y que en España me gusta el jamón”. ¿Y además? “Y además, el jamón”. Hay en su mirada, ahora, un alivio que se parece a la alegría.

Varela retrasa su decisión sobre la recusación de Garzón

El juez de la Audiencia le achaca “tener interés en la causa” y parcialidad

JOSÉ YOLDI El País27/04/2010

El juez del Tribunal Supremo Luciano Varela aplazó este martes pronunciarse sobre la recusación que Baltasar Garzón presentó en su contra el pasado viernes. El juez de la Audiencia Nacional achaca a Varela “tener interés directo o indirecto en el pleito” que instruye contra él por investigar los crímenes del franquismo.

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Varela decide hoy si rechaza o admite a trámite la recusación de Garzón

El magistrado del Supremo ha sido acusado de “tener interés en la causa”

J. YOLDI El País27/04/2010

El magistrado del Tribunal Supremo Luciano Varela decidirá hoy previsiblemente si admite a trámite o rechaza de plano la recusación que Baltasar Garzón presentó en su contra el pasado viernes. El juez de la Audiencia Nacional considera que Varela tiene “interés en el caso” que instruye contra él por investigar los crímenes del franquismo.

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El procedimiento en democracia