Cuba no es una democracia

FRANCÍ XAVIER MUÑOZ SÁNCHEZ El País04/03/2010

El actor Willy Toledo se ha descolgado con unas declaraciones desafortunadas que, además de sorprender, han defraudado a más de uno que observaba su compromiso político con agrado. No se puede afirmar a estas alturas, como ha hecho él, que los presos políticos cubanos son terroristas. Ni se puede equiparar la disidencia política con la delincuencia.

De hecho, constatar la existencia de presos que no son delincuentes o terroristas ya nos dice a qué tipo de Estado nos referimos, uno en el que la democracia brilla por su ausencia. Y ni el más firme compromiso con la izquierda puede justificar hoy en día la complacencia con regímenes donde al pueblo no se le da la voluntad ni la palabra, por modélico que sea el país en muchos aspectos, como afirmó Willy Toledo. Quizá sin quererlo, el actor cayó en un maniqueísmo propio de otros tiempos y le pudo el verbo más que la razón, sobre todo al utilizar el mismo argumento que las dictaduras, por él seguramente denostadas, utilizan contra sus presos políticos o disidentes.

¿Qué diría Willy Toledo del progreso económico que Pinochet dejó en Chile o de la paz social que consiguió Franco en España? ¿Justificaban la ausencia de libertad? Pues lo que no vale para ellos no vale tampoco para los hermanos Castro.

¡Vive!

MARUJA TORRES El País – 04/03/2010

“Saltaron pulverizadas las cuentas de un collar de azabache que me había regalado mi madre”. Más que las imágenes de la televisión y las crónicas, impacta esta frase del e-mail que recibí, por fin, después de una semana de intentos y de devoluciones, de mi amiga chilena Marcia Scantlebury. Se encontraba en Viña del Mar, con parte de su familia, en el viejo hotel San Martín, me cuenta. “Caía todo sobre nosotros, y yo me levantaba y el terremoto, que fue eterno, me volvía a botar al suelo”.

El resto fue la pesadilla que podemos suponer, la búsqueda de los hijos, de los nietos, por los caminos de la destrucción.

Traigo aquí a Marcia porque para mí representa lo mejor de Chile: el coraje y la resistencia. Tras el golpe de Estado de Pinochet, en el 73, esta mujer pasó meses en los centros de tortura del régimen. La hirieron, no la quebraron. Reconstruyó su vida, después, sin renunciar al pasado. Declaró ante Garzón en el proceso contra el dictador.

En la actualidad dirige la Televisión Nacional de Chile. Por eso se hallaba en Viña del Mar, por el festival de la canción que no llegó a celebrarse. Es una buena periodista, Marcia. De ahí ese trallazo de los azabaches pulverizados, que con tanta elegancia habla de pérdidas irreparables. Los azabaches, como los abrazos maternos: anteriores al tiempo del secuestro de la democracia. Dice: “La tragedia y el dolor de este país no tienen nombre”. Añade que el final, para ellos, fue semifeliz, “porque todos estamos bien”, pero que el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos que recientemente inauguraron sufrió fuertes daños y que “este país, otra vez, está de rodillas”.

Arrodillado, no. Arrodillado no lo estuvo nunca. Siempre alguien se alzó para resistir. Alguien pasó la antorcha.

Chile: ¡Vive!

La Universidad de Nueva York certifica que Garzón no pidió ni recibió el patrocinio del Santander

El Centro Rey Juan Carlos I de España solicitó y obtuvo los recursos para planificar los coloquios

JULIO M. LÁZARO El País03/03/2010

La Universidad de Nueva York ha certificado que el juez Baltasar Garzón no pidió el patrocinio del Banco de Santander (BSCH) para financiar dos cursos en los que participaron como conferenciantes diversas personalidades, según un escrito que el abogado de Garzón, Gonzalo Martínez-Fresneda, ha aportado este miércoles al segundo de los tres procesos abiertos contra el juez por la Sala Penal del Tribunal Supremo.

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1.850 fosas en el primer mapa de la tragedia

Ocho autonomías cuentan cómo buscan enterramientos de la Guerra Civil

NATALIA JUNQUERA El País04/03/2010

Gráfico: Fosas de la Guerra Civil señaladas por las ocho comunidades que participan en el mapa elaborado por el Gobierno

Más de 70 años después del fin de la Guerra Civil, aún quedan en España miles de fosas comunes en las que yacen decenas de miles de víctimas. El único censo nacional de desaparecidos que existe, el que las asociaciones de familiares llevaron al juez Baltasar Garzón en octubre de 2008, tiene 133.708 nombres. Para elaborar un mapa de fosas y cumplir uno de los artículos de la Ley de Memoria Histórica (2007), el Gobierno pidió ayuda a las comunidades autónomas, pero sólo ocho, todas gobernadas o cogobernadas por socialistas, han firmado un convenio para facilitar al Ejecutivo datos de las localizadas en su territorio. El objetivo es que ese rastro de la tragedia se pueda consultar en una web en el futuro.

La mayoría de estas comunidades llevaba ya tiempo trabajando en ese mapa y algunas, como Cataluña o Aragón, desde mucho antes de que existiera la Ley de Memoria. Todas se están apoyando en el trabajo de las asociaciones de víctimas y en equipos de las universidades que financian con su presupuesto autonómico.

– Cataluña no delega. La Generalitat presentó en 2008 un primer mapa con 179 fosas, a las que han ido añadiendo más, hasta 244, aunque, de momento, sólo 89 han sido confirmadas. La estimación del número de víctimas en esta comunidad asciende a 9.000. María Jesús Bono, directora general de Memoria de la Generalitat, explica que por la evolución del conflicto, la mayoría son fosas de soldados republicanos. “Pero a diferencia del resto del Estado, las primeras fosas que hay en Cataluña son fosas de la represión republicana”. Han recibido 32 peticiones de exhumación o dignificación de enterramientos clandestinos. “La gran diferencia aquí es que la Generalitat no delega la responsabilidad en víctimas o asociaciones, sino que asume los trabajos de localización y exhumación y su coste”, explica. Cataluña cuenta, además, con un registro de desaparecidos de la guerra que tiene ya 3.400 nombres y destinó 11 millones de euros a proyectos de memoria histórica entre 2005 y 2009.

– Aragón: las fosas son yacimientos arqueológicos. Su mapa de fosas arrancó en 2006. Ya han localizado 519, que dividen en seis categorías, según las víctimas: “De la represión rebelde” (247); “de la represión republicana” (119); “militares” (restos de soldados fallecidos en combate: 119); “de combates o bombardeos” (9); “relacionadas con la lucha guerrillera” (17) y de “tipología especial” (8). Para elaborar el mapa, según explica una portavoz, el Gobierno aragonés recogió documentación de historiadores y asociaciones y envió a un equipo de técnicos a 1.150 localidades -entre ellas, una treintena de pueblos ya deshabitados-, para buscar testimonios. Esta comunidad es una de las pocas con su propio protocolo de exhumación. Y la única que considera las fosas “yacimiento arqueológico”, lo que las preserva de, por ejemplo, las obras.

– País Vasco: equipo pionero. El Gobierno de Euskadi ha localizado 53 fosas. Trabajan mano a mano con la sociedad de ciencias Aranzadi, a la que pertenecen los arqueólogos y forenses que han participado de forma altruista en la mayor parte de las fosas que se han abierto en España desde 2001. Inés Ibáñez de Maeztu, directora de Derechos Humanos del Gobierno vasco, explica que las asociaciones de familiares juegan “un papel muy importante a la hora de aportar información” y que “pese a las estrecheces económicas” siguen subvencionando proyectos de recuperación de la memoria “como una forma de acabar con el silencio, el olvido y la indiferencia”.

– Extremadura: comisario por la memoria. Esta comunidad empezó a buscar a sus desaparecidos de la guerra en 2003. Ha localizado 172 posibles fosas en las que calcula que puede haber restos de 241 víctimas. “La relación de represaliados tiene alrededor de 12.000 nombres, pero hay otra represión no escrita, que requiere una investigación pueblo a pueblo. Lamentablemente, cada vez tenemos menos testimonios orales de primera mano: el que enterró los cuerpos, el que vio cómo los enterraban… ya ha muerto”, explica Cayetano Ibarra, comisario de la memoria histórica en Extremadura. “Además, hubo quien, a finales de los 70, por miedo, se deshizo de los restos de fosas en fincas de su propiedad”.

– Andalucía: nadie se atreve a dar una cifra de víctimas. Tiene, como Extremadura, la figura del comisario de la memoria, y un inventario de 595 fosas, la mayoría (118) en Huelva. Los expertos no se atreven aún a dar una estimación de la cifra de víctimas.

– Asturias y Cantabria: alianza con la Universidad. En Asturias se han localizado 267 fosas desde 2003. Una profesora de historia contemporánea de la Universidad de Oviedo coordina los trabajos de investigación, para los que ya han previsto 30.000 euros. El Gobierno cántabro ha contratado a un equipo de la universidad para que corrobore la información que ha recibido de ayuntamientos, asociaciones y particulares sobre posibles ubicaciones de fosas.

– Castilla-La Mancha: empezando. Aún no aporta cifras, pero el Gobierno castellano-manchego ya ha comenzado a trabajar en el mapa de fosas reuniéndose con asociaciones de memoria.

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Unidad al pie de la mayor fosa común

Así se escribe como Javier Cercas

El autor de ‘Soldados de Salamina’ y ‘Anatomía de un instante’ inaugura el ciclo ‘El escritor y sus fantasmas’

RICARDO GRANDE El País03/03/2010

Cuando el director David Trueba llamó a Javier Cercas para decirle que quería adaptar Soldados de Salamina, el escritor trató de disuadirle. “Pensé que no había entendido la novela. David me convenció, me dijo que todo giraba en torno a una mirada y que no hay nada más cinematográfico”. El autor (Cáceres, 1962) inauguró ayer el ciclo El escritor y sus fantasmas. Ante un público que abarrotó la sala de actos de la fundación de cultura MAPFRE, Cercas teorizó sobre la profesión que le ha valido el reconocimiento de la crítica y sobre todo de sus lectores, gracias a obras como Anatomía de un instante. Rosa Montero y Vicente Molina Foix, entre otros escritores, también participarán en estas charlas.

El escritor Javier Cercas, en octubre de 2009

Foto: El escritor Javier Cercas, en octubre de 2009- Luis Magan

El ciclo toma su nombre de un ensayo de Ernesto Sábato en el que se plantea cómo, por qué y para qué se escriben ficciones. Acompañó a Cercas el director de la institución, Pablo Jiménez Burillo, que le fue planteando cuestiones sobre su manera de entender el oficio. “Lo primero es decidir quién va a contar la historia”, reflexionó Cercas. “La gran conquista de un escritor es la tercera persona, que supone explicar un mundo que no es el tuyo. Pero mi gran descubrimiento fue el reencuentro con una primera persona que en realidad no soy yo: es una máscara que esconde, pero que también revela mucho”. Es el yo ficticio de Soldados de Salamina.

Sus novelas tratan hechos tan reales como la guerra pero el rechaza la etiqueta de novela histórica. “No creo que ningún autor se plantee, de entrada, hacer una novela que explique un hecho histórico. Partes de una imagen. Por ejemplo, a mí me obsesionó la imagen de esos tres hombres que permanecieron en su sitio cuando los militares entraron en el Congreso el 23 de febrero. Lo de Carrillo y Gutiérrez Mellado lo puedo entender pero, ¿por qué Suárez? Me gustan las preguntas sencillas, las que haría un niño. Creo que son las buenas”. El escritor busca el orden en su relato, pero el mundo funciona de forma caótica. “Es para volverse loco porque la realidad no tiene sentido: es un cuento explicado por un idiota”.

Sobre las conexiones entre la ficción y la realidad, en las que ha demostrado manejarse bien, comentó que “en el fondo, todas las novelas son autobiográficas y un autor bueno acaba reflejando el mundo en el que vive. El escritor que trabaja en País Vasco no necesita mencionar a ETA para lograr eso: si Kafka hubiera vivido allí en nuestros tiempos, tal vez sus novelas no cambiarían tanto”.

No todas las preguntas tenían fácil respuesta. “Necesitamos la ficción, está claro. Sé por qué escribo cada una de mis novelas, pero no puedo explicar por qué escribo… el día que lo descubra, tal vez deje de hacerlo”, aventuró sonriente, ante un público que disfrutó de sus bromas y su tono cercano. “Tal vez debería volver a escribir en clave de humor, como en mis primeras novelas”, se planteó en voz alta.

El ciclo termina el 25 de marzo. Los participantes serán Rosa Montero, Carmen Posadas, Lusgé Martín, Clara Sánchez, Soledad Puértolas, Vicente Molina Foix, Julio Llamazares y Luis Mateo Díez, que serán presentados por periodistas como Winston Manrique, Javier Rodríguez Marcos o Jesús Ruiz Mantilla. Todas las sesiones comenzarán a las 19.30 y tendrán entrada libre hasta completar aforo.

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Cercas: “El Rey hizo cosas en el 23-F que no debería haber hecho”

Barricada & La voz dormida

[youtube http://www.youtube.com/watch?v=06OeNdIyG5M]

HASTA SIEMPRE, TENSI

La mujer que iba a morir se llamaba Hortensia,
Tenía ojos oscuros y nunca hablaba en voz alta,
Solo la risa llenaba su boca y una trenza recorría su espalda,
Embarazada de ocho meses y llevaba sus escritos en un cuaderno azul,
La juzgaran junto a doce mujeres el mismo número que aquellas menores,
Que fusilaron un cinco de agosto de mil novecientos treinta nueve,
Las trece rosas.
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio en el cerro con quien ella quiere,
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio con quien ella quiere.

La mujer que va a morir ya conoce su condena,
Y vuelve a escribir en su cuaderno azul,
El peor dolor es no poder compartir el vació de estas horas,
Volverá el silencio al patio volverán las presas a su labor,
Volverá la cruel angustia que guarda la noche escondida en la espera,
La despedida de sus compañeras.
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio en el cerro con quien ella quiere,
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio con quien ella quiere.

Adiós chiqueta, hasta siempre Tensi… adiós chiqueta, hasta siempre Tensi
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio en el cerro con quien ella quiere,
Y ahora solo quiere ver aquel último beso que se dio con quien ella quiere.

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La Guerra Civil, según Barricada

El grupo dedica un disco-libro a la contienda tras tres años de investigación

CARLOS MARCOS El País04/11/2009

Ver llorar a un tipo duro al que le cuelgan dos aros de su lóbulo derecho, que lleva en la cabeza un pañuelo de pirata del que surgen unas densas rastas, que exhibe un rostro erosionado por las cicatrices de la vida, que cumple casi 30 años como vocalista de una banda de rock y al que llaman El Drogas, resulta conmovedor. Enrique Villarreal, El Drogas, ha llorado mucho en los últimos tres años. Lágrimas derramadas por tremendos golpes emocionales, los que sufría cuando se reunía con los familiares y las víctimas del bando perdedor, el republicano, de la Guerra Civil española. Toda esa información se ha concretado en un disco de su grupo, Barricada, La tierra está sorda, 18 canciones basadas cada una de ellas en una conmovedora historia.

Lo que ha hecho este músico navarro de 50 años es atender a una obsesión. “Me di cuenta de que existe mucha ignorancia sobre la Guerra Civil. Empezando por mí. Así que comencé a informarme”. Todo arrancó cuando cayó en sus manos el libro de Dulce Chacón La voz dormida. “Me llamó la atención su emotividad y cómo crea a los personajes”. El sistema que utilizó lo denomina “desastre organizado”. Un libro le llevó a un documental, las imágenes a un superviviente de la contienda, más tarde a un intelectual… Así hasta sumar los 78 libros que ha leído y las entrevistas con más de 100 protagonistas.

El disco se publica acompañado por un libro donde contextualiza la canción, con datos históricos y la voz de los protagonistas. Como el guerrillero (miembro de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón) Manuel Montorio Gonzalvo Chaval, que relata: “La rabia de no poder coger a los guerrilleros la pagaban las familias detenidas, sometidas a torturas de todo género; patadas en las zonas genitales -a las mujeres las golpeaban en los pechos-…”. Basándose en esta narración, El Drogas escribe la canción Suela de alpargata (el calzado que utilizaban los guerrilleros, igual que los campesinos, para no dejar rastro): “Suela de alpargata que no se rendirá / ni por aguas heladas / ni por noches de cristal”. El músico recuerda: “Entré a su casa a las 12 de la mañana y estuvimos hablando hasta la medianoche. Tuvimos más conversaciones igual de largas. Cuando escribí la canción fui corriendo a mostrársela, pero llegué tarde: tenía cáncer de pulmón y había fallecido horas antes. Se nos están muriendo los supervivientes y es preciso que les escuchemos”.

El Drogas relata episodios de su viaje, como cuando ayudó a familiares de las víctimas a transportar huesos de sus seres queridos: “Llegaba a casa conmovido. Me acuerdo que mi hija, de 12 años, decía: ‘Oh, no, ya está otra vez el aita. Sin embargo, mi hijo de 22 años leyó el libro que va con el disco y tuvimos unas conversaciones muy interesantes”.

El armazón musical del álbum es guitarrero. Alfredo Priedrafita, 48 años, guitarrista de Barricada, explica: “Sabíamos que no podía ser un álbum tristón ni melancólico. El estilo es el de Barricada, rock and roll”. La idea se amplía estos días a los colegios: Barricada llega con sus guitarras a las clases de 2º de ESO para explicar esta parte de la historia e interpretar canciones. El Drogas desvela: “Y pensar que en el colegio yo era un desastre del copón. La Historia me aburría. Ahora, mira”.

Canción escrita por las presas de la Carcel de Ventas

(Madrid, 1940)

Cárcel de Ventas.
Hotel maravilloso.
Lleno de lujo e higiene.
A todo confort.
Donde no hay.
Ni camas ni comidas.
En los infiernos.
Se está mucho mejor.
Hay cola atroz.
En los retretes.
Vivo cemento dan por pan.
Lentejas único alimento.
Un plato al día te darán.
Lujoso baldosín.
Disfrutas por el colchón.
Al levantarme, tengo deshecho.
Un riñón.
A eso de las siete.
Tocan a diana.
Nos levantamos todas en tropel.
Vienen a darnos.
Las sopas carceleras.
No hay más remedio que comer.
Lentejas por aquí.
Judías por allá.
Y luego un bombardeo.
Que es cosa fatal.
(Generalísimo) piensa.
En las presas.
Que la justicia.
No se haga esperar.
Que la sarna empiece a hacer estragos.
Y es un mal.
(General, general).
A eso de la nueve.
Nos pasmos la lendrera.
Este es un caso difícil de explicar.
Saltan los piojos tan grandes.
Como fieras.
Que hasta en la celda.
Nos hacen patinar.
Hay (fascistonas) y (pajilleras).
Cuánto nos quieren humillar.
Pero tenemos en las venas.
Sangre (rojilla) de verdad.
Tenemos que aplastar.
A Franco el vividor.
Y el pueblo madrileño.
Será (vencedor).
Bravo Negrete.
Los presos te saludan.
Yo sé que tú.
Nos traes la libertad.
Quiero volar contigo.
Para siempre y a los rojos.
Mis hermanos abrazar.
(Generalísimo).
Que tu justicia.
No se haga esperar.
Que ya estamos.
Pagando muy caro.
El delito de ser social.

Fuente: Foro por la Memoria

Fatos Kongoli: El escritor que esperó a la democracia

Contemporáneo de Ismael Kadaré, aguardó la caída de la dictadura de Albania para retratar la cotidianidad bajo el totalitarismo

GUILLAUME FOURMONT – Público – 03/03/2010

Cada año se habla al menos una vez de la literatura de Albania. El nombre de Ismael Kadaré, último Premio Príncipe de Asturias de las Letras, siempre aparece en las quinielas del Nobel de Literatura. Luego se olvida, y Albania vuelve a ser un discreto país europeo bloqueado entre Grecia, Macedonia, Kosovo y Montenegro. Pero mientras Kadaré construyó una obra basada en mitos y leyendas de su país, otro escritor con apellido con K lleva más de 25 años, desde la caída del régimen totalitario de Enver Hoxha, escribiendo sobre la vida cotidiana bajo una dictadura. Se llama Fatos Kongoli y presenta ahora en España su última novela, La vida en una caja de cerillas (Siruela).

El protagonista es Bledi Terziu, un pobre tipo, un periodista sin ambición y en paro, que se encierra en su pequeño apartamento de Tirana la capital de Albania para beber whisky y pensar en su ex mujer, mientras mantiene relaciones sexuales con la joven camarera del bar de abajo. “El régimen totalitario oprimía a los individuos. La gente como Terziu vivía en espacios pequeños, lo que les convertía en personas moralmente débiles. Durante la dictadura, la gente vivía en cajas de cerillas, Albania era una caja de cerillas herméticamente cerrada”, explica Kongoli a este periódico en una conversación telefónica desde su apartamento de Tirana.

Fatos Kongoli nació el 12 de enero de 1944, “cuando llegaron los comunistas”, según el escritor. Fue en noviembre de ese año cuando se instaló en el poder el Partido del Trabajo, nombre que dio Hoxha (1908-1985) al Partido Comunista albanés nada más tomar las riendas del país. Fiel seguidor de Stalin, Hoxha impuso una de las dictaduras más cerradas del todo el ex Bloque Soviético. “Era un régimen incluso peor que el de Nicolae Ceaucescu en Rumanía. Era como en Corea del Norte. La mayor parte de mi vida pertenece a la dictadura”, insiste Kongoli.

Escribir para no olvidar

El escritor albanés es de una generación que fue testigo del terror y que siente ahora la obligación de contar lo que ocurrió. Sus referencias son los escritos de Primo Levi sobre el Holocausto (Si esto es un hombre), de la última Premio Nobel de Literatura Herta Müller sobre la dictadura de Ceaucescu (En tierras bajas) y de Aleksandr Solzhenitsyn sobre el estalinismo (Archipiélago Gulag). “Los escritores tienen una obligación de memoria. Yo no puedo hacer otra cosa que contar lo que pasó. Hay que olvidar para seguir adelante, dicen algunos. Pero si olvidamos la historia, estamos condenados a que se repita”, afirma el escritor, antes de matizar que sus “maestros” son Albert Camus y Fiedor Dostoievski.

La principal diferencia de Kongoli es que la palabra “comunista” está casi ausente de todos sus libros. El autor no condena en primera persona el régimen que tomó como rehén la mitad de su vida. “No quiero transmitir ningún mensaje. Los lectores son listos y saben sacar conclusiones ellos mismos. Yo prefiero quedar escondido, nunca mostrarme ante los ojos del lector. No puedo tomar posiciones políticas. Quiero ser invisible”, afirma. Bledi Terziu, el protagonista de La vida en una caja de cerillas, también es un asesino que oculta el crimen de una joven gitana, pero el lector no tiene al final del libro una conclusión clara de qué es el bien y qué es el mal. Sólo se asiste a la caída de Terziu en la locura.

Narración con dos voces

Kongoli consigue esta distancia entre el protagonista y el lector gracias a una doble narración. La primera es la voz del narrador, en tercera persona, que describe el cotidiano de Terziu en 2004. La segunda es la voz del protagonista, que quiere entender cómo terminó así, en su piso de Tirana bebiendo whisky, apelando al pasado, desde los tiempos de la dictadura hasta la transición de los años noventa. Kongoli suele utilizar esa técnica; la usó en El dragón de marfil (sin traducir en castellano), novela en la que el escritor recuerda su vida en China, donde estudió Matemáticas entre 1961 y 1964. Albania había rechazado la destalinización iniciada por Nikita Krutchev y había adoptado el maoísmo.

“Mi padre era violinista, se formó en Italia, donde se hizo comunista. Luchó en los maquis durante la Segunda Guerra Mundial. Pero tras largos años en el Partido del Trabajo, lo echaron. Mi padre entendió entonces que el arte era algo maldito, algo peligroso bajo la dictadura”, recuerda Kongoli.

El escritor albanés se expresa en francés, lengua que aprendió en el instituto. Y con modestia, no cesa de disculparse por contar su vida, su historia personal, que “no es muy interesante”, según él. Soñaba con ser escritor, aunque su padre lo obligó a estudiar Matemáticas. “No quería que yo tuviera problemas, lo obedecí y hoy le estoy muy agradecido. El marxismo no puede decir nada contra las matemáticas”, añade.

Hasta la publicación en 1992 de su primera novela aplaudida por la crítica internacional, El perdido (sin traducción al castellano), Fatos Kongoli era un perfecto desconocido. Y para muchos se convirtió en el escritor del silencio, el escritor que esperó a la democracia para explotar, para narrar lo que había visto y oído durante años. Pero al autor albanés no le gusta oír eso: “Cuando salió El perdido en Francia, a una periodista de Le Monde se le ocurrió decir que era mi primera novela y que no había escrito antes. Desde entonces todo el mundo lo dice, pero no es verdad”. “Durante la dictadura, yo leía muchísimo y escribía muy poco”, matiza.

A pesar de las advertencias de su padre, Kongoli abandonó su carrera de maestro en una escuela para dedicarse al periodismo literario: “Es verdad que mi primer gran periodo de creación fue a principios de los años noventa, aunque me publicaron unos cuantos textos antes de la caída del régimen”. Sin embargo, cuando se le pregunta por qué esperó la democracia para denunciar los excesos del totalitarismo, contesta simplemente que lo que le interesa es el “dolor humano”. “La literatura trata del espíritu humano y yo escribo sobre lo cotidiano, lo que me interesa es la gente. Mis libros hablan de la vida de la gente en un contexto preciso, como la dictadura”, insiste Kongoli.

Exilio imposible

El escritor albanés confiesa que nunca pensó en el exilio. O casi. “¿¡Exiliarme!? En Albania, ni una mosca podía entrar o salir sin que nadie la viera. El exilio era imposible. Sin embargo, reconozco que lo pensé en 1989, cuando fui por primera vez a Francia. El Muro acababa de caer y me hicieron incluso propuestas para quedarme, pero no podía. Pensé en mi familia, mis hijos. Habría sido un traidor para el régimen, pero los que lo iban a pagar de verdad eran los míos. No podía ser tan cobarde”, asegura.

La impotencia y la sumisión ante la fuerza del totalitarismo son temas recurrentes en los libros de Kongoli. El perdido narra la historia de un hombre incapaz de huir a Italia y que se resigna a quedarse en la Albania de Enver Hoxha (sustituido tras su muerte en 1985 por Ramiz Alia, quien lideró la muerte del régimen seis años más tarde). En La vida en una caja de cerillas, el protagonista reza por “quedarse para siempre en las tinieblas de la nada”, aunque en este libro el autor también retrata la Albania actual. “La democracia vio nacer problemas nuevos. La corrupción del Estado se generalizó y hay ahora muchas mafias, que gestionan incluso la vida cotidiana de la gente”, afirma Kongoli.

Sobre el papel y la responsabilidad del escritor para narrar la realidad, contar la historia, Kongoli considera que la ficción también vale. “La frase de Norman Mailer quiero contar una historia parece sencilla, aunque pensé mucho en ello. Narrar la historia en una novela puede ser peligroso porque existe el riesgo de simplificar, pero la literatura siempre habla del espíritu humano. Y no podemos escribir sin una historia. La literatura empieza donde la historia termina”, afirma el escritor.

La diferencia entre Ismael Kadaré y Fatos Kongoli es que el segundo prefiere no opinar de política, incluso cuando se trata de Kosovo y de las minorías albanesas: “Claro que me informo, pero cuando escribo, me olvido de todo. Quizá sea como mis personajes, sin ideas políticas. Yo soy una persona muy indecisa”.

Un ataque neonazi llega a la Audiencia Nacional

El tribunal debe pronunciarse sobre el acoso a una mezquita

Foto: Manifestantes ultraderechistas, brazo en alto, en Madrid. – Gabriel Pecot

JORDI SIRÉ / RAMIRO VAREA – Público – 03/03/2010

La Audiencia Nacional determinará si seis presuntos neonazis detenidos en Reus (Tarragona) en octubre del 2005 cuando iban a atentar contra la mezquita de Reus pueden ser juzgados por un delito de terrorismo. Desde el pasado mes de septiembre, la Fiscalía del alto tribunal considera que los grupos neonazis pueden ser investigados y juzgados en esta sede judicial porque, aunque no tengan carácter terrorista, sus delitos se enmarcan dentro de lo establecido en el artículo 577 del Código Penal.

Dicho artículo castiga a “los que, sin pertenecer a banda armada, organización o grupo terrorista, y con la finalidad de subvertir el orden constitucional o de alterar gravemente la paz pública, o la de contribuir a estos fines atemorizando a los habitantes de una población o a los miembros de un colectivo social, político o profesional, cometen homicidios, lesiones, detenciones ilegales, amenazas o coacciones contra las personas”, o cualquier otro delito de los cometidos habitualmente por grupos terroristas.

Ahora, cinco años después, el Juzgado de Instrucción número 2 de Reus se ha inhibido del caso a favor de los juzgado centrales de Instrucción de la Audiencia Nacional. El juez entiende que el intento de ataque a la mezquita pone de manifiesto que se trata de “un movimiento de extrema derecha violenta con clara vocación de atentar contra corrientes ideológicas antagónicas”.

Cócteles molotov

En su resolución judicial, que detalla con minuciosidad el perfil de los presuntos agresores, el magistrado sostiene que, “puestos de común acuerdo con el fin de alterar la paz pública y formando parte de un grupo organizado”, los neonazis se acercaron en dos coches al polígono Dyna de Reus, donde se encuentra el centro de culto islámico. En uno de los automóviles, la policía halló una caja con nueve cócteles molotov, una porra, una cadena y documentación skin y nazi, que abandonaron al advertir la presencia de los agentes. En el segundo vehículo, la policía se incautó de una navaja y un mosquetón, entre otras armas.

Tanto los seis detenidos como otros tres menores que los acompañaban vestían ropas y camisetas de tipología nacionalsocialista, botas con puntas de hierro y pantalones con anagramas nazis. El fiscal les atribuyó un posible delito de tenencia de sustancias incendiarias y otro de asociación ilícita. En enero, el magistrado Ismael Moreno rechazó el primer intento de la Fiscalía de la Audiencia Nacional de investigar a cinco ultras detenidos en Navarra y Zaragoza.