Romper los marcos mentales

JOSEP RAMONEDA El País – 08/05/2010

En la guerra, ¿qué pasa con el derecho a la vida? La filósofa estadounidense Judith Butler, con destacados estudios sobre las políticas de género, continúa su investigación sobre la precariedad de la existencia con un nuevo libro que sitúa ese problema en los escenarios bélicos. En él explica cómo los Estados justifican la violencia mediatizando la información.

Meursault, el protagonista de El extranjero de Albert Camus, fue condenado por no haber sido capaz de llorar en el entierro de su madre. Judith Butler, con su concepto de vidas precarias, indaga en aquellas vidas invisibles, “que no son susceptibles de ser lloradas”. Nos movemos en unos marcos mentales que determinan nuestra relación con la vida de los demás y que limitan las posibilidades de reconocimiento. Romper estos marcos significa repensar la precariedad, la vulnerabilidad, la dañabilidad, la interdependencia. El problema no es meramente “cómo incluir más personas dentro de las normas ya existentes, sino considerar cómo las normas ya existentes asignan reconocimiento de modo diferencial”. En este análisis descubriremos cómo las distintas formas de expresión cultural que emanan del poder refuerzan los marcos referenciales, apuntalan los mecanismos de exclusión. Incluso a menudo se acude al discurso de los derechos humanos, a las cuestiones de género y a otros elementos del discurso emancipador para legitimar la negación del reconocimiento a otros. Judith Butler analiza estos mecanismos tomando como ejemplo la tortura y la fotografía. Y plantea la urgencia de reflexionar y cambiar la perspectiva sobre tres cuestiones centrales: el concepto de vida, la violencia de Estado y el discurso del miedo. Al tiempo que defiende como actitud moral, si se me permite la expresión, la conciencia de vulnerabilidad, la capacidad de compartir precariedad, la asunción de que cualquier forma de supervivencia pasa por el grupo, por la relación con los demás. “Lo que limita quién soy es el límite del cuerpo, pero el límite del cuerpo nunca me pertenece plenamente”.

El concepto de vida. Judith Butler parte de dos postulados: existe un vasto ámbito de vida no sujeto a la regulación y a la decisión humanas; dentro del vasto ámbito de la vida orgánica, la degeneración y la destrucción forman parte del proceso mismo de la vida. “Excluir la muerte a favor de la vida constituye la muerte de la vida”. De modo que no se puede afirmar por adelantado un derecho a la vida. Y la cuestión no es si determinado ser es vivo o no, ni si tiene o no estatus de persona, “sino si las condiciones sociales, su persistencia y prosperidad son o no posibles”. ¿En qué condiciones la vida precaria tiene derecho a la protección? El derecho a la vida implica “la obligación positiva de suministrar unos apoyos básicos que intenten minimizar la precariedad de manera igualitaria”: la comida, el trabajo, la atención sanitaria, la educación, el derecho a la movilidad y a la expresión, la protección contra los daños y contra la opresión. De modo que nuestras obligaciones, lo que está de nuestra mano, son las condiciones que hacen posible la vida, no la vida en sí.

Judith Butler distingue entre precariedad y precaridad. Las vidas son por definición precarias, la precaridad “designa esa condición políticamente inducida en la que ciertas poblaciones adolecen de falta de redes de apoyo sociales y económicas y están diferencialmente más expuestas a los daños, la violencia y la muerte”. Centrar de nuevo la política contemporánea en los efectos ilegítimos y arbitrarios de la violencia estatal, incluidos los medios coercitivos para aplicar y desafiar la legalidad, podría reorientar perfectamente a la izquierda más allá de las antinomias liberales en las que naufraga actualmente. Nos ayudaría a comprender ¿por qué podemos sentir horror frente a ciertas pérdidas e indiferencia, o incluso superioridad moral, frente a otras? Algunos humanos dan por supuesta su humanidad, mientras que otros luchan por acceder a ella.

El miedo se da por añadidura: es el resultado de esta política de precarización del otro. La representación de la tortura, la fotografía, es ambivalente: es una forma de poner en evidencia los excesos de la violencia de Estado, pero al mismo tiempo es una manera de legitimarse que tiene el propio torturador y es una forma de sembrar el miedo y las dudas: ¿de qué manera las normas que rigen qué vidas son consideradas humanas entran en los marcos mediante los cuales se desarrolla el discurso y la representación visual, y cómo estas delimitan u orquestan a su vez nuestra capacidad de respuesta ética al sufrimiento?

Pero el núcleo del programa teórico de Judith Butler está en esta idea: “Juzgamos un mundo que nos negamos a conocer, y nuestro juicio se convierte en un medio para negarnos a conocer este mundo”. Este nodo sólo puede romperse por la curiosidad y por el conocimiento, pero esto significa descomponer los marcos que nos atrapan. Y para ello el individuo necesita nuevos espacios de ubicación. “Toda forma de individualidad es una determinación social”. Nuestro primer interés por el otro es porque es condición de nuestra supervivencia. “La singularización constituye un rasgo esencial de la socialidad”. Y es necesario asumir el carácter vulnerable de nuestras vidas como vía para la empatía hacia las vidas precarias. Todos estamos en la precariedad. –

Marcos de guerras. Las vidas lloradas

Judith Butler

Traducción de Bernardo Moreno

Paidós. Barcelona, 2010

200 páginas. 19 Euros

El franquismo al desnudo

FRANCESC VILANOVA El País – 08/05/2010

Historia. Borja de Riquer i Permanyer (catedrático de Historia Contemporánea en la Universitat Autònoma de Barcelona) está reconocido como uno de los mayores especialistas de los siglos XIX y XX español y catalán. Con numerosas, e importantísimas, investigaciones y publicaciones a sus espaldas, nos ofrece, ahora, una visión de síntesis penetrante, detallada, inmisericorde, de lo que fue la dictadura del general Franco para el conjunto del país. “Lo que fue” y el lector atento e interesado podría añadir “lo que queda”, el rastro indeleble de cuarenta años de régimen despótico, fascista o fascistizante (interesantísimas las páginas que el profesor Riquer dedica a la cuestión de la naturaleza política e ideológica del régimen), miserable -en términos morales, culturales, políticos, etcétera-, anacrónico, nacionalista radical y católicamente integrista. El lector se enfrentará a una monumental obra de síntesis, bien escrita, que le pondrá al día, en un ejercicio de lectura exhaustiva de las investigaciones más o menos recientes sobre el franquismo que honra al autor, acerca de la dictadura franquista en todas sus dimensiones. No me refiero solamente a, por ejemplo, el balance cuantitativo y cualitativo que el profesor Riquer ofrece acerca de la represión en toda su complejidad (el aparato jurídico, la represión política, social, cultural, económica, etcétera). Vale, y mucho, la pena detenerse en los capítulos sobre la terrible realidad económica y social de la posguerra. O son altamente recomendables las páginas dedicadas a la cuestión, siempre compleja, del consenso alrededor de la dictadura, la aceptación del régimen por parte de las burguesías españolas y las clases medias. Por otra parte, el autor ha hecho un notable esfuerzo para integrar en un único texto de síntesis todos los aspectos trascendentes que configuraron la dictadura. Con ello quiero señalar que, a diferencia de otras obras, el lector puede leer las páginas dedicadas a la evolución económica y enlazar con las dedicadas a las dinámicas políticas, sin tener la sensación de estar leyendo obras independientes. Todo el libro está unido por un hilo invisible, una narración coherente, que combina sabiamente todos los elementos relevantes de la realidad histórica del franquismo. Hay otro elemento muy destacable en esta obra: ha sido pensada y escrita desde la periferia. El franquismo no se reduce a lo que ocurría en Madrid y en las altas esferas del poder ferozmente centralista y nacionalista. Al contrario, el lector podrá ilustrarse con ejemplos, episodios, informaciones, etcétera, altamente relevantes, provenientes de todo el territorio español: de Bilbao a Sevilla, de Extremadura a Cataluña. Parece una obviedad, pero todavía hoy parece insólito este tipo de visión historiográfica descentralizada (y no solamente descentralizada en términos geográficos). Y no se pierda, el lector, los apéndices documentales. Aparte de la cronología y la bibliografía escogida, Borja de Riquer ofrece datos tan útiles como el listado completo de los gobiernos de Franco, el convenio defensivo entre España y Estados Unidos (1953) y algunos documentos de gobernadores civiles o la Jefatura Superior de Policía, que hablan por sí solos. Y si quieren valorar la miseria cultural e intelectual de la dictadura, quédense con la ‘Relación de libros secuestrados y prohibidos durante la Ley de Prensa e Imprenta (selección)’ (páginas 894-899). Entre otros, se desaconsejaba la publicación de Celibato de los sacerdotes como libre opción (S. Fiori) y el Tratado sobre la tolerancia, de Voltaire. Ni 1789 ni el Concilio Vaticano II habían existido para el franquismo.

Historia de España. La dictadura de Franco. Volumen 9

Borja de Riquer

Josep Fontana y Ramón Villares, directores

Crítica-Marcial Pons. Barcelona-Madrid, 2010

946 páginas. 33 euros

La juez argentina rechaza la querella contra el franquismo

S. GALLEGO-DÍAZ El País08/05/2010

Los abogados que presentaron ante los tribunales argentinos la primera querella contra crímenes del franquismo anunciaron ayer que recurrirán la decisión de la juez de primera instancia que ordenó archivar la causa. “La próxima semana acudiremos a la Cámara Federal de lo Criminal para solicitar que se revoque esa decisión, se acepte la demanda y se dé luz verde a los procedimientos”, informó a EL PAÍS el letrado Beinusz Smukler.

Según Smukler, no se conocen todavía los argumentos y fundamentos de derecho a los que alude la juez en su fallo para desestimar la demanda. “Suponemos que serán los mismos que alegó el fiscal, partidario también de rechazar la querella. Según el escrito del fiscal, se trataba de aplicar el principio de subsidiaridad, es decir, de no investigar en Argentina algo que ya está sometido a investigación en los tribunales de otro país”, explicó el abogado de Darío Rivas, el español, hijo de un alcalde gallego asesinado por falangistas durante la Guerra Civil. “Si fuera así, nosotros solicitaremos que el fiscal acredite esas investigaciones judiciales supuestamente abiertas en España, porque no tenemos constancia de ninguna”, aseguró.

Ninguna relación

El abogado, muy conocido por su vinculación a casos de desaparecidos y asesinados durante la dictadura militar argentina, mantiene que las investigaciones para la apertura de fosas comunes, iniciadas en algunos lugares de España y que menciona el fiscal argentino, no tienen nada que ver con el objetivo de averiguar qué pasó con el paradero de 113.000 españoles que fueron asesinados durante o al término de la Guerra Civil, según diferentes investigaciones académicas. “Sobre eso es sobre lo que quiso investigar el juez Baltasar Garzón, con el resultado conocido”.

Desde que Garzón repartió la causa en los juzgados territoriales prácticamente ninguno ha investigado u ordenado la apertura de fosas. Y la titular del juzgado de Granada que recibió la parte referida a la fosa de Federico García Lorca y el juzgado de El Escorial, en Madrid, el del Valle de los Caídos, devolvieron la causa a la Audiencia Nacional por entender que se trataba de crímenes contra la humanidad.

Vía libre y rápida

J. Y. El País08/05/2010

El juez Luciano Varela tiene ya el camino despejado para abrir el juicio oral del caso Garzón por los crímenes del franquismo, lo que deparará la previsible e inevitable suspensión cautelar del magistrado de la Audiencia Nacional en sus funciones de juez.

Fuentes del Supremo consideran que el proceso avanzará ahora rápido. Presumiblemente, la Sala Segunda rechazará el recurso por el que Garzón planteó una nulidad de actuaciones por considerar que Varela había asesorado a Falange y Manos Limpias en la confección del escrito de acusación, y acto seguido dictará el auto de apertura de juicio oral.

Esta última resolución, contra la que no cabe recurso, es imprescindible para que el Consejo del Poder Judicial pueda convocar un pleno extraordinario -que podría celebrarse el 13 de mayo- para acordar su suspensión cautelar en sus funciones. Si no les diera tiempo, lo más seguro es que se esperase al pleno ordinario del consejo, previsto para el miércoles 19 de mayo.

El Supremo rechaza la recusación de Varela planteada por Garzón

El instructor del incidente coincide con el juez en que este quería ayudar a Garzón al asesorar a Manos Limpias y Falange

JULIO M. LÁZARO El País07/05/2010

El magistrado del Tribunal Supremo Andrés Martínez Arrieta ha rechazado la recusación instada por el juez Baltasar Garzón contra el instructor Luciano Varela por haber asesorado a Manos Limpias y Falange Española de las JONS en sus escritos de acusación contra Garzón por investigar los crímenes del franquismo. Al rechazarse la recusación, la causa volverá a Varela, que puede dictar el auto de apertura del juicio oral que determinará la suspensión de funciones del magistrado de la Audiencia Nacional.

Martínez Arrieta, que ha resuelto el incidente de recusación en un tiempo récord, considera que las resoluciones dictadas por Varela “son adecuadas” a lo establecido en la ley procesal penal, por lo que “no pueden objetivizar la pérdida de imparcialidad que se denuncia”. Arrieta coincide con Varela en que al señalar a Falange y a Manos Limpias cómo debían presentar sus escritos, lo que Varela buscaba era “reforzar y actuar las garantías derivadas del principio acusatorio que ampara al imputado en el procedimiento penal”, es decir, ayudar a Garzón. Por tanto, no cabe “hablar de parcialidad del instructor”.

El instructor de la recusación se suma así al argumento del “reforzamiento de las garantías” de un imputado mediante la “subsanación” de sendos escritos de acusación en los que se pide para Garzón la pena máxima de 20 años de inhabilitación como juez. Ese mismo argumento fue el que centró los respectivos informes tanto del recusado Luciano Varela como el de Falange Española de las JONS, que pese a haber sido expulsada del procedimiento sigue interviniendo en el mismo.

Según Martínez Arrieta, las dos resoluciones dictadas por Varela, rectificando los errores de Falange y Manos Limpias, fueron “adecuadas” a lo establecido en la ley procesal penal, por lo que “no pueden objetivizar la pérdida de imparcialidad que se denuncia”. Por tanto, no cabe “hablar de parcialidad del instructor” Luciano Varela.

En su auto de inadmisión, Martínez Arrieta sigue el informe realizado por el propio Varela y señala que la “subsanación, y por lo tanto la concesión de un plazo, es una consecuencia de una interpretación constitucional del proceso penal”.

Dicha interpretación, que se hizo en un proceso laboral en el que un juez dio un plazo a las partes para subsanar los defectos de una demanda laboral, es aplicada por Martínez Arrieta al proceso penal como “una auténtica obligación del órgano judicial”, de modo que “el juzgador debe advertir a la parte actora la existencia de defectos en la demanda y concederle un plazo de subsanación”.

En definitiva, para el instructor de la recusación, las rectificaciones de Varela a los escritos de Falange y Manos Limpias “no son más que la manifestación del deber que la ley procesal impone al juez de instrucción”, y que sea realizado por el instructor o por la parte “no objetiviza la pérdida de imparcialidad que se denuncia”.

Al tratarse de una inadmisión a trámite de la recusación, Martínez Arrieta ha decidido hacer una excepción y no imponer las costas del incidente a Garzón. La causa ha sido devuelta ya a Varela, cuyo sustituto, Julián Sánchez Melgar, ha estado un solo día al frente de la instrucción.

Aunque la Sala de lo Penal del Supremo tiene aún que pronunciarse sobre la nulidad de actuaciones instada por el defensor de Garzón, Gonzalo Martínez-Fresneda, dicho pronunciamiento no suspende la causa principal, por lo que Varela ya tiene las manos libres para sentar a Garzón en el banquillo. Además, el tenor de la resolución de Martínez Arrieta, dejando a salvo la “imparcialidad” de Varela y la adecuación de sus resoluciones a la legalidad, marca el camino a la Sala sobre la nulidad de actuaciones.

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Consulta íntegro el auto que rechaza la recusación de Varela

“Toda guerra es una puta guerra”

BORJA HERMOSO El País07/05/2010

Dos viñetas del cómic La guerra de las trincheras (1914-1918), de Jacques Tardi.-

Bajo las nubes de gas tóxico, sobre el barro que ahoga las trincheras y entre las ratas gigantescas que imitan a los soldados huyendo del caos, surge un hombrecillo de barba canosa, aspecto entrañable, verbo incendiario y mucha mala leche. Atiende al nombre de Jacques Tardi, tiene 64 años y lleva 40 plasmando en dibujos y textos algo tan odioso y tan banal como el horror de la guerra, “de las putas guerras, porque toda guerra es una puta guerra”, se apresura a remachar, cabreado como una mona.

Hace mucho que Tardi es una de las estrellas indiscutibles del cómic europeo. Y desde ayer, el invitado de honor del 28º Salón del Cómic de Barcelona, donde presenta su última obra, titulada, sí, lo han adivinado, ¡Puta guerra! (Norma), secuela, prolongación o consecuencia lógica, llámesele como se prefiera, de su espeluznante clásico La guerra de las trincheras, publicado en 1993.

La I Guerra Mundial, objeto de ambos volúmenes, es una obsesión para este autor empeñado en desmentir las voces de los prejuiciosos que insisten en ningunear al cómic en tanto que lenguaje narrativo. Esas voces tan solemnes a las que les parece fatal que el “arte secuencial” descrito por Will Eisner en 1985 y cuyos orígenes se remontan a las tiras cómicas de la prensa popular estadounidense de los primeros años del siglo XX encuentre su lugar bajo el sol en librerías (fenómeno creciente) y en medios de masas.

A lo que vamos: Jacques Tardi encuentra su medio camino entre las prescindibles solemnidades de uno y otro bando en esto de los tebeos, y explica: “Ya es tarde para despreciar al cómic como género, está ahí desde hace tiempo y es indiscutible su potencia y eficacia narrativa; si el cómic es un arte o no, si es arte menor o mayor, o si se llama tebeo, cómic o novela gráfica, me da exactamente igual, no me interesa nada el debate, sólo el placer que experimento ejerciendo el oficio”.

¿Y cómo ejerce ese oficio en un país como el suyo, Francia, donde los grandes autores llegan a convertirse en auténticas estrellas en vez de tener que emigrar o dedicarse a la publicidad o al ostracismo, como ocurre en España?: “Por la mañana me levanto, me siento en la mesa de dibujo, veo lo que hice la noche anterior, me rasco la cabeza, pienso si está bien o si hay que repetirlo o retocarlo, y así paso mis días… sin que nadie me toque las narices”.

Él supo lo que quería ser -pensador y dibujante de tebeos- muy de pequeñito, quizá porque enseguida le vio a la cosa un aire de contracorriente: “Durante mucho tiempo también hubo en Francia ese desprecio al medio; cuando yo iba al cole tenía un profesor que se divertía destrozando en el estrado delante de toda la clase los tebeos que encontraba en mi carpeta… y un buen día me dije: ‘Coño, a lo mejor es que los tebeos son algo subersivo’, y me dije también: ‘Coño, esto puede ser una profesión”.

Las aventuras extraordinarias de Adèle Blanc-Sec es la otra cara de Jacques Tardi y, para muchos de sus seguidores, la preferida: un homenaje a la literatura popular y a las viejas novelas por entregas. “Es mi vuelta a la infancia, un psicólogo diría que es como una regresión. Yo soy el único guionista y me tomo una libertad total, no es como con las historias de la guerra, en las que procuro ser fiel a la realidad histórica”.

Pero son las historias sobre la I Guerra Mundial -nacidas de la experiencia personal de su abuelo en las trincheras del norte de Francia- las que le catapultaron hace tiempo al Olimpo de la historieta europea, en una veta de fondo y forma situada más o menos en las Antípodas del mundo de los superhéroes a la salsa Marvel y del manga nipón. Pero a este señor de vocación libertaria los problemas le llovieron pronto: “El primer guión que le propuse a René Goscinny para la revista Pilote, año 72, creo recordar, era una historia de seis o siete páginas sobre la I Guerra Mundial… ¡No entendió nada! Lo rechazó porque pensó que me quería reír de los soldados muertos”.

El cine de Abel Gance, Chaplin o Kubrick (Senderos de gloria se cita como influencia básica en La guerra de las trincheras) y la literatura de Hemingway, Dalton Trumbo o Louis-Ferdinand Céline (de quien ilustró para Gallimard El viaje al final de la noche, de la que le acaban de proponer hacer una versión en dibujos animados) sobrevuelan las historias de Tardi sobre “la puta guerra”.

Esa guerra que él sitúa como principio y fin de casi todo lo que es el género humano: “Es lo que define el mundo en el que hoy vivimos, sin ella no se entiende nada de la II Guerra Mundial ni de lo que vino después… es el fomento del odio al otro, es comprobar que si a alguien le das un uniforme lo conviertes en asesino en potencia”. Tardi, un señor armado hasta los dientes con lápiz y papel. Un tipo al que le gusta repetir: “Quiero a los pobres hombres, odio a los generales”.

El Supremo archiva las querellas contra dos de sus magistrados

J. M. L. El País07/05/2010

La Sala Especial del artículo 61 del Tribunal Supremo archivó ayer las querellas presentadas por varias asociaciones de recuperación de la Memoria Histórica contra el presidente de al Sala de lo Penal, Juan Saavedra. La misma Sala ha archivado otra querella, contra Saavedra y contra el magistrado Luciano Varela, instructor de las querellas de Manos Limpias Limpias y Falange Española de las JONS contra el juez Baltasar Garzón por su investigación de los crímenes del franquismo.

En la primera de las querellas, dirigida contra Saavedra, los querellantes le acusaban de haber deliberado y adoptado más de 10 resoluciones después de ser recusado el 18 de junio de 2009.

La segunda querella, presentada el pasado 12 de abril por las asociaciones de Memoria Histórica de Cataluña y Baleares, atribuía a Juan Saavedra y Luciano Varela haber causado indefensión a las víctimas del franquismo.

Un manifiesto de 800 asociaciones cívicas y profesionales argentinos respalda a Garzón

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ El País07/05/2010

Cerca de 800 asociaciones cívicas, profesionales y de defensa de los derechos humanos, así como conocidos políticos, docentes y artistas argentinos han firmado un manifiesto de apoyo y solidaridad con el juez Baltasar Garzón, imputado en España por un posible delito de prevaricación. “Nosotros, argentinos y argentinas de diversa militancia política, social, cultural y de distintos orígenes ideológicos, expresamos nuestra incondicional solidaridad con el juez Garzón, consternados ante la incomprensible situación jurídico-política que enfrenta por intentar juzgar los viejos crímenes impunes de su patria”, afirma el documento.

El texto, que fue presentado ayer en un acto celebrado en el Colegio Público de Abogados de Buenos Aires, contó con la presencia de un alto cargo institucional, el secretario de Derechos Humanos del Gobierno argentino, Eduardo Luis Duhalde, quien se refirió a la deuda de todos los argentinos con el juez español por haber impulsado los juicios contra violadores de los derechos humanos en toda América Latina.

Entre los firmantes del documento se encuentra la ministra de Defensa argentina, Nilda Garré; la asociación de Abuelas de la Plaza de Mayo, el reconocido economista Aldo Ferrer y personalidades del mundo de la docencia, las artes y el espectáculo, como la cantante Susana Rinaldi y el entrenador de fútbol César Luis Menotti. Igualmente respaldan el documento escritores como Álvaro Abós y Felipe Pigna y numerosas parlamentarias, de diferentes procedencias políticas, como Margarita Stolbizer y María Elena Barbagelata. También estamparon su rúbrica Luis de Elia, de la Central de Movimientos Populares, uno de los dirigentes piqueteros más conocidos, y HugoYasky, secretario general de Central de Trabajadores de Argentina (CTA), la segunda central sindical del país.

“El inmenso agradecimiento que sentimos hacia la figura del juez Baltasar Garzón bastaría para explicar este pronunciamiento”, señala el manifiesto. “En años oscuros, en los que la Justicia parecía definitivamente inalcanzable entre nosotros, su accionar renovó nuestra lucha, alentó nuestra esperanza y anunció el camino que está llevando hoy a las cárceles, sin excepciones, a los desaparecedores, torturadores, asesinos y apropiadores de niños”.

Los firmantes insisten en que el nombre de Garzón “simboliza un mensaje para el futuro”, “la idea de que ya no existen rincones de impunidad”. “Tenemos la convicción”, terminan, “de que con este pequeño e insuficiente gesto estamos expresando el sentimiento de la inmensa mayoría de nuestro pueblo”.

El llamado caso Garzón ha dado origen en Argentina no sólo a movimientos de solidaridad, sino también a iniciativas judiciales para retomar en este país investigaciones sobre crímenes del franquismo que están en el origen de la imputación contra el juez español. A la querella inicial ante un tribunal de Buenos Aires por dos españoles que quieren que se investigue el asesinato de sus familiares, se han unido otras 15 denuncias similares presentadas en bloque por gallegos que viven en Argentina, y otra firmada por el partido Nova Esqueda Socialista.

Los letrados de Nueva York apoyan al juez de la Audiencia

M. ALTOZANO El País07/05/2010

El Colegio de Abogados de Nueva York, con 23.000 miembros, ha enviado una carta al presidente del Tribunal Supremo, Carlos Dívar, y al fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, en la que les urge -a ellos y al resto de magistrados del alto tribunal- a hacer todo lo posible para acabar con los procesos pendientes contra Baltasar Garzón.

La carta, firmada por la decana, Patricia M. Hynes, compara el caso del juez español con el de los magistrados Iftijar Chaudhry y María Lourdes Afiuni. El primero fue suspendido por el ex dictador paquistaní Pervez Musharraf por investigar torturas y desapariciones ocurridas durante su régimen, mientras que la segunda permanece en prisión tras liberar a un empresario opositor al régimen de Hugo Chávez en Venezuela.

“Los jueces nunca deberían ser castigados por decisiones de buena fe que un tribunal superior haya corregido (…). Hacerlo destruye toda apariencia de independencia judicial y socava el derecho de la nación a ser gobernada por la ley”, se asegura en la carta.

El colegio subraya que la petición se hace “con todo el respeto por la independencia de los tribunales españoles”. Pero precisa que es ese respeto el que convierte en “preocupantes” los procesos a Garzón y contra otros abogados y juristas en todo el mundo.

“Invitamos respetuosamente al Consejo General del Poder Judicial a que tenga en cuenta nuestras preocupaciones en cualquier proceso contra el juez Garzón y revoque lo antes posible las amenazas de sanciones criminales contra él”, concluye el escrito.