El fiscal es contrario a la recusación del juez Varela

J. M. LÁZARO – El País – 04/05/2010

El Ministerio Fiscal presentó ayer su informe sobre la recusación del juez instructor del Tribunal Supremo Luciano Varela por tener “interés indirecto” en la causa abierta al juez Baltasar Garzón. El fiscal entiende que no cabe la recusación de un juez instructor por esa causa específica. Elude pronunciarse sobre la “imparcialidad” demostrada por Varela en este proceso y reconduce la cuestión a explicar que, en realidad, algunos de los actos de investigación practicados por todo instructor “necesariamente habrán de ser desfavorables al imputado”, por lo que nunca cabe apreciar un “interés directo o indirecto” en el pleito.

El juez Baltasar Garzón, encausado por Varela por haber intentado investigar los crímenes del franquismo, recusó a este por haber asesorado a las acusaciones de Manos Limpias y Falange Española de las JONS sobre la forma en que debían presentar sus escritos de acusación. En concreto, indicó a Falange que debía retirar de su escrito las menciones “ideológicas” a Garzón y pidió a Manos Limpias que retirase las dos terceras partes del suyo.

“Toma de partido”

Según el fiscal, un auto de prisión, una intervención telefónica o una orden de entrada y registro, en tanto pueden repercutir negativamente en la situación procesal del investigado, supondrían automáticamente la pérdida de la necesaria “imparcialidad” del instructor. Por tanto, la labor del instructor implica de alguna manera “una toma de partido”, pero “procesalmente admisible” según el fiscal.

El representante del ministerio público explica que la “abstención” y la “recusación” de un juez son algunas de las vías para garantizar el derecho a un “juez imparcial”, pero en modo alguno son las únicas. El fiscal se refiere a que, dentro del derecho constitucional a un proceso con todas las garantías, se puede hacer valer el derecho al juez imparcial a través del cauce de la “nulidad de actuaciones”. Y esa es la vía para mostrar la oposición a las decisiones del instructor y no la de la recusación, que considera “absolutamente inviable”.

Precisamente, la nulidad de los escritos de Manos Limpias y de Falange fue el cauce utilizado en primer lugar por el abogado defensor de Garzón, Gonzalo Martínez-Fresneda. De hecho, el fiscal tiene que pronunciarse sobre la “nulidad” de los escritos de las acusaciones.

Una ‘belle époque’ de sangre y fuego

Andrés Trapiello reescribe y alarga ‘Las armas y las letras’, el libro que revolucionó la visión sobre el papel de los escritores de ambos bandos durante la Guerra Civil

JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS El País04/05/2010

La normalidad democrática llegó antes a la política que a la literatura. Cuando Andrés Trapiello publicó por primera vez en 1994 Las armas y las letras, su ensayo sobre la literatura y los literatos durante la Guerra Civil, el libro descubrió para el gran público un puñado de ideas y autores que hoy son moneda corriente pero que entonces levantaron polvareda. Los discípulos de algunos escritores trataron de enturbiar el trabajo de Trapiello para enjuagar el papel poco claro de sus maestros durante la contienda. “Fue el caso de los cercanos a Antonio Tovar, que luego evolucionó hacia posiciones democráticas, pero que fue el traductor en el encuentro entre Franco y Hitler en Hendaya”, recuerda Trapiello. En medio de la polémica surgió la autoridad de Ayala para decir la palabra final: “Trapiello rinde con su libro un gran servicio a nuestra historia intelectual al trazar el panorama objetivo, veraz y, a la vez, comprensivo y compasivo, de la república de las letras durante un periodo tan doloroso y tan turbio como el de la Guerra Civil española”.

Las armas y las letras, que se convirtió en un clásico del género y conoció una versión intermedia en 2002, reaparece ahora publicado por Destino en una edición con 450 fotografías, varias inéditas, y un buen puñado de páginas más. “El primero lo redacté en tres meses”, apunta el autor. “Este, en 17 años”. Aunque los matices del libro sean nuevos, sus tesis siguen siendo las mismas. Por un lado, la comprobación de que hubo una tercera España que se vio arrastrada a elegir uno de los dos bandos. Por otro, algo que Trapiello resume con una vieja frase suya: “Los que ganaron la guerra perdieron los manuales de literatura”.

Si la reivindicación, como miembro de la tercera España, de Manuel Chaves Nogales, un autor hasta entonces desconocido para el gran público, fue el gran hito de la primera edición, el de esta segunda es Carlos Morla Lynch, embajador de Chile en Madrid durante la guerra y autor de España sufre, un diario recuperado hace dos años por la editorial Renacimiento con prólogo del propio Trapiello. Morla, al que Lorca dedicó Poeta en Nueva York, amigo de todo el mundo en la paz, dio refugio a gente de los dos bandos cuando la calle se volvió insegura. Su visión de que dos totalitarismos extremos -fascistas y comunistas- iban anulando a los moderados que estaban en su órbita la compartía también otra de las figuras reivindicadas por Trapiello, Clara Campoamor, que publicó en un libro sus impresiones en 1937, a pie de guerra, “sin tiempo para modificar el tiro”.

“La Guerra Civil”, dice Trapiello, “consigue que dos minorías armadas arrastren a una inmensa mayoría. Tanto en el caso de los escritores como con la población civil. Y los arrastran a punta de pistola, o conmigo o contra mí. La elección es muy poco libre”. Con todo, “aunque no todos los franquistas eran fascistas y no todos los republicanos eran demócratas”, no hay equidistancia posible, dice el ensayista, poeta (Premio de la Crítica en 1993) y novelista (Premio Nadal en 2003): “Sabemos que se cometieron crímenes parecidos en ambos bandos, pero las ideas por las que se combatió en cada uno no pudieron ser más diferentes. En el de la República por los principios de la Ilustración, base de las democracias modernas. En el de los sublevados, contra esos mismos principios”.

Junto a fragmentos de un diario inédito de 2.000 páginas redactado por Rafael Cansinos Assens, que pronto estará disponible en Internet, y una carta también inédita de Edgard Neville en la que habla del asesinato de Lorca -fue un tiro en la nuca y no un fusilamiento, dice- hay varios documentos de primer orden en Las armas y las letras: desde una carta de Torrente Ballester en la que habla de la guerra como de “un deporte de hombres” a una fotografía de Alberti en cuya dedicatoria, de 1965, habla de la Guerra Civil como de “la belle époque”. Se incluye, además, un texto desconocido de Rafael Sánchez Mazas, en el que habla por primera vez del episodio popularizado por Javier Cercas en Soldados de Salamina: “Un día te sacaron de la prisión, te sacaron al bosque con otros muchos compañeros y te fusilaron. Te levantaste ileso de entre los muertos y echaste a andar por el bosque, durante días”.

El padre de Rafael Sánchez Ferlosio fue uno de los que ganó la guerra y perdió los manuales de literatura. “A partir del bombardeo de Guernica”, apunta Trapiello, “la República ganó la guerra de la propaganda y se asumió que todos los escritores grandes estaban con ella. No fue así. En un bando estaba Juan Ramon Jiménez, pero en el otro, Azorín. En uno Miguel Hernández, María Zambrano y Carner; en el otro estaban Baroja, Ortega y Josep Pla. La trampa es contraponer a Lorca con Dionisio Ridruejo”. Además, muchos intelectuales de bandos contrarios eran amigos antes de la guerra -“el trato de Lorca con José Antonio Primo de Rivera relatado por Gabriel Celaya sigue siendo polémico para algunos”-, y muchos autores que serán muy importantes, entonces eran unos desconocidos para el público general: la mayoría de la generación del 27 sin ir más lejos.

“Hay que leer sin prejuicios”, afirma Trapiello, para el que su libro propone saltarse las barreras de la propaganda y mirar en “las fisuras” por las que se cuelan la vida y la literatura. “La reconciliación pasaba por leer sin apasionamientos ni anteojeras ideológicas los libros de los otros”.

El Valle de los Caídos es una ruina

Un informe de Patrimonio Nacional advierte de que los desprendimientos de las gigantescas esculturas suponen “un serio riesgo de daño para las personas”

DIEGO BARCALA – Público – 02/05/2010

El Valle de los Caídos ha echado el cierre por causa de fuerza mayor: el riesgo para los visitantes causado por los desprendimientos que sufren los conjuntos escultóricos gigantes que Juan de Ávalos diseñó al gusto de Francisco Franco. Un informe de Patrimonio Nacional del pasado 11 de noviembre de 2009, al que ha tenido acceso Público, destaca el “ritmo de deterioro muy peligroso y considerable” experimentado por el monumento durante el último año.

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Apología restaurada de Falange Española

VergaraPúblico – 03/05/2010

ICV-IU pide blindar a quien investigue el franquismo

El BNG propone revisar la Ley de Amnistía para excluir “el genocidio”

ANABEL DÍEZ El País03/05/2010

Si el Gobierno, a través del ministro de Justicia, Francisco Caamaño, ha dejado la puerta abierta a modificar la Ley de Memoria Histórica, un grupo político, IU-ICV, ha decidido traspasarla con propuestas concretas. La decisión de Joan Herrera, de ICV, junto a Gaspar Llamazares, de IU, de interpelar al Gobierno sobre “la recuperación de la Memoria Histórica”, tiene como motivaciones últimas que no vuelva a ocurrir una situación como la que vive el juez Baltasar Garzón por pretender la investigación de crímenes del franquismo. Aunque no sólo eso. Herrera, que peleó palabra a palabra la Ley de Memoria Histórica promovida por el Gobierno, con satisfacciones y sinsabores, también pretende subsanar, a través de una moción parlamentaria, los fallos o lagunas que se registran en la práctica de esta ley algo más de dos años después de su aprobación. Así, por un lado, pretende “hacer las reformas necesarias para garantizar que en ningún caso exista margen para considerar delito aquellas actuaciones que investiguen los crímenes imprescriptibles de la dictadura franquista”.

También, y, ya referido en concreto a la aplicación de la Ley de Memoria Histórica, solicita la reforma de cuatro artículos para que las administraciones y, en último caso, la central, es decir, el Gobierno, tenga la máxima responsabilidad en las exhumaciones e identificaciones de las fosas. De esta forma no cabría que estas se produzcan según el criterio de cada juez.

La iniciativa se presentará la próxima semana y es probable que su discusión se produzca la siguiente y, por tanto, hay margen para la negociación política con el Grupo Parlamentario Socialista.

El aspecto que más directamente entra en la situación que ahora vive el juez Garzón se traslada en esta propuesta: reformar las disposiciones legales que sean pertinentes con el objeto de impedir que puedan existir interpretaciones del ordenamiento jurídico que vayan contra los principios de justicia, verdad y reparación. “Dichas reformas tendrán por objeto garantizar que en ningún caso exista margen para considerar delito aquellas actuaciones que investiguen los crímenes imprescriptibles de la dictadura franquista”, señala el grupo parlamentario.

También se pide la creación de un Alto Comisionado de Apoyo a las Víctimas de la Guerra Civil y la Dictadura, y una fiscalía especializada en el apoyo y ayuda a quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura.

Por otro lado, también se hablará directamente de la Ley de Amnistía de 1977. Los diputados del BNG, Francisco Jorquera y Olaia Fernández Dávila, piden su modificación para que lo dispuesto en esa ley “no sea de aplicación a los crímenes de genocidio o de lesa humanidad, a los que será de aplicación lo dispuesto en la normativa internacional que regula los mismos”.

La viuda del último fusilado por Franco presenta una demanda

Pide responsabilidades en Argentina por el asesinato

El País03/05/2010

Treinta y cinco años después del fusilamiento de Luis Sánchez Bravo, condenado a muerte por el último consejo de guerra de la dictadura franquista, su viuda ha decidido presentar una demanda en Buenos Aires para pedir responsabilidades. Silvia Carretero tenía 21 años y estaba embarazada cuando fue detenida y torturada por la Guardia Civil en la localidad española de Badajoz por su militancia en la FUDE (Federación Universitaria Democrática Española), la sección universitaria de la organización armada FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota).

Su marido, también de 21 años y miembro del FRAP, había sido detenido, juzgado por el asesinato del teniente de la Guardia Civil Antonio Pose y condenado a muerte en el último consejo de guerra de la dictadura franquista. Pese a la presión internacional y las gestiones del Vaticano para tratar de frenar los fusilamientos, la sentencia se cumplió el 27 de septiembre de 1975 -apenas dos meses antes de la muerte del dictador- y Sánchez Bravo fue uno de los cinco últimos ejecutados por el régimen de Francisco Franco.

Su esposa fue recluida en la cárcel madrileña de Yeserías sin juicio hasta que un informe médico, que advertía de los peligros que suponía el encarcelamiento para su embarazo, le permitió quedar en libertad provisional. Silvia Carretero huyó a París, donde tuvo una hija, y no regresó a España hasta finales de 1976, después de la primera amnistía general.

La mujer ha decidido denunciar ahora el caso de Sánchez Bravo y el suyo propio para exigir que se declare la ilegalidad del tribunal que condenó a muerte a su marido. Afirma que ha mantenido un largo silencio porque consideraba que no se daban las condiciones en España para denunciar los hechos. “Reclamo que se juzgue a todas las personas que participaron en esa represión”, afirma la mujer, que defiende la inocencia de Sánchez Bravo y asegura que le arrancaron su confesión con torturas.

Su demanda incluye a los responsables de sus propias torturas, de las que todavía tiene marcas en las manos y las muñecas.

Los inéditos del general Rojo

Se publica el manuscrito de la historia de la Guerra Civil del jefe del Estado Mayor republicano

JOSÉ ANDRÉS ROJO El País – 02/05/2010

Vicente Rojo (izquierda), jefe del Estado Mayor Central del ejército republicano, durante la Guerra Civil.-

Los papeles del general Rojo se pueden consultar en el Archivo Histórico Militar, en Madrid. El material que hay reunido allí es tan abundante, y no siempre está organizado con orden y rigor, que de tanto en tanto aparece una sorpresa. Es lo que le ocurrió a Jorge Martínez Reverte cuando investigaba para su libro El arte de matar. Uno de sus ayudantes de documentación, Mario Martínez Zauner, encontró un largo texto titulado Historia de la guerra de España, firmado por el militar republicano.

Son alrededor de 600 folios, que se inician con la narración de los preparativos del golpe y que se ocupan de los primeros meses de la contienda, de la defensa de Madrid, y que terminan, de una manera menos lineal y más dispersa, tratando distintos episodios que tuvieron lugar entre abril de 1937 y abril de 1938. En esta última parte, Rojo cuenta su relación con Negrín, Prieto y Azaña, explica los desafíos que puso en marcha como jefe del Estado Mayor Central del ejército republicano, analiza la respuesta que ese organismo propuso ante el bombardeo de la escuadra alemana a Almería y, entre otros temas, aborda el apoyo de la Iglesia a Franco, la crisis de mayo de 1937 en Barcelona, la situación del Consejo de Aragón o la relación con los soviéticos, que desmenuza desde una perspectiva poco habitual.

Es la mirada de un hombre que estuvo en el centro de las iniciativas más importantes que la República tomó en el terreno militar y que influyó también en muchas decisiones políticas. De esa larga historia de la guerra, que Rojo escribió al final de su vida, entre 1958 y 1962, sólo se publicó Así fue la defensa de Madrid, la parte en la que narra un momento fundamental del conflicto, y en el que tuvo un protagonismo decisivo como responsable militar de la resistencia.

El general Rojo decidió volver a España en 1957, cuando los médicos que lo atendían en Bolivia le anunciaron que su salud era tan delicada que no le quedaba mucho tiempo. Poco después de llegar fue procesado por “rebelión militar” y condenado a 30 años de cárcel. El indulto lo libró de la prisión, pero tuvo que cumplir las penas secundarias, como la de “inhabilitación absoluta”. Su respuesta a la ignominia fue dedicarse a escribir. Murió en 1966.

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Extracto del manuscrito. Cómo llegó la noticia de la rebelión de 1936 al Ministerio de Guerra y por qué el entonces comandante Rojo fue leal

Los niños robados del franquismo

REBECA IGLESIAS, Abril 2010

1.- INTRODUCCIÓN

Los niños robados del franquismo, son aquellos que, durante la Guerra Civil Española y la posguerra, fueron arrebatados a sus madres republicanas o repatriados sin permiso de sus padres ni de los países a los que la República los había evacuado durante la guerra, y entregados posteriormente en adopción a otras familias adeptas al régimen para su reeducación en los principios del nacionalcatolicismo.

Los primeros robos comenzaron a principios de los años 40 y continuaron durante las décadas 50, 60 y 70. El robo fue sistemático en cárceles, hospicios y maternidades, y funcionaban de forma organizada, pues en ellos participaban funcionarios, curas, monjas, médicos, matronas, militares… El Estado y la Iglesia fueron sin duda los principales responsables de este problema.

Estos robos tenían una connotación claramente política pero también económica, pues las familias más adineradas llegaban a pagar por las adopciones hasta 200.000 pesetas de la época, dinero que se repartían entre la Iglesia, los médicos y los funcionarios ‘comprados’.

2.- LAS CÁRCELES

Tras la victoria de las tropas franquistas en la Guerra, miles de hombres y mujeres van a parar a las prisiones. Algunas de estas mujeres habían tenido una activa militancia política en defensa de La República, pero otras sólo estaban acusadas de un delito: ser esposas, madres o hermanas de los hombres que combatieron en el bando republicano y, por ello, fueron encarceladas, torturadas y muchas fusiladas. Había aún otro tipo de condenados, los hijos de las reclusas, criaturas inocentes que nacieron o que ingresaron en prisión con sus madres y que pasaron los primeros años de su vida privados de libertad por ser hijos de presos políticos.

Las condiciones de vida en las cárceles eran deplorables. Debido a los arrestos masivos, estaban saturadas, albergaban incluso 10 veces más el número de personas para el que en un primer momento se habían construido. Apenas daban de comer a las presas y a los pequeños, las condiciones higiénicas eran lamentables y vivían rodeados de enfermedades.

Madres y niños pasaron momentos muy duros en las cárceles. Los maltratos físicos eran brutales y los psicológicos quizá peores si cabe. Las madres no tenían derecho a estar con sus hijos cuando ellos lo necesitaban. Los escuchaban llorar de hambre, de frío o de dolor y no podían hacer nada. Debido a la situación infrahumana en la que vivían, muchos de los niños que estaban con sus madres en las cárceles morían en ellas y a los que sobrevivían, no les esperaba un destino mejor.

A los menores que entraban o nacían en prisión no se les registraba en el libro de entradas y esto era un grave problema, pues al no quedar registrados, se podía hacer con ellos cualquier cosa.

Los niños que sobrevivían eran separados de sus madres, bien al nacer o cuando cumplían 3 años, ya que por ley no les estaba permitido estar allí por más tiempo. Las madres que los mandaban voluntariamente a internados no los volvían a recuperar una vez fuera de la cárcel y a las que se los arrebataban, ni siquiera sabían a dónde los mandaban, desaparecían un buen día sin ninguna explicación o les decían que habían muerto tras el parto y nunca más los volvían a ver. La mayoría eran dados en adopciones ilegales y otros muchos solían ingresar en el Auxilio Social u otros centros benéficos del Estado y de la Iglesia católica.

3.- LIMPIEZA DE SANGRE

Al poco de acabar la guerra Franco dictó una ley según la cual la patria potestad de todos los niños que entraban en Auxilio Social pasaba a manos del Estado. El rapto se convirtió en ‘legal’ por la Orden de 30 de marzo de 1940. El plan de sustracción de niños se desarrollaba entonces bajo cobertura legar, al contrario que en otros países, como por ejemplo Argentina, donde todos los robos de menores fueron clandestinos, y el Estado estaba orgulloso de ello porque lo veía como una operación de salvamento de los niños.

De este modo, los hospicios de Auxilio Social, organización caritativa fundada por Mercedes Sanz Bachiller (viuda del líder falangista Onésimo Redondo) y dependiente de Falange Española, se llenaron de huérfanos o hijos de presos. En 1942 contaba con unos 9.000 niños y en sólo un año la cifra había subido un 40%; eran más de 12.000 los hijos de republicanos bajo tutela estatal.

El régimen presumía de dar un trato exquisito a los niños de los centros de Auxilio Social, pero esta afirmación no se acercaba ni un poco a la realidad. Según Ricard Vinyes, en la práctica, no eran otra cosa que campos de concentración de niños, donde no se exterminaba a personas, pero sí a una clase social, los rojos. Pretendía, tal y como recomendaba Vallejo Nájera “extirpar el gen marxista” de la sociedad.

El psiquiatra militar Antonio Vallejo Nájera se puso al servicio de Franco desde el levantamiento militar. Su formación psiquiátrica fue, en parte, en Alemania, donde estudió las teorías racistas nazis de las cuales era un gran admirador. Pero su interpretación de raza tenía más componentes político-culturales y psicológicos que étnicos. Opinaba que el marxismo era una enfermedad mental y contagiosa, por lo que era necesario el traslado de los niños a hospicios para “la eliminación de los factores ambientales que conducen a la degeneración”.

Siguiendo estas teorías, tanto el Estado como la Iglesia se encargaron de la “depuración de la raza”. No se sabe a ciencia cierta cuántos, pero se estima que más de 30.000 niños fueron segregados de sus padres y dados en adopción o internados en centros de Auxilio Social para ser educados según los ideales del Movimiento Nacional e inculcarles el odio hacia las ideas de sus padres.

4.- REPATRIACIÓN

Durante la guerra civil, muchos padres tuvieron que tomar la difícil decisión de confiar sus hijos a La República para que los evacuara al extranjero. Inglaterra, Francia, México y la Unión Soviética fueron los destinos de miles niños. Confiados y alejados del conflicto, esperaban volver pronto a una España en paz y liberada del fascismo. Pero su destino fue muy diferente.

Tras ganar la guerra, Franco decide que todos estos niños tenían que regresar a España. Confió esta misión a la Falange a través del “Servicio Exterior de Repatriación de Menores” que empieza a buscar a todos los pequeños que estaban en el extranjero para hacerlos volver independientemente de si es con o sin autorización paterna. Algunas familias que habían acogido a niños en el extranjero empiezan a conocer los métodos del Servicio de Repatriación y temen que los pequeños sean literalmente raptados.

El régimen convierte la repatriación de estos menores en una gran operación propagandística. De entre todos los niños españoles en el extranjero, el régimen franquista tenía particular interés en los que estaban evacuados en la Unión Soviética. Para Franco era un todo triunfo el poder sacarlos del país donde había nacido la revolución comunista y gracias al que se había propagado por todo el mundo. El caudillo ve a estos niños como peligrosos elementos sovietizados y la mejor manera de controlarlos de cerca era no devolvérselos a sus padres. Muchos de ellos no supieron nada de la suerte y destino de sus hijos

Para facilitar esta tarea, en 1941 se redacta una ley, firmada por el mismo Franco, en la que se autorizaba cambiar los apellidos a los niños repatriados. Esto permitía poder darlos en adopciones irregulares sin el permiso de sus progenitores y dificultaba aún más que éstos pudieran encontrarlos.

La historia de muchos de estos niños está depositada en miles y miles de expedientes, muchos de ellos todavía reservados. Existe un documento sobre la repatriación de menores del año 49 donde la Secretaría General de la Falange Española, valora el trabajo hecho hasta aquel momento, y prueba los métodos que el régimen de Franco utilizó para devolver los niños a España.

“La principal tarea, la más difícil, ruda y paciente, es localizar el mayor número de expatriados que se pueda, estén o no reclamados. Nuestros delegados en el extranjero solicitan su devolución a España; en un 99% de los casos, esta solicitud es denegada. Se recurre entonces, sin miramientos a los medios extraordinarios, con los que de una forma o de otra, casi siempre se podrá al fin obtener el menor”.

El resultado de todo esto fue miles de niños repatriados (según datos recopilados por Ricard Vinyes de 32.037 niños enviados por sus padres al exterior fueron repatriados 20.266), niños, que ahora superan los 60 años, con nuevos apellidos, identidades, lugares de origen… que han estado toda su vida buscando su propia identidad, que continúan sin saber quiénes son o que ni siquiera saben que fueron arrebatados a sus familias biológicas por las que creen que son sus verdaderas familias.

5.- ACTUALIDAD

Los Niños robados del franquismo, es quizá el episodio más atroz y menos conocido, o desconocido incluso, por muchos españoles, de la represión franquista. Durante más de 60 años no ha sido prácticamente objeto de ninguna investigación, aunque sí ha habido algunos momentos en el que este asunto ha salido a la luz. A pesar de esto, continúa siendo un tema, cuanto menos, oscuro.

En los años 90 cuando surgió el programa de televisión ¿Quién sabe dónde? llegaron a la redacción cientos de casos que buscaban a sus familiares desaparecidos en el franquismo, muchos de ellos hablaban de sus hijos robados. La intensidad de llamadas fue tal que el propio presentador, Paco Lobatón, impulsó en 1996 la creación de la asociación de víctimas ANDAS, hoy inactiva, que tuvo más de 5.000 socios.

Más recientemente, ya entrados en los 2000, la memoria de algunos de estos niños se ha hecho pública gracias al documental Els nens perduts del franquisme, realizado tras un minucioso trabajo documental y de recogida de varios testimonios reales. Encontramos también unos pocos libros que relatan este tema, como por ejemplo: Los niños perdidos del franquismo, de Ricard Vinyes, Montse Armengou y Ricard Belis –surgido a raíz del documental del mismo nombre-, Irredentas, de Ricard Vinyes, o Mala gente que camina de Benjamín Prado.

El juez Garzón ha devuelto a la actualidad este drama. Para él, el robo de niños durante el franquismo es un delito que constituye un crimen contra la Humanidad que no ha prescrito, ya que muchas víctimas, hijos y algunos padres, pueden aún estar vivos. Por este motivo, el magistrado insta a las instituciones, al Ministerio Fiscal y a los jueces a que investiguen, sancionen a los culpables y se repare a las víctimas, de manera que puedan recuperar la identidad que les fue arrebatada.

La vida de todos estos niños ha estado marcada por la búsqueda de su propia historia. Una búsqueda que ha topado con un muro de silencio cómplice y con las trabas burocráticas de muchos archivos. Los especialistas y los familiares coinciden en que la Iglesia y el Registro Civil son las dos instituciones que lo ponen más difícil, por no decir imposible. Además, existe desde 1985 la Ley de Patrimonio Histórico 16/85 que, sobre la consulta de archivos, recoge que, en virtud de la protección de la madre, no se pueden ofrecer sus datos a quien la busque hasta pasados cincuenta años. Por su parte, el Tribunal Tutelar de Menores impide consultar sus archivos a pesar de que esos ‘menores’ ya tienen 60 o 70 años.

Hoy en día, son miles los niños que continúan con su vida sin conocer quiénes son, amparados bajo un engaño que ni el Estado español ni las autoridades pertinentes parecen querer desenmascarar.

BIBLIOGRAFÍA

Páginas Web:

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http://bolinf.es/blogs/memoria/2009/08/07/los-ninos-robados-del-franquismo-reclaman-su-memoria/

http://coordinadoravictimas.blogspot.com/2010/04/los-ninos-robados-del-franquismo.html

http://es.wikipedia.org/wiki/Ni%C3%B1os_robados_por_el_franquismo

http://memoriadesaparecidos.blogspot.com/2008/11/una-tragedia-poco-conocida-los-nios.html

http://memoria-historica.fillos.org/tag/comercio-bebes

http://shiandalus.blogspot.com/2009/10/el-robo-de-ninos-para-darlos-en.html

http://www.diagonalperiodico.net/La-madre-biologica-entraba-por-un.html

http://www.elmundo.es/cronica/2002/357/1029750367.html

http://www.elpais.com/articulo/opinion/ninos/perdidos/franquismo/elpepiopi/20081224elpepiopi_10/Tes

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http://www.izaping.com/6287/los-ninos-robados-del-franquismo.html

http://www.larepublica.es/spip.php?article19295

http://www.memoriahistorica.org/modules.php?name=News&file=article&sid=1168

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http://www.nodo50.org/foroporlamemoria/documentos/lafogata_ninosperdidosfranquismo.htm

http://www.paralelo36.com/%C2%A1no-me-la-quiten-%C2%A1no-quiero-dejar-a-mi-hija-con-estos-verdugos/

http://www.publico.es/189000/garzon/envia/siete/juzgados/robo/ninos/franquismo

http://www.revistapueblos.org/spip.php?article1311

http://www.terra.es/personal/fcyborg/ideologia/franquismo/ninosperdidos.htm

http://www.webislam.com/?idt=12897

* Vídeos y Audios:

Els nens perduts del franquisme (2006) de Montse Armengou y Ricard Belis [documental]

PARTE 1 > http://vimeo.com/2599250

PARTE 2 > http://vimeo.com/2658532

http://www.rtve.es/mediateca/audios/20081119/catedratico-casanova-habla-del-robo-ninos-franquismo-rne/344399.shtml

http://www.rtve.es/mediateca/audios/20091112/ninos-tutelados-por-franquismo-cara-oculta-historia-tolerancia-cero/627045.shtml

http://www.rtve.es/noticias/20081119/robo-ninos-del-franquismo-fue-peor-que-argentina-segun-garzon/196073.shtml

http://www.youtube.com/watch?v=EC_NW5f4zXM&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=Pd7tYyzsTS4&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=SgpoF_97J08

http://www.youtube.com/watch?v=U06nfvqigjw

http://www.youtube.com/watch?v=wRGthfdiRQA&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=wunwQzRYyeQ

Contra la memoria hegemónica

La novela El vano ayer de Isaac Rosa rechaza repetidas veces la memoria del franquismo y de la Guerra Civil impuesta y generalizada en innumerables obras de ficción: en novelas, en series televisivas y en películas. El autor afirma que ”hay que tener en cuenta qué se nos ha contado y qué no, y sobre todo cómo nos lo han contado. El franquismo y la Guerra Civil se han convertido casi en géneros literarios y, como tales, tienen sus limitaciones”. (El País 29 septiembre 2004 citado por Isabel Cuñado.) En este diario me gustaría reflejar un poco cuáles son estas limitaciones y qué tipo de alternativas Rosa está sugiriendo.

En un informe de prensa publicado junto con la novela, Rosa lamenta que, al no tener recuerdos propios de la época, siente “insatisfacción acerca de la oferta de recuerdos disponibles” y afirma que es ”necesario entonces recordar preguntándome a la vez por qué recuerdo así, por qué me hacen recordar así. Es necesaria una memoria reflexiva, autocrítica, diseccionada. Reformular las preguntas, aunque se demoren las respuestas. Escribir lo que no recuerdo, pero también lo que otros no recuerdan, aunque deberían”. (Citado por Echevarría) Las ideas de Rosa tienen mucho parentesco con lo que plantea Foucault en L’archeologie du savoir que publicó en 1969. Según Foucault hay que prestar mucha atención en la manera de formación de los discursos y preguntar quién es apto para hablar, y cuál es su situación institucional desde la cual produce el discurso y cuál es la relación que el sujeto adopta con el objeto. También es importante conocer las estrategias del discurso. De esta manera se puede observar la economía de las formaciones discursivas: de que cosas se puede o no puede hablar dentro de un discurso. Declara también en una entrevista titulada “Film and Popular Memory” que la cultura popular es enemigo de la verdadera memoria popular que se solía divulgar oralmente.

Es natural que, cuando en un género de ficción las mismas características siguen repitiendose una vez tras otra, los significados que quizá han tenido originalmente se van perdiendo, hasta que sirven sólo para marcar el género y para mantener la repetición. La novela de Rosa insiste implícitamente que cada línea que escribe un autor debe tener justificación: si el autor se deja llevar por las convenciones de género, no puede tomar la responsabilidad entera de su narración. No obstante, con el uso de la autoreflexión, el autor también renuncia a su responsabilidad de su narración o por lo menos la comparte con el lector: es más fácil permitirle cualquier equivocación si ha avisado de la incerteza de las cuestiones.

La novela quiere luchar contra el maniqueísmo presente en muchas obras. Pero ¿se trata de un enemigo real o es algo que el autor necesita crear? Ciertamente el maniqueísmo es siempre un peligro, sobre todo cuando es muy conectada con la realidad de un entero país, porque impide la posibilidad de progreso y obstaculiza el diálogo. Se podía distinguir por ejemplo en La voz dormida algunos monstruos de bondad de los que Isaac Rosa nos alerta: aunque la protagonista Pepita tiene sus imperfecciones, su hermana Tensi y su novio Paulino parecen espantosamente irreales en su bondad sin fisuras. Pero en muchas obras tenemos abundancia de ejemplos contrarios: basta echar una mirada a los antihéroes medio locos, ausentes y oscuros de El embrujo de Shanghai, una magnífica novela de Juan Marsé, o a los protagonistas poco heroicos de Soldados de Salamina que intentan actuar de manera acertada a pesar de la polarización del mundo en que viven. A lo mejor el maniqueísmo que tenemos que rechazar está integrado en la manera de leer e interpretar: la adherencia a un bando muchas veces determina nuestra actitud hacia el personaje. Quizás por esto el autor de El vano ayer elige un protagonista cuya orientación política queda fuera de la vista.

La mala memoria resulta nocivo ya en la cita inicial de la novela, dos líneas del poema de Antonio Machado, que ha también dado el nombre a la novela: “El vano ayer engendrará un mañana / vacío y ¡por ventura! pasajero”. En este caso el mañana vacío es lo que vivimos hoy y el vano ayer es la manera vana de representar el pasado. Con variados experimentos estilísticos el autor logra indicar cómo la forma de narrar establece limites para el contenido. Son ejercicios de estilo en el espíritu de la famosa obra de Raymond Queneau, y el más destacado de ellos es un capítulo que cuenta la vida de Franco en el estilo medieval de El cantar de mío Cid. Ironiza ingeniosamente la imagen que Franco quería construir de la historia del país, pero al mismo tiempo es un ejemplo maravilloso de cómo la forma puede avasallar el contenido. El estilo llamativo sirve para parodiar los conceptos anticuados de la historia que siguen teniendo vigor en la España de hoy. El autor comenta a la revista Ladinamo que ”tal vez la literatura no sirva para cambiar el mundo, pero sí está sirviendo para conservarlo” (Rendueles), de ahí la crítica constante.

En misma entrevista Isaac Rosa acusa la serie Cuéntame, junto a muchas novelas, de estandarizar el franquismo ”mediante intrigas vacías, o con recursos del peor sentimentalismo”. Con más de dos cientos horas emitidos a millones de espectadores, la serie es en efecto una masiva institución de la memoria ficticia. Un bloguero especializado en críticas televisivas, Ficción con T, analiza la serie: ”el tono general es definitivamente amable, a veces en exceso. Y a este respecto hay que decir que la voz en off de Carlos Hipólito no ayuda, a pesar de tratarse de un actor muy competente, ya que no hace sino acentuar la amabilidad de un relato en el que esa cualidad a veces está francamente fuera de lugar. Ver unas imágenes del archivo histórico de TVE en las que unos guardias civiles dan una paliza a un manifestante y que acto seguido una voz de narrador de cuento infantil diga lo mucho que le gustaba de joven una tal Karina o una tal Mayka no es precisamente acertado.”

Sin embargo, es inevitable preguntar igualmente si los autores tienen derecho de convertir una época, en que muchos sin duda vivían una niñez dulce, en mera tortura, palizas y represión, o sea, si estos niños no tienen derecho a la nostalgia por el mero hecho de que existía simultáneamente una represión que nada tenía que ver con ellos. De hecho, el punto de narración de Cuéntame no me parece mal elegida, porque más que una vez el niño que no conoce las extrañezas o los tabúes del dictadura puede a través de su ignorancia plantear una crítica aguda pero fresca y inocente hacia todo lo absurdo que estaba presente en la vida diaria del franquismo. Naturalmente, no se puede presentar mucha violencia en una serie familiar, pero cuando por curiosidad estaba viendo el último capítulo (109) que se transmitió aquí, me llamaba efectivamente la atención como las agresiones de los policías que disolvían una manifestación limitaban en sus muecas poco simpáticos (son menos afables incluso sus colegas en las socialdemocracias nórdicas). En fin, no creo que Rosa desee liquidar todo sentimiento nostálgico, más bien quiere poner en tela de juicio la supremacía de la historia sentimental que debe mucho a instituciones gigantescas como Cuéntame.

Hay un capítulo en la novela en que, para dar más perspectiva, el autor deja que un anarquista narre las torturas que padeció durante el franquismo. Aquí Rosa rompe con dos convenciones: en primer lugar la tortura inhumana de un activista poco peligroso y poco importante está mostrado con todo detalle y llevada, no hasta fin como el torturado en su agonía ya empieza a querer, pero tampoco falta mucho y el trato deja lesiones horribles e incurables en la víctima. Aquí la novela no oculta ni insinúa ni termina a medias. No muestra un héroe que con la increíble fuerza de convicción o la solidaridad a los compañeros o a miembros de la familia aguanta hasta la muerte, (tampoco un antihéroe débil que tras un par de golpes les traiciona). A lo contrario, la tortura desmesurada de un pobre hombre solitario, que poco tiene que ver con la trama, está revelada en totalidad. La representación de las atrocidades no es excepcional solamente en cuanto al contenido; tampoco la forma de narrarlas es lo que hemos acostumbrado leer. Carece absolutamente de cualquier sentimiento o suspense elaborado con recursos narrativos: el tratamiento terrible está expuesto de una manera simple y declaratoria como en la consulta de médico. El narrador dice que intenta no desatender el sufrimiento real, pero el intento queda corto porque las palabras no son capaces de transmitir el dolor como lo son los electrodos. Casi me sorprendió mi propia inmunidad ante la pura brutalidad, porque me sufría más con la tortura menos destrozador de un estudiante descrita en la misma novela. Será por el tono clínico con que el anarquista contaba su historia.

Aunque la novela no siempre da muchas respuestas, no se cansa de hacer preguntas, y una vez leído El vano ayer, no creo que ya pudiera leer más novelas, ver más películas o series televisivas relacionadas al tema sin recordar la perspectiva crítica que la novela ha ofrecido. Es posible que el objeto principal de la crítica que plantea El vano ayer, no es la ficción de ”mala memoria” en sí, sino la manera poco crítica de aceptarla: creerlo todo como si no fuera una obra de ficción limitada, como si no fuera, al igual que la novela de Rosa, un solo intento subjetivo de reconstruir el pasado.

Echevarría, Ignacio: ”Una novela necesaria”  12.6.2004.

Ficción con T: Cuéntame cómo pasó; Nostalgia con fondo. El País 9 de febrero de 2007.

Foucault, Michel: Tiedon arkeologia. (L’archéologie du savoir, 1969.) Traducido por Tapani Kilpeläinen. Tampere: Vastapaino, 2005.

Foucault, Michel. “Film and Popular Memory: An Interview with Michel Foucault.” Radical Philosophy 11 (1975): pp. 24-29.

Rendueles, César: ”Isaac Rosa. La anamnesis del franquismo” Ladinamo Nov-dic 2004.

Rosa, Isaac: El vano ayer Barcelona: Seix barral , 2004.

ante la pura brutalidad, porque me sufría más con la tortura menos destrozadora de un estudiante descrita en la misma novela. Será por el tono clínico con que el anarquista contaba su historia.

Aunque la novela no siempre da muchas respuestas, no se cansa de hacer preguntas, y una vez leído El vano ayer, no creo que ya pudiera leer más novelas, ver más películas o series televisivas relacionadas al tema sin recordar la perspectiva crítica que la novela ha ofrecido. Es posible que el objeto principal de la crítica que plantea El vano ayer, no es la ficción de ”mala memoria” en sí, sino la manera poco crítica de aceptarla: creerlo todo como si no fuera una obra de ficción limitada, como si no fuera, al igual que la novela de Rosa, un solo intento subjetivo de reconstruir el pasado.

Fuego y azufre para enterrar Alemania

Se publica por primera vez ‘El hundimiento. Hamburgo, 1943’, de Hans Erich Nossack, uno de los escasos testimonios sobre los desvastadores bombardeos aliados

CARLOS PRIETO – Público – 01/05/2010

Vista de Hamburgo tras la entrada de los aliados en 1945. - AFP

Vista de Hamburgo tras la entrada de los aliados en 1945. – AFP

Hacía mucho que Hamburgo no vivía un verano tan caluroso, aunque nada comparado con el infierno en el que se iba a convertir aquello en unos días. Hans Erih Nossack (Hamburgo, 1901-1977) decidió que había llegado el momento de tomarse unas vacaciones. Llevaba cinco años sin alejarse de Hamburgo debido a su “enfermizo rechazo a salir” de la ciudad y de su habitación. El 21 de julio de 1943 partió hacia Horst, a 15 kilómetros al sur de la ciudad. Su mujer, Misi, “asombrada de que hubiera acudido”, le esperaba en una cabaña “oculta entre abedules, matas de pino y una huerta. El paisaje descendía bruscamente hacia el Elba y Hamburgo. Si el día era claro, podían apreciarse las torres de la ciudad”.

Las torres desaparecerían de la vista cuatro días después: Hamburgo había comenzado a borrarse (literalmente) del mapa. Nossack escribió tres meses después El hundimiento (editorial La uña rota), uno de los escasísimos textos alemanes sobre la campaña de bombardeos aliados, publicado ahora por primera vez en español. “Tengo la sensación de que jamás podría volver a abrir la boca si no me ocupara antes de esto”, escribió Nossack. “Esto” era la operación Gomorra: diez toneladas de bombas explosivas e incendiarias arrojadas por la Royal Air Force británica, apoyada por la Octava Flota Aérea de EEUU.

Nossack dormía cuando sonó por primera vez la alarma antiaérea (“en el brezal se oyen las sirenas, que aúllan como gatos en pueblos lejanos, pero sólo cuando el viento es favorable”), aunque sí oyó después un sonido que nunca olvidaría: “Corrí descalzo fuera de la casa, adentrándome en ese ruido que se cernía como una carga abrumadora entre la claridad de las estrellas y la oscuridad de la tierra, ni aquí ni allí, sino en todo el espacio: era imposible librarse de él. Uno no se atrevía a coger aire por miedo a respirarlo”, escribió. Era el rugido de los 1.800 aviones de guerra que iban camino de arrasar Hamburgo.

La cólera del mundo

Pese a que la ciudad había sufrido ya 200 bombardeos, nadie estaba preparado para lo que se les venía encima. “Aquello era completamente nuevo. Era el final. En la última de las noches, la cólera del mundo se intensificó como ningún ser humano pueda imaginar. Una gran nube de tormenta había empezado a descargar justo en el momento de la alarma. El ataque iba dirigido al último barrio que quedaba en pie. Pero los bombarderos no lograron identificar el blanco debajo de la tormenta y lanzaron las bombas a ciegas, dondequiera que cayesen. No podía distinguirse si eran rayos y truenos o si eran bombas o fuego de artillería”.

Los refugiados comenzaron a llegar a Horst en riadas. No eran capaces de explicar lo que había pasado. “Traían consigo un silencio inquietante. El mero hecho de querer ofrecerles ayuda parecía un acto demasiado ruidoso”. Un silencio que resultó profético. La magnitud de la campaña de bombardeos aliados durante la II Guerra Mundial (130 ciudades arrasadas, 600.000 muertos), contrasta con la falta total de testimonios, como constató W. G. Sebald en el ensayo de referencia Sobre la historia natural de la destrucción (Anagrama, 2003): “A causa de un acuerdo tácito no había que describir el verdadero estado de ruina material y moral en que se encontraba el país. Los aspectos más sombríos del acto final de una destrucción, vividos por la inmensa mayoría de la población, siguieron siendo un secreto familiar vergonzoso”.

Sólo los escritores Heinrich Böll, Hermann Kasack y Peter de Mendelssohn trataron el tema sobre el terreno y “el déficit tampoco fue compensado por la literatura de posguerra”. Sebald destacó sobre todo El hundimiento por su prosa sobria que “logra acercarse con deliberada reserva a los horrores” sin caer en excesos melodramáticos.

Nossack mantuvo la calma incluso cuando entró con su mujer en la ciudad; apretujados en un camión entre docenas de personas. Incluso recurrió al humor, imaginándose que viajaban en un tour por los lugares más destrozados del planeta. “Éramos como un grupo de turistas, sólo nos faltaban el megáfono y la verborrea de un guía. De pronto estábamos todos desconcertados y no sabíamos cómo explicar esa extrañeza. Donde antes la mirada se tropezaba con los muros de las casas, se extendía ahora una llanura muda hasta el infinito”.

Primero se fijó en que lo único que habían quedado en pie eran las chimeneas, “que se elevaban sobre el suelo solitarias como cenotafios, dólmenes o dedos que reprenden”. Y se devanó los sesos para intentar describir un paisaje que parecía “las bambalinas de una ópera fantástica”: “Con la de cosas que aprendimos en la escuela… pero nadie nos había hablado todavía de lo que teníamos delante. ¿Había pues aún, pese a todo, continentes por explorar?”.

Optó por centrarse en los detalles cotidianos para descubrir “hasta qué espantoso punto nos resultaba extraño lo que hasta entonces se daba por sentado. Cuando fui con Misi a nuestro barrio destruido vimos a una mujer limpiando las ventanas de un edificio que se alzaba solitario e intacto en medio de un mar de escombros. Nos dimos con el codo y nos detuvimos como hechizados, creíamos estar viendo a una loca”.

No menos significativos son sus apuntes sobre la actitud de los ciudadanos: la guerra había dejado de interesarles dos años antes de que acabara: “Nuestro destino estaba decidido, los acontecimientos del resto del mundo no podían cambiar nada”. Nadie hacía ya el menor caso ni a los partes militares de los periódicos (“ni siquiera comprendíamos para qué seguían publicándose”), ni a las autoridades: “No podíamos mostrar mayor desprecio ante eso que llamamos poder o Estado que tratándolo como algo totalmente irrelevante”.

No se cumplieron las expectativas de los aliados sobre una revuelta ciudadana contra los nazis, aunque tampoco aumentó el odio contra el invasor. “No oí a una sola persona que insultara al enemigo o le atribuyera la culpa de la destrucción. No di nunca con una sola persona que se consolara con la idea de una venganza. Al contrario, lo que se decía y pensaba era: ¿Por qué tienen que morir también los otros? Me dijeron que a un pelmazo que hablaba de represalias y de exterminar al enemigo con gas tóxico lo molieron a palos”.

“Los españoles no reconocemos nuestro propio genocidio”

Gustavo García Abogado español que ha abierto la ‘vía argentina’ contra el franquismo

ANA DELICADO – Público – 01/05/2010

El letrado Gustavo García. -  A.D.

El letrado Gustavo García. – A.D.

El abogado español Gustavo García entregó el pasado viernes en los tribunales de Buenos Aires una ampliación de la querella que el pasado 14 de abril solicitaba, por primera vez en Argentina, que se juzguen los crímenes del franquismo. A las cuatro víctimas que presentaba esta primera causa, García suma ahora 4.500 gallegos que fueron asesinados por los responsables de la dictadura.

¿Cuál es la base de su demanda?

Vamos a denunciar que hubo un genocidio en Galicia, como así en España.

¿En qué consistió el genocidio en Galicia?

Allí no hubo una guerra, porque a los dos días del alzamiento franquista se acabó la resistencia. Así comenzó una matanza vil y unilateral. Según el escritor Alfonso Rodríguez Castelao, se mató a 30.000 personas, y según la memoria histórica, a unas 25.000.

¿Por qué también debe hablarse de genocidio en España?

Siempre digo que los armenios tienen un problema tremendo porque los turcos no admiten el genocidio que cometieron. Los españoles tenemos un problema peor, porque no reconocemos nuestro propio genocidio.

Hay quienes alegan que se cometieron atrocidades en ambos bandos.

En Galicia no se puede decir eso, porque nadie se enfrentó a quienes ya gobernaban. Además, el bando nacional decidió una política de exterminio, pero los republicanos no hacían eso, no tomaban Guadalajara y planeaban arrasar con todo. En la querella se presentan frases que dijo Franco, como la de: “vamos a exterminar a todos los que no piensan como nosotros”. No son comparables los crímenes de un lado y los del otro.

¿Cómo surgió la iniciativa de ampliar la querella?

En 2006 la conselleira de Cultura, Ángela Bugallo, con mucho dinero público, ordenó a tres universidades gallegas (Vigo, Santiago y A Coruña) un proyecto que se llama Los nombres, los lugares, las voces, que trata de recopilar los casos de los gallegos víctimas del franquismo.

¿Cuál fue la evolución de ese programa?

Cuando Garzón abrió una causa para investigar los crímenes de la dictadura, la Consellería de Cultura aportó los datos de 3.800 gallegos. Ahora, una de cuyas primeras decisiones del Gobierno de Núñez Feijóo fue la de quitar toda la financiación pública al proyecto.

¿Por qué ha dicho en una ocasión que este no es un problema de derechas o izquierdas?

Nuestro país es diferente de lo que hubiera podido ser sin el exterminio. Si a los 25.000 gallegos, que eran lo mejor de la sociedad, no los hubieran masacrado, Galicia no sería la de hoy. A España no sólo le faltan las mejores cabezas pensantes, sino que además vivimos 40 años de terror absoluto.