Garzón: “Las heridas que no se limpian se vuelven a abrir”

Garzón recibe en París un premio por su papel en favor de los valores democráticos.- La presidenta argentina asegura que la suspensión del juez español es “una regresión en la justicia universal”

ANTONIO JIMÉNEZ BARCA El País –  17/05/2010

En el auditorio abarrotado de la prestigiosa Escuelas de Ciencias Políticas de París, la famosa Sciences Po, el juez Baltasar Garzón, antes de recibir un premio por la defensa de la democracia, empuñó el micrófono y habló por primera vez en público desde que fue apartado de la Audiencia Nacional: “Las heridas que no se limpian se vuelven abrir”. Y prosiguió: “Todas las leyes que apoyan la impunidad caen”. Y agregó: “A veces la justicia universal se topa con dificultades para no investigar crímenes que no prescriben, dificultades en forma de olvido, perdón o amnistía”. Y agregó: “Es compatible la memoria, la justicia y el resarcimiento a las víctimas”.

Saludo

La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, saluda al juez Baltasar Garzón.- EFE

Baltasar Garzón ha recibido hoy en París un premio por su defensa de los valores democráticos en el Instituto de Ciencias Políticas de la capital francesa, tres días después de haber sido suspendido de sus funciones. El juez recibió una fuerte ovación de los asistentes al acto. – AGENCIA ATLAS

El juez llegó a las ocho de la noche al auditorio, que aplaudió al recibirle, muchos puestos en pie. Venía a París a recibir el premio de la asociación de estudiantes “Joven República” por su “defensa de la democracia en situaciones hostiles”. El acto, planteado en principio como un coloquio sobre la justicia universal, acabó derivando en un homenaje entero al juez español. A su derecha se sentó el ex primer ministro francés Dominique de Villepin, recientemente juzgado -y absuelto- por el caso Clearstream y a su izquierda el mundialmente conocido pintor Miquel Barceló.

El joven estudiante de ciencias políticas y representante de la asociación que le otorgaba el premio subió al estrado y señaló que no le han dado la mención a un hombre “sino a un combate”. Luego recordó los logros de Garzón “luchando contra el narcotráfico, el terrorismo, el terrorismo de Estado, ETA y el Gal, contra el propio partido con el que fue a las urnas y luego, contra la hipocresía referente a la memoria histórica”. Y añadió: “Usted, señor, es un símbolo de la democracia en España, en Europa y en el mundo”. Y concluyó, ya en español, con los versos de Antonio Machado, de “caminante no hay camino…”. Pero el chico agregó una frase: “Esto no ha terminado, señor. Esto no ha hecho nada más que comenzar”.

Después, Garzón subió a la tribuna y cerró el acto con un discurso breve en el que agradeció el homenaje y volvió a defender la labor de la justicia universal frente la impunidad, “que es la otra cara de la corrupción”. Recordó su persecución a Pinochet y cómo los dictadores “se saben impunes durante su mandato pero no en los tiempos que vienen después”. Aseguró que hay lugares del mundo donde la justicia universal se ha impuesto pero que hay otros “en los que el pasado sigue siendo una cripta cerrada que impide el resarcimiento de las víctimas”. Sonriente, aventuró: “Siempre que existe un juez independiente en cualquier lugar de la tierra hay razones para la esperanza”. Y agregó: “En el futuro, quizá no haga falta unos Juegos Olímpicos para denunciar la falta de derechos humanos en China, no exista Guantánamo y Europa tenga el sentido integrador que todos le pedimos”. Después, aseguró: “A veces, el esfuerzo de unos pocos cambia el curso de los acontecimientos del mundo”.

Y añadió: “Soy juez, un hombre de derecho y para el derecho, como dijo Cicerón, “un esclavo de la ley”, pero no de la ley local, sino de la ley universal”. Un aplauso cerrado dio por terminado el acto.

El Fiscal de La Haya contesta al Poder Judicial que sigue queriendo contratar a Garzón

“Conocía la investigación abierta contra el magistrado”, responde por carta a Carlos Dívar

NATALIA JUNQUERA El País17/05/2010

El fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), Luis Moreno-Ocampo ha respondido hoy en una carta enviada al presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Carlos Dívar y al secretario del mismo, Celso Rodríguez, que ya “conocía la investigación abierta contra el magistrado D Baltasar Garzón Real” y que le confirma que no encuentra “razones para modificar la decisión de contratarle en calidad de asesor legal de la fiscalía”.

En el escrito, al que ha tenido acceso EL PAÍS, Moreno-Ocampo explica que comprende que el juez “de acuerdo a la ley Orgánica del Poder Judicial de España debía ser suspendido de sus funciones”, pero añade: “La Fiscalía, en sus decisiones administrativas respeta el principio de inocencia establecido por el artículo 66 del Estatuto de Roma y por lo tanto ni la iniciación de un proceso penal contra el mencionado magistrado, ni su consecuente suspensión provisoria constituyen un obstáculo para su contratación”.

Por último, y en contestación a una pregunta directa del Consejo General del Poder Judicial aclara: “El cargo de asesor no incluye ningún tipo de inmunidad procesal”. El fiscal de la Corte Penal Internacional se despide del presidente del CGPJ “confiando en contar con su apreciada cooperación”.

La carta de Moreno-Ocampo responde a una comunicación del Consejo enviada a la fiscalía de la CPI, con sede en La Haya, el pasado 14 de mayo, día en que acordó la suspensión de Garzón como juez de la Audiencia Nacional tras 22 años de servicio.

En su escrito, el Poder Judicial le comunicaba que la Comisión Permanente “a efectos de resolver con la mayor celeridad la solicitud” de Garzón de “ser declarado en la situación administrativa de servicios especiales en la carrera judicial para desempeñar funciones de consultor en la fiscalía del Tribunal Penal Internacional”, había acordado dirigirse a la fiscalía de la CPI para preguntarle “si confirma o ratifica el ofrecimiento de un contrato de consultoría como asesor externo” para Garzón y “si dicho contrato lleva implícita algún género de inmunidad procesal”.

En la misma comunicación, el Consejo se dirigía por segunda vez al Ministerio de Asuntos Exteriores para que tras la “nueva situación” del magistrado emitiera un nuevo “informe de conformidad” con su desplazamiento a La Haya ; al fiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido, para que informara “sobre la petición de declaración en situación de servicios especiales a la vista de la medida de suspensión cautelar acordada”; a la sala segunda del Tribunal Supremo para que le comunicara si la petición de Garzón “afecta al curso de las actuaciones que se encuentran en trámite ante la misma sala” y a la secretaría general del CGPJ para que emitiera un quinto informe sobre la solicitud del juez teniendo en cuenta su suspensión.

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Como las Madres de Plaza de Mayo

La Plataforma contra la impunidad del franquismo, que agrupa a familiares de desaparecidos, escritores y artistas, ha convocado a los ciudadanos a participar en una concentración de protesta todos los jueves a partir del próximo día 20, a las 20.00 en la Puerta del Sol de Madrid en solidaridad con las víctimas y para pedir que se investiguen los crímenes de la Guerra civil y la dictadura.

La convocatoria sigue el ejemplo de las Madres de Plaza de Mayo argentinas, que se concentran todas las semanas desde hace años para pedir encontrar a los suyos.

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Los traidores que alimentaron el fuego de Auschwitz

Autobiográfico y doloroso. Jacob Presser se enfrentó a sus recuerdos años después en un campo de concentración

PEIO H. RIAÑO MADRID – Público – 17/05/2010

Dos palabras prohibidas: tren y Auschwitz. Nadie en el campo de concentración holandés de Westerborck menciona el viaje que el convoy emprende cada martes con 970 judíos locales hasta el campo de exterminio polaco. A las doce de la noche anterior, se lee la lista de los condenados en los barracones. Por orden alfabético. Aquello es un aquelarre, se chilla, se regatea, se suplica cada vez con más violencia. Una bolsa de vidas humanas. Camino del exterminio, el tren de la muerte cargó 93 veces durante dos años.

“He visto personas que bailaban, presas de alegría salvaje, dando vueltas como movidas por una fuerza elemental, besándose y tocándose de la manera más obscena; he visto a otros corretear como dementes, cayéndose y levantándose una y otra vez, golpeándose contra los bancos, contra las mesas, las paredes, para ir a caer definitivamente y quedarse en el suelo pateando y agitando los brazos; he visto cómo una mujer mordía en la yugular a su hermana, que no estaba en la lista, y, por lo tanto, no iba al tren, y a un hombre sacarse los ojos, mientras tres pasos más allá otro sollozaba de alegría. Yo he visto esto, yo mismo, muchas noches de perdición. Yo lo he visto”, escribe Jacob Presser (1899-1970) sobre las reacciones al leer la lista.

Cuando los alemanes toman Holanda en 1940, el profesor e historiador Presser y su joven mujer tratan de escapar por mar, pero fracasan y regresan a Ámsterdam. Intentan suicidarse apuñalándose el uno al otro, pero no lo consiguen. La raza aria les amenaza, se salvan en un par de ocasiones tras ser detenidos, hasta que ella comete un error fatal. Sale a la calle sin su estrella de David bordada y es detenida cuando iba en un tren, camino al este de Holanda, donde se ocultaba su madre. Inmediatamente, la mandan a Westerborck. Tras cinco días de arresto, la envían al campo de exterminio de Sobibor, en Polonia, donde es asesinada.

Jacob permaneció oculto desde entonces hasta la liberación, combatiendo con la resistencia y pasando informes sobre el campo de concentración de Westerborck. Había sobrevivido al Holocausto, pero no soportaba el silencio de la memoria amarga. A Presser los recuerdos le consumían hasta que diez años después de la liberación de Westerborck expurgó la culpa con papel y lápiz.

Escribió La noche de los girondinos, un testimonio novelado, una autobiografía con disfraz, sobre el revanchismo y el odio con los que se cargaba cada martes aquel tren camino de Auschwitz. En los próximos días, la editorial Barril y Barral publicará este libro, que permanecía inédito al castellano y que supone un caso único por documentar la colaboración de judíos con los nazis.

No llega a las 100 páginas y cuando apareció en 1957, fue repartido gratuitamente entre el público de la Semana del Libro Holandés, con una tirada de 150.000 ejemplares. Buen ejercicio para una memoria fuerte. Presser relata la historia de Jacob, que escribe en sus últimas horas preso en un calabozo aislado del resto tras rebelarse contra su superior, el ayudante del jefe del campo nazi. Un pequeño héroe tragicómico, que no soporta seguir gestionando el exterminio de sus hermanos.

Libre, pero a qué precio

Él no era uno de los amenazados. Era un profesor de Historia judío a lo largo del libro, la biografía y la memoria de Presser se cruzan una y otra vez con la de su personaje, hasta desvirtuar los límites entre memoria y novela, pero estaba libre de muerte, como el resto que dejaron de ser perseguidos por colaborar con los 12 alemanes que controlaban el vasto campo de concentración holandés.

Al Servicio del Orden, compuesto por un centenar de traidores, los presos le llamaban la SS judía. Mantenían bajo el horror y la amenaza a sus vecinos. Sólo tenían que elegir de entre sus paisanos cuáles morirían. Lograban que en el campo de concentración se viviera de semana en semana, de martes a martes, de tren a tren.

“Nuestras palabras tajantes, nuestros gestos despóticos siempre dispuestos a dar media vuelta, despectivos. Nosotros, unos cuantos intelectuales, unos cuantos oficinistas, unos cuantos obreros, unos cuantos viajantes de comercio y vendedores ambulantes, nosotros éramos ante los demás, indudablemente, la hez repulsiva creada por Dios, forajidos y gánsteres”, describe el cuerpo al que pertenece.

Regla uno: o ellos o yo. Regla dos: permanecer impasible. “Quien es blando o medio blando va al tren”, señala Cohn, el ayudante judío de Schaufinger, el comandante nazi que controla el campo. Cohn era el señor de la vida y la muerte, paseaba con una fusta por la calle principal de los barracones. Todos los presos le rendían pleitesía. Cohn, cínico, ruin y atroz, es uno de los personajes más despreciables sobre los que se han escrito.

Relato contra la mentira

En el prólogo de la primera edición holandesa, el escritor Abel F. Herzberg, otro superviviente del exterminio, resume cómo era Westerbork con claridad: “Los seres humanos no eran más que hojas secas, caídas, no sólo sin raíz, sino también sin tallo, sin tronco ni rama, hojas que únicamente habían caído o, mejor dicho, que revoloteaban por el suelo según el viento, según cada corriente de aire, sin lazo alguno entre sí, apartadas de toda comunidad”.

Presser dice por boca de su protagonista que escribe para no volverse loco, pero aclara que todo lo que cuenta es lo que ha visto. Basta con cambiar los nombres que ha escogido por los reales para que sea el Westerbork que fue. Subraya y repite que “fue así”, que él lo vio, que estuvo allí y tiene la necesidad de aclarar, de luchar contra la fantasía. La noche de los girondinos no puede ser un “gran guiñol”, como él mismo dice; sólo contará “la verdad completa, desnuda, sin exageraciones”.

Junto a la maldad de los colaboradores, aparece la ferocidad de los vecinos que se denuncian para quedarse con las propiedades del acusado, como el caso del médico que salió a la calle apresurado para resolver una urgencia médica y se olvidó su estrella en casa. Con eso bastó para perder la vida. El propio protagonista no hizo nada para salvar a su amada, a quien ayudó a subir al tren. Se define como “canalla inmundicia”.

Las mujeres encintas tenían derecho a la vida hasta seis semanas después del nacimiento de su hijo. Sin embargo, él mismo admite haber metido a mujeres antes de los primeros dolores del parto. El personaje Jacob reconoce la miseria de la codicia, la ambición, las “ansias incontenibles”. El autor Presser advierte que cualquiera olvida su honradez “en un momento” para convertirse en un tirano.

“La alta instancia judicial es sociológicamente franquista”

Juan José del Águila. Magistrado. Autor de la obra ‘El TOP. La represión de la libertad (1963-1977)’

P. RUSIÑOL MADRID – Público – 16/05/2010

Juan José del Águila, en su juzgado.

Juan José del Águila, en su juzgado. ÁNGEL MARTÍNEZ

Nadie conoce el siniestro TOP tan bien como Juan José del Águila (Torremolinos, Málaga, 1943). Primero, como víctima: estuvo un año preso, en 1969. Luego, como abogado vinculado a CCOO y el PCE, defendió a decenas de activistas condenados de antemano, lo que le valió otro paso por la cárcel, en 1973. Y, finalmente, como estudioso: al TOP dedicó su tesis doctoral, una versión reducida de la cual publicó con el título El TOP. La represión de la libertad, 1963-1977 (Planeta, 2001).

Del Águila accedió a la magistratura en 1989 y a sus 67 años sigue al pie del cañón: en el juzgado de lo Social número 21 de Madrid y aprovechando ratos libres para investigar la represión franquista y la complicidad del mundo judicial.

¿Qué opina del revuelo por lo que dijo Jiménez Villarejo sobre el TOP?

Muchos medios manipularon lo que dijo. Es obvio que no hablaba de los magistrados actuales porque por una cuestión meramente biológica sería imposible que hubieran sido del TOP. Lo que dijo es que hubo un alto grado de colaboración y complicidad del entramado judicial con el franquismo. Y esto es una evidencia.

¿Pero qué tienen que ver las instituciones actuales con las de la Justicia’ franquista?

Mire, el Tribunal Supremo editó en 2006 un libro autolaudatorio, carísimo. Y el mensaje que transmite respecto al franquismo es la continuidad legal: al principio y al final. El libro habla de todo, pero pasa de puntillas sobre el franquismo. No se cuenta que en la sede del Tribunal Supremo se celebraron miles de consejos de guerra, se ignora cómo los miembros de la carrera judicial participaron activamente en la represión: en la magistraturas de Trabajo de estilo fascista, en los tribunales para la represión del comunismo, la masonería y las responsabilidades políticas, en múltiples comisiones mixtas… ¡Ni siquiera se menciona el TOP, que fue una creación judicial al 100% y cuyas sentencias eran revisadas por el Supremo!

¿La transición no fue completa en el mundo judicial?

No hubo ruptura en ningún ámbito judicial ni político. Ahora no deberíamos extrañarnos de lo que pasa. A día de hoy, las altas instancias judiciales son sociológicamente franquistas. Sobre todo en su concepción del orden. Lo que sucede en la Sala de lo Militar del Supremo es llamativo. Siguen considerando justas sentencias fruto de consejos de guerra con el argumento de la seguridad jurídica. Algo así sería difícilmente asimilable en un país democrático.

¿Y las nuevas generaciones?

Ni una sola de las convocatorias a oposiciones a jueces y fiscales desde 1977 ha incluido alguna materia que trate la represión. ¡Ni una línea del TOP! Imagine un juez de 35 años: ni se lo contaron en la escuela, ni en la universidad, ni tiene que estudiarlo para las oposiciones. ¿Qué se le puede pedir?

¿Quién es el responsable?

Todas las instituciones clave han asumido un pacto de silencio: el Tribunal Supremo, la Fiscalía, el Consejo General del Poder Judicial, los sucesivos ministerios de Justicia… El Ministerio Fiscal también editó recientemente un lujoso libro autolaudatorio. Se remonta nada menos que hasta el siglo XIII, pero no dedica ni una línea a la Causa General que en 1943 Franco encargó a la Fiscalía General. Ni una línea para la represión.

¿Los problemas de Garzón se explican por intentar investigar el franquismo?

Garzón es un personaje muy polémico y desenfoca la cuestión central sobre el estado de la justicia en España el tener que opinar sobre él. Pero está claro que es una monstruosidad que el Supremo se dedique a esto.

La mayoría de juzgados que recibieron su causa ha archivado sin investigar.

Era previsible. ¿Cómo van a tener sensibilidad si no conocen lo que pasó? Tengo compañeros que no saben qué es el TOP. Cuando publiqué el libro, ninguna de las muchas publicaciones del CGPJ le dedicó ni una línea. Tampoco las asociaciones de judiciales, ni siquiera las progresistas. Me parece muy sintomático. Hubiera entendido críticas despiadadas. Pero hubo silencio sepulcral y eso que lo editaba una editorial como Planeta. Hay una actitud deliberada para que estos hechos no se conozcan.

Del TOP al Supremo

La gran mayoría de jueces y fiscales del franquista Tribunal de Orden Público fue promocionada en democracia

PERE RUSIÑOL MADRID – Público – 16/05/2010

José Francisco Mateu Cánovas (de espaldas) escucha al secretario  durante su toma de posesión como presidente del TOP, en 1968. - EFE

José Francisco Mateu Cánovas (de espaldas) escucha al secretario durante su toma de posesión como presidente del TOP, en 1968. – EFE

El 2 de octubre de 1963, Timoteo Buendía bebió más de la cuenta y, cuando vio a Francisco Franco en el televisor del bar, gritó: “¡Me cago en Franco!”.

Gabriel García Márquez aún no había inventado su estirpe Buendía, pero el personaje homónimo le hubiera podido servir de inspiración para encarnar el realismo mágico. El problema es que el ataque de sinceridad fue real y a Timoteo le costó muy caro: fue condenado a diez años de cárcel.

Con Timoteo Buendía se estrenó el Tribunal de Orden Público (TOP), el siniestro instrumento con que el tardofranquismo reprimió delitos como injurias al jefe de Estado o asociación ilícita, en referencia a militancia en partidos y sindicatos no autorizados por el régimen. Él fue la causa número uno. Pero hubo otras 3.797 incluida la célebre 1.001, que en 1972 condenó a la dirección en pleno de CCOO antes de que el Gobierno de Adolfo Suárez lo finiquitara, ya en 1977, y trasladara parte de sus competencias a la Audiencia Nacional.

La Fundación Abogados de Atocha, creada para mantener vivo el legado de los juristas de CCOO asesinados por un comando ultra en 1977, ha editado ahora un CD que recoge todas estas sentencias. Incluye un potente buscador que permite rastrear los nombres y apellidos de las víctimas. Y también los del medio centenar de personas que entre 1964 y 1977 formaron parte de esta máquina implacable que condenaba a diez años de cárcel por gritar “¡Me cago en Franco!”.

“Este país conoce muy poco su propia historia y creemos que el CD ayudará a mostrar cómo era el aparato represivo del franquismo y a hacer un reconocimiento a las personas juzgadas”, explica Raúl Cordero, director de la fundación. La presentación será el martes en la sede de CCOO en Madrid y está anunciada la presencia del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.

El mes pasado, ya en plena ofensiva contra el juez Baltasar Garzón por haber tratado de investigar el franquismo, el TOP volvió a las primeras páginas. Lo citó en el acto de la Complutense el ex fiscal Carlos Jiménez Villarejo: “El auto de Varela dice que la labor de jueces y fiscales a favor de las víctimas de la dictadura es encomiable. ¿Cómo puede decir eso? Pero si estuvieron formando parte del TOP hasta 1976. Fueron cómplices hasta el último día de las torturas de la Brigada Político-Social y nunca abrieron una causa ni siquiera por lesiones durante 40 años”, dijo.

El CD que se presenta el martes muestra hasta qué punto fue implacable el TOP: el 74% de los 3.798 casos acabó en condena, según el exhaustivo recuento del investigador Juan José del Águila.

Identificación total

Además, el Tribunal Supremo casi siempre ratificó sus penas, explica Francisco J. Bastida, catedrático de la Universidad de Oviedo y autor de Jueces y franquismo (Ariel, 1986): “Los jueces se identificaron totalmente con la ideología franquista de unidad espiritual, política, religiosa, sindical, moral y de cualquier índole”, afirma.

Las peculiaridades de la Transición, pilotada por los sectores aperturistas del franquismo y pactada con la izquierda reformista, permitió que los magistrados y fiscales del TOP encontraran acomodo sin problemas en las nuevas instancias democráticas. No sólo no sufrieron ninguna represalia del nuevo poder democrático, sino que la gran mayoría fue ascendido y acabó en el Tribunal Supremo o en la Audiencia Nacional.

Por una cuestión biológica ya no están en las instituciones actuales. Pero como mínimo 10 de los 16 jueces que tuvieron plaza titular en el TOP el 63% del total fueron en democracia magistrados del Supremo o de la Audiencia Nacional. Y todos mantuvieron la Cruz de San Raimundo de Peñafort, la medalla al mérito jurídico instituida en 1944 en el periodo más duro y filonazi del régimen, que también sobrevivió a la democracia.

“La Transición afectó por igual a toda la sociedad española, incluyendo partidos y, naturalmente, jueces. Todo siguió el mismo patrón y así estamos”, lamenta José Antonio Martín Pallín, magistrado del Supremo. Él mismo forma parte de la sala que juzgará a Garzón, pero al ser emérito no puede participar al tratarse de una causa especial.

El éxito profesional de los ex fiscales del TOP durante la democracia fue muy parecido al de los magistrados. Y los pocos ex que optaron por un camino distinto también tuvieron una carrera exitosa, como Diego Córdoba, que pasó de juez de Instrucción del TOP a abogado de El País, donde recalaron varios periodistas condenados por el infausto tribunal.

La evolución de los miembros del primer TOP, el que arrancó en 1964 con el juicio de Buendía, es ilustrativo: los esfuerzos por hacer cumplir la ley franquista de su presidente, Enrique Amat, fueron recompensados con el ascenso al Supremo ya por el franquismo, en 1971. Los otros dos magistrados de aquel momento también fueron promocionados: José F. Mateu, asesinado por ETA en 1979, estuvo el TOP durante toda su existencia diez años como presidente y saltó al Supremo en 1977. Y Antonio Torres-Dulce se jubiló en 1986 como presidente de la Audiencia de Madrid.

Por su parte, el juez de instrucción, José Garralda, llegó al Supremo en 1980, en sustitución de Amat, que se jubilaba. Y también al Supremo llegaron los dos fiscales del TOP de 1964: Antonio González y Félix Hernández.

De hecho, los tres presidentes que tuvo el TOP acabaron en el Supremo. A los ya citados Amat y Mateu, hay que añadir José de Hijas, que se jubiló en 1986 como presidente de la Sala Segunda, la misma que juzgará a Garzón.

Algunos de estos magistrados fueron muy cercanos a dirigentes que luego militarían en el PP, como Manuel Fraga y Margarita Mariscal de Gante. Fraga dedicó a Amat “cálidos elogios” cuando fue nombrado, según el Abc del día siguiente. Y ya en democracia, cuando el ex TOP Luis Poyatos se vio envuelto en una polémica por haber contribuido, en tanto que fiscal de la Audiencia, a poner en libertad a un mafioso que acabó huyendo, Fraga salió raudo en defensa de “la justicia”.

Una década después, Mariscal de Gante, ministra de José María Aznar, intentó aupar a Poyatos como fiscal jefe de la Audiencia. No lo logró. Pero quedó claro que Mariscal compartía la devoción de su padre, el juez Jaime Mariscal de Gante, por Poyatos, con quien había coincidido en el TOP. Como su amigo, Jaime Mariscal de Gante también vio recompensada su labor en el TOP con una plaza en la Audiencia Nacional.

Mujeres invisibles, víctimas de la guerra

MERCÈ RIVAS El País – 17/05/2010

En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. El Generalísimo Franco”.

Frases de este tipo las hemos leído en numerosas ocasiones, quizás en casi todos los conflictos bélicos. Detrás quedan numerosos muertos, heridos, todo tipo de agresiones a los derechos humanos, miseria, pero también quedan muchas mujeres rotas por las humillaciones sexuales llevadas a cabo por todas las partes en el conflicto.

El uso deliberado e impune de la violencia sexual como arma de guerra, se ha convertido en un crimen habitual en nuestra era, un arma más de lucha, de sometimiento al contrario. Gracias a estas prácticas se ha conseguido intimidar, crear terror político, sacar información y humillar a muchísimas mujeres y niñas. En otras ocasiones se ha utilizado como recompensa a los soldados.

Han tenido que pasar siglos para que un tribunal, concretamente el Tribunal Penal Internacional, dictaminase la violencia de género como delito contra la humanidad en los conflictos de Ruanda y de la antigua Yugoslavia en los años 90.

El hecho fue algo histórico, un gran avance para la dignidad de las mujeres violadas, aunque hasta el momento sólo se han dictado menos de dos docenas de sentencias. Realmente, si no fuese por lo humillante del tema, parecería una broma.

Todavía podemos recordar las “Estaciones de Confort” organizadas a lo largo y ancho de Asia por el Ejército Imperial japonés durante la Segunda Guerra Mundial en donde más de 200.000 mujeres y niñas, secuestradas previamente de sus casas, fueron sistemáticamente violadas por los soldados japoneses. Durante dicho conflicto las dos partes se acusaron mutuamente de violaciones en masa, sin embargo, ninguno de los tribunales establecidos en los países victoriosos para enjuiciar los crímenes de guerra, reconoció el delito de violencia sexual.

Al final de la guerra se calculaba que un millón de mujeres habían sido violadas por el Ejército ruso, tras la derrota de los nazis. Fue su celebración. Muchas de ellas parieron a los denominados Russenkinder.

En la Guerra Civil española también se utilizó este tipo de arma. Sólo tenemos que recordar las arengas del general Queipo de Llano manifestándose muy orgulloso de la conducta sexual de sus hombres, o de las violaciones masivas llevadas a cabo por las tropas del norte de África que apoyaban al bando golpista. Una vez “proclamada” la paz, esas mujeres tuvieron que convivir en silencio con sus agresores, ya fuesen vecinos, militares o policías.

Este mismo estigma persiguió a las mujeres latinoamericanas. Recordemos que en Guatemala, durante 36 años de guerra civil, la violación de mujeres, la mayoría indígenas, constituyó una práctica generalizada, por parte de las fuerzas del Estado. Y aunque la guerra terminó en 1996, Guatemala sigue teniendo uno de los índices de violencia sexual más altos del mundo, persistiendo la impunidad de estos actos. Y por qué no recordar a las colombianas que han sufrido agresiones por parte del Ejército, la guerrilla y los paramilitares.

También pudimos ver cómo se destruía el cuerpo de unas 400.000 mujeres en la guerra de los Grandes Lagos, sufriendo posteriormente graves secuelas físicas y mentales. Muchas acabaron muriendo de sida, otras embarazadas y repudiadas por sus propias familias, y un número considerable tuvo que abandonar sus pueblos. Las que por diferentes razones fueron a parar a campos de refugiados se convirtieron en seres extremadamente vulnerables. De ellas abusaron tanto las fuerzas rebeldes como las tropas internacionales. No hay que olvidar que el 80% de los refugiados y desplazados son mujeres y niños.

Y en los Balcanes ocurrió más de lo mismo. Naciones Unidas habla de más de 50.000 violaciones, pero sólo se enjuició a 18 hombres y se condenó a 12.

En la primera década del siglo XXI la paz llegaba a Sierra Leona dejando unas cifras terroríficas. Más del 75% de las mujeres y niñas del país fueron víctimas de abusos sexuales, según datos de la Agencia de Naciones Unidas para la mujer (UNIFEM). Sin olvidarnos de las niñas secuestradas para formar parte de los ejércitos de niños soldado y servir de esclavas sexuales de sus mandos.

Por fin el Tribunal Penal Internacional y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, a través de la Resolución 1820, que en el 2010 cumple dos años, tomaron cartas en el asunto, pero los conflictos continúan y las mujeres siguen siendo un objetivo más.

Ahora nos queda seguir trabajando para que éstas pierdan el miedo a denunciar, a explicar qué y cómo les pasó y a identificar a sus agresores. Pero para que esto ocurra la comunidad internacional, sus gobiernos, los movimientos sociales y los órganos jurisdiccionales les deben dar protección, ayuda, asesoramiento e incluso cobijo. Y los países participantes en el Estatuto de Roma (1998) deben enjuiciar a todos aquellos criminales que sus países no están dispuestos a hacerlo. Eso es posible.

Mientras no las apoyemos incondicionalmente, ellas seguirán en silencio y destruidas. Los historiadores hablarán de muertos, heridos y daños económicos, y ellas seguirán siendo invisibles, como hasta ahora.

Mercè Rivas Torres es periodista y escritora.

La vida peligrosa del tío favorito

A sus 29 años, Renate Costa deslumbra en Berlín y Cannes con un documental sobre la homofobia en Paraguay

GREGORIO BELINCHÓN El País17/05/2010

Renate Costa, de espaldas, en una de las entrevistas que aparecen en Cuchillo de palo.

En Paraguay, llamarle a alguien 108 es calificarle de “maricón”. No de homosexual o gay. Sino de maricón, como insulto. El número se refiere a “la lista de los 108”, el primer registro de homosexuales hecho durante la dictadura de Alfredo Stroessner, que duró 35 años, de 1954 a 1989. En ese listado de 108 nombres, Rodolfo Héctor Costa Torres aparecía en el puesto 41. Y por salir allí sufrió una vida de humillaciones, hasta que un día, ya en el siglo XXI, apareció sin vida, tirado desnudo frente a su casa.

“Mi documental es el retrato de un fantasma. Porque mi tío, aún muerto, está constantemente en todos los planos”. Renate Costa, cineasta paraguaya de 29 años, recuerda perfectamente -y así arranca su filme- la llamada de su padre para anunciarle la mala noticia. “Me dijo que había muerto de tristeza”. Decidió grabar todo el proceso de investigación, sus confrontaciones con su padre, que consideraba a su hermano alguien enfermo, un bicho raro, el único de la familia que no quiso ser herrero. De ahí el título del filme, Cuchillo de palo, una inmersión en una historia silenciada en Paraguay, en la represión -que aún hoy en día existe- de los homosexuales en un país “en el que a veces parece que nada cambió, a pesar de que hayan transcurrido 20 años del fin de la dictadura”.

Renate Costa ha estado seis años rumiando la historia. Licenciada en Documental en la Escuela de Cine de San Antonio de Baños (Cuba) y en la barcelonesa Universidad de Pompeu Fabra, tras trabajar en varias series documentales decidió sumergirse en su relato familiar. “Mudarme a Barcelona hizo que fluyera”.

Cuchillo de palo participó en el pasado certamen de Berlín y el viernes se proyectó en una sección paralela del festival de Cannes. “Queríamos priorizar Francia, pero nos llamaron de Alemania y decidimos no esperar. Al final, hemos podido compatibilizarlo”. Más aún, el filme ganó en el prestigioso concurso de documentales del festival de Málaga y se proyectó la semana pasada en Documenta Madrid. “La película tiene que ver con conocer a mi padre, a toda su generación, y con ahondar en un tema familiar. He pasado por varios estados rodándolo”. Se ve en pantalla: de cineasta enfadada ante un progenitor que habla de su hermano como alguien enfermo a hija compasiva. “Somos una sociedad muy dividida con respecto a los gays. A veces parece que nada cambió. Las viejas generaciones sienten vergüenza, entiendo que es complicado que cambien su mentalidad; mi generación está haciéndolo gracias al cambio político. Aún así, nos cuesta dejar de lado los prejuicios. Quería recuperar la dignidad de mi tío y, de paso, de todos los homosexuales paraguayos que sufrieron una vida clandestina y muy peligrosa”.

¿Ha visto su padre Cuchillo de palo? “Sí. En Berlín dijo en un coloquio que era una historia muy dura, pero que era su realidad como hijo, hermano y padre”. ¿Y se puede morir de tristeza? “En Paraguay se usa esa expresión para las muertes inexplicables. Una contradicción, porque mi tío era, sobre todo, alegre”.

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Tráiler de Cuchillo de palo de Renate Costa:

[vimeo http://vimeo.com/10407151]

“Vi cómo arrastraban los cuerpos de siete personas”

El testimonio de un hombre de 86 años permite localizar una fosa en Ávila en la que están enterrados un padre y su hijo.- Los responsables de la exhumación esperan que el juzgado abra diligencias

NATALIA JUNQUERA El País17/05/2010

Exhumación en la localidad abulense de Candelada, donde se buscan los restos de siete personas- A.R. M. H.

“El día 8 de septiembre de 1936 me dijeron que venían los “moros”, y junto con un tío mío, me escondí en la cueva que había debajo de mi casa. A la mañana siguiente, o al otro día, como todas las mañanas, me dirigí a la Cuesta del Avión [paraje de la localidad abulense de la Candelada] a cuidar las vacas de Facundo. Allí ví como cuatro señores de Candeleda, a los que no pude reconocer, arrastraban los cuerpos de siete personas desde la orilla de la carretera hasta debajo de una oliva donde tenían una fosa ya excavada. Antes, el mismo día de la entrada de los “moros” en el pueblo, mataron a otras dos personas, pero eso no lo vi.”

Julio Serapio Sánchez tenía 12 años aquel día. Hoy a sus 86, ha permitido localizar el lugar donde un equipo de expertos exhuma ahora los restos de siete personas, entre ellos un padre y su hijo, los cuerpos que Serapio vio arrastrar.

De momento, los expertos han hallado un cráneo, un cúbito y un radio, además de la suela de goma del calzado de una de las víctimas. El vicepresidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Santiago Macías, ha denunciado la aparición de los restos ante la Guardia Civil con la intención de que el juzgado correspondiente lleve a cabo “las diligencias pertinentes”. Esta es la primera apertura de una fosa tras al suspensión del juez Baltasar Garzón por su investigación de los crímenes del franquismo.

De los siete cuerpos, sólo se conoce la identidad de cuatro personas: Francisco Martín Vélez, un jornalero que tenía 66 años cuando fue asesinado; su hijo, Régulo Martín Plaza, barbero, de 36; Emilio García Hornillo (no se conoce la edad, su único hijo murió en 2007) y Tomás Retamal Vicente.

Los huesos hallados se encontraban a 70 centímetros de profundidad, bajo gran cantidad de mampuestos de granito de un diámetro medio de entre 20 y 35 centímetros que fueron arrojados y amontonados sin orden sobre los cadáveres una vez que estos estuvieron en la fosa, donde han permanecido a modo de lápida hasta hoy, según el informe técnico.

Ánimo, señor juez

FELIPE MANUEL MARTÍN /PAULINA MORALES El País16/05/2010

Al final, los peores de los pronósticos se han cumplido y, como si de una cacería al hombre se tratara (al juez en este caso), Baltasar Garzón Real ha sido suspendido como magistrado-juez del Juzgado Central de Instrucción número 5 de la Audiencia Nacional. Un día muy triste en primer lugar para él, su familia, amigos, compañeros, funcionarios de la Audiencia… También para muchos miles y millones de españoles y ciudadanos del mundo, y de profesionales del Derecho y del mundo de la Justicia (Universal). Unas breves letras de ánimo y confianza dirigidas a quien España, como país, tanto le debe, sin entrar en las formas y el fondo de una resolución final, la del auto de apertura del juicio oral dictada por el magistrado del Tribunal Supremo Luciano Varela, que estimo totalmente contrario a Derecho. Todos sus autos en la causa especial 20048/2009 seguidas tras la querella contra Garzón, con todos mis respetos, serán declarados, espero que pronto, nulos de pleno Derecho. Sea por la propia Sala del Tribunal Supremo que lo juzgará, sea con posterioridad por el Tribunal Constitucional o el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Desde Extremadura, ánimo señor juez. Ánimo, y palante, que decimos en esta tierra.

Como chilena, actualmente residente en España, no puedo dejar de manifestarme en torno a la situación que atraviesa el juez Baltasar Garzón a raíz de su iniciativa de investigar judicialmente los crímenes cometidos por la dictadura franquista. Bien sabemos los chilenos de regímenes autoritarios. Ya recuperada la democracia, el anhelo de justicia en relación con las atrocidades cometidas en materia de derechos humanos por la dictadura pinochetista era un sentir ampliamente compartido por el pueblo chileno. Sin embargo, no fue hasta la detención del dictador en Londres, en virtud de una orden promovida por el juez Garzón, que la justicia chilena se vio impelida a cumplir con su trabajo y procesar al máximo responsable, en gran parte debido a la presión política generada a partir del argumento que utilizó el Gobierno chileno para defender el regreso del dictador al país, a saber, que los crímenes cometidos en Chile debían ser juzgados en dicho territorio.

Pinochet nunca llegó a ser condenado. Murió estando procesado por innumerables causas, tanto relativas a derechos humanos como a uso indebido de recursos públicos. Cuando falleció, los sentimientos fueron encontrados: alegría tranquila porque su recuerdo nefasto iría desapareciendo, pero también vergüenza e impotencia porque nunca llegó a pagar por sus crímenes y atropellos múltiples a los derechos humanos de miles y miles de compatriotas. En medio de todo esto, si algo de dignidad pudimos sentir aquel día, se la debemos en gran parte a este juez valiente y justo que nos mostró que algo de justicia es posible en este mundo.