Yo, el Supremo

El tribunal no ha querido evitar la desmesura de un juicio que expulsa a Garzón de la Audiencia

El País (editorial) – 15/05/2010

Es todo un espectáculo internacional que la justicia española haya sentado en el banquillo, por haber intentado dar una respuesta desde el ámbito judicial a la tragedia de los desaparecidos del franquismo, a un juez de reconocido prestigio por sus iniciativas contra los crímenes de las dictaduras latinoamericanas. El estupor es mayor a la vista del ensañamiento con que sus colegas han llevado su persecución hasta el límite de negarle una salida digna, como era autorizar su traslado a la Corte Penal Internacional antes de su suspensión cautelar como juez de la Audiencia Nacional.

La unanimidad del Consejo del Poder Judicial (CGPJ) al votar ayer la suspensión del juez Garzón parece indicar que el órgano de gobierno de los jueces no tenía otra alternativa legal. Era, en efecto, demasiado tarde para otra decisión, una vez que el instructor Varela hubiera decretado la apertura de juicio oral y que fracasase, por falta de tiempo y de suficiente apoyo en el Consejo, el intento in extremis de un sector del mismo por darle al juez una salida honorable autorizándole su marcha en comisión de servicios, como había solicitado, antes del pronunciamiento sobre la suspensión. La Comisión Permanente del Consejo, reunida ayer tras el pleno de la suspensión, decidió aplazar la decisión sobre el permiso para el traslado del juez.

La baza esencial de la partida que ha llevado a este desenlace estaba ya jugada desde el momento en que el Supremo aceptó a trámite la querella por prevaricación, planteada por dos organizaciones ultraderechistas que acusaban a Garzón de haberse atribuido competencias que no tenía al intentar abrir un proceso penal por los crímenes del franquismo. La Sala pudo haber archivado la querella simplemente siguiendo el criterio de la fiscalía, que descartaba que fuera delito sostener unas posiciones discutibles pero que eran idénticas, por ejemplo, a las defendidas por tres de los miembros de la Sala Penal de la Audiencia Nacional que se pronunció sobre la competencia.

También pudo haberla archivado aplicando el criterio del Supremo en la sentencia Botín, según el cual no cabe abrir causa con sólo la acusación popular, pese a que fue luego modificada en el caso Atutxa, con un voto crítico de Varela. Pero si el argumento de admitir la querella sobre la endeble base de que la tesis de la “prevaricación no puede ab initio considerarse tan absurda como para descartarla”, ya hizo pensar en una parcialidad llamativa, esa impresión se ha ido confirmando en cada uno de los trámites ulteriores, hasta culminar en el postrer gesto de acelerar la apertura de juicio oral en cuanto se conoció la petición de Garzón de traslado a La Haya.

Tras consumarse la vergüenza de ayer, a Garzón sólo le queda ahora esperar que no le cercenen su derecho de defensa como ha sucedido en la instrucción. Varela valoró como “una desconsideración” para con sus compañeros del Supremo el testimonio pericial de jueces y expertos juristas nacionales e internacionales sobre la interpretación legal en que sustentó Garzón la causa por los crímenes del franquismo. Es de esperar que esos compañeros rechacen un argumento que huele a rancio corporativismo y permitan que ese testimonio se produzca en el juicio oral.

Una condena en estas condiciones del juez Garzón añadiría una herida más a las todavía sin cerrar de miles de familiares de víctimas sin sepultura de la Guerra Civil y del franquismo; familiares que no han podido hacer el duelo que en todas las culturas sigue a la pérdida de seres queridos. El argumento de no reabrir heridas se tornaría en cruel sarcasmo y obstáculo para la construcción de una memoria compartida y un reconocimiento hacia todas las víctimas, de uno u otro bando, de la Guerra Civil y de la represión que siguió a la victoria de uno de ellos.

El golpe

MANUEL RIVAS El País – 15/05/2010

Me ha parecido oír de nuevo el repique de los teletipos. El muchacho inquieto corre hacia el redactor jefe. Con gesto grave, indaga entre líneas y murmura: “¡Es un golpe!”. Alguien mueve el dial de una vieja radio, y a los 50 años de su muerte, se escucha una grabación de Albert Camus: “Fue en España donde mi generación aprendió que uno puede tener razón y ser derrotado, que la fuerza puede destruir el alma, y que a veces el coraje no obtiene recompensa”. En las secciones de Internacional del mundo entero destacan la suspensión del “juez pionero de la justicia universal” (Le Monde, ayer) y la apertura de juicio por haber atendido las denuncias de familiares de víctimas e intentar investigar crímenes contra la humanidad que no prescriben. Es acusado de prevaricador precisamente quien rompió por una vez la infame rutina prevaricadora: según la ley, en España los jueces tienen la obligación de personarse cada vez que aparecen restos humanos con señales de violencia. Se han exhumado miles de víctimas en los últimos diez años, gracias a voluntarios, pero los jueces, con un par de excepciones, nunca comparecieron ni para dar el pésame, pese a ser llamados desde el locus horroris. El final de Garzón estaba escrito en la agenda de los torvos. No se molestaban ni en ocultar las pistas. El portavoz de Justicia de la derecha senatorial consultó el oráculo y dijo en brutal homenaje a la presunción de inocencia: “Va a tener tiempo para cazar abundantemente, si es que está en la calle” (Agustín Conde, refiriéndose al juez Garzón). Todavía algunos ilusos no ven la maniobra torva que anticipa la impunidad de los corruptos. Eso escribió Flaubert a Turgueniev: “Siempre he intentado vivir en una torre de marfil, pero una marea de mierda no deja de golpear sus muros y amenaza con tirarla abajo”. ¿Habéis oído? Sí. Ese es el sonido de un golpe de mierda.

La escalera, por última vez

Jueces, fiscales y funcionarios dejan sus despachos para despedir entre aplausos y lágrimas a Garzón en la puerta de la Audiencia tras más de 22 años de servicio

MANUEL ALTOZANO El País15/05/2010

Garzón, junto a su esposa, baja las escaleras de la Audiencia rodeado de compañeros.- GORKA LEJARCEGI

“Todos abajo a las dos”. Esa era la consigna que circuló durante toda la mañana en los pasillos de la Audiencia. La que consiguió reunir a un centenar de personas entre jueces, magistrados, fiscales y funcionarios en las escaleras de salida del tribunal. Ese escenario frío en el que en los últimos 22 años se han tomado miles de fotos e imágenes de Baltasar Garzón para ilustrar las noticias sobre sus casos, fue ayer el elegido por sus compañeros y amigos para poner de manifiesto ante las cámaras que no están de acuerdo con los procesos que le ha abierto el Tribunal Supremo. Para mostrar su absoluto desacuerdo con su suspensión.

Con los funcionarios haciendo pasillo, los amigos de aperitivo -los jueces Fernando Andreu y Santiago Pedraz, y la fiscal María Dolores Delgado- que durante años han compartido con Garzón ese rito diario lo acompañaron en la salida. Tras ellos, otros magistrados de la Sala Penal que quisieron darle apoyo en su momento más duro. Allí estaban José Ricardo de Prada, Ramón Sáez Valcárcel y Clara Bayarri, los tres magistrados que votaron a favor de la competencia de Garzón para investigar las atrocidades del franquismo en el pleno que se la arrebató. Pero también otros, como Javier Martínez Lázaro o Manuela Fernández de Prado, que votaron en contra, pero que consideran que un debate jurídico no es motivo para juzgar y suspender a un juez.

Miembros destacados de la Fiscalía, como el teniente fiscal Fernando Burgos, el delegado para asuntos de terrorismo, Vicente González Mota, o el encargado de los casos de violencia ultra, Daniel Campos, también acudieron. Otros, como la fiscal Ana Noé o la magistrada Teresa Palacios, trataron de despedirle en su despacho a lo largo de la mañana. Pero no todos lo lograron.

Lo impidió el trabajo, que ocupó al juez hasta el último minuto. La suspensión se la comunicó por teléfono el secretario general del Consejo del Poder Judicial, Celso Rodríguez Padrón, a la una y veinte de la tarde, mientras tomaba declaración a Josep Singla, uno de los empresarios implicados en la trama corrupta destapada por la Operación Pretoria. Garzón, según el propio Singla y su abogado, les pidió que salieran para atender la llamada. A los 10 minutos retomó el interrogatorio como si no pasara nada.

A las dos, acompañado de su esposa, María Rosario Molina, abandonó su despacho y se encaminó hacia la salida. Los funcionarios de su juzgado, apostados a ambos lados de la puerta, le recibieron con aplausos mientras mostraban carteles con la leyenda “Torquemada vive”. “¡Garzón, amigo, el pueblo está contigo!”, gritaba un centenar de manifestantes más allá del cordón policial que protege el tribunal.

La emoción se desbordó junto al coche oficial, cuando el juez empezó a abrazar, uno a uno, a todos los que le han acompañado en todos estos años. Clara Bayarri y Dolores Delgado y algunos de los funcionarios no pudieron reprimir el llanto al despedirse de su compañero. Fernando Andreu y Santiago Pedraz, los últimos en decirle adiós, apenas lo consiguieron.

El coche emprendió la marcha para parar pocos metros después. Garzón descendió y abrazó a la abogada Cristina Almeida, congregada junto a los manifestantes. “¿Es que no queda nadie sensato en todo el escalafón?”, dijo después emocionada. “En 40 años de profesión no he visto nada igual”, añadió. Desde García Gutiérrez, la calle del tribunal, el vehículo giró a la derecha en Génova en dirección a la plaza de Colón. Pasó por delante del bar en el que, en ese momento, cinco de los 18 vocales que acababan de suspenderlo se tomaban unas cañas.

Una inconcebible injusticia

MARCOS ANA – El País – 15/05/2010

El juez Luciano Varela acaba de hacer un flaco servicio a la democracia de nuestro país. En el mundo, eminentes juristas, escritores de renombre, las personalidades más diversas, se frotan los ojos sin saber lo que ocurre en España.

El proceso contra el juez Baltasar Garzón, por tratar de investigar los crímenes del franquismo, pone al descubierto la inmadurez de nuestra democracia y nos quita credibilidad. Es como si todavía, a más de treinta años de la Transición, no estuvieran claros y asentados los valores de nuestra democracia y nuestra memoria histórica. Investigar los crímenes de una dictadura, tan atroz como la que sufrimos los españoles, no puede ser un delito, no lo ha sido en ninguna parte y España lamentablemente es una vergonzosa excepción.

Como víctima de la dictadura me siento directamente encausado junto a Baltasar Garzón. Como se sienten o se sentirían los miles y miles de hombres y mujeres que perdieron su libertad o su vida en los años de la dictadura para que España fuera un país libre y democrático. En mis años de condenado a muerte di el último abrazo a centenares de compañeros cuando iban a vivir la última madrugada de su vida. Se enfrentaban orgullosos a la muerte convencidos de que se acercaba un amanecer libre y democrático para España. Es difícil no recordarles e imaginar lo que pensarían si supieran que un juez democrático ha sido encausado por tratar de investigar a sus asesinos. El otro día, ante las víctimas de Mauthausen, la vicepresidenta del Gobierno dijo, con estas o parecidas palabras: No aceptamos el silencio, porque el silencio conduce al olvido y no podemos ni debemos olvidar. El proceso contra Garzón es un borrón de vergüenza en nuestra reciente historia democrática y las víctimas y la sociedad civil seguiremos movilizándonos para reparar tan inconcebible injusticia.

Marcos Ana es poeta y el preso que más tiempo pasó en las cárceles franquistas: 23 años.

Garzón puso el cascabel al gato de América Latina

Los procesos abiertos por el juez instructor de la Audiencia Nacional han posibilitado el enjuiciamiento de algunos de los responsables de las dictaduras latinoamericanas de los setenta y ochenta

ÓSCAR GUTIÉRREZ El País14/04/2010

Decía Carlos Menem de Baltasar Garzón que trataba con sus causas de “hacer vedettismo en todo el mundo”. Corría el mes de noviembre de 1999 y el juez de la Audiencia Nacional había solicitado la captura de 98 personas, entre civiles y militares, por crímenes durante la dictadura argentina (1976-1983). Y eso, para el entonces presidente argentino, “estaba fuera de lugar”. Se opuso a la petición del juez español. Más de nueve años después, el Consejo de Ministros español daba luz verde a la extradición a Buenos Aires del ex militar argentino Ricardo Cavallo, procesado por genocidio, terrorismo y torturas cometidas, especialmente, durante su etapa al cargo del Grupo de Tareas de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA). Durante esa década, Garzón abrió el camino -sigue abierto- al juicio de los crímenes cometidos durante las dictaduras de los años setenta y ochenta en América Latina.

Pese al centenar de procesados por el juez dentro de la causa contra los delitos cometidos durante la dictadura argentina que encabezaron Jorge Videla y Emilio Massera, el caso que lanzó a las primeras planas de medio mundo al magistrado jienense fue el del ex dictador chileno Augusto Pinochet. El entonces senador vitalicio fue detenido en una clínica de Londres el 16 de octubre de 1998 por agentes de Scotland Yard en cumplimiento de una orden cursada por Garzón. El juez acusaba en primera instancia a Pinochet del asesinato de españoles entre el 11 de septiembre de 1973 y el 31 de diciembre de 1983.

Pinochet se acerca al banquillo

En su auto posterior de procesamiento, el magistrado señalaba a Pinochet como coautor en delitos de genocidio, terrorismo y torturas durante la dictadura, así como responsable del sistema de coordinación internacional (Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay y Bolivia) para la eliminación o entrega ilegal de presos conocido como Plan Cóndor. El 11 de enero de 2000, el ministro de Exteriores británico, Jack Straw, convertía en papel mojado la petición de extradición a España y dejaba marchar a Chile a Pinochet por no estar “en condiciones de ser juzgado”. No obstante, la puerta entornada de Garzón al juicio de Pinochet -pese a su salud- fue aprovechada por la justicia chilena para levantar el fuero en varias ocasiones que protegía al ex jefe de Estado golpista. Uno de los jueces que logró el desafuero de Pinochet fue Juan Guzmán, reconocido admirador del impulso de Garzón a la lucha contra la impunidad y dispuesto hoy a declarar en favor del magistrado en el proceso abierto en su contra en el Tribunal Supremo. Pinochet murió el 10 de diciembre de 2006 sin ser condenado.

El esfuerzo judicial de Garzón se ha traducido en España, sin embargo, en una sola condena firme en 2005 contra el ex capitán de corbeta argentino Adolfo Scilingo por la muerte de 30 personas entre 1976 y 1977 en dos de los llamados vuelos de la muerte. Scilingo, militar arrepentido que vino voluntariamente a España para declarar, fue penado en la Audiencia Nacional a 604 años de cárcel. El Tribunal Supremo elevó la condena, en un fallo que reforzó la doctrina de la justicia universal, a 1.084 años de prisión por “crímenes contra la humanidad” recogidos en el derecho internacional.

De Kissinger al subcomandante Marcos

Más allá del juzgado, el especial interés de Garzón en condenar a los criminales de las dictaduras latinoamericanas -ha reiterado su deseo de interrogar a Henry Kissinger, ex secretario de Estado, por su implicación en el Plan Cóndor- le ha convertido en referente académico e intelectual. Hasta el subcomandante Marcos, líder mexicano del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, le dedicó una carta en noviembre de 2002 en La Jornada en la que criticaba la suspensión en España de Batasuna. Garzón llamó al subcomandante “barco a la deriva” y le retó a debatir cara a cara, aunque el duelo nunca se celebró.

La querella presentada en un juzgado de Buenos Aires para investigar los crímenes del franquismo es tan solo la muestra explícita del apoyo recibido en América Latina por Garzón a su trabajo en el juzgado de instrucción nº 5 de la Audiencia Nacional. El juez cuenta de hecho con 21 títulos honoris causa, de los que solo uno, el de la Universidad de Jaén, ha sido concedido en España. El magistrado ha tenido que viajar fuera de su país para recibir el resto: Universidad Autónoma de Puebla, México; Universidad Nacional de Rosario, Argentina; Universidad Nacional de Quilmes, Argentina; Universidad Autónoma Tomas Frías de Potosí, Bolivia; Universidad Nacional de la Plata, Argentina…

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“La decisión alienta los comportamientos dictatoriales que desean sepultar la verdad”

Juristas argentinos muestran su apoyo al juez Garzón tras su suspensión

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ – El País – 14/05/2010

La imagen del juez Baltasar Garzón abandonando la sede de la Audiencia Nacional entre los abrazos y lágrimas de sus compañeros ha recorrido las pantallas de todas las televisiones argentinas y de todas las páginas web de sus periódicos. “Es paradójico que la misma persona que ha favorecido la expansión de los Derechos Humanos mediante la expansión del Derecho Internacional se vea separado de la función judicial. Se le ha reprochado aplicar dentro de España reglas reconocidas internacionalmente gracias, entre otros, a su trabajo”, se ha lamentado en declaraciones a EL PAÍS Ricardo Gil Lavedra, juez integrante del tribunal que juzgó en Argentina a los máximos responsables de la Junta Militar. Gil Lavedra, que fue ministro de Justicia y es actualmente diputado radical, ha expresado su tristeza por el destino de Garzón, un juez extraordinariamente conocido y apreciado por todos los movimientos de defensa de los derechos humanos de América Latina.

El presidente de la Auditoria General de la Nación y ex Relator especial de Naciones Unidas para la independencia de los jueces y magistrados, Leandro Despouy, ha considerado que la sanción al juez Baltasar Garzón “constituye una regresión de los principios del Derecho Internacional moderno”. “Con esa sanción, España pierde todo su prestigio y autoridad en la lucha contra la impunidad de los crímenes contra la humanidad”, ha advertido. Para Despouy es notoria la arbitrariedad del procedimiento seguido porque no se puede sancionar a un juez por sus fallos o resoluciones: para eso existen instancias superiores que se encargan de establecer el derecho aplicable.

La noticia del apartamiento judicial del juez Garzón ha sido recogida inmediatamente en todos los medios argentinos. Garzón es extraordinariamente popular en el cono sur de América, donde se recuerda y se aplaude su decisión de intentar procesar al general Pinochet y los instrumentos jurídicos que facilitó para la apertura de nuevos juicios contra los militares y torturadores argentinos. Por eso, 800 asociaciones cívicas, profesionales y de defensa de los Derechos Humanos presentaron hace una semana un manifiesto de apoyo, que respaldaron, entre otros, el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Luis Eduardo Duhalde, la ministra de Defensa, Nilda Garré, la asociación de Abuelas de la Plaza de Mayo, el premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, numerosos diputados y hasta cantantes o deportistas, como Susana Rinaldi o Cesar Luis Menotti, además de escritores como Felipe Pigna o Álvaro Abós.

Garzón simboliza en todo el mundo un mensaje importante: la idea de que no existen rincones para la impunidad. “Deben ser conscientes de que, al tomar la decisión de sancionarle, se alientan los comportamientos dictatoriales que desean sepultar la verdad y la justicia sobre los crímenes de lesa humanidad”, ha asegurado a EL PAÍS Leandro Despouy. “Es algo muy triste para todos nosotros”.

Almodóvar: “Me provoca una desasosegante desconfianza en el sistema judicial”

El mundo de la cultura reacciona ante la suspensión de Garzón y habla en apoyo al juez

El País14/05/2010

El mundo de la cultura lleva en alerta varias semanas. De hecho, a este sector profesional se debe en parte la organización de las manifestaciones del pasado día 24 de abril en numerosas ciudades de España y el extranjero. Las reacciones de actores, cineastas, escritores e historiadores no se han hecho esperar.

Pedro Almodóvar, cineasta: “Como ciudadano lego en procedimientos que rigen la justicia en España, el hecho de que aparten del ejercicio de su profesión al juez Garzón, o cualquier otro juez, por pretender enjuiciar los crímenes de la dictadura franquista, me provoca una desasosegante desconfianza en nuestro sistema judicial”.

José Saramago, escritor y Premino Nobel de Literatura: “Las lágrimas del Juez Garzón hoy son mis lagrimas. Hace años, un medio día, conocí una noticia que fue una de las mayores alegría de mi vida: el procesamiento de Pinochet. Este medio día he recibido otra noticia, ésta de las más tristes y desesperanzadas: que quien se atrevió con los dictadores ha sido apartado de la magistratura por sus pares. O mejor dicho, por jueces que nunca procesaron a Pinochet ni oyeron a las víctimas del franquismo. Garzón es el ejemplo de que el campesino de Florencia no tenía razón cuando, en plena Edad Media, hizo sonar las campanas a difunto porque, decía, la justicia había muerto. Con Garzon sabíamos que las leyes y su espíritu estaban vivos porque le veíamos actuar. Con el apartamiento de Garzón las campanas, después del repique a gloria que harán los falangistas, los implicados en el caso Gürtell, los narcotraficantes, los terroristas y los nostálgicos de las dictaduras, volverán a sonar a muerto, porque la justicia y el estado de derecho no han avanzado, no han ganado en claridad y quien no avanza, retrocede. Tocarán a muerto, sí, pero millones de personas saben señalar el cadáver, que no es el de Garzón, esclarecido, respetado y querido en todo el mundo, sino de quienes, con todo tipo de argucias, no quieren una sociedad con memoria, sana, libre y valiente”.

Juan Diego Boto, actor y director: “Tratando de abofetear a Garzón se está abofeteando a las familiares de 113.000 desaparecidos, no sólo en la guerra, sino muchos de ellos en la posguerra”.

Ismael Serrano, cantante: “Me parece lamentable que a la primera persona que se va a juzgar por los crímenes del fraquismo sea el juez que se atrevió a abrir una investigación. Cbae recordar que lo que mueve tanto a Garzón como a las víctimas no es el revanchismo, sino la justicia universal. Esta decisión además distancia al poder judicial de la gente, porque se mueve por lo que parece rencillas internas”.

Andrés Trapiello, escritor: “Hace 10 años media España con la inmensa mayoría del Partido Popular a la cabeza era contraria a las exhumaciones de las víctimas de la represión franquista. Lo hizo patente con toda clase de argumentos, incluidos el escarnio, el cinismo y las bromas de mal gusto. Hoy, de grado o por interés político, ya casi nadie se manifiesta abiertamente contrario a ellas. El Estado debería haberse puesto al frente de esa política de una manera decidida, como prometió el gobierno socialista, y no lo ha hecho. El juez Garzón, según he leído, se arrogó prerrogativas jurídicas que no eran de su competencia. Quizá. Pero gracias a él y a otros como él las víctimas van dejando las cunetas y las fosas comunes. Lo de hoy es, una vez más, un nuevo golpe a las víctimas y se lo han propinado en la carrera de un juez. Recuerda este a otro proceso escandaloso en que se acusó a unos médicos de Leganés de prácticas ilegales. El tiempo les ha dado la razón y el tiempo dará toda la razón a las víctimas que sólo perseguían esa poca justicia que acabarán teniendo de pleno derecho, tarde o temprano, porque la sociedad en su mayor parte ya se la ha dado”.

Alberto San Juan, actor y dramaturgo: “Me parece que esto no es un golpe sólo para Garzón, sino para la recuperación de la memoria histórica que es, esencialmente, un camino de paz. Es muy grave este asunto ante el que los ciudadanos no nos podemos quedar callados”.

Carmen Machi, actriz: “Es una de las cosas más impactantes que he vivido en mi vida, y me deja sin palabras y con una desconfianza terrible en muchas cosas, no me lo explico, no termino de comprenderlo”.

Ignacio Martínez de Pisón, escritor: “Es una caza al juez. Hay una persecución en toda regla. Yo no creo en conspiraciones pero de repente se han dado las circunstancias para que se orienten hacia un fin común, que es acabar con una figura incómoda. Si el mismo rigor que se le aplica a él se aplicase a otros jueces, a lo mejor nos quedaríamos sin magistratura. Imagínate el juez que instruyó el caso Egunkaria”.

Jaume Sisa, cantante: “Parece una cacería de la extrema derecha para tapar el caso Gurtel, toda una operación concertada, va a ser un escándalo internacional. Aquí no se va a entender y fuera mucho menos, es una torpeza de la derecha y les va a salir el tiro por la culata”.

Aitana Sánchez- Gijón, actriz: “Es lo más grave que ha pasado en la democracia desde el intento del golpe de estado del 23-F, con la diferencia de que esto sí ha prosperado”.

Juan Eduardo Zúñiga, escritor: “Recordando a Bertolt Bretch: hoy es el juez Garzón, pero mañana puede ser cualquier ciudadano. Suspender de sus funciones a un juez con la trayectoria democrática de Garzón, hace que veamos con gran inquietud la independencia del poder judicial”

Almudena Grandes, escritora: “Una decisión como esta que desampara implacablemente a las víctimas del franquismo y produce un sentimiento de indefensión en toda la ciudadanía. Por un lado es un escándalo de dimensiones internacionales y por otro lado, un serio obstáculo para que los ciudadanos confíen en las instituciones democráticas de nuestro país”.

Paca Gabaldón, actriz: “Habría que abrir una investigación a los jueces, empezando por Varela, que han sido responsables de este acosos y derribo escandaloso contra el juez Garzón”.

Luis Pastor, cantante: “La justicia ha vuelto a enterrar a los miles y miles de ciudadanos asesinados por el fascismo y el franquismo en nuestra larga historia; sentimos que se abre un limbo sin fecha de caducidad para las víctimas que están enterradas en paradero desconocido, ya que ningún juez se atreverá a investigar después de ser suspendido el único que lo hecho”.

Luis Manuel Ruiz, escritor: “Algo bastante lamentable que se veía venir. Confío en que sea una anomalía que se corregirá con el tiempo”.

Ángel Viñas, historiador: “No conozco los tecnicismos, pero el proceso es una barbaridad dicho con todo el respeto que me merece el Tribunal Supremo, que se lo tiene que ganar y que así no se lo gana. La justicia española ha dado un ejemplo deplorable y así aparecerá mañana en toda la prensa internacional”.

Azucena Rodríguez, cineasta: “¿Quién investiga ahora los crímenes del franquismo?”.

Julián Casanova, historiador: “Se podrían haber ahorrado el proceso. Han cogido el franquismo, la investigación del franquismo y las querellas ultraderechistas y han aprovechado para meter en cascada todas las demás querellas. Creo que la única salida va a ser la presión internacional, que irá en aumento a partir de ahora. La dimensión internacional y social se la ha dado este hombre. Hay un montón de juristas que no soportarán esto. En España ha tenido como consecuencia una división y mucha bronca. Esto acabará siendo un objeto para la historiografía”.

Nieve de Medina, actriz: “La España de ayer es la de hoy y estamos en un bucle que no avanza”.

Francisco Espinosa, historiador: “Lo esperaba desde que empezaron. Se vio que era algo personal. Dilucidar si influye más su investigación de la trama Gürtel o el franquismo es complicado. La derecha concibió la investigación por el franquismo como un atentado contra sus esencias históricas. La única esperanza que tengo es que se vuelva como un bumerán contra ellos. Pienso que tanto la respuesta internacional como la de aquí, donde todos los movimientos de apoyo fueron sin control político, les sorprendió. Aunque los historiadores predecimos el pasado y no el futuro, creo que lo que están haciendo con Garzón creará un movimiento que no existía”.

Con información de Rosana Torres, Tereixa Constenla y Manme Guerra.

Zaffaroni: “Es la dictadura de los colegiados”

El juez que abolió las leyes de amnistía en Argentina critica la suspensión de Garzón.- Juristas, víctimas y defensores de los derechos humanos la califican de ataque a la democracia.- Villarejo: “Es un golpe similar al 23-F”

NATALIA JUNQUERA El País14/05/2010

Muy tristes, rabiosos, indignados. La suspensión del juez Baltasar Garzón ha causado estupor, pero no sorpresa entre juristas, familiares de víctimas del franquismo y defensores de los derechos humanos. Estas son algunas de las reacciones a lo que consideran un golpe a la democracia:

Raúl Zaffaroni, juez argentino que participó en la abolición de las leyes de Obediencia civil y Punto Final: “Si me hubiera pasado a mí, los criminales argentinos hubiesen quedado impunes”. “La suspensión introduce una enorme inseguridad para todos los jueces, al tiempo que se corporativiza el poder judicial, o sea, se establece la dictadura de los colegiados. Si todo esto le pasa a Garzón, que tiene resonancia mundial, ¿qué puede esperar el pobre juez de provincia que no coincide con la interpretación de los tribunales de alzada y a quien sólo conocen sus vecinos?”. “Si esto me hubiera pasado a mí, nada se hubiese investigado en Argentina y los criminales se hubiesen quedado impunes. No obstante esto resulta aún más extraño en España, porque allí no creo que se pueda penar a nadie, o sea, que los crímenes del franquismo sólo pueden investigarse en función del derecho a la verdad que le asiste a los deudos. La conflictividad es mucho menos que cuando los criminales están vivos y en el territorio. Ni siquiera se trata del caso de Turquía porque si bien allí también los genocidos están todos muertos, se genera un problema histórico, pues algunos de ellos son tenidos por héroes nacionales indiscutidos en el imaginario público. Realmente, no entiendo muy bien las motivaciones que llevan a España a empañar su proceso democrático”.

José Antonio Martín Pallín, juez del Tribunal Supremo: “Un espectáculo internacional bochornoso”. “Estoy muy triste y muy preocupado por el crédito democrático de España en el mundo. La suspensión de Garzón es la crónica de una ignominia anunciada. El juicio oral a Garzón va a ser un espectáculo internacional bochornoso. Lo más clamoroso de este proceso ha sido el absoluto desprecio a los dictámenes del Ministerio Fiscal y el cerrarse de una forma tan irracional al derecho internacional que rige en España”.

Carlos Jiménez Villarejo, ex fiscal Anticorrupción: “Un golpe similar al 23-F”. “Es un día de amargura. Hoy estoy muy triste por Baltasar y por nuestra democracia, que está sufriendo los mayores golpes desde que se instauró. Este es un golpe similar al del 23-F. 35 años después de la muerte del dictador, la extrema derecha ha conquistado una victoria que ha sido posible por un Tribunal Supremo sensible a esa persecución y un Consejo General del Poder Judicial cómplice”.

Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica: “Ha vuelto la inquisición”. “No doy crédito al cinismo del Consejo General del Poder Judicial y de Carlos Dívar que por la mañana dijo que no quería tomar la decisión injusta que luego se tomó. No me lo creo todavía. La inquisición ha vuelto y estamos rabiosos, indignados. Que se mueran los verdugos con privilegios y las víctimas abandonadas es algo aberrante”.

Reed Brody, consejero Jurídico de Human Rights Watch: “La justicia se ha convertido en la víctima de España”. “La suspensión del juez Garzón será lamentada por activistas de derechos humanos en todo el mundo. El juez Garzón ha luchado por hacer justicia para las víctimas de graves atrocidades cometidas en el extranjero y ahora está siendo castigado por intentar hacer lo mismo en su propio país. Gracias a Garzón, España se convirtió en un símbolo de justicia para las víctimas de todo el mundo. Ahora la justicia misma se ha convertido en la víctima en España. Los verdaderos crímenes aquí son las desapariciones forzadas y los asesinatos, no el intento del Juez Garzón de investigarlos”.