Las ‘viejas brujas’ que asustaron a Virginia Woolf

OLIVIA CARBALLAR  – Público – 15/05/2010 14:34 Actualizado: 15/05/2010 14:36

Cuenta el periodista Antonio Ramos Espejo (Alhama de Granada, 1943) que a Virginia Woolf, durante su primer viaje a España, en 1905, le asustó ver a una vieja con un cuenco de leche de cabra. Le pareció una bruja. En las siguientes visitas, aquellas viejas brujas vestidas de negro fueron dulcificándose a los ojos de la liberada escritora inglesa. Eran mujeres anónimas de la Andalucía profunda, eternamente sacrificadas y luchadoras, a las que la historia nunca prestó atención.

Con este contraste inicia Ramos su nuevo libro, un cara a cara sincero con las mujeres de la guerra, del exilio, de la emigración, de las cárceles, del hambre, con más de medio centenar de Andaluzas, protagonistas a su pesar. “Son las grandes olvidadas y silenciadas”, explica Ramos, que siempre tuvo un lugar en su libreta de reportero, allá por donde iba, para anotar sus voces, sus miedos, sus lutos, pero también las ganas de salir adelante y de hacer justicia. Como las madres del caso Almería, que no descansaron hasta demostrar la inocencia de sus hijos en uno de los episodios más negros de la Transición. O la hija de Seisdedos, Mercedes Cruz, superviviente de la matanza de Casas Viejas. “Son las mujeres que más me han impactado y para mí eran como de la familia”, señala Ramos.

La obra, editada por el Centro de Estudios Andaluces, recoge el trabajo de 35 años de periodismo a pie de calle. “De las mujeres de este libro, a la primera que entrevisté fue en 1975 a Angelina Cordobilla, quien le llevó la comida a Lorca en sus últimos días, mientras estuvo detenido”, afirma. El testimonio es desgarrador. “Federico no escribía. Ni tenía ganas de comer. Fui durante dos días. El 17 y el 18. Al tercer día, cuando iba de nuevo a llevarle el cesto al señorito Federico, un hombre me paró para decirme: ‘Al que usted va a llevarle eso, ya no está allí’ (…). Se me agarró un dolor de madre… ¿Usted sabe lo que es un dolor de madre?”. Ramos responde que no. “Es un pellizco que se agarra en el estómago. Dolor de vientre, descomposición… Así estuve muchos días después, de tanto pasar, y así se puso también don Federico”, le explicó Angelina.

Hace unos meses, 35 años después, la Bernarda del poeta granadino, encarnada por una gitana del Vacie, relató sus angustias al periodista en su chabola. “Se acuestan los niños sin comer… Se acuestan llorando porque quieren leche y galletas… ¿Y qué hago yo?”, se pregunta Rocío Montero, la última mujer del libro entrevistada por Ramos.

No escribieron nada, no crearon nada, pero no dejaron solos ni un segundo a quienes sí lograron ser protagonistas por sus poemas o sus libros. “Se merece un homenaje Josefina Manresa, la viuda de Miguel Hernández, que luchó hasta el final cuando ya no le faltaba nadie para cubrirse otra vez de luto”, añade el autor. O Ana Ruiz, la madre de los Machado, “símbolo de las madres en el exilio”. O las mujeres del Proceso 1.001: Josefina, Leonor, Carmen y Luz María, que trabajaban en sus casas, peleaban junto a los abogados y daban fuerzas a sus maridos sindicalistas en la cárcel.

O todas las que tuvieron que esperar a que murieran sus maridos para ser libres. Sólo entonces tía Anica La Piriñaca, a principios de los cincuenta, pudo cantar. Como Virginia Woolf, que diez años antes ya era tan libre que hasta se permitió suicidarse.

Una inconcebible injusticia

MARCOS ANA – El País – 15/05/2010

El juez Luciano Varela acaba de hacer un flaco servicio a la democracia de nuestro país. En el mundo, eminentes juristas, escritores de renombre, las personalidades más diversas, se frotan los ojos sin saber lo que ocurre en España.

El proceso contra el juez Baltasar Garzón, por tratar de investigar los crímenes del franquismo, pone al descubierto la inmadurez de nuestra democracia y nos quita credibilidad. Es como si todavía, a más de treinta años de la Transición, no estuvieran claros y asentados los valores de nuestra democracia y nuestra memoria histórica. Investigar los crímenes de una dictadura, tan atroz como la que sufrimos los españoles, no puede ser un delito, no lo ha sido en ninguna parte y España lamentablemente es una vergonzosa excepción.

Como víctima de la dictadura me siento directamente encausado junto a Baltasar Garzón. Como se sienten o se sentirían los miles y miles de hombres y mujeres que perdieron su libertad o su vida en los años de la dictadura para que España fuera un país libre y democrático. En mis años de condenado a muerte di el último abrazo a centenares de compañeros cuando iban a vivir la última madrugada de su vida. Se enfrentaban orgullosos a la muerte convencidos de que se acercaba un amanecer libre y democrático para España. Es difícil no recordarles e imaginar lo que pensarían si supieran que un juez democrático ha sido encausado por tratar de investigar a sus asesinos. El otro día, ante las víctimas de Mauthausen, la vicepresidenta del Gobierno dijo, con estas o parecidas palabras: No aceptamos el silencio, porque el silencio conduce al olvido y no podemos ni debemos olvidar. El proceso contra Garzón es un borrón de vergüenza en nuestra reciente historia democrática y las víctimas y la sociedad civil seguiremos movilizándonos para reparar tan inconcebible injusticia.

Marcos Ana es poeta y el preso que más tiempo pasó en las cárceles franquistas: 23 años.

Contra la desmemoria, repensemos los relatos audiovisuales sobre la historia reciente de España

En el ciclo Narrar la historia se descubre la presencia de una serie de propuestas y de creadores que, al margen de la tendencia general a obviar el pasado durante la década de los noventa, se preocuparon por canalizar un sentimiento que se encontraba abandonado pero muy presente en un sector de la sociedad española.

Uno de los peligros a los que se enfrenta cualquier acercamiento al pasado histórico es la tendencia a perpetuar aquellas perspectivas, juicios e imaginarios que han constituido el centro del discurso mayoritario en torno a determinada época o acontecimiento y a eludir aquellas otras que, por diversos motivos, han permanecido al margen desde sus inicios. Siendo conscientes de este riesgo, determinadas iniciativas provenientes del ámbito cultural y académico se han acercado a algunos momentos de la historia intentando dejar de lado las desatenciones y los maniqueísmos que han regido los discursos predominantes sobre sucesos concretos. Así ocurrió, por ejemplo, con la revisión llevada a cabo el pasado 2008 de las revueltas de mayo del 68 con motivo de su 50 aniversario: frente a ese “escenario generalmente reducido a los iconos de las barricadas, pintadas y manifestaciones estudiantiles”(1) que pobló la mayor parte de los discursos conmemorativos del mayo del 68 francés, los comisarios de una muestra organizada en el Instituto Francés de Barcelona que se podía disfrutar durante el mes de mayo apostaron por el cine declaradamente militante y realizado in situ para aportar una mirada más directa y rigurosa a dicho acontecimiento histórico.

Una motivación similar se aprecia en el ciclo de vídeo y conferencias que la artista Virginia Villaplana programó para el MNCARS (2), que tuvo lugar entre el 22 de febrero y el 26 de marzo, y que podemos interpretar como una respuesta tardía pero, desde luego, muy útil aún al tono exultante de las distintas efemérides celebradas en los últimos cinco años para conmemorar la consecución de la democracia en España. Dicho ciclo, que formaba parte de un proyecto más amplio (en el que se incluía una instalación en la galería Off Limits, un taller, la presentación de una novela y hasta una visita guiada a las fosas de la ciudad de Valencia), se planteó como un espacio de reflexión en torno a uno de los periodos de la historia de España que más relatos míticos ha provocado hasta el momento: la Transición democrática. Su intención fue “centrar la atención sobre las formas de olvido, trauma y narración tomando como caso de estudio la memoria familiar, las formas de resistencia en el relato oral y el documentalismo como práctica artística” (3).

Reproduciendo en parte ese impulso que durante los años setenta llevó a determinados realizadores a ofrecer una visión distinta y, en ocasiones, contrapuesta a la oficial, algunos creadores se han lanzado en los últimos quince años a concebir una serie de relatos audiovisuales que hacen hincapié en las ambigüedades de una memoria que, desde mediados de los años ochenta, se ha visto claramente infravalorada o simplificada. Dichos relatos (algunos de los cuales fueron incluidos en la muestra) se sitúan en las antípodas del modelo que, representado por la serie televisiva La Transición, dirigida por Victoria Prego en 1995, se ha impuesto como predominante en los medios. Si en dicha serie el éxito de la democratización de España se explicaba desde los cambios impulsados por la clase política del momento, en aquéllos se valora como indispensable la disposición renovadora y hasta radical del ciudadano de a pie; si en el primero se optaba por una locución explicativa que aportaba todas las claves necesarias para conocer, de una manera clara y precisa, quiénes fueron los impulsores de ese cambio político y cómo se llevó a cabo, en estas nuevas aportaciones se buscan aquellas zonas de sombra e ideas que contradicen la existencia de una única mirada sobre el hecho histórico, recurriendo principalmente, tal y como deducimos del ciclo que nos ocupa, a la entrevista y a la evocación poética.

Piezas como Abanico Rojo (Pedro Ortuño, 1997) y La tierra de la madre (José Antonio Hergueta y Marcelo Expósito, 1993-94), donde la entrevista es un dispositivo imprescindible, se plantean desplazar los relatos absolutos y cerrados con la inclusión de testimonios diversos -y a veces contrapuestos entre sí- de los “niños de la guerra”; así como con la apertura de varios puntos de fuga que, si bien inciden negativamente en la línea discursiva (en ocasiones da la sensación de que estamos visionando varias películas en una), logran trasladar al espectador la sensación de complejidad que les falta a otros discursos audiovisuales más definidos y acabados. Por su parte, No haber olvidado nada (Marcelo Expósito, Arturo Fito Rodríguez y Gabriel Villota, 1996-97) y Plan Rosebud 1 (La escena del crimen)  y 2 (Convocando a los fantasmas), de María Ruido (2008), denuncian la desmemoria que ha estado presente en los medios de comunicación desde los años posteriores a la Transición y que ha acompañado a los discursos institucionales hasta ahora. Cercanos a una de las tendencias más consolidadas del documental (la que mezcla entrevista con el uso de imágenes de archivo), todos estos trabajos reivindican la importancia del relato particular frente al relato impersonal que suelen presentar los medios para componer un fresco irregular en su forma pero rico en su contenido.

Explotando el poder evocador de las imágenes y de la voz, propuestas como Mortaja (Antonio Perumanes, 1995), Contando con los dedos de una mano (Josu Rekalde, 1996) y Más Muertas Vivas que Nunca (Marta de Gonzalo y Publio Pérez Prieto, 2002) realizan operaciones más sutiles que entrañan una reflexión sobre el tiempo histórico y el tipo de acceso que se tiene a él. Mortaja se interna en la memoria fragmentaria y plena de detalles de una mujer perteneciente a la generación que vivió la posguerra y que, desde la muerte, lanza sus recuerdos al silencio de un presente desconectado del pasado. Contando con los dedos de una mano hace reflexivo el hecho de narrar una historia mediante el recurso de reducir la puesta en escena a la mínima expresión: los diez dedos de sus manos le sirven al autor para ilustrar de manera metafórica lo que su voz va contando, una historia en la que se remite al pasado reciente (la dictadura y la democracia) y que denuncia la “tiranía de la imagen (y) de las palabras” a la hora de construir relatos sobre el tiempo. Por último, Más Muertas Vivas que Nunca emplea una puesta en escena donde se reproduce a modo de tableau vivant el cuadro La coiffure (El peinado) de 1896 de Degas, acompañada de una lectura en tono subjetivo que remite de manera poética a la experiencia de las mujeres víctimas de la matanza en la Plaza de Toros de Badajoz en agosto de 1936; el film cuestiona los imaginarios femeninos a la vez que fomenta una reflexión sobre los relatos traumáticos, que suelen acabar convirtiéndose en monumentos, esos lugares donde, según explican los autores, “las víctimas nunca tienen la palabra” (4) . Las tres piezas renuncian a utilizar las formas habituales de representación audiovisual para proponer otro tipo de relación con el pasado; una relación que parte de la conciencia de la dificultad que ésta entraña y que ve en diversas estrategias de extrañamiento la manera de plantear un ejercicio de reflexión en torno a las formas de narrar los hechos del pasado.

En este recorrido se descubre la presencia de una serie de propuestas y de creadores que, al margen de la tendencia general a obviar el pasado durante la década de los noventa, se preocuparon por canalizar un sentimiento que se encontraba abandonado pero muy presente en un sector de la sociedad española. Un sentimiento que, como evidencian esas otras piezas incluidas en el ciclo y de factura más reciente, ha permanecido y quizá hasta cobrado fuerza durante los últimos diez años, cuando éste ha adquirido una visibilidad inusitada en forma, por ejemplo, de relatos audiovisuales que, de manera más o menos interesante, han abordado la memoria y la historia reciente del país (5).

Narrar la historia es una muestra pertinente en cuanto que plantea la necesidad de compilar y mostrar aquellos trabajos que, en parte por su marginalidad, en parte por su novedad, son capaces de cuestionar y hasta enmendar algunas de las fallas en las que han podido incurrir los relatos en torno a la historia reciente de España que han abundado en los medios hasta la actualidad. Un planteamiento que resulta relevante por lo que conlleva de reflexión sobre “la función política de las imágenes, su relación con la historia, y la producción de desmemoria histórica como proceso social y contemporáneo” (6). Cuestiones todas ellas que se han revelado como imprescindibles a la hora de entender la realidad política, social y cultural de nuestro país durante las últimas décadas.

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(1)“Presentación”, David Cortés y Amador Fernández-Savater (eds.), Con y contra el cine. En torno a Mayo del 68, Sevilla / Madrid / Barcelona, Unia Arte y Pensamiento / Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales / Fundació Antoni Tàpies, 2008, pág. 11.

(2) Motivación que parece justificar la presencia de la única propuesta incluida en el ciclo que no corresponde a las dos últimas décadas: Ocaña. Exposición en la galería Mec-Mec (Video-NOU, 1977), un documento que “muestra un fragmento de la vida contracultural de la Barcelona de la transición democrática” y que aporta la memoria personal del transgresor artista. Ésta puede ser interpretada como el lugar desde el que desea partir el ciclo: el de aquellos relatos situados en los márgenes del discurso histórico que surgieron directamente del encuentro con “la calle” durante los años setenta y principios de los ochenta.

(3) Cuadernillo que complementa el proyecto, MNCARS, 2010.

(4) Ver nota anterior.

(5) Podemos mencionar, entre otros, Los niños de Rusia (Jaime Camino, 2001), La guerrilla de la memoria (Javier Corcuera, 2002), Así en la tierra como en el cielo (Isadora Guardia, cortometraje, 2002), Entre el dictador y yo (VV. AA., 2005), El tren de la memoria (Marta Arribas y Ana García, 2005), Bucarest, la memoria perdida (Albert Solé, 2008) y Nadar (Carla Subirana, 2008). Una aproximación a las estrategias de rememoración empleadas en estos trabajos podrá encontrarse en el texto “Hacer visible el trauma: la invocación de la memoria en la producción documental desde los años setenta en España”, que aparecerá publicado próximamente en el n.º 31 de Secuencias. Revista de Historia del cine, monográfico dedicado a las relaciones entre el cine y la memoria (traumática).
(6) Ver nota 3.

“Garzón es el último exiliado del franquismo”

Familiares de víctimas del franquismo creen que el juez se va a La Haya como “refugiado político” para huir de la persecución

NATALIA JUNQUERA El País11/05/2010

Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, considera que el juez Baltasar Garzón se ha convertido en “el último exiliado del franquismo”, al conocer la noticia de que ha pedido su incorporación al Tribunal Penal Internacional como consejero. Para la asociación se trata de “una solución para el conflicto generado por el Tribunal Supremo, que ha perseguido al juez hasta hacerlo renunciar a la posibilidad de defenderse y convertirlo en un refugiado político en La Haya”.

La asociación que asiste a los familiares de las víctimas del franquismo considera la marcha de Garzón como una “amputación a la justicia española”. “Que el único juez que se ha atrevido a investigar estos crímenes se tenga que marchar de España es un estrechamiento de la democracia”, opina Silva. El colectivo cree que es “un hecho de extrema gravedad como precedente para otros jueces que intenten investigar los crímenes del franquismo”.

“Es probable que dentro de la Audiencia Nacional o del Tribunal Supremo se haya llegado a un acuerdo para buscar una vía que no le lleve al banquillo”, asegura la asociación, que opina que “la imagen de Garzón sentado en el banquillo de los acusados por investigar 113.000 desapariciones forzadas tendría unas duras consecuencias políticas” ya que de celebrarse una vista oral, “es muy probable que pasaran como testigos en el juicio contra Garzón algunos de los principales exponentes de Derecho Penal Internacional y sus declaraciones podrían haber continuado evidenciando la persecución política que se le ha hecho al juez y denunciado la parcialidad del Poder Judicial español en su desamparo a las víctimas de la dictadura franquista.

Concentración frente al Congreso

Por otra parte, respecto al acuerdo entre PSOE y IU-ICV para que el Gobierno se comprometa a asumir la exhumación de fosas, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica espera que sea “por fin la solución a las familias de los desaparecidos” y recuerda que muchos familiares han muerto sin haber recibido “ayuda del Estado” para localizar a sus seres queridos enterrados en cunetas desde que en diciembre de 2007 se aprobó la ley de memoria. Por ello, solicitan al Gobierno que cree “con urgencia” una “oficina central de atención a los familiares de los desaparecidos y no un laberinto en el que las víctimas tengan que pelearse con una administración autonómica para ir luego en busca de la ayuda del Estado central”. La asociación añade: “La vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega no puede pretender que los familiares tengan una bronca política con las comunidades del PP”.

Esta tarde familiares de víctimas convocados por la Plataforma contra la impunidad del franquismo se concentrarán frente al Congreso para pedir al Estado el empujón definitivo a la ley de memoria, la búsqueda de desaparecidos y la investigación de los crímenes cometidos durante la Guerra Civil y la dictadura.

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VergaraPúblico – 12/05/2010

Víctimas de Franco, víctimas de ETA

José María Calleja El País – 10/05/2010

Memoria, dignidad y justicia son ya tres apellidos que acompañan a las víctimas del terrorismo de ETA. Estas víctimas han pasado de estar olvidadas, o patrimonializadas por la ultraderecha, en los años de la transición y comienzos de la democracia, a gozar en la actualidad de un reconocimiento legal, institucional y social en unos niveles que resultan modélicos para otros países.

Las víctimas del terrorismo de ETA tienen hoy en España leyes que las amparan, apoyos económicos sin parangón, y gozan del reconocimiento y el afecto de la inmensa mayoría de los españoles. Además, nadie se atreve ya a decir, ni siquiera entre los menguantes jaleadores de ETA, aquella frase tremenda de ETA, mátalos, mientras que son habituales en los discursos políticos, y en las líneas editoriales de los medios de comunicación, las frases de reconocimiento y enaltecimiento de las víctimas. En España se da por hecho la superioridad moral de las víctimas del terrorismo y se identifica al verdugo que las creó como un símbolo del mal. De pecar por algo respecto de las víctimas del terrorismo de ETA, en España se puede pecar, a veces, por exceso.

Otras víctimas, las de la dictadura franquista, no sólo no tuvieron el menor reconocimiento durante los 40 años que el dictador estuvo en el poder, es que fueron perseguidas con saña hasta la agonía de Franco. Acabada la guerra, el régimen de Franco se dedicó con ahínco, de manera concienzuda y sistemática, a exterminar a la izquierda perdedora republicana: fusilamientos masivos, largas penas de cárcel, trabajos forzados, juicios sumarísimos, exilio, miedo y clandestinidad, moldearon una peculiar forma de guerra con un solo bando fieramente armado y el otro aniquilado. Durante esos 40 años fueron reconocidas, y tratadas de manera privilegiada, con cargos, oposiciones patrióticas, empleos, privilegios, apoyo económico, asientos reservados para caballeros mutilados, etc. las víctimas y los familiares de los caídos del bando franquista, que se alzó en golpe de Estado contra el Gobierno democrático de la República. Durante esos mismos 40 años hubo una política de exterminio, primero; y persecución, después, a los perdedores y a los opositores a Franco. El final de la Guerra Civil no dio paso a la reconciliación, sino al exterminio franquista de los derrotados, a los que se despojó de su condición de españoles.

Podemos decir que la recuperación de las libertades en España no trajo aparejado el reconocimiento a las víctimas provocadas por Franco. Miles de víctimas habían sido fusiladas o paseadas y sus restos yacen aún en cunetas, barrancos o fosas. La Ley de la Memoria Histórica plantea algo elemental: reconocer a las víctimas del franquismo que durante 40 años de dictadura y 30 de democracia no han sido reivindicadas. Pero, en este caso, la demanda de memoria, dignidad y justicia respecto de esas víctimas no sólo no cuenta con el apoyo unánime de la población española, sino que, por el contrario, levanta ampollas en importantes sectores de la tronante derecha política y mediática.

Andan estos núcleos de aroma franquista empeñados en rescribir la historia y se afanan por presentar al dictador como un personaje estupendo y necesario, y a sus víctimas como merecedoras de la muerte. Algo habrían hecho los comunistas, los socialistas, los republicanos, para que Franco los exterminara, parecen decir.

Resulta muy significativo que los mismos que incluso exageran en sus apoyos a las víctimas del terrorismo etarra no consideren que también son dignas de reconocimientos las víctimas de ese terrorismo gigantesco, eterno y muchísimo más sanguinario que fue el franquismo.

Algunos españoles hemos sido víctimas de dos dictaduras: la de Franco y la de ETA, y reconocemos en ambas ingredientes que las hacen parejas: las dos funcionaron a base de odio, muerte y miedo; las dos pretendieron aniquilar al contrario, en el caso franquista, con un éxito que duró 40 años, y en el de ETA con un fracaso que ha durado 40 años y ha provocado incomparablemente menos víctimas que el terror de Franco.

Ahora se trata, sencillamente, de reclamar el justo reconocimiento a las víctimas de un golpe de Estado y de esa dictadura basada en una represión feroz y sin tregua que fue el franquismo; se trata de que las familias de los perdedores puedan enterrar a sus víctimas con dignidad, donde ellos quieran; que sepan dónde están, que los puedan separar de la infame compañía del dictador que los mandó asesinar y que de manera incomprensible sigue enterrado, con todos los honores, al lado del altar principal la Basílica del Valle de los Caídos.

Se trata de reparar la memoria y la dignidad, de hacer justicia con las víctimas del terrorismo de Franco, que no fueron reconocidas durante 40 años de dictadura ni lo han sido en 30 de democracia. Negarse a este ejercicio democrático, básico para una convivencia en valores compartidos de libertad, retrata a quien lo hace, dificulta la definitiva reconciliación entre españoles y pone de manifiesto la dosis de odio que un sector de nuestro país mantiene aún enhiesto. No parece coherente reclamar memoria dignidad y justicia para las víctimas del terrorismo nacionalista vasco y no exigir el mismo trato para las víctimas del terrorismo nacionalista español.

José María Calleja es periodista.

De la Vega homenajea a los españoles de Mauthausen

La vicepresidenta recuerda en el campo nazi a las víctimas del franquismo

El País10/05/2010

España rindió ayer homenaje a las más de 7.000 víctimas republicanas españolas del antiguo campo de concentración nazi de Mauthausen (Austria), liberado por tropas estadounidenses hace 65 años, el 5 de mayo de 1945. La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, encabezó el acto, celebrado en el monolito de conmemoración de los españoles encarcelados, torturados y asesinados en este lugar.

Tras saludar a muchos de los asistentes, en su mayoría jóvenes venidos desde Andalucía, Aragón, Asturias, Cataluña y Valencia, De la Vega manifestó en un emotivo discurso que la “peor de las mentiras de los infames es el silencio”. “Las víctimas del nazismo, del fascismo y del franquismo no han sido ni serán víctimas del olvido”, dijo. “Sólo el silencio engendra el olvido, y el olvido de quienes tanto dieron es la peor, la más insoportable de las mentiras”, agregó la vicepresidenta, en referencia a que durante el franquismo los supervivientes españoles del horror nazi no pudieron volver a España y sus historias fueron silenciadas.

El franquismo al desnudo

FRANCESC VILANOVA El País – 08/05/2010

Historia. Borja de Riquer i Permanyer (catedrático de Historia Contemporánea en la Universitat Autònoma de Barcelona) está reconocido como uno de los mayores especialistas de los siglos XIX y XX español y catalán. Con numerosas, e importantísimas, investigaciones y publicaciones a sus espaldas, nos ofrece, ahora, una visión de síntesis penetrante, detallada, inmisericorde, de lo que fue la dictadura del general Franco para el conjunto del país. “Lo que fue” y el lector atento e interesado podría añadir “lo que queda”, el rastro indeleble de cuarenta años de régimen despótico, fascista o fascistizante (interesantísimas las páginas que el profesor Riquer dedica a la cuestión de la naturaleza política e ideológica del régimen), miserable -en términos morales, culturales, políticos, etcétera-, anacrónico, nacionalista radical y católicamente integrista. El lector se enfrentará a una monumental obra de síntesis, bien escrita, que le pondrá al día, en un ejercicio de lectura exhaustiva de las investigaciones más o menos recientes sobre el franquismo que honra al autor, acerca de la dictadura franquista en todas sus dimensiones. No me refiero solamente a, por ejemplo, el balance cuantitativo y cualitativo que el profesor Riquer ofrece acerca de la represión en toda su complejidad (el aparato jurídico, la represión política, social, cultural, económica, etcétera). Vale, y mucho, la pena detenerse en los capítulos sobre la terrible realidad económica y social de la posguerra. O son altamente recomendables las páginas dedicadas a la cuestión, siempre compleja, del consenso alrededor de la dictadura, la aceptación del régimen por parte de las burguesías españolas y las clases medias. Por otra parte, el autor ha hecho un notable esfuerzo para integrar en un único texto de síntesis todos los aspectos trascendentes que configuraron la dictadura. Con ello quiero señalar que, a diferencia de otras obras, el lector puede leer las páginas dedicadas a la evolución económica y enlazar con las dedicadas a las dinámicas políticas, sin tener la sensación de estar leyendo obras independientes. Todo el libro está unido por un hilo invisible, una narración coherente, que combina sabiamente todos los elementos relevantes de la realidad histórica del franquismo. Hay otro elemento muy destacable en esta obra: ha sido pensada y escrita desde la periferia. El franquismo no se reduce a lo que ocurría en Madrid y en las altas esferas del poder ferozmente centralista y nacionalista. Al contrario, el lector podrá ilustrarse con ejemplos, episodios, informaciones, etcétera, altamente relevantes, provenientes de todo el territorio español: de Bilbao a Sevilla, de Extremadura a Cataluña. Parece una obviedad, pero todavía hoy parece insólito este tipo de visión historiográfica descentralizada (y no solamente descentralizada en términos geográficos). Y no se pierda, el lector, los apéndices documentales. Aparte de la cronología y la bibliografía escogida, Borja de Riquer ofrece datos tan útiles como el listado completo de los gobiernos de Franco, el convenio defensivo entre España y Estados Unidos (1953) y algunos documentos de gobernadores civiles o la Jefatura Superior de Policía, que hablan por sí solos. Y si quieren valorar la miseria cultural e intelectual de la dictadura, quédense con la ‘Relación de libros secuestrados y prohibidos durante la Ley de Prensa e Imprenta (selección)’ (páginas 894-899). Entre otros, se desaconsejaba la publicación de Celibato de los sacerdotes como libre opción (S. Fiori) y el Tratado sobre la tolerancia, de Voltaire. Ni 1789 ni el Concilio Vaticano II habían existido para el franquismo.

Historia de España. La dictadura de Franco. Volumen 9

Borja de Riquer

Josep Fontana y Ramón Villares, directores

Crítica-Marcial Pons. Barcelona-Madrid, 2010

946 páginas. 33 euros

La viuda del último fusilado por Franco presenta una demanda

Pide responsabilidades en Argentina por el asesinato

El País03/05/2010

Treinta y cinco años después del fusilamiento de Luis Sánchez Bravo, condenado a muerte por el último consejo de guerra de la dictadura franquista, su viuda ha decidido presentar una demanda en Buenos Aires para pedir responsabilidades. Silvia Carretero tenía 21 años y estaba embarazada cuando fue detenida y torturada por la Guardia Civil en la localidad española de Badajoz por su militancia en la FUDE (Federación Universitaria Democrática Española), la sección universitaria de la organización armada FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota).

Su marido, también de 21 años y miembro del FRAP, había sido detenido, juzgado por el asesinato del teniente de la Guardia Civil Antonio Pose y condenado a muerte en el último consejo de guerra de la dictadura franquista. Pese a la presión internacional y las gestiones del Vaticano para tratar de frenar los fusilamientos, la sentencia se cumplió el 27 de septiembre de 1975 -apenas dos meses antes de la muerte del dictador- y Sánchez Bravo fue uno de los cinco últimos ejecutados por el régimen de Francisco Franco.

Su esposa fue recluida en la cárcel madrileña de Yeserías sin juicio hasta que un informe médico, que advertía de los peligros que suponía el encarcelamiento para su embarazo, le permitió quedar en libertad provisional. Silvia Carretero huyó a París, donde tuvo una hija, y no regresó a España hasta finales de 1976, después de la primera amnistía general.

La mujer ha decidido denunciar ahora el caso de Sánchez Bravo y el suyo propio para exigir que se declare la ilegalidad del tribunal que condenó a muerte a su marido. Afirma que ha mantenido un largo silencio porque consideraba que no se daban las condiciones en España para denunciar los hechos. “Reclamo que se juzgue a todas las personas que participaron en esa represión”, afirma la mujer, que defiende la inocencia de Sánchez Bravo y asegura que le arrancaron su confesión con torturas.

Su demanda incluye a los responsables de sus propias torturas, de las que todavía tiene marcas en las manos y las muñecas.

“Tárdase en facer a historia sobre o franquismo porque implica dar nomes”

ENTREVISTA: Luces RICARDO GURRIARÁN Historiador

DANIEL SALGADO El País – 30/04/2010

A historia analizada por Gurriarán durante os últimos anos aconteceu entre 1967 e 1968. Foi cando as folgas universitarias incorporaron os estudantes ao antifranquismo e os mozos comezaron a emancipación xeracional

Con Inmunda escoria (Xerais), o historiador Ricardo Gurriarán (O Barco, 1953) completou analiticamente a súa investigación sobre a universidade galega que desembocou nas folgas de marzo de 1968. Antes comisario da exposición Do Gaudeamus Igitur ao Venceremos nós e coordinador de 1968 en Compostela. 16 testemuños, para Gurriarán o 68 supón a incorporación dos estudantes ao antifranquismo.

Pregunta. Como é a universida que sobrevive á Guerra Civil?

Resposta. A partir de 1939, a concepción da universidade pública é diferente. E para entender o 68 hai que ter en conta o marco que estabelecen os vencedores da Guerra Civil, con tres elementos susbtanciais: a creación dun sindicato único para controlar o estudantado; o acceso á docencia por méritos de guerra e a Ley de Ordenación Universitaria, de 1943, na que se visualiza o poder académico como elo do poder franquista.

P. Nese escenario, cando aperecen as primeiras protestas?

R. Os primeiros movementos teñen signo faccioso no curso 42-43. Un reitor de veleidades monárquicas juanistas, Ruiz del Castillo, é destituído pola Falange, que coloca a Lacambra. Durará até 1960, cando o substituirá Echeverri. Dáse unha marcaxe sobre o profesorado non franquista. Baltar ou Villanueva son encarcerados en 1948.

P. Tarda en manifestarse a esquerda?

R. Unha importante inflexión é a mobilización do ano 53, espontánea, contra o SEU. Foi a primeira vez que unha protesta universitaria transcendeu á cidadanía. Houbo expedientes e informes do SEU de calado político. Agromou o asociacionismo de Acción Católica e a presenza, dende 1949, do arcebispo Quiroga Palacios. Ramón Piñeiro foi outro pivote importante. Pero a disidencia organizada non comparece até os 60 cos cristiáns na órbita do Concilio Vaticano II.

P. Na historiografía española, a expulsión dos catedráticos Aranguren, García Calvo e Tierno Galván marcou a universidade. Reflectiuse aquí?

R. En Compostela ten eco. Coincide coa caída do SEU e coa elevación á categoría científica do Ministerio de Educación. Os sucesos abriron para o estudantado a posibilidade de autoorganizarse. Coñecéronse as expulsións e dúas ou tres ducias de alumnos intensificaron o activismo protopolítico para visualizar do terreo de xogo: a ditadura. Entre 1965 e 1968 a universidade galega incorpórase á loita antifranquista.

P. Plántase a semente do 68.

R. Efectivamente. Os estudantes decátanse de que a cultura é unha ferramenta de axitación moi importante e comezan a promover actos sobre Machado, sobre a mocidade actual, o concerto de Raimon cun grandísimo impacto en case un 25% da universidade, o cineclube, unha conferencia de Aranguren…

P. E cal foi o significado do 68 compostelán?

R. A permeabilidade do estudantado para crear conciencia antifranquista. Non só no ámbito estritamente académico ou político, senón tamén nas relacións familiares, entre xéneros, entre alumnos e profesores… Confórmase un novo escenario.

P. Ao 68 seguiuno unha represión intensa?

R. Son feitos obxectivábeis. O reitor Echeverri cae en xullo e o daquela gobernador civil Avendaño Porrúa, a quen non puíden entrevistar, comunicoume por terceiros que a súa destitución fora por convocar aos alumnos a unha reunión no Goberno Civil da Coruña a finais de marzo de 1968. Estamos na desfeita do franquismo e na aparición do conservadurismo político que tece Fraga coa súa rede política en Galicia, un franquismo residual. De feito, os cadros do SEU aparecen en segunda liña das Xuntas de Fraga.

P. Até o bipartito en 2005.

R. Hai unha tapadeira na Transición, tinxida de constitucionalismo daquela maneira porque AP votou como votou, que impide que as capas do 68 galego cheguen ao poder.

P. Houbo coincidencias entre Galicia e o 68 mundial?

R. Hai pinceladas: a música west coast, os cantautores americanos contra a guerra de Vietnam, os cantores portugueses ou Raimon. Un aspecto social de consumo da cultura para trasladar inquedanzas, significados. As loitas anticoloniais, o Che -houbo quen lle quixo facer unha misa en 1967. O marco é diferente, pero non esquezamos que o maio francés empezou pola reivindicación de que as nenas pasasen ás residencias.

P. As mobilizacions de marzo de 1968 excederon os muros da universidade?

R. Houbo permeabilidade da cidade de Santiago, souberon xogar coa prensa. Os cregos chegaron a poñerse á fronte das reivindicacións estudantís e tivo calado. E as Comisións Obreiras clandestinas apoiaron.

P. Non hai voces do lado da represión, alén de dous policías.

R. Tentei entrevistar a persoas clave e non foi posíbel: o gobernador civil; o secretario xeral da universidade; Frutos, fedatario das negociacións entre reitor e estudantes; o presidente de distrito do SEU, Ricardo Fernández Castro, ou o logo xornalista Martínez Couselo. Si entrevistei ao rector Garrido ou a estudantes que non estaban na folga.

P. Aínda non queren falar?

R. Ten que ver coa Transición non pechada ou coa Ley de Archivos que ampara a ditadura. A xente aínda non consolidou no seu maxín que estamos nunha democracia. E falo de xente representativa: as vías que percorrín para entrevistar polícías foron de impresión e non houbo forma.

P. Con todo, o traballo documental palía esas carencias.

R. Había unha base de panfletos, revistas como Nova Galicia ou boletíns na Fundación 10 de Marzo coas que estabelecín a cronoloxía. E logo, material das persoas entrevistadas. Os informes policiais e falanxistas tamén proceden da fundación, cando hai dez anos non había tanto rigor no cumprimento da lexislación e alguén fotocopiounos e depositounos alí… Pero non puíden entrar máis que nalgunha das actas do Ministerio de Educación.

P. Por que se tardou tanto en anular os expedientes abertos no 68?

R. Existiron reitores democráticos antes do actual e realmente non entendo porque ese capítulo non foi pechado ao seu debido tempo. O reitor Senen Barro supuxo un avance.

P. Inmunda escoria retrata unha universidade anacrónica.

R. A Universidade de Santiago era doméstica. Na República, con Cadarso, era a universidade periférica con máis produción científica incluídas mulleres. Logo de 1939, até o 60, o número de matriculados foi igual que o do período republicano.

P. Cando se reincorpora a universidade galega á contemporaneidade?

R. Hai que agardar á Transición, a nivel de infraestruturas e de práctica científica extensiva, facultades novas… Pero hai que dicir que no período de Echeverri houbo un incremento de facultades que non se daba dende 1922, cunha contraprestación: Franco, Doctor Honoris Causa.

P. Onde se materializa a herdanza do 68 galego?

R. Queda a nostalxia e nalgúns casos segue o compromiso asociativo, político, nas diferentes maneiras de canalizalo.

P. Pero derivou nunha maneira de pensar a política?

R. Do 68 a xente leva impresa a necesidade de cambio social e político e a conciencia de que cada un é un peón para ese obxectivo. O pesimismo posterior configurou mirar para outro lado, pero a xente segue comprometida co progreso. Son fabas contadas os conservadores.

P. O ex conselleiro de Pesca con Fraga, Enrique López Veiga.

R. Por exemplo, pero son fabas contadas.

P. Por que se demora a historia do franquismo en Galicia?

R. Incorporámomos tarde a todo. A historiografía centrouse na propiedade da terra e en estudos anteriores ao século XX. Agora están a abrirse liñas de investigación interesantes. Pesa moito ter que dar nomes e é moi difícil facer análise histórica sen nomes. Custa, porque hai fillos vivos e existen problemas, como pasou con Dionisio Pereira.

P. A hexemonía conservadora influíu?

R. Claro, a figura dun Fraga Iribarne. Pero agora estánse dando as condicións. Ediciós do Castro fixo un labor fundamental para dar a coñecer o que aconteceu, a xente comeza a se organizar. Pero o estudo do franquismo está por facer.

Representantes de la ONU y de 26 Estados firman una declaración de apoyo a Garzón

Atribuyen el proceso contra el juez a “los privilegios de las élites franquistas”

NATALIA JUNQUERA El País24/04/2010

El II Congreso Mundial de Trabajo Psicosocial de Desaparición Forzada, procesos de exhumación, Justicia y Verdad, celebrado en Bogotá (Colombia), ha concluido con una declaración de apoyo al juez Baltasar Garzón (por quien hoy se viven en España concentraciones de apoyo ) firmada por representantes de 26 países (EE UU, Argentina, Chile, Perú, Venezuela, México, Suecia, Afganistán y Nepal entre otros) y de la ONU. El texto afirma: “La ausencia de políticas reparadoras hacia las miles de familias víctimas de la guerra y la dictadura en España no es casual. Las élites franquistas ingresaron en la democracia conservando todos sus privilegios y eso ha causado que la primera persona que se vaya a sentar en un banquillo como consecuencias de los crímenes del franquismo vaya a ser el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón”.

“El país que ensanchó los caminos de acceso a la justicia universal está a punto de convertirse en un referente de la injusticia universal. El juez Garzón está a punto de ser juzgado por el Tribunal Supremo español acusado de prevaricación por tratar de investigar los crímenes de la dictadura franquista. Mientras tanto, quienes han padecido tantos años de dictadura y carecen del apoyo del Estado ven apagarse sus vidas sin tener la oportunidad de conocer el paradero de sus seres queridos y de poder darles una sepultura digna”.

“Por todo ello defendemos el derecho de las víctimas del franquismo a la verdad, a la justicia y a la reparación. Asimismo rechazamos la persecución del juez Baltasar Garzón e instamos a las instituciones judiciales y al Gobierno español a terminar con la impunidad de la dictadura franquista y a trabajar para garantizarles la justicia a 113.000 familias que hasta ahora no han tenido derecho a ella”.

Este Congreso ha impedido asistir a la manifestación de hoy al vicepresidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, Santiago Macías, que se desplazó a Bogotá para ofrecer un balance de los logros, dificultades y retos de las políticas de memoria en España. Tampoco podrá asistir a la protesta, a su pesar, el presidente de la asociación, Emilio Silva, porque tuvo que viajar a EE UU, acompañado del investigador del CSIC Francisco Ferrándiz para participar en el seminario internacional Exhumando cuerpos, produciendo memoria en la Universidad de Minessotta.