Programa de radio “La memoria”

Acabo de añadir al blog un enlace a la página del programa de radio “La memoria”. Según la página,

La memoria es un programa semanal con el que la radio pública andaluza responde a la demanda social y al creciente interés ciudadano que suscita la recuperación de la memoria histórica, sobre todo en relación con la II República, la Guerra Civil y la postguerra española. Se trata del primer espacio dedicado exclusivamente a la memoria histórica en toda la radio española y aborda con estilo sereno, respetuoso y ponderado una temática histórica polémica y controvertida, con un tratamiento periodístico contrastado y documentado.

En la página, se presentan los contenidos de todas las emisiones, que pueden escucharse en la página web de Canal Sur o descargarse desde el archivo sonoro.

¿Cómo convertir en novela un relato real?

En la novela Soldados de Salamina de Javier Cercas un personaje llamado Javier Cercas decide  escribir un libro que ”no sería una novela, sino sólo un relato real, un relato cosido a la realidad, amasado con hechos y personajes reales, un relato que estaría centrado en el fusilamiento de Sánchez Mazas y en las circunstancias que lo precedieron y siguieron” (52). No obstante, falla en su amasijo y no consigue completar la costura, porque se tropieza con dos problemas. En primer lugar, se da cuenta de lo falso y imposible de su intento de transcribir la realidad o la historia sin cambiar nada en este acto. También llega a entender que en Sánchez Mazas no va a encontrar el héroe que ha buscado.

El relato real que escribe el narrador-protagonista forma la segunda de las tres partes de la novela. Es fácil de notar, como también hace el protagonista, que falta algo de su libro y que está quedando flojo. Pero ¿por qué la historia de Sánchez Mazas, por sí sola, no vale una novela? Como vemos en la frase citado en el inicio, hasta el protagonista ve el relato real como algo inferior a una novela. Es sólo un relato real. En este sentido, es importante notar como Cercas el personaje menosprecia a sí mismo y todo lo que hace: es una persona insegura, lo que podemos advertir por ejemplo en el desdeño con que trata a su novia (a quien sin embargo se agarra), o en las bromas despectivas que continuamente gasta a las dos novelas que ha escrito. A mi ver esta inseguridad causa que intenta aislar el relato real de todo lo que tiene que ver con él, todo lo personal, todo el punto de vista, y relatar los hechos como si él no existiera como intermediario.

En el relato real Cercas se oculta detrás de un narrador impersonal y un estilo copiado de cualquier biografía (en contexto de la novela, un parodia bien logrado) creyendo que la tradición del género literario le trajese autoridad y le salvase de la responsabilidad. Si el autor del relato real lograse de verdad transformar lo pasado como tal en escritura, el resultado final carecería tanto el estilo como la estructura, solo tendría una sustancia histórica desordenada. Sin embargo el relato real de Cercas cumple una estructura cronológica rígida y convencional y hasta parece que pretende ser lo que los formalistas rusos llamaron fábula, una línea de sucesos sin trama. (Para entender la falta de trama en el relato real, basta ver el anticlímax de sus últimas frases: ”[h]oy poca gente se acuerda de él, y quizá lo merece. Hay en Bilbao una calle que lleva su nombre.”) Pero curiosamente, parece que es la novela que está formada por la desordenada sustancia histórica, porque al mismo tiempo es la novela escrito por el autor real y la novela que el protagonista va a escribir, lo que parece ser la única solución posible para hacer encajar las dos novelas y para perfeccionar la metaficción, puesto que si una novela incluyera la otra, no podrían ser la misma. La novela, en contraste con el relato real, desarrolla unas ideales barthesianas revelando el proceso de escribir y mostrando los motivos más íntimos del punto de vista (el amor fracasado, la muerte del padre, la frustración profesional) y, lo más importante, implicando el escritor dentro de la ficción y deconstruyendo de esta manera la división artificial entre la ficción y la representación de la realidad.

El protagonista de Soldados de Salamina se interesa en Sánchez Mazas porque se identifica intensamente con su historia. El paralelismo entre el escritor fracasado y el cobarde falangista queda muy claro. Cercas el personaje proyecta sus propios fracasos y desilusiones en Sánchez Mazas y al parecer convive el alivio de su salvación, a lo mejor porque cree que él mismo no va a tener una salida de la desgracia en que vive. Cercas en su relato real incluso sale en defensa de Sánchez Mazas varias veces: dice que aunque no es un gran escritor, es ”un buen poeta menor” (80), justifica su ideología fascista sosteniendo que es ”falso falangista” (136) y que ”es probable que […] nunca en su vida haya creído en nada; y, menos que nada, en aquello que predicaba y defendía” (138); también parece que siente un pinchazo de culpa porque el protagonista de su relato real no ha escrito el libro que prometió a los amigos del bosque.

Aunque el relato real se centra alrededor de una sola persona, el protagonista Sánchez Mazas queda un poco distante, del modo que parece faltar el héroe. Si bien es cierto que Cercas identifique con Sánchez Mazas, esto es visible solamente en la relación entre las dos primeras partes de la novela, pero no en el relato real en sí, porque Cercas el personaje cuidadosamente evita inscribir su postura en el relato. Oculta la identificación porque tiene que ver con los aspectos negativos de su propia personalidad. El heroísmo (tanto como el antiheroísmo, en esto no se difieren) no es más que un punto de vista admirativo, una admiración proyectada a otra persona, deseo de entenderla o adquirir su punto de vista. Cercas no consigue admirar a Sánchez Mazas, no le interesa demasiado su punto de vista y no es capaz de ver heroísmo en el poeta falangista por lo que no puede transmitirlo en su libro. Si un antihéroe es una persona que lucha sobre todo contra sus propios defectos (ver Brans), Cercas de la novela es un antihéroe ejemplario mientras que Sánchez Mazas del relato real no llega a ser ni siquiera un antihéroe, porque Cercas acentua su pasividad y su lucha (aparte de los esfuerzos para huir y esconder) en mayoría de las veces nos pasa inadvertido. De hecho, Carlos Yushimito del Valle observa que lo que Sánchez Mazas proporciona para la novela es su función complementaria, el mero hecho de que a través de él el autor puede presentarnos varios personajes que cruzan su camino, o, como lo expresa Yushimoto, su ”generoso ejercicio de los instintos humanos”.

En cambio, en Miralles Cercas encuentra un protagonista ideal, un soldado antiheroico que más por la necesidad de las condiciones que por su propia voluntad lucha años y años contra el fascismo, pero que en un momento decisivo decide actuar por ideales que son aun superiores a la causa. Respecto al acto heroico del soldado republicano aparecen en la novela dos definiciones de héroe muy interesantes: Roberto Bolaño define el heroísmo como un acto individual y correcto en determinado momento. Según esta definición para ser héroe basta una sola decisión acertada durante toda la vida, lo que encaja hasta la perfección con el caso de Miralles. Luego tenemos la definición menos elaborada que Miralles plantea según la cual los héroes son ellos que han muerto luchando en una guerra. La definición tiene sentido solamente cuando recordamos que el heroísmo es una actitud admirativa hacia otra persona: un verdadero héroe pocas veces se lo considerará a sí mismo un héroe, sino que su admiración está proyectada en algún otro. Al final no tiene mucha importancia cuál es el motivo que Cercas encuentra para la amnistía de Sánchez Mazas por parte de Miralles (o tampoco si Miralles es el soldado indulgente), porque es precisamente esta búsqueda humanista que le convierte a Cercas en héroe de una historia de superación ya que durante el proceso gana nuevamente su autoestima y ve el futuro bajo otro aspecto.

La novela manifiesta en varios niveles que la historia no puede existir sin la percepción humana. Solamente a través de la memoria y el activo proceso de recordar, los  hechos pasados siguen vivos. La historia es una construcción mental  y por este motivo es más sincero hacer visibles los procesos y las estructuras en que se funda y no dejarlos ocultas detrás de una falsa impersonalidad y una autoridad engañosa.

BRANS, Jo “The dialectic of hero and anti-hero in Rameau’s nephew and Dangling man Ebsco Publishing 2002.

CERCAS, Javier, Soldados de Salamina. Barcelona: Tusquets Editores, Col. Andanzas, 433, 2001.

LLUCH PRATS, Javier “La dimensión metaficcional en la narrativa de Javier Cercas” AISPI. Actas XXII (2004).

YUSHIMITO DEL VALLE, Carlos: ”Soldados de Salamina: Indagaciones sobre un héroe moderno” Espéculo, número 23/2003 Madrid.

El autor favorito de Mitterrand

Rescatada la obra de Gómez Arcos, escritor español – Censurado por Franco, triunfó en el exilio

TEREIXA CONSTENLA El País31/03/2010

Agustín Gómez Arcos, durante una visita a España en 1994.- SANTOS CIRILO

Cada nueva novela se recibía con un viejo ritual: la visita del chófer del presidente de la República al domicilio del escritor para recoger un libro dedicado. François Mitterrand admiraba a aquel autor español que escribía en francés: Agustín Gómez Arcos (Enix, Almería, 1933-París, 1998), que triunfó en su voluntario exilio en Francia y fracasó en España, arrinconado en la esquina de los malditos.

Contra esa marginación pugna la editorial Cabaret Voltaire desde 2007, cuando publicó El niño pan (traducción de María del Carmen Molina Romero), al que siguieron El cordero carnívoro (2008), Ana no (2009) y, ahora, La enmilagrada (traducciones de Adoración Elvira Rodríguez). Gómez Arcos murió tras haber publicado 14 novelas en francés, haber sido finalista del premio Goncourt con dos obras -la editorial catalana publicará una de ellas, Escena de caza (furtiva), el próximo año-, haber sido condecorado con la Orden de las Artes y las Letras francesas con grado de caballero (1985) y oficial (1995) y ser estudiado en los liceos. Murió, en suma, como un escritor prestigioso y fue enterrado en el cementerio de Montmartre.

En España estaba muerto hacía mucho tiempo. Muerto para la cultura: sólo dos obras habían sido traducidas al español, Un pájaro quemado vivo (Debate, 1986) y Marruecos (Mondadori, 1991). Muerto en Enix, el pequeño pueblo de Almería que ya ni le recordaba y donde había nacido en una familia numerosa represaliada por su republicanismo. Muerto en Barcelona, la ciudad a la que se habían mudado tras la posguerra y de la que desapareció un buen día para abandonar los estudios de Derecho y consagrarse al teatro. Muerto en Madrid, donde brilló como dramaturgo (escribió 15 obras y ganó el Premio Nacional Lope de Vega en 1962 y 1966) y se estampó contra la férrea censura franquista.

Gómez Arcos había muerto incluso cuando Franco ya se había muerto. Eso era lo que más le enojaba. En 1985, en una visita a Madrid, con los socialistas en el Gobierno y a pesar de su buena relación con Felipe González y del estreno teatral de algunas de sus obras, lamentaba: “Me han cerrado todo con el mismo estrépito con que lo hizo el franquismo. Los políticos españoles han dejado sin contenido a la palabra libertad. Se pueden leer y ver obras en las que los personajes dicen tacos, muestran las tetas y se drogan. Pero en lo que respecta a la política, hay una censura feroz”.

“Siempre fue un outsider que no aprovechó su éxito, pero a pesar de la parte cínica y la mala leche, le hubiera gustado ser reconocido en España”, defiende Antonio Duque, el actor que alimentó durante 40 años su amistad con el escritor. Se habían conocido en el café Gijón y se convirtieron en inseparables. En Madrid compartieron piso con Miguel Narros, pero luego Duque arrastraría a Gómez Arcos a Londres y, en pleno 1968, a París. “Llegar y echar a correr todo fue uno”, bromea el actor. Antes de irse, Gómez Arcos le escribió una carta a Manuel Fraga, a la sazón ministro de Información y Turismo, para quejarse del ninguneo que sufrió. Demasiado radical para la dictadura, pero también demasiado radical para la Transición, donde aún no había espacio para la memoria histórica que impregna la obra de Gómez Arcos, anticlerical, izquierdista y homosexual. “En aquel momento, España no quería mirar atrás y él no lo entendía porque ya había democracia”, precisa Miguel Lázaro, coeditor de Cabaret Voltaire. Atrapado en esa relación ambigua con su país de origen, Gómez Arcos visitó con cierta frecuencia España en los noventa. Recibió algún reconocimiento tímido, pero los temas de sus obras estaban lejos de interesar en un momento en que el pasado seguía acechando sobre los cogotes. Su peripecia era atípica: pastor, estudiante modélico, prometedor dramaturgo, camarero buscavidas en Francia y profeta en tierra extraña, capaz de doblegar una lengua ajena como si fuera propia. Escribía sobre incestos, derrotados, homosexuales, luchadores y represiones.

Miguel Lázaro cree que la carga biográfica pesó como una losa sobre su vida y su literatura. “Cuando acaba la guerra tiene seis años y ve las consecuencias para su familia, cómo se cambia del tiempo de ilusión en que su padre era el alcalde republicano y su madre la panadera a otro de encarcelamientos y penurias”, compara. Esa transición es patente en El niño pan, tan autobiográfica que causó una sublevación en su pueblo natal, Enix, cuando se publicó hace tres años. “No cambia nada, usa los nombres y los motes reales de familias que siguen allí”, afirma Lázaro. Molestó tanto que se recogieron numerosas firmas para pedir que le retirasen su nombre a una calle y el nombramiento de hijo predilecto. El destino de los malditos.

Tertsch: “Hablando de asesinos… Carrillo, héroe del zapaterismo guerracivilista”

En un artículo sobre ETA, el periodista ataca al ex líder del PCE sin tener nada que ver con el tema de su escrito

El periodista Hermann Tertsch, ingresado tras una agresión

El periodista Hermann Tertsch. EFE/Archivo – EFE

Público – 30/03/2010 09:48

Cada vez que Santiago Carrillo abre la boca, la derecha le saca las garras . Da igual los años que lleve retirado de la política activa, siguen lanzando furibundos ataques contra el ex secretario general del PCE. Esta vez, de nuevo, ha sido el periodista Herman Tertsch quien lo alude como “asesino” y “héroe del Zapaterismo guerracivilista”.

En un artículo en el periódico ABC publicado hoy, el periodista ha incrustado un último párrafo contra Carrillo en un texto cuya temática no tenía nada que ver con el ex líder comunista. Su título es Los asesinos buenos y versa sobre ETA y un nuevo supuesto proceso de diálogo, en el que Tertsch da credibilidad a las palabras de Mayor Oreja.

Después de hacer un repaso al tema desde su peculiar punto de vista, Tertsch dedica el último párrafo de su escrito a Carrillo, dando un histriónico cambio de tercio a su contenido: “Y hablando de asesinos…”, escribe refiriéndose al veterano comunista.

A Tertsch no le gustó que Santiago Carrillo, asegurara en una entrevista al Diario de Sevilla que en España no hay un partido como el de Le Pen en Francia porque el PP es capaz de aglutinar esos votos de extrema derecha. El “héroe del zapaterismo guerracivilista se lanza al cuello de la oposición y defiende a quienes lo han erigido en adalid de la mentira histórica”, asegura Tertsch.

Asegura que Carrillo sostuvo que “Rajoy es Lepen”y mantiene que sería “fácil” compararlo a él con Laurenti Beria, uno de los manos derechas de Stalin, al que se vincula con las purgas del dictador soviético. Las palabras de Carrillo fueron las siguientes: “Aquí no existe un movimiento como el de Le Pen, o la extrema derecha de Austria, por eso lo recoge Rajoy”.

Madrid, según el payés universal

Una exposición rescata el retrato implacable que Josep Pla escribió sobre la capital republicana

ABEL GRAU – Madrid – 31/03/2010

Arriba, entusiasmo popular en la proclamación de la República, el 14 de abril de 1931, en la plaza de Cibeles. Abajo, terraza de un café madrileño, en los años treinta.– ARCHIVO REGIONAL DE LA COMUNIDAD DE MADRID / EFE

No se puede decir que a Josep Pla le gustara mucho Madrid. Y así lo dejó escrito. Quien es probablemente el mayor escritor catalán del siglo XX, hoy quizá sería candidato al premio a la incorrección política. Llegado como corresponsal parlamentario el 14 de abril de 1931, el día de la proclamación de la Segunda República, la capital le parecía un cúmulo de incomodidades sin ningún interés. Ahí va: la comida, “pésima”; los vinos, de “una pretensión grotesca”; ¿el cochinillo?, carne para “personas refinadas, decadentes y tristes”; ¿el teatro? “tan malo como la literatura que hacen los jóvenes”; la vida intelectual, “vacua e hiper-bólica, pasada de moda”. Casi nada.

Semejante retrato, implacable pero sin acritud, revive ahora en la muestra El Madrid de Josep Pla, en el Centro Cultural Blanquerna (Alcalá, 44) hasta el 24 de abril. En la villa y corte de Pla (1897-1981), sin embargo, no todo eran pullas. El “payés universal” -según Francisco Umbral- elogió el clima y el Prado (“Greco, Velázquez, Goya. Ver a estros tres pintores tal como se pueden ver hoy en el Prado justifican no uno, sino muchos viajes a Madrid”). Y admiró, claro, los cafés y las tertulias. Captó el ADN local: “Si uno dispone de cierta simpatía, de una pizca de picante candor, no es tan cerrada [Madrid] como parece. En cambio, Barcelona, que de entrada parece tan abierta, es mucho más difícil de penetrar”, comparaba Pla. “En Madrid, si uno dispone de suficiente simpatía, puede entrar en una u otra sociedad, aunque no tenga dinero. En Barcelona, al que no tenga dinero, por muy atractivo que sea, le va a resultar mucho más difícil”.

Sobre un plano de la ciudad de los años treinta, la exposición recorre con fotografías y textos el paso del autor por la capital. Sobre todo en los años que van desde 1931 a 1936, la etapa republicana hasta la Guerra Civil. Fruto de aquella estancia es Madrid. El advenimiento de la república (1933), su gran fresco de la urbe, de un gran valor histórico, que describe unas calles dominadas por el entusiasmo ante el nuevo régimen. La bandera tricolor que se iza en el Palacio de Comunicaciones, los tenderos (¡tan “vivarachos!”) que inmediatamente retiran toda referencia monárquica de sus carteles. Qué impresión, de madrugada, ante el Palacio Real cerrado, “a cal y canto y en la más absoluta oscuridad”, “tétrico, fantasmal, dramático”.

Conservador y alérgico a toda agitación social (“la revolución no es más que un cambio brusco del personal dirigente”), el autor de El cuaderno gris pronto se distanció del nuevo orden. No podía tolerar el violento alboroto popular. Su perplejidad es absoluta ante la quema de la iglesia del convento jesuita de la Flor, cerca de la Gran Vía. “Es francamente curioso ver al pueblo de Madrid con un churro en la boca, el ojo lleno de curiosidad, una sonrisa festiva en la cara, mirando cómo sale el humo del convento”. Muchas caras largas y tristes. “Casi me atrevería a decir que esta terrible insensatez ha gustado poquísimo en Madrid, por no decir que no ha gustado nada entre las personas conscientes, claro está”.

Observador omnívoro y digresivo vocacional, Pla teje su dietario con fragmentos en los que habla de todo. Arquitectura, política, historia, arte y costumbres. Lejos de la literatura de imaginación y apegado a los hechos, su estilo es claro y antirretórico. Si puede contar algo con una palabra, no emplea dos. Su arma, la ironía; una aguja, decía, para reventar el globo de la vanidad. Así disecciona a los políticos: el ministro de la Guerra, Manuel Azaña, “estadista, afrancesado y maquiavélico” (todo un elogio, viniendo de Pla); el conde de Romanones, “es el tipo de cazador castellano, experimentado y astuto”; el populista Alejandro Lerroux, “de distinguida arrogancia”. Miguel Maura, ministro de Gobernación, “cuando se abrocha su americana cruzada con aquellas facciones enérgicas en la cara, parece que algo importante está a punto de suceder”. Y el comandante Franco, “tímido e intrigante, el típico personaje que se pasa la vida sentado en los cafés”.

Admirador del Ateneo como foco irradiador de cultura, Pla radiografía a los literatos de la capital, como el intelectual Eugenio d’Ors (“gordo, ventripotente, considerable”, envidioso de Ortega, que era un “gran orador”), el articulista Julio Camba (“Que sería un buen embajador, está fuera de toda duda. Juega al póquer como los ángeles”) y a grandes potentados como el banquero Juan March, cuyo poder multimillonario deslumbra en las Cortes.

La tauromaquia la resultaba odiosa. “Es un espectáculo que no me gusta, porque me descubre de forma demasiado brutal el fondo psicológico que llevo dentro”. El gran prosista ejercía su temeraria tendencia a la generalización categórica (en palabras del periodista Sergi Pàmies); “la dureza del pueblo castellano se conserva y se cultiva en gran parte gracias a la fiesta nacional.”

Su Madrid -“una ciudad de aristócratas (andaluces, por lo general), de funcionarios y de tenderos”- es una ciudad moderna y en ebullición. Rival de la capital catalana (que tampoco agradaba mucho a Pla): “Hacer más que Barcelona, ser más que Barcelona -esta ha sido una de las pasiones de Madrid-. Es una pasión pueril”. A ella sólo se acude, decía, por negocios o por ambición política. Como ni lo uno ni lo otro le interesaba, se aburría. Por eso se puso a escribir su dietario: “Mi ambición es nula, tanto la política como la literaria. Por lo tanto, ¿qué voy a hacer, yo, en Madrid? Nada. Respirar, vivir. ¿Observar? Mi capacidad de observación es insignificante”. Menudo socarrón.

Reacio a toda agitación social, Pla pronto se distanció del nuevo orden. Recriminó la violencia de los alborotadores. Como los que quemaron el convento jesuita de la iglesia de la Flor, cerca de la Gran Vía. Su actitud escéptica recorre las páginas de ‘El advenimiento de la república’, en las que describió los primeros compases de la República, entre 1931 y 1934. En la imagen, la iglesia y el convento jesuita de la Flor, en llamas, en 1931.- EFE

Arte bajo las bombas

Una exposición rememora el recorrido de las obras maestras del arte español en la Guerra Civil para salvarlas de la guerra

JAIME PRATS El País31/03/2010

Una imagen del traslado del cuadro Venus y la música, de Tiziano, en 1939.-

En febrero de 1939 un convoy de 71 camiones salió de Figueres con destino a la frontera francesa cargado con lo más preciado del patrimonio artístico español. Hacía un intenso frío. Las carreteras estaban colapsadas por el trasiego de material militar y por los refugiados que huían del avance de las tropas del general Franco. Fue todo un reto reunir los vehículos que Francia no proporcionaba mientras la aviación italiana y alemana hostigaba las carreteras, hasta el punto de que la comitiva se interrumpió dos días por los bombardeos aéreos.

“Las condiciones eran terribles”, recordaba ayer Arturo Colorado, comisario de la exposición Arte Salvado, que se expone en el edificio de La Nau de la Universitat de València y organiza la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales. En Perpiñán, ya a salvo de la guerra, las obras fueron depositadas en un tren que se dirigió hacia Ginebra, donde la Sociedad de Naciones se hizo cargo del valioso cargamento.

La muestra, que permanecerá abierta hasta el 30 de mayo, describe los avatares que sufrieron las obras de arte de mayor valor del país y los esfuerzos de las autoridades de la República por protegerlas de las bombas. En todo ello, Valencia tuvo un importante papel, como recordó ayer Colorado. Por un lado, por la responsabilidad que tuvo en el traslado un valenciano: el pintor y muralista Josep Renau, por entonces director general de Bellas Artes e impulsor de la Junta del Tesoro Artístico, el organismo encargado de coordinar la evacuación. Pero también, porque esta ciudad fue la primera etapa del recorrido emprendido por las obras de arte.

Las torres de Serranos y el Colegio del Patriarca albergaron obras del Museo del Prado, la Biblioteca Nacional, colecciones privadas o monasterios, como el de las Descalzas Reales de Madrid. En total, se recopilaron 525 cuadros -entre ellos, todo Goya, Velázquez, Rubens-, 200 libros -códices, incunables- y tesoros como el que trajo a España Felipe V antes de ser coronado, el llamado Tesoro del Delfín, “de elevado valor artístico y crematístico”, comenta Colorado.

De Valencia, las obras maestras se trasladaron a Barcelona, y de allí a Figueres. Entonces un comité internacional formado por representantes de nueve museos de todo el mundo logró que la colección se depositara en Ginebra. “Fue la campaña de salvamento más importante de la historia”, destaca el comisario de la muestra, que subraya que este modelo de salvaguarda artística fue seguido luego por países europeos en la II Guerra Mundial.

Ginebra expuso una selección de 200 cuadros en una exposición que concluyó el 30 de agosto de 1939. El 1 de septiembre, Alemania invadió Polonia y comenzó la II Guerra Mundial. Un tren nocturno, con las luces apagadas para esquivar los bombardeos, devolvió la valiosa colección a España ese mismo mes. Las joyas artísticas hicieron el camino de vuelta huyendo, una vez más, de un nuevo conflicto armado.

Bronca política en Alicante por la memoria histórica

La oposición denuncia que el PP quiere obviar en una placa conmemorativa que la aviación “fascista” italiana bombardeó el Mercado Central en 1938

S. N. El País30/03/2010

El homenaje a la víctimas del bombardeo del Mercado Central de Alicante por parte de una escuadrilla de la aviación fascista italiana el 25 de mayo de 1938 ha derivado en un enfrentamiento político entre la oposición, el PSPV-PSOE y EU, y el PP, en el gobierno local con mayoría absoluta. Los promotores del homenaje, la Comisión Cívica por la Recuperación de la Memoria Histórica de Alicante, han propuesto colocar una placa en la escena del brutal bombardeo, que costó la vida a 400 vecinos, que refleje que la acción bélica fue realizada por “la aviación fascista italiana”.

En cambio, el equipo de gobierno del PP, que lidera Sonia Castedo, plantea un texto sin el término fascista. La decisión de la alcaldesa ha acarreado las críticas del portavoz socialista, Roque Moreno, que ha calificado de “indignante” la intención de Castedo de obviar la autoría del ataque. “En el Mercado Central no murieron más de 300 alicantinos, fueron asesinados. Eran abuelos y bisabuelos de muchos alicantinos que, estando realizando labores cotidianas, fueron asesinados en un bombardeo de la aviación fascista italiana, auspiciado por Franco”, asegura en un comunicado Moreno. En el mismo sentido se expresa Miguel Ángel Pavón, candidato de EU a la alcaldía en 2011 (en este mandato la coalición de izquierdas es extramunicipal). “Es un insulto a las víctimas y a los alicantinos que se oculte la verdad histórica del criminal bombardeo del 25 de mayo de 1938”, señala Pavón.

La Comisión por la Recuperación de la Memoria de Alicante, a través del escritor Enrique Cerdán Tato, asegura: “No somos obstinados ni intransigentes, pero nuestro único propósito es honrar a las víctimas del bombardeo con orgullo y honestidad, y no desde la mentira. Hubo un verdugo y unas víctimas. Estas están identificadas, y no se puede ignorar al primero a base de eufemismos”, explica.

Cerdán Tato señala que se convocó un concurso para el monumento en cuyas bases están claramente reflejadas las características del hecho histórico que se pretende evocar. El escritor resalta que en los últimos dos meses no han recibido por parte de la alcaldesa un texto alternativo a su propuesta.

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Castedo corrige a Alperi y quita a Franco los títulos honoríficos

Sofi Oksaselle Pohjoismaiden neuvoston kirjallisuuspalkinto

Helsingin Sanomat – 30.3.2010

Kirjailija Sofi Oksanen Tallinnassa viime joulukuussa.

Kirjailija Sofi Oksanen Tallinnassa viime joulukuussa. -Toomas Volmer

Sofi Oksanen on voittanut Pohjoismaiden neuvoston kirjallisuuspalkinnon romaanillaan Puhdistus. Palkintoa tavoitteli kaikkiaan 11 kaunokirjallista teosta. Palkinnon suuruus on 47 000 euroa, ja se luovutetaan Reykjavikissa marraskuussa.

Palkintoperusteissa romaania kiitetään muun muassa ajattomista teemoista ja kouraisevasta kielestä: “Puhdistus sijoittuu Viroon ja kulkee kahdella aikatasolla, mutta sen aiheet – rakkaus, petos, valta ja avuttomuus – ovat ajattomia. Puhdistus väreilee jännityksestä: vaietut salaisuudet ja mitä häpeällisimmät teot leviävät kuin rihmasto läpi kirjan ja pakottavat lukemaan.” “Oksanen kuvaa harvinaisen tarkalla ja kouraisevalla kielellä sitä, miten historia koulii yksilöä ja miten menneisyys on läsnä nykyhetkessä.”

Suomesta ehdolla palkinnon saajaksi oli tänä vuonna myös Monika Fagerholm. Viime vuonna palkinnon voitti norjalaiskirjailija Per Petterson. Suomeen palkinto on myönnetty viimeksi vuonna 2004, jolloin sen sai Kari Hotakainen Juoksuhaudantie-romaanillaan. Pohjoismaiden neuvoston kirjallisuuspalkinto on jaettu vuodesta 1962 lähtien.

Oksanen on kahminut kolmannella romaanillaan jo aiemmin lukuisia palkintoja. Suomessa ensimmäisenä romaanina sekä Finlandia- ja Runeberg-palkinnot saanutta Puhdistusta on myyty kotimaassa 142 400 kappaletta. Virolainen Postimees-lehti valitsi Oksasen viime vuonna vuoden ihmiseksi. Amerikkalainen kustantaja Grove Press julkaisee teoksen englanninkielisen käännöksen 1. huhtikuuta. Samalla alkaa Sofi Oksasen promootiokiertue Yhdysvalloissa.

Muualla HS.fi:ssä:

Puhdistus-teoksen arvio

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Puhdistus, la última y muy premiada novela de la autora Sofi Oksanen aún no ha sido traducido al español, pero la anterior –Las vacas de Stalin– sí. La editorial (451 Editores) describe la novela de la siguiente manera:

Las vacas de Stalin
de Sofi Oksanen

Tres mujeres, tres generaciones: La historia de una Europa dividida entre el este y el oeste, el hambre y la bulimia.

Anna no está dispuesta a creer en las malas consecuencias de la bulimia salvaje que padece. ¿Qué puede haber de malo en algo que le provoca un placer comparable al del sexo y hace que se sienta divina? Perdida en sus obsesiones, necesita controlar su destino y no quiere repetir los errores de su madre, Katariina, que huyó de la Estonia soviética a Finlandia y desde entonces malvive entre la paranoia y la amargura. Del otro lado de la frontera, la abuela de Anna, Sofia, subsiste como la memoria descarnada del absurdo estalinista.

Cuando la historia se nos ha grabado en el cuerpo, atravesar la frontera puede ser fatal.

Kuukauden kysymys

Kuva: Veikko Somerpuro

Miten tutkija löytää totuuden ja miten toteutuu oikeus, kun kansanmurhasta on jäljellä vain joukkohautoja?

Vastaajana professori Helena Ranta Hjelt-instituutin oikeuslääketieteen osastolta.

Joukkohautojen avaaminen antaa tutkijoille paljon tietoa edellyttäen, ettei niitä ole häiritty. Vainajien kuolinsyyn ja kuolintavan selvittäminen ovat ensisijaisia tehtäviä, samoin myös tiedon kerääminen tunnistamista varten.

On tärkeää, että kaikki mahdollinen tieto kerätään ja dokumentoidaan haudan avaamisen yhteydessä. Jokainen tutkimusvaihe on voitava verifioida myöhemmin mahdollisissa oikeusprosesseissa ja kuka/ketkä ovat niihin osallistuneet (chain of custody).

Löytöjen analysointi hyödyntäen erilaisia tutkimusmenetelmiä on tarpeen tehdä turvallisissa oloissa. Käytännössä se tarkoittaa näytteiden siirtämistä maasta pois. Kansallinen lainsäädäntö tai maan viranomaiset voivat asettaa tälle esteitä, ja siksi olemme joskus salakuljettaneet näytteitä Suomeen. Totuuden löytäminen, edes osittain, edellyttää sitkeää puurtamista ja innovatiivista menetelmien soveltamista.

Oikeuden toteutuminen onkin paljon vaikeampi kysymys. Kun maan oma oikeusjärjestelmä on joko osittain tai kokonaan romahtanut, kansalaisten luottamus viranomaisiin on kadonnut.

Siirtymävaiheen oikeusjärjestelyjen tarkoituksena on taata uhrien oikeudet ja saattaa ihmisoikeusloukkauksiin syyllistyneet edesvastuuseen teoistaan. Jos hallinnossa on mukana edelleen henkilöitä, joilla on ”verta käsissään”, hyvätkin pyrkimykset kansalliseen sovintoon epäonnistuvat.

Valitettavasti monissa maissa on säädetty hyvissä ajoin armahduslakeja, jotka vapauttavat esimerkiksi sotilashenkilöitä edesvastuusta. Tutkijat eivät voi vaikuttaa tähän.

Lopuksi haluan vielä korostaa, että vaikka me tietäisimme mitä on tapahtunut ja pystyisimme sen todistamaan, poliittisista syistä voi olla mahdotonta hyväksyä tosiasioita. Tästä hyvinä, tai huonoina, esimerkkeinä olkoot armenialaisten kansanmurha 1910-luvulla ja Katynin tapahtumat 2. maailmansodan aikana. Virallinen Turkki ei vieläkään tunnusta edellistä, ja virallinen Venäjä myönsi vasta 1990-luvulla jälkimmäisen.

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Soldados de Salamina: héroes

Reeta

En este diario voy a centrarme en la misteriosa figura de Miralles, uno de los pocos personajes evidentemente ficticios de Soldados de Salamina.  ¿Pero, podría haber sido Miralles  el soldado desconocido que salvó la vida para Sánchez Mazas? ¿Además, podría ser Miralles real? El personaje Javier Cercas quiere comprender por qué no lo mató, y  que pensaba en el justo momento cuando le miró a Sánchez Mazas a los ojos. Pero Miralles le responde: “Una guerra es una guerra. Y no hay nada más que entender.” (p. 175).  Como si Miralles, traumatizado por las guerras, quisiera negar sus recuerdos de ellas.

El escritor chileno Roberto Bolaño le cuenta al protagonista por casualidad la historia del aventurero Miralles.  Miralles luchó en las tropas republicanas, y más tarde como mercenario en la Legión Extranjera francesa. ¿Tendría un guerrero de esta clase motivo para salvar la vida para alguien, que además sea un enemigo?  Yo pienso que no, Miralles es un tipo duro, no podría ser el soldado que baila y canta pasodobles, un tipo mucho más sensible. Sin embargo, en la tercera parte del libro, Cercas crea una imagen de un  sentimental y simpática Miralles que ya es viejo y necesita que alguien le abrace. Cuando el protagonista por fin le pregunta directamente si fue o no el soldado, le responde Miralles que “no” (p. 205). El final deja abierto si sólo no quiere confesarlo o si realmente no lo fue. Cercas lo deja para la imaginación del lector.

Parece que tanto Javier Cercas el personaje como el autor real consideraba su libro insuficiente sin un héroe apropiado. Un falangista no vale para un héroe. La última parte del libro se centra en la búsqueda de este héroe, el soldado quien salvó la vida para Sánchez Mazas. Roberto Bolaño dice: “..el héroe no es el que mata sino el que no mata o deja de matar.” (p. 148) ¿Podría Miralles ser el soldado que buscamos? Miralles tiene un punto de vista menos elogioso sobre el heroísmo: “.. Los héroes solo son héroes cuando se mueren o  los matan. – – No hay héroes vivos.” Por su propio definición Miralles no es un héroe (como está vivo), pero su definición no tiene sentido. En conclusión, parece evidente que Javier Cercas el autor decidió inventar el soldado, como le consejó Bolaño al Cercas el personaje.

Me ha gustado mucho leer este libro porque es tan ambigua, no es nada trivial. El juego con personajes reales e inventados anima al lector a buscar información sobre ellos.  Yo siempre tengo interés por conocer nuevos libros o autores mediante otros. Soldados de Salamina tiene referencia por lo menos a Pascual Aguilar, Andrés Trapiello, Rafael Sánchez Ferlosio, Roberto Bolaño y el mismo Sánchez Mazas. Un falangista no pienso leer, pero Bolaño me parece interesante.